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Ricardo Costa o ‘El romero de Santiago’, de Gonzalo de Berceo

Aunque con un poco de retraso, no quería dejar de compartir con vosotros este poema que un lector de 20minutos.es me hizo llegar vía Twitter para ilustrar con una gran carga irónica la salida de Ricardo Costa de la portavocía y secretaría general del PP valenciano. Él mismo me facilitó dos versiones: una más ‘pura’ (la segunda que aquí reproduzco) y otra más fácil de leer, que es la que sigue.

‘Milagros de nuestra señora: El romero de Santiago’

Un fraile de su casa Giraldo era llamado,

antes que fuese monje no era muy enseñado,

de vez en vez hacía locuras y pecado

como hombre soltero que vive sin cuidado.

Vínole al corazón, tal como estaba, un día,

al apóstol de España irse de romería;

dispuso sus asuntos, buscó su compañía,

y ajustaron el término que tomarían su vía.

Cuando iban a salir, hizo una enemiga:

no guardó penitencia, como la ley obliga,

en vez de hacer vigilia se acostó con su amiga

y metióse en camino con esta mala ortiga.

El enemigo antiguo siempre fue gran traidor,

y es de toda enemiga maestro sabedor;

a las veces semeja un ángel del Criador

y es en vez diablo fino de mal sonsacador.

El falso transformóse en ángel verdadero,

parósele delante en medio de un sendero:

«Seas el bienvenido -le dijo a este romero-;

me pareces de veras simple como un cordero.

Saliste de tu casa por venir a la mía,

cuando salir quisiste hiciste una folía:

piensas sin penitencia cumplir tal romería;

no te agradecerá esto Santa María.»

¿Y quién sois vos, señor?» preguntóle el romero

Respondióle: «Santiago, hijo de Zebedeo.

Sábelo bien, amigo, andas en devaneo;

parece que no tienes de salvarte deseo.»

Dijo entonces Giraldo: « Señor, ¿qué me mandáis?

Yo quiero cumplir todo aquello que digáis,

porque veo que hice grandes iniquidades,

que no tomé el castigo que dicen los abades.»

Dijo el falso Santiago: «Éste es el juicio:

que te cortes los miembros que hacen el fornicio;

así que te degüelles harás a Dios servicio,

que de tu carne misma le harás tú sacrificio.»

Creyólo el infeliz, loco desconsejado:

sacó su cuchillejo que tenía amolado,

cortó sus genitales el malaventurado,

así se degolló, murió descomulgado.

El que le dio el consejo con sus atenedores,

los grandes y los chicos, menudos y mayores,

a su alma trabaron esos falsos traidores,

y llevábanla al fuego, a los malos sudores.

Y mientras la llevaban, no de buena manera,

Santiago los vio, suyo el romero era,

salióles a gran prisa por aquella carrera,

se les paró delante por la faz delantera.

«Dejad -dijo-, malillos, la presa que lleváis,

porque no os pertenece tanto como pensáis;

tratadla con cuidado y fuerza no le hagáis,

que no podréis con ella, aunque bien lo queráis.»

Os emplazo ante el juicio de la Virgo María,

ante ella me clamo en esta pleitesía.

Yo de otra manera no os abandonaría,

pues veo que traéis muy gran alevosía.»

Dijo Ella: «Yo esto mando y doylo por sentencia:

el alma por la cual sostenéis la pendencia

ha de volver al cuerpo y hacer su penitencia;

luego como merezca recibirá la audiencia.»

Levantóse el cuerpo que yacía trastornado,

limpiábase la cara Giraldo el degollado:

estuvose un momento medio desconcertado,

como el hombre que duerme y despierta enojado.

De todo lo otro estaba bien sano y mejorado,

fuera de un hilito que tenía atravesado;

mas lo de la natura, cuanto que fue cortado,

no le volvió a crecer, y quedó en ese estado

Rindió gracias a Dios y a su madre María,

y al apóstol tan santo do va la romería;

se apresuró a marchar, se unió a su compañía,

tenían con el milagro su solaz cada día.

Don Hugo, hombre bueno, que era de Cluny abad,

varón muy religioso y de gran santidad,

contaba este milagro que aconteció en verdad;

poniéndolo en escrito hizo gran honestad.

