Hincad la rodilla juventud y cólera
El insulto sangra amenaza ruina
Los caprichos no tienen la corona los locos
Viven pacientemente en el país de todos.
Cerrado está el camino de peligrosa muerte
Por soberbios funerales
El espanto es cortés la miseria encantadora
Y el amor deja reír a obesos inocentes.
Adornos naturales elementos en música
Virginidades de barro artificios de mono
Respetable fatiga honorable fealdad
Trabajos deliciosos donde el olvido se sacia.
Es una casualidad que esté el sufrimiento
Y somos ese suelo donde se construyó todo
Y estamos en cualquier parte
Donde se eleva el cielo de los otros
Donde negar la vida es siempre inútil.
Estos versos de Blas de Otero: «Era la noche de tu muerte / Paul Eluard / y hasta los diarios más reaccionarios / ponían cara de circunstancias / como cuando de repente baja la Bolsa». Sí, la vida y obra de Paul Eluard tuvo una trascendencia fortísima en la poesía social española de posguerra.
Eluard frecuentó todos los ismos posibles, del dadaísmo (primero) al surrealismo (un poco después, periodo al que pertenece el poema de hoy) hasta la pura y dura poesía política de sus últimos libros. Cercano ideológicamente al comunismo, fue expulsado del partido a mediados de la década de los treinta y reingresó en él en plena Segunda Guerra Mundial, donde llegó a combatir como partisano.
Sus relaciones tanto personales como artísticas con la vanguardia cultural europea siempre fueron contradictorias: gran amigo de los pintores Marx Ernst y Picasso; frialdad retórica hacia Aragon y hostilidad poéticamente manifestada con Dalí (no tanto por motivos ideológicos como amorosos).
Esquemáticamente, su poesía recorre estas coordenadas, imposibles después del 45, al menos en Europa: dolor, solidaridad, soledad, compromiso y amor. Eluard falleció en 1952. Aproximadamente diez años después, Blas de Otero compuso el poema El temor y el valor de vivir y de morir citado al comienzo.
NOTA: Traducción del francés a cargo de Jorge Urrutia para la editorial Plaza&Janés.
Seleccionado y comentado por Nacho Segurado.