‘Los antepasados’, de Felipe Benítez Reyes (1960)

En cafetines de aire espeso, mírelos:

unos tipos sombríos con chambergo,

con chalina y cachimba, haciendo cuentas

del pago de periódicos y trazando proyectos

de libros que se vendan y den fama.

En un principio de siglo cualquiera

deténgase a observar esa estampa curiosa

de unos hombres de letras muy bebidos,

dando tumbos violentos por las calles mojadas

de una noche cualquiera de una ciudad que existe

en los libros

que aspiran

al minucioso horror del costumbrismo.

Son calles solitarias las calles que se cruzan

a través de los libros y del tiempo.

Pero ahora que está

en el lugar sin tiempo de una página,

¿ve usted el coche que cruza? Y la luz de ese coche

¿qué lugar ilumina

que no es la realidad, y que igualmente está

al margen de ese mundo de papel

que los libros levantan y derrumban,

conciben y arruinan

en una sola noche, al tiempo que se escribe

una página oscura

que alza y destruye mundos que no existen?

(Alguien huye en un coche que no existe

a través de un camino que no existe,

a través de unos libros. Velozmente.)

Imagínese a tipos con la imaginación deforme,

charlistas de casino y sablistas de esquina,

perdidos en el ciego laberinto

de una mala metáfora.

Piense

en un adolescente en la noche en que da

forma a su primer beso.

Cualquier mundo se alza

con materias fugaces que elevan decorados

ante los cuales nadie

representa un papel.

Y llega

la voz vacía desde algún decorado vacío,

la voz sin nadie

de personajes yertos.

De tal modo que usted

¿ve ya el barco que cruza

por esta página, perdiéndose en un mapa

de humo y con signos falsos,

perdiéndose en la niebla de los mares

muertos de la memoria?

Todas las aventuras literarias

Inducen a proezas similares,

Conducen a lugares parecidos.

Y en el lugar del encuentro

sólo brilla el cadáver de una estrella.

(Alguien sueña en un barco, surcando el agua inmóvil,

camino de otros mares de artificio,

surcando el agua inmóvil de esta página.)

Pero, enfrente de usted,

¿ha visto ya ese faro?

No es el del paraíso.

Nuestros antecesores

en esta profesión de modelar con sombras

-e iguales abstracciones de derribo-

las sombras de la vida

siguieron esa luz, pero no basta

con escribir la palabra vida en un poema:

allí no hay nada.

Y en el recuerdo quedan

las luces de otros faros fantasmales

en la humedad de madrugada,

indicando los puertos que nunca pisaremos,

que nunca hemos pisado,

pues nuestro barco está

encallado en las aguas que son páginas

y en páginas que son

olas de un falso mar hecho de páginas,

en este falso mar lleno de náufragos.

Un tipo atormentado cruza calles sin nombre

y ese tipo no existe, y esas calles no llevan

sino a calles vacías con tipos que no existen.

Y la luna es la diosa de un mundo de papel.

Felipe Benítez Reyes es otra de mis debilidades postnovísimas. Los primeros versos suyos que leí (“Bien sabes que estos años pasarán, / que todo acabará en literatura”) los tengo por un crudo consejo para evitar caer en el fácil dilema de la escritura o la vida, alternativa que si uno no es Jorge Semprún ha de sonar por necesidad hueca e impostada.

El poema de hoy -no sé si pelín extenso para ser disfrutado en formato digital- pertenece al que para mí es su mejor libro, Sombras particulares, que recibió el Premio Loewe allá por el año 1991. Los antepasados es, al mismo tiempo, una reflexión irónica sobre el proceso de la escritura (una tema obsesivo que desarrolla en otros poemas: “Más bien de extrañas cosas sin valor / acabarán tus versos siendo objeto”) y una nostálgica, satírica y a ratos divertida semblanza de una generación de literatos con manchas de grasa en la camisa que aspiraban «al minucioso horror del costumbrismo”.

Seleccionado y comentado por Nacho Segurado.



5 comentarios

  1. Dice ser unadeposguerra

    Para los que lo lean y sean hiper-mega- optimistas, será muy fuerteee, leer lo de hoy…Esos genios maravillosos que dibujan la realidad con tanto estilo y sin adornos ni florituras, sea en la epoca que sea y con el sentido que sea, «son bestiales» para esta realista impenitente que los goza con fruidez.(Tanto adorno, tanta farsa para llenar de engaño, el amor o el dolor que son asi de todo y de nada…)Gracias por estar en este espacio que dá otro aire a la evidencia del dia dia…

    30 agosto 2009 | 13:02

  2. Dice ser chinga tu madre

    panocha y mis guevos juntos

    18 septiembre 2009 | 01:56

  3. Dice ser chinga tu madre

    panocha y mis guevos juntos

    18 septiembre 2009 | 01:56

  4. Dice ser Elecciones

    Gran blog y aún mejor sus poemas, la verdad llegué a tú blog por casualidad, pero he leído un par de poemas y me han encantado.Un saludo.

    10 noviembre 2009 | 22:58

  5. Dice ser ivan

    Hay noches que debieran ser la vida.Intensas largas noches irrealesrodeadas de flashes y vinilos.Ritmos que incitan a perdersey caras descompuestas alarmando del peligro.Traten de recordar,cuando el peso de los añosentregue su factura a medio plazo,amaneceres imprudentes, repentinos;noches en los que sale el sol antes de lo debido.En el remoto lugar que habitan del pasadolos pasos y los bailes desquiciadosque movieron virulento su esqueleto sibilinoausente de control, menos apenas juicio.Con los ojos como platosno despertar siquiera ,pero por no haber dormido.Hay noches que debieran ser la vida,el simbolo de nuestra juventud,la pasasión para el futuro.Un tesoro dormido en la memoriaque volviese de nuevo a estas «noches» intacto,un fragmento de alma.Y lo fueron tal vez, ya que el recuerdolas salva y les concede el privilegio de fundirseen una sola noche triunfal,inolvidable, en la que el mundopareciera haber puestosus llamativas galas tentadorasa los pies de nuestra altiva adolescencia.Es por ello que miro con paciencia hacia el futuro,disfruto del momento a toda costa.El milagro de vivir una vejez tranquila-lo tengo entre las manos-la labor de fraguarme un espiritu.La razon de los hachaques y las alegrias,la calida gema de la juventud. 🙂

    06 enero 2010 | 16:55

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