Dime en qué fase menstrual estás y te diré cómo es tu vida sexual

Me encantaría que todos los días del mes me sintiera predispuesta a tener sexo. De verdad, sería una gozada que bastara con tomar la decisión y no dependiera de las fases que pasa mi cuerpo.

Pero lo cierto es ahí pincho y corto entre poco y nada. Son mis cambios hormonales ligados a la menstruación los que hacen que me vea afectada, desde mi estado anímico a lo que me pasa entre las piernas.

I LOVE CYCLO

De hecho es una de las cosas que más echaba de menos cuando utilizaba la píldora anticonceptiva, que no solo la lubricación natural brillaba por su ausencia sino que perdía totalmente la libido -que sube naturalmente en algunas fases-.

Vamos, que no tenía sentido utilizar un método anticonceptivo para tener sexo si yo misma no quería tener sexo.

Aunque aparentemente soy una persona muy estable, mi cuerpo cambia cada semana del mes.

El primer día del ciclo, que es cuando baja la regla, suele ser una semana fatídica para las que, como yo, tenemos dismenorrea. Es el periodo más molesto por culpa del dolor, pero también la ocasión perfecta para combatirlo a golpe de orgasmo.

Que aunque los niveles de estrógeno y progesterona están por los suelos, la lubricación de la sangre hace que sea un momento tan bueno como cualquier otro (en otras palabras, sí tienes el chichi para farolillos). Y como decía, nada como un orgasmo haciéndole la competencia a cualquier analgésico a la hora de combatir el dolor menstrual.

A continuación, una semana después, empieza la fase folicular. Que recibe ese nombre por los folículos de los ovarios, los que empiezan a crecer por obra del estrógeno, mi hormona favorita.

Es la que hace que nos sintamos más activas y con ganas de experimentar (sí, prueba de una vez ese juguete, mándale un mensaje tan calentito como el interior de una mascarilla o desfila para ti en lencería, se acepta todo lo que te excite).

La tercera fase, la de la ovulación, tiene lugar unas dos semanas después de la menstruación. En el momento cumbre en el que se libera el óvulo, el estrógeno se dispara, lo que afecta directamente al deseo sexual. En otras palabras, en teoría es cuando vas a estar más salida. En mi caso, en la práctica, pues también.

Si a eso le sumamos que es el momento del mes en el que más fluido producimos (cuando estamos más lubricadas y el sexo resulta más placentero sin necesidad de lubricantes añadidos) es la ocasión perfecta de inaugurar la barra libre sexual.

A partir de ahí, de llegar a la cumbre del bienestar vaginal, toca agarrarse que vienen curvas (hormonales). Despídete de los estrógenos porque en la fase lútea es la progesterona la protagonista.

¿Sabes cuando te sientes hinchada como un globo, irritable y cansadísima? Ella es la responsable de todo.

Y claro, con semejantes síntomas no es ya solo que tengamos menos ganas de sexo, es que no nos sentimos ni cómodas con el propio cuerpo.

Al sentirnos así, el nivel de deseo cae en picado. ¿Que podemos aprovechar para practicar sexo a modo de descarga de endorfina? Por supuesto, aunque con la premisa de que es un momento en el que hay que escuchar a nuestros cuerpos.

Cada una de nosotras y cada menstruación es un mundo. Puede que los bailes entre la progesterona y los estrógenos no te afecten (qué suerte).

Y por mucho que esta explicación te ayude a entender por qué hay veces que estás tan excitada y otras que no te enciendes ni con los Vengadores sin camiseta, lo resumo en que si te apetece adelante y, si no quieres tener sexo y prefieres acurrucarte con una manta viendo una serie, es tan sencillo como decirlo.

Recuerda que la otra persona no es una aplicación de trackeo de tu ciclo.

Duquesa Doslabios.

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