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‘Tip’ sexual: prueba a deletrear esta palabra ¡con la cadera!

Decimos que en la variedad está el gusto porque, por mucho que algo nos encante, puede llegar a convertirse en repetitivo si siempre es de la misma manera.

Y el sexo no se escapa, lo que nos da la oportunidad perfecta de experimentar con juguetes, cambiar de sitio de la casa (sí, hasta delante de la lavadora) o ir pasando de una postura a otra.

LELO

Mientras que hay ocasiones que el cambio se da de manera fluida -esas veces que solo con una mirada pareces entender que la otra persona necesita seguir pero a cuatro patas-, es igual de válido pedir un relevo cuando sientes que fallan las piernas o el aliento comienza a faltar por la exigencia física de la postura.

Incluso dentro de la misma pose, por cómoda que sea la cama, la conexión y la música de fondo, el misionero puede aburrir. Así que hoy es el turno de hablar de pequeñas modificaciones que vuelven la postura más interesante.

Y es que hay una tendencia sexual que, gracias a Twitter, nos anima a experimentar con la pose de la vaquera. Sí, esa en la que nosotras estamos encima y él tumbado debajo (tú eliges si cara a cara o dando la espalda).

Aunque todas sabemos cuál es la mecánica de esa posición en particular, hay vida más allá del rebote. En eso consiste el «coconut», la palabra trending topic de la red social que se ha trasladado a la cama.

Toma nota: según los tuiteros, deletrear la palabra con la cadera suma puntos de intensidad a la penetración.

Pero, ¿es para tanto? Pues sí y no. Se me ocurren otras ventajas de poner en práctica el «coconut».

Para empezar, hace que te concentres plenamente en la ejecución y no en otras cosas. Muchas veces, al estar encima , es típico que se te puede ir la cabeza.

«¿Se me verán bien las tetas desde este ángulo?», «¿Me dejo el pelo por delante o hacia atrás?» o «Madre mía, las rodillas…» son algunos de los pensamientos más clásicos que vienen a la cabeza.

Si tu única preocupación es dibujar la palabra, no le dedicas tiempo a pensamientos secundarios.

Eso sí, no hace falta hacer un patrón entre letra y letra, se trata de hacerlo fluido, como si quisieras escribirlo sin levantar la mano del papel y tu cadera sostuviera el bolígrafo.

El movimiento de la cadera es muy placentero para ambos y viene genial para alternar entre el mete-saca que tan fácil nos pone esta posición.

Otras ventajas de incluirlo en nuestra performance es que nos hace el apaño cuando no sabemos cómo seguir moviendo la cadera porque es muy fácil de recordar (no sería lo mismo deletrear «esternocleidomastoideo»).

Aunque el plus definitivo es que, una vez le cojas la práctica, descubrirás cómo los giros y cambios de sentido estimulan el clítoris.

La palabra ya la sabes, tú eliges velocidad e intensidad.

Duquesa Doslabios.

(Ya puedes seguirme en Twitter y Facebook).

Experimentando con el 69 vertical

La realidad nunca es tan bonita como nos la presentan.

La hamburguesa del McDonald’s no cumple las expectativas que prometen los carteles, la calle no es más glamurosa por ir conduciendo el coche que tanto te encantaba cuando veías el anuncio y el kamasutra no es tan factible como parece.

GTRES

El amargo sabor de la realidad sexual se lo achaco a un vídeo de Nacho Vidal. El actor aparecía realizando un 69 vertical. Vertical: con todas sus letras, sus dos pies en el suelo y una chica cabeza abajo.

Inmediatamente mandé el enlace del vídeo a mi compañero: “Minuto 3:48, tenemos que probar esto”.

La postura, pese a intrigarme, no me parecía especialmente complicada de primeras. Ambos somos de buen fondo en cuanto a cama se refiere.

“¿Cómo hacemos?” Pregunté confusa a la hora de colocarnos. El primer paso es que él empiece sentado en el borde de la cama. Se colocó mis piernas sobre los hombros y yo me aferré a su cintura con más fuerza que Tarzán a una liana (¿quién inventa estas posturas?).

Tras ponerse de pie sujetándonos el uno al otro por la cintura, y comprobando que no me caía de cabeza y me arriesgaba a romperme la crisma, procedimos a ejercer el 69.

Ah… 69 vertical, tan fácil que pareces y tan complicado que eres. Al segundo de estar cabeza abajo fue como si toda la sangre de mi cuerpo se hubiera puesto de acuerdo para organizar la fiesta del latido punzante en mi cráneo.

Pese a que intenté armarme de fuerza, valor, aire y llamar a la acróbata sexual que hay en mí, no hubo manera y terminé tirando la toalla y casi tirándome al suelo agradeciendo que la gravedad volviera estar a mi favor y no en mi contra.

No sé si es algo que, como el yoga, se pueda trabajar con entreno y fuerza de voluntad o es que no estoy hecha para salir del plano horizontal. Quedo a la espera de segundas opiniones: las vuestras.

Duquesa Doslabios.