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‘Dios’, de Fernando Pessoa

Sigo sin encontrarle morada al verso que mencionaba la semana pasada: «Senta-te ao sol. Abdica e sê rei de ti próprio». En alguna dirección andará de esa intrincada urbe de espejos y heterónimos que era la personalidad de Fernando Pessoa. Sí he dado, tras golpear una puerta al azar en la rua da saudade, con un interesante poema sobre las cambiantes formas en que nos percibimos.

DIOS

A veces soy el Dios que traigo en mí

y entonces soy el Dios y el creyente y la oración

y la imagen de marfil

en que ese dios se olvida.

A veces no soy más que un ateo

de ese mi dios que soy cuando me exalto.

Veo dentro de mí todo un cielo

y es un mero hueco cielo alto.

Seleccionado y comentado por Hernán Zin.

‘Abdicación’, de Fernando Pessoa

Hay versos que se obstinan en nosotros y que nos siguen fieles como perros. Me pasó con Fernando Pessoa y su “Senta-te ao sol. Abdica e sê rei de ti próprio”. Tanto me rondaba que lo usé como inspiración y arranque del libro “La libertad del compromiso”. Obra que cuenta la historia de personas que un día decidieron romper con el pasado y empezar a construir la vida que siempre habían anhelado.

Ahora le he perdido el rastro entre la multitud de heterónimos del autor lisboeta. Creo que anda por las «Odas» de Ricardo Reis. Pero he encontrado otro, similar en esencia. Parece que la idea de abdicar, de renunciar a ciertas premisas y condicionantes sociales, a ser rey de no sé qué absurdo reino, le parecía tan atractiva a Pessoa como a los que luego nos dejamos inspirar por su obra.

ABDICACIÓN

Tómame, oh noche eterna, en tus brazos

y llámame hijo.

Yo soy un rey

que voluntariamente abandoné

mi trono de ensueños y cansancios.

Mi espada, pesada en brazos flojos,

a manos viriles y calmas entregué;

y mi cetro y corona – yo los dejé

en la antecámara, hechos pedazos.

Mi cota de malla, tan inútil,

mis espuelas, de un tintineo tan fútil,

las dejé por la fría escalinata.

Desvestí la realeza, cuerpo y alma,

y regresé a la noche antigua y serena

como el paisaje al morir el día.

Seleccionado y comentado por Hernán Zin.