Lucifer se durmió durante el viaje hacia el sur,
(pero solo un poco)
porque por la mañana tenía que decidir
si, habiendo cruzado el río,
y dicho adiós a la luna,
cuando ningún perro ladraba ya
ni se veía humo saliendo de ninguna tienda
ni se escuchaba voz alguna,
debía tomar la izquierda
o la derecha del camino.Era mejor no parar
ni pensar en el calor
sino atacar sin pensarlo hacia izquierda o derecha.
O eso, o abordamos el camino del medio
Un páramo de granito verde
donde uno vivió entretanto
y aprendió mucho más
que tras el agotamiento de una decisión apresurada,
o la ruina absoluta de la decisión correcta.
Algunos de sus cuentos breves, como Ocaso y caída de Frankie Buller, están entre lo mejor que he leído del género. J., que me los descubrió, ya me lo advertía con su sabiduría que no admite aristas. A Alan Sillitoe (fallecido en 2010) todos le recordaréis por su maravilloso relato La soledad del corredor de fondo, un prodigio de monólogo interior que retrata con una belleza impía la autoridad, la juventud y la ausencia de esperanza.
La literatura autodidacta de Sillitoe, uno de aquellos angry young men de la generación inglesa de posguerra -posguerra donde la austeridad no era un cosmético político sino que removía realmente las conciencias (de clase)- se dedicó a denunciar la hipocresía de una sociedad en la que la falta de expectativas para los más desfavorecidos, el desarraigo social y el recuerdo maldito de la guerra estaban a flor de piel.
Pero Sillitoe, novelista y cuentista, fue además y sobre todo, poeta. Como sucede demasiadas veces, y aquí en el blog hay muchos otros ejemplos, el oficio de hacer versos acaba relegado a un segundo plano dentro de la obra literaria, por más que el escritor repita que es su principal dedicación. Sirva este poema, La decisión de Lucifer (aquí, en el original inglés), de un simbolismo feroz y una meta desesperanzada, de homenaje.
TRADUCCIÓN: Patricia Álvarez
IMAGEN: http://lewebpedagogique.com
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