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‘Lauda 2’, de Octavio Paz

En su libro Homenaje y profanaciones (1960) Octavio Paz Lozano (Ciudad de México, 1914-1998) se confiesa admirador de Quevedo. Hasta el punto de reproducir al incio de la publicación, como seña inequívoca de identidad, ese soneto maravilloso ‘Amor constante más allá de la muerte’ que todos conocemos; el que concluye con:

su cuerpo dejará no su cuidado;

serán ceniza, mas tendrá sentido;

polvo serán, mas polvo enamorado.

Parecía imposible superar al maestro Quevedo, pero Paz lo logró en esta ‘Lauda 2’ admirable, donde el poeta existencial se nos descubre con un lirismo insuperable, mágico, también surrealista.

Entre la vida inmortal de la vida

y la muerte inmortal de la historia

hoy es cualquier día

en un cuarto cualquiera

Festín de dos cuerpos a solas

fiesta de ignorancia saber de presencia

Hoy (conjunción señalada

y abrazo precario)

esculpimos un Dios instantáneo

tallamos el vértigo

Fuera de mi cuerpo

en tu cuerpo fuera de tu cuerpo

en otro cuerpo

cuerpo a cuerpo creado

por tu cuerpo y mi cuerpo

nos buscamos perdidos

dentro de ese cuerpo instantáneo

nos perdemos buscando

todo un Dios todo un cuerpo y sentido

otro cuerpo perdido

Olfato gusto vista oído tacto

el sentido anegado en lo sentido

los cuerpos abolidos en el cuerpo

memorias desmemorias de haber sido

antes después ahora nunca siempre

Seleccionado y comentado por César-Javier Palacios.



‘Niño y trompo’, de Octavio Paz

Le dieron el premio Nobel de Literatura en 1990 por “su escritura apasionada de amplios horizontes, caracterizada por una inteligencia sensual y una integridad humanística”.

Brillante ensayista y poeta, describió con maestría a las mitologías precolombinas en Piedras de Sol (1957), un ambicioso poema de 584 versos endecasílabos; desmenuzó con pasión y lucidez la identidad de la sociedad mexicana en El laberinto de la soledad (1950); y, de su experiencia como diplomático en Asia, surge el Mono Gramático (1974), obra inclasificable sobre nuestro lenguaje con la India como protagonista y escenario.

El maestro Octavio Paz nació en México en 1914 y murió en 1998. De su vasta y compleja obra, un breve poema perteneciente al libro Piedras sueltas (1955), que creo que tiene la grandeza de definir en apena doce palabras lo que significa ser niño. O, al menos, lo que significaba hace treinta años, porque no sé si los niños de ahora tienen esa sensación de paz, de soledad, de ser el centro del universo, cuando se sientan en una esquina a soñar con sus juguetes.

Niño y trompo

Cada vez que lo lanza

cae, justo,

en el centro del mundo

Seleccionado y comentado por Hernán Zin