Nacido en Lleida, eligió pronto, como muchos intelectuales de su generación, el camino del exilio voluntario. Quizá por su timidez y lejanía, su obra poética sólo empezó a ser suficientemente valorada a partir de su muerte. Hora es de que la resucitemos. Es, precisamente, la muerte el tema recurrente de toda su obra poética, el leit motiv obsesivo de este insomne depresivo. De tanto invocarla, un mal día se tomó un tubo de somníferos y se largó al encuentro de su padre, muerto unos años antes.
Cuando yo descubrí este poema, poco después de la muerte de mi padre, lo hice mío, porque mías eran también sus preguntas angustiosas sin respuesta.
Ha muerto mi padre.
Se repite su ausencia cada día
en el hogar vacío.
Yo pregunto,
y además de la ausencia y además
de perder los caminos de esta tierra,
¿qué es la muerte?
Yo te pregunto, padre, ¿qué es la muerte?
¿Has hallado la paz que merecías?
¿Encontraste cobijo en nueva casa
o vas errante, y sufres bajo el frío
del invierno más grande, del total
desamor?
Yo te pregunto, padre, si son algo
los muertos, o si la muerte es sólo
una inmensa palabra que comprende
todo lo que no existe.
Seleccionado y comentado por Manuel Saco