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‘Informe de Jonás’, de José Emilio Pacheco (1939)

Intenté huir de Dios que me ordenaba

predicar contra Nínive.

Me embarqué rumbo a Tarsis.

Se desató la tempestad.

Fui arrojado

para aquietar las olas.

Me rodearon las aguas hasta el alma.

Las algas se enredaron en mi cabeza.

La tierra echó sobre mí sus cerrojos.

Y me trago el gran pez finalmente.

En el temible vientre de la ballena encontré

procesos digestivos, violencia pura, cardúmenes,

una teoría del estado moderno, una imagen

del desamparo humano, un retorno

al paraíso prenatal, irrigado

por el fluir de la corriente sanguínea.

Y en mi habitada soledad tuve tiempo

para reflexionar en la esperanza: algún día

¿nuestra vida ya no será, como la llamó Hobbes,

Tan sólo breve, brutal y siniestra?

DÍAS

Los días se van sumando hasta formar una época.

entonces los miramos con rencor

y decimos: Ya basta.

ANTIGUOS COMPAÑEROS SE REÚNEN

Ya somos todo aquello

contra lo que luchamos a los veinte años.

He creído conveniente dejar pasar un par de semanas antes presentarme aquí con un poema de José Emilio Pacheco. Doy por seguro que dos semanas es tiempo suficiente para que hayáis digerido todos los artículos sobre el poeta que han ido apareciendo en los periódicos desde que es premio Cervantes… Cómo, ¿qué no? No os preocupéis, yo tampoco los he hecho; es más: ni empecé a engullirlos.

Sabía que existía José Emilio Pacheco. Mejor dicho: conocía su nombre compuesto, su apellido y su nacionalidad. Ergo: desconocía todo lo importante. Hace años me hubiera dado un atracón, sección de cultura tras sección de cultura (sin descartar alguna sesuda monografía de cátedra por vía oral). Pero escarmenté (no sé tras qué premio o con qué muerte), pero escarmenté. Así pues, sin más intermediarios que el librero, he pasado directamente a sus poemas.

Creo que ya he comentado alguna vez los porqués de mi prudencia hacia las antologías: la euforia desmedida que supone encontrar -invariablemente- algo bueno (o muy bueno) a la vuelta de cada página. Una distorsión feliz, pero engañosa. Te incita a creer que la inspiración siempre da frutos maduros, perdiéndose así la experiencia del poema fracasado, del verso muerto que no iluminada nada, pero que prepara el camino de una dicha inesperada.

Me ha vuelto a pasar con En resumidas cuentas, una de las recopilaciones de Pacheco. Empezaba a leer (página 39): «No amo mi patria. / Su fulgor abstracto / es inasible». Pero antes de poder paladear, seguía (pág. 40): «La perra infecta, la sarnosa poesía, / risible variedad de la neurosis, / precio que algunos pagan / por no saber vivir». Y en la siguiente, más: «La poesía tiene una sola realidad: el sufrimiento». Y antes de llegar al ecuador, otra: «Ya somos aquello / contra lo que luchamos a los veinte años». Y así, exhausto, hasta el final. Del haiku al Vesubio; de la nostalgia de los días al elogio encendido de Vallejo; de la sátira patriótica al ubi sunt de los juguetes.

Por eso os traigo tres poemas, y no uno. Porque se me nubló la capacidad de decisión. El primero habla de la esperanza para nuestras razones políticas; el segundo de la resignación de la lucidez, y el tercero de la rebelión de la madurez. Espero que os alimenten, sin colmaros.

Seleccionados y comentados por Nacho Segurado.





‘A quien pueda interesar’ de José Emilio Pacheco

José Emilio Pacheco, poeta mexicano nacido en Ciudad de México en 1939, acaba de ser galardonado con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.

El reconocimiento no es algo nuevo para este autor, que atesora además, el Premio Nacional de Poesía, el Premio Nacional de Periodismo Literario, junto con el Premio Xavier Villaurrutia y Premio Magda Donato, al que se le sumaron más tarde el Premio José Asunción Silva en 1996, el Premio Octavio Paz en el año 2003 y el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda en 2004.

Quizá sea relevante hoy rescatar uno de sus poemas más representativos, en los que el autor hace su particular declaración de intenciones :

A quien pueda interesar

Que otros hagan aún

el gran poema

los libros unitarios

las rotundas

obras que sean espejo

de armonía

A mí sólo me importa

el testimonio

del momento que pasa

las palabras

que dicta en su fluir

el tiempo en vuelo

La poesía que busco

es como un diario

en donde no hay proyecto ni medida

Seleccionado y comentado por Israel Álvarez.