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‘La fiesta de la primavera’, de Fr. G. Klopstock (1724-1803)

¡No quiero lanzarme
al océano
que abraza los cuerpos celestes todos!
¡No elevarme hasta donde los primeros que fueron creados,
los coros jubilosos de los hijos de la luz,
adoran, adoran con profundo fervor,
y pasan su existencia embargados en el éxtasis!
Sólo quiero flotar
y adorar,
en derredor de la gota del cubo,
en derredor de la tierra.
¡Aleluya! ¡Aleluya!!
¡También la gota del cubo
fluyó de la mano del Todopoderoso!
Cuando de la mano del Todopoderoso
Surgieron las Tierras más grandes,
Cuando los torrentes de luz
surcaron, veloces, el espacio, y se convirtieron en Oriones:
¡Entonces fue cuando la diminuta gota
Salió de la mano del Todopoderoso!
¿Quiénes son los miles y miles,
los centenares de miles de miríadas
Que pueblan la gota?
¿Y los que la poblaron?
¿Quién soy yo?
¡Aleluya al Creador!
¡Más veces que cuantos planetas hay que por él surgieron!
¡Más veces que Oriones hay,
Surgidos al confluir y fundirse los rayos de la luz!
Pero tú, luciérnaga primaveral
que juegas a mi lado,
dorada y verdosa:
¡Tú vives
Y quizás… no eres
Ay, inmortal!
He salido a fuera
A adorar,
¿y lloro?
Perdónale, perdónale a este ser finito
También estos sus sueños,
¡Oh tú, que siempre serás!.
Tú desvanecerás
Todas mis dudas
¡Oh tú, que me guiarás
Por el obscuro valle de la muerte!
Será entonces cuando lo sepa:
¿Tenía alma
la dorada luciérnaga?
Si tú, luciérnaga,
Sólo eras polvo moldeado
¡entonces vuelve a convertirte de nuevo
En polvo volátil
O en lo que quiera el Eterno!

“Ella apoyó los codos sobre la ventana y con su mirada observaba la campiña; y ora la dirigía al cielo, ora hacia mí; sus ojos estaban bañados de lágrimas, puso su mano sobre la mía y dijo: Klopstock”. El joven Werther, entonces, llenándose de sensaciones trascendentes, recordó “aquella oda sublime”… que resulta ser esta que os traigo hoy.

La sombra del genio de Goethe -nadie ha vuelto a representar como él al hombre total, casi monstruoso en su legendaria sabiduría- alcanza a nuestro presente, pero también se desliza hacia el pasado. Por ejemplo, hacia aquellos que contribuyeron a forjar el Strum und Drang. El paisaje y la lengua alemanes.

Uno de ellos fue Fiedrich G. Klopstock. Goethe le homenajea en su obra maestra de juventud. Es en esa primera escena de su enamoramiento de Lotte (la reproducida al comienzo del post). Allí, al recordar una de las odas de Klopstock, el éxtasis literario se funde con los elevados sentimientos amorosos.

Klopstock, predecesor del romanticismo alemán se hizo famoso en su tiempo por una composición extensa, de tema bíblico y tono extático, llamada Messias. Hoy esta magna composición, a la que el poeta dedicó gran parte de sus esfuerzos literarios, está bastante más olvidada que sus composiciones líricas. Hasta en esto acertó Goethe.

TRADUCCIÓN: www.tinet.cat

IMAGEN: www.biografica.info

Nacho S. (@nemosegu)