Giraldo finó en la orden, vida muy buena haciendo,

con dichos y con hechos a su Criador sirviendo,

en bien perseverando, del mal arrepintiendo;

el enemigo malo de él no se fue riendo.

Y, ahora, la versión más ‘original’:

‘Milagros de Nuestra Señora VIII:

El romero engañado por el enemigo malo’

182 Sennores e amigos, por Dios e caridat,

oíd otro miraclo, fermoso por verdat;

Sant Ugo lo escripso, de Grunniego abbat,

que cuntió a un monge de su socïedat.

183 Un fraire de su casa, Guiralt era clamado,

ante que fuesse monge era non bien senado:

facié a las debeces follía e peccado,

como omne soltero que non es apremiado.

184 Víno’l en corazón do se sedié un día

al apóstol de Espanna de ir en romería;

aguisó su facienda, buscó su compannía,

destajaron el término cómo fuessen su vía.

185 Quando a essir ovieron fizo una nemiga:

en logar de vigilia yogó con su amiga.

Non tomó penitencia como la ley prediga,

metióse al camino con su mala hortiga.

186 Pocco avié andado aún de la carrera,

avés podrié seer la jornada tercera,

ovo un encontrado cabo una carrera,

mostrávase por bueno, en berdat no lo era.

187 El dïablo antigo siempre fo traïdor,

es de toda nemiga maestro sabidor;

semeja a las vezes ángel del Crïador

e es dïablo fino, de mal sosacador.

188 Transformóse el falso en ángel verdadero,

paróseli delante en medio un sendero:

«Bien seas tú venido -díssoli al romero-

seméjasme cossiella simple como cordero.

189 Essisti de tu casa por venir a la mía;

quando essir quisisti fizist una follía:

cuidas sin penitencia complir tal romería;

non te lo gradirá esto Sancta María.»

190 «¿Quién sodes vos, sennor?» díssoli el romero;

Recudió’l: «Yo so Jácobo, fijo de Zebedeo;

sépaslo bien, amigo, andas en devaneo,

semeja que non aves de salvarte deseo.»

191 Disso Guirald: «Sennor, pues vos ¿qué me mandades?

Complirlo quiero todo, quequier que me digades,

ca veo lo que fizi, grandes iniquitades,

non prisi el castigo que diçen los abbades.»

192 Disso el falso Jácob: «Esti es el judicio:

que te cortes los miembros que facen el fornicio;

dessent que te degüelles: farás a Dios servicio,

que de tu carne misma li farás sacrificio.»

193 Crediólo el astroso, locco e desessado,

sacó su cuchellijo que tenié amolado;

cortó sus genitales, el fol malventurado:

dessende degollóse, murió descomulgado.

194 Quando los companneros que con elli isieron

plegaron a Guiraldo e tal lo vidieron,

fueron en fiera cuita en qual nunqua sovieron;

esto cómo avino asmar no lo pudieron.

195 Vidién que de ladrones non era degollado,

ca no’l tollieran nada ni’l avién ren robado;

non era de ninguno omne desafïado,

non sabién de quál guisa fuera ocasionado.

196 Fussieron luego todos e fueron derramados,

teniénse d’esta muerte que serién sospechados;

porque ellos non eran enna cosa culpados,

que serién por ventura presos e achacados.

197 El que dio el consejo con sus atenedores,

los grandes e los chicos, menudos e mayores,

travaron de la alma los falsos traïdores,

levávanla al fuego, a los malos suores.

198 Ellos que la levavan non de buena manera,

víolo Sanctïago cuyo romeo era;

issiólis a grand priessa luego a la carrera,

paróselis delante enna az delantera.

199 «Dessad -disso- maliellos la preda que levades,

non vos yaz tan en salvo como vos lo cuidades;

tenedla a derecho, fuerza no li fagades,

creo que non podredes, maguer que lo querades.»

200 Recudióli un dïablo, paróseli refacio:

«Yago, ¿quiéreste fer de todos nos escarnio?

¿A la razón derecha quieres venir contrario?

¡Traes mala cubierta so el escapulario!

201 Guirald fizo nemiga, matóse con su mano,

deve seer judgado por de Judas ermano;

es por todas las guisas nuestro parroquïano;

¡Non quieras contra nos, Yago, seer villano!»

202 Díssoli Sanctïago: «¡Don traïdor palavrero!

Non vos puet vuestra parla valer un mal dinero;

trayendo la mi voz como falsso vozero,

disti consejo malo, matest al mi romero.

203 Si tú no li dissiesses que Sanctïago eras,

tú no li demostrasses sennal de mis veneras,

non dannarié su cuerpo con sus mismes tiseras,

nin yazdrié como yaze fuera por las carreras.

204 Prisi muy grand superbia de la vuestra partida,

tengo que la mi forma es de vos escarnida,

matastes mi romeo, con mentira sabida,

demás veo agora la alma maltraída.

205 Seedme a judicio de la Virgo María,

yo a ella me clamo en esta pleitesía;

otra guisa de vos yo non me quitaría,

ca veo que traedes muy grand alevosía.»

206 Propusieron sus vozes ante la Glorïosa;

fo bien de cada parte afincada la cosa;

entendió las razones la reína preciosa,

terminó la varaja de manera sabrosa:

207 «El enganno que priso, pro li devié tener,

elli a Sanctïago cuidó obedecer,

ca tenié que por esso podrié salvo seer;

más el engannador lo devié padeçer.»

208 Disso: «Yo esto mando e dólo por sentencia:

la alma sobre quien avedes la entencia,

que torne en el cuerpo, faga su penitencia,

desend qual mereciere, avrá tal audïencia.»

209 Valió esta sentencia, fue de Dios otorgada,

fue la alma mesquina en el cuerpo tornada,

que pesó al dïablo, a toda su mesnada,

a tornar fo la alma a la vieja posada.

210 Levantóse el cuerpo que yazié trastornado,

alimpiava su cara Guirald el degollado;

estido un ratiello como qui descordado,

como omne que duerme e despierta irado.

211 La plaga que oviera de la degolladura

abés parecié d’ella la sobresanadura;

perdió él la dolor e toda la cochura,

todos dizién: «Est omne fue de buena ventura.»

212 Era de lo ál todo sano e mejorado,

fuera de un filiello que tenié travesado;

mas lo de la natura quanto que fo cortado,

non li creció un punto, fincó en su estado.

213 De todo era sano, todo bien encorado,

pora verter su agua fincóli el forado;

requirió su repuesto, lo que trayé trossado,

pensó de ir su vía alegre e pagado.

214 Rendió gracias a Dios e a Sancta María,

e al sancto apóstolo do va la romería;

cueitóse de andar, trobó la compannía,

avién esti miraclo por solaz cada día.

215 Sonó por Compostela esta grand maravilla,

viniénlo a veer todos los de la villa;

dicién: «Esta tal cosa, deviemos escrivilla;

los que son por venir, plazrális de oílla.»

216 Quando fo en su tierra, la carrera complida,

e udieron la cosa que avié contecida,

tenié grandes clamores, era la gent movida

por veer esti Lázaro dado de muert a vida.

217 Metió en su facienda esti romeo mientes,

cómo lo quitó Dios de maleítos dientes;

desemparó el mundo, amigos e parientes,

metióse en Grunniego, vistió pannos punientes.

218 Don Ugo, omne bueno, de Grunniego abbat

varón religïoso, de muy grand sanctidat,

contava est miraclo que cuntió en verdat,

metiólo en escripto, fizo grand onestat.

219 Guirad finó en orden vida buena faciendo,

en dichos e en fechos al Criador sirviendo,

en bien perseverando, del mal se repindiendo,

el enemigo malo non se fo d’él ridiendo.

De quanto que peccara, dio a Dios buen emiendo.

Con el permiso (espero) de Gonzalo de Berceo, reproduzco aquí los versos a mi juicio más ilustrativos de lo sucedido la pasada semana en el seno del PP:

191 Disso Guirald: «Sennor, pues vos ¿qué me mandades?

Complirlo quiero todo, quequier que me digades,

ca veo lo que fizi, grandes iniquitades,

non prisi el castigo que diçen los abbades.»

192 Disso el falso Jácob: «Esti es el judicio:

que te cortes los miembros que facen el fornicio;

dessent que te degüelles: farás a Dios servicio,

que de tu carne misma li farás sacrificio.»

193 Crediólo el astroso, locco e desessado,

sacó su cuchellijo que tenié amolado;

cortó sus genitales, el fol malventurado:

dessende degollóse, murió descomulgado.

Seleccionado y comentado por Virginia P. Alonso.