La poesía de la canadiense Margaret Atwood (Premio Príncipe de Asturias) maneja el misterio cotidiano con la misma destreza con que lo retuerce en su espléndida narrativa.
Atwood compone poemas que nos interrogan sobre nuestra propia naturaleza dual, cómplice del horror y víctima del mismo. Poemas que bailan al ritmo de todas las excusas que nos damos cada día para no cambiar las cosas.
Al fin y al cabo, eres bastante
normal: dos brazos, dos piernas
una cabeza, un cuerpo
aceptable, dedos en los pies y en las manos, a veces
excéntrico, a veces sincero
pero no demasiadas veces, demasiados
aplazamientos y excusas pero
te adaptarás a todo, cumpliendo
con los plazos y con las otras
personas, fingiendo amar
a la mujer que no debes durante algún
tiempo, escuchando a tu cerebro
encogerse, tus diarios
extendiéndose mientras te haces mayor,
haciéndote mayor, por supuesto
morirás, pero aún no, sobrevivirás
incluso a mis ideas distorsionadas sobre ti
y no quiero hacer
nada para solucionarlo
tu desdicha y tu enfermedad
no estás enfermo ni eres desdichado
sólo estás vivo condenado a estarlo.
Poema seleccionado y comentado por Bob Pop