Si canto soy un cantueso
Si leo soy un león
Si emano soy una mano
Si amo soy un amasijo
Si lucho soy un serrucho
Si como soy como soy
Si río soy un río de risa
Si duermo enfermo de dormir
Si fumo me fumo hasta el humo
Si hablo me escucha el diablo
Si miento invento una verdad
Si me hundo me Carlos Edmundo
Por infeliz casualidad, tenía pensado traeros hoy un poema de José Bergamín. Otro de esos poetas atípicos que dio el siglo XX español (y vasco, sí). Un escritor que, como Carlos Edmundo de Ory, cultivó el humor -y su ariete, el aforismo- de una forma insólitamente jugosa.
Carlos Edmundo de Ory murió el jueves. Hacía un año y dos días que aquí publicaba uno de sus muchos sonetos, acompañado de un simpático retrato de dandy provecto sin pretensiones y unas cuantas palabras sobre su peculiar universo poético (aunque aquella vez olvidé mencionar la etiqueta literaria por la que estos días más se le recuerda: el postismo).
Carlos Edmundo de Ory ha muerto, dicen algunos, olvidado por todos. Yo no lo creo. Es cierto que su apellido suena tan lejano como su exilio de décadas, pero CEO no ha muerto para la prensa: en su muerte le han cubierto con los adjetivos (iconoclasta, rebelde, ¡raro!, insurrecto) que vivo en la intimidad le arroparon solo. Porque esto, la vida, trataba sobre la ironía, ¿verdad, Don Carlos?
IMAGEN: Efe
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