Padre nuestro que estás en paradero
desconocido, líbranos de Ti.
No nos llenes el tiempo con tu ausencia.
Tú utilizaste el fuego del infierno
para encender el sol de nuestra infancia.
No nos des certidumbre de tus ojos
después de que los nuestros ya no puedan
mirar la rosa negra de la vida.
Oh cordura de Dios que catas
el pecado del mundo,
dispendia tu bondad con los cobardes,
los que te encuentran en cualquier fenómeno
de meteorología, los que imponen
tu Nombre en leyes y oraciones.
Confórmate con ser un huésped
de nuestra infancia rota en mil pedazos.
Vacíanos de Ti,
regresa a tus orígenes
a aquella inmensa noche de tormenta
en la que el miedo de unos monos te inventara.
A un tú poético llamado Dios se le puede interrogar a la manera de Unamuno en La Oración del ateo: “Oye mi ruego Tú, Dios que no existes, / y en tu nada recoge estas mis quejas”. O a la manera de Juan Bonilla: “Padre nuestro que estás en paradero / desconocido, líbranos de Ti”. La de Unamuno es la exaltación de la crisis de fe de un deísta de corazón y racionalista de mente. La de Bonilla es el dictamen de un ateo que, en la mejor tradición de Bertrand Russell, no soporta ya una enfermedad nacida del miedo.
En opinión de algunos críticos y escritores, a Juan Bonilla le sobra aquello con lo que tantos otros sueñan: ingenio. Demasiado ingenio mata. Y así parece aceptarlo el propio escritor cuando juzga retrospectivamente su obra: “He de reconocer que esa veta irónica le dio muchos quebraderos de cabeza al que fui: servía para etiquetar lo que hacía uno como ingenioso, cuando el ingenio sólo era parte del brebaje que uno destilaba”.
El Bonilla poeta es, en comparación con el Bonilla cuentista o novelista, un artista relativamente anónimo. Su poesía inicial, casi un divertimento, un punto de fuga improvisado y provocativo, se fue haciendo con el paso del tiempo y los versos, más consciente, seca y madura.
NOTA: El poema de hoy esta cogido De Partes de Guerra.
Seleccionado y comentado por Nacho Segurado.
me encantó «Cansados de estar muertos», así como «Nadie conoce a nadie»….más el primero….
24 agosto 2009 | 13:25
Es ocioso creer o no creer en Dios. Qué importa. Lo verdaderamente importante es si Dios cree o no cree en nosotros.
24 agosto 2009 | 14:33
La existencia de Dios es algo que el Ser humano percibe de muchas formas totalmente distintas, unos lo llaman Dios, otros Alá, y otros Yaveh; lo que el Ser humano todavía no termina de percibir es su error, el de creer que bajo cada nombre hay un ser distinto, cuándo la realidad es una interpretación errónea de la realidad. Agnósticos, ateos, creyentes, todos somos parte de su obra, por mucho que nos cueste a veces creerlo, entre los cuales me incluyo yo.
24 agosto 2009 | 14:56
¿Dios, me oyes?No tienes cobertura, seguramentepor eso es que no me oyes,tal vez tu motorola, tu movistar o tu vodafonete tiene de los nervios por no saber de las peticionesque los pobres condenados, necios y mamotretoslejos de tu idílico cetro se rompen los riñonestodos los días y piden en oraciