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‘A la hora del crepúsculo’, de Josep Carner (1884 – 1970)

Es tarde, no me tientan los caminos.

Y en el jardín cerrado, yo os sabía,

caídos, pisoteados en la niebla,

¡oh flores, hojas, días!

Mis pasos se vuelven furtivos

como un indeciso extraño.

Suspiran espectros de dalias

en medio de sombras llorando.

Flota lejos un son de campanas

que une los vivos a cadáveres.

Se esparce la noche invencible,

mar de islas que son soledades.

Y me llaman la luz en la mesa

y algún pensamiento que vuela,

la vieja silla malparada

y una hoja de papel descontenta.

A HORA FOSCANT

És tard, els camins ja no em tempten.-

I us sé, del verger dins el clos,

caiguts, trepitjats en la boira,

oh dies, oh fulles, oh flors!

Mes passes es tornen furtives

com d’un indecís estranger.

Sospiren espectres de dàlies

enmig del foscam ploraner.

Al lluny neda un so de campanes

que uneix els vivents als caiguts.

S’escampa la nit invencible,

mar d’illes que són solituds.

I em criden el llum a la taula

i algun voleiant pensament,

la vella cadira malmesa

i un full de paper malcontent.

Al que fuera llamado, durante su juventud de dandi locuaz, príncipe de los poetas, se le acabó negando, por dos veces, el Premi d´honor de les Lletres Catalanes. José Agustín Goytisolo atribuye tamaño desdén a una «capillita de letraheridos». Desconozco si fue para tanto. Pero lo cierto es que, la ascendencia de Josep Carner durante la segunda mitad del siglo XX –mitad que coincide con su exilio permanente, que apenas interrumpió por breve tiempo antes de morir- tuvo más de «mito lejano» que de adhesión inalterable.

Carner fue, desde su precoz ingreso en los círculos ilustrados, un ferviente cosmopolita, un renovador de la poesía en catalán y, políticamente, un catalanista moderado. Su tocayo Pla, que no escatimaba en lanzarle puyas acerca de su superficialidad, reconoció en Carner a uno de los «retóricos más prodigiosos de la época».

Carner fue un moderno adscrito al novecentismo y heredero de la simiente cultural de la Renaixença. Su pronta carrera diplomática (Costa Rica, Bruselas, París) le abrió las puertas a un mundo lejos del terruño y a nuevos caminos literarios. Quizá por eso, como escribe Jaume Subirana, su poesía es rica en rasgos multiformes y una mezcla muy mesurada de lo popular y lo culto.

NOTA: Traducido del catalán por José Agustín Goytisolo.

Nacho S. (En Twitter: @nemosegu)