Tetas. Es lo que no paro de ver en redes sociales. Cientos y cientos de fotos de tetas. Si ya el pecho era un tema recurrente a lo largo del año, en verano es como si fuera la época oficial de lucirlas con bikinis y bañadores.
Y por mucho que me parezca perfecto que cada cual se fotografíe su cuerpo como le dé la gana, no puedo evitar hacer comparaciones.
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Porque por mucho que me guste un buen escote, eso está lejos de mi alcance natural. Me doy cuenta de que esos trajes de baño o vestidos veraniegos quedarían mejor con una talla más o dos.
Ahora que la ropa es más ligera y me paso el día en crop top, a la hora de estar con mi pareja, el pensamiento de si mi pecho es suficiente, se cuela -como un zumbido de mosquito tigre-, de vez en cuando en mi cabeza.
Tengo claro que la solución, en mi caso, no está en el quirófano. Asumo mi falta de autoestima y el impacto que puede tener en mi vida sexual, y me toca ponerme a trabajar en ello.
Mientras que todos somos más o menos conscientes de la importancia que tiene la consideración con nosotros mismos, reconocer lo que somos y tenemos y apreciarlo, no nos damos tanta cuenta de hasta qué punto afecta a nuestra vida sexual.
He llegado a evitar algunas posturas, prefiriendo hacer otras en su lugar, solo para que la perspectiva jugara a mi favor y mi pecho tuviera el aspecto que, en mi cabeza, debe tener durante el sexo.
No he llegado sola a ese punto, me doy cuenta que la presión social por la construcción de lo que es ser sexy (o incluso el porno) ha jugado un papel fundamental a la hora de que busque los únicos ángulos con los que estoy cómoda en la intimidad.
Puede que a mí solo me afecte a esa zona del cuerpo, pero lo mismo podría haberme dado por las piernas, el culo o incluso mis genitales en vez de por el pecho.
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Averiguar si te pasa a ti es tan fácil como reconocer(te) si te has sentido identificado con mi relato o si sientes rechazo por probar cosas nuevas, sientes preocupación por cómo eres en la cama, incluso si tienes sexo por razones equivocadas (como sentir aceptación en vez de hacerlo por disfrute) o si tomas decisiones -como no usar condón-, por razones ajenas a ti.
Así que ahora que es verano, que hace calor y no queda otra que vernos el cuerpo a menudo, es el mejor momento para aprender a gustarnos. Y va desde mirarnos hasta dedicarnos pensamientos positivos, pasando por buscar nuestras partes favoritas para hacerlas resaltar y descubrir que ese todo no solo nos gusta, sino que nos encanta.
Ahí podemos incluir también las formas de darnos placer. De llegar a la conclusión de que sea cual sea nuestro aspecto, podemos disfrutar con todo nuestro cuerpo.
Y, por supuesto, una vez en la cama, dejar fuera tantos miedos e inseguridades. Ya que tenemos vacaciones, escapadas y, sobre todo, tiempo, relajarnos y aprender sabiendo que el único objetivo es el de pasarlo bien.
No hay que ser bueno o buena en la cama para otra persona, hay que serlo para uno mismo.
Duquesa Doslabios.