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‘El soñador’, de Pedro Bonifacio Palacios

El pseudónimo con el que alcanzó más fama fue el de Almafuerte, una espiritual tarjeta de presentación para Pedro Bonifacio Palacios (Argentina, el 13 de mayo de 1854-el 28 de febrero de 1917).

Almafuerte intentó calmar su sed de arte primero con la pintura, pero la falta de reconocimiento oficial le llevó a la escritura, campo en el que llegó a ser director del diario El Pueblo.

Se crió con unos parientes, tras la temprana muerte de su madre, y el abandono de su padre, cosa que le marcó, y que hizo, seguramente, que acabara teniendo cinco hijos adoptados.

El poema que les dejo es una reflexión sobre el alma y el cuerpo, en el que el poeta deja claro que no todos los males de un ser humano pueden medirse, que hay dolencias que provienen del alma.

EL SOÑADOR

Le aserraron el cráneo;

le estrujaron los sesos,

y el corazón ya frío

le arrancaron del pecho.

Todo lo examinaron

los oficiales médicos

mas no hallaron la causa

de la muerte de Pedro;

de aquel soñador pálido

que escribió tantos versos,

como el espacio azules

y como el mar acerbos.

¡Oíd! Cuando yo muera,

cuando sucumba, ¡oh, médicos!

ni me aserréis el cráneo

ni me estrujéis los sesos,

ni el corazón ya frío

me arrebatéis del pecho,

que jamás hasta el alma,

llegó vuestro escalpelo.

Y mi mal es el mismo,

es el mismo de Pedro;

de aquel soñador pálido

que escribió tantos versos,

y como el espacio azules

y como el mar acerbos.

Seleccionado y comentado por Israel Álvarez.