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‘Eunomía’ (Buen Gobierno), de Solón de Atenas (600 a.C)

No va a perecer jamás nuestra ciudad por designio

de Zeus ni a instancias de los dioses felices.

Tan magnífica es Palas Atenea nuestra protectora,

hija del más fuerte, que extiende sus manos sobre ella.

Pero sus propios ciudadanos, con actos de locura,

quieren destruir esta gran ciudad por buscar sus provechos,

y la injusta codicia de los jefes del pueblo, a los que aguardan

numerosos dolores que sufrir por sus grandes abusos.

Porque no saben dominar el hartazgo ni orden poner

a sus actuales triunfos en una fiesta en paz.

Se hacen ricos cediendo a manejos injustos.

Ni de los tesoros sagrados ni de los bienes públicos

se abstienen en sus hurtos, cada uno por un lado al pillaje,

ni siquiera respetan los augustos cimientos de Díke,

quien, silenciosa, conoce lo presente y el pasado,

y al cabo del tiempo en cualquier forma viene a vengarse.

Entonces alcanza a toda la ciudad esa herida inevitable,

y pronto la arrastra a una pésima esclavitud,

que despierta la lucha civil y la guerra dormida,

lo que arruina de muchos la amable virtud.

Porque no tarda en agostarse una espléndida ciudad

formada de enemigos, en bandas que sólo los malos aprecian.

Mientras esos males van rodando en el pueblo, hay muchos

de los pobres que emigran a tierra extranjera,

vendidos y encadenados con crueles argollas y lazos

Así la pública desgracia invade el hogar de cada uno,

y las puertas del atrio no logran entonces frenarla,

sino que salta el muro del patio y encuentra siempre

incluso a quien se esconde huyendo en el cuarto más remoto.

Mi corazón me impulsa a enseñarles a los atenienses esto:

que muchísimas desdichas procura a la ciudad el mal gobierno,

y que el bueno lo deja todo en buen orden y equilibrio,

y a menudo apresa a los injustos con cepos y grillos;

alisa asperezas, detiene el exceso, y borra el abuso,

y agosta los brotes de un progresivo desastre,

endereza sentencias torcidas, suaviza los actos soberbios,

y hace que cesen los ánimos de discordia civil,

y calma la ira de la funesta disputa, y con Buen Gobierno

todos los asuntos humanos son rectos y ecuánimes.

Mientras siga habiendo políticos corruptos, habitantes codiciosos y países mal gobernados (y parece que los hay, de Colombia a Venezuela pasando por Italia) esta elegía de Solón de Atenas exhortando a los ciudadanos de la polis a abandonar la “codicia de plata y el excesivo orgullo” se seguirá leyendo con la emoción que 26 siglos no se bastan para ahuyentar.

El aristócrata Solón, político y poeta, emprendió la reforma económica y social de Atenas a principios del siglo VI a.C. Logró hitos importantes como la abolición de la esclavitud por deudas, pero pese a sus esfuerzos las reformas no dejaron satisfechos a todas las partes implicadas, lo que lamentablemente hizo la tiranía de Pisístrato “inevitable y necesaria”. Una concentración del poder frente a la que Solón ya previno a sus ciudadanos: “A quien en exceso se exalta no es fácil contenerlo después”.

NOTA: Eunomía, como otros poemas de Solón, está incluido en la obra clásica de Carlos García Gual Antología de la poesía lírica griega, y traducido por él.

NOTA 2: Para la breve semblanza de Solón, además de algunas citas de sus propios textos he utilizado la didáctica y entretenida Historia de la Grecia antigua del profesor José Manuel Roldán Hervás.

Seleccionado y comentado por Nacho Segurado.