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‘Poema de Gilgamesh’

TABLILLA VIII

¡Escuchadme, ancianos de Uruk! ¡Jóvenes, escuchadme!

soy yo quien llora por Enkidu, mi amigo,

estallo en amargas lágrimas, como una plañidera.

¡Oh, tú, hacha de mi costado, socorro de mi brazo,

espada de mi cintura, escudo ante mí, garantes de mi victoria,

túnica de mis fiestas, cinturón de mis placeres!

¡Amigo mío, mulo vagabundo, onagro del monte,

leopardo de la estepa,

Enkidu, amigo mío

nosotros juntos habíamos escalado la Montaña,

habíamos capturado y matado al Toro Celeste,

habíamos abatido a Khumbaba, que moraba en el

Bosque de los Cedros!

Y ahora, ¿qué sueño se ha apoderado de ti

para que tú hayas perdido el conocimiento y no me oigas?

El Poema de Gilgamesh es la primera epopeya de la Literatura universal. El texto, cincelado en unas tablillas encontradas en la biblioteca del palacio de Asurbanipal, descubierto en el siglo XIX, relata las aventuras de Gilgamesh (legendario rey de Uruk, cuya historicidad es muy probable) y su amigo Enkidu (nacido humano y personaje enteramente ficticio).

Dejando aparte las cuestiones eruditas, profusamente estudiadas en la versión española del profesor Lara Peinado, el Poema del Gilgamesh, compuesto varios milenios antes de nuestra era, recoge ya los arquetipos que jalonan las grandes obras literarias posteriores: el descubrimiento del amor y la amistad, la necesidad de aventura, el desdén hacia los dioses, la búsqueda de la inmortalidad, el miedo a la muerte, la lucha frente al destino…

Del poema -incompleto en alguna de sus partes- se ha rescatado más de una versión. Originalmente la obra fue una creación sumeria, pero su forma actual responde a las sucesivas refundiciones del texto en época paleobabilónica. Aquí hemo traído un extracto de la octava tablilla, en su versión asiria, en la que Gilgamesh llora la muerte de Enkidu.

Seleccionado y comentado por Nacho Segurado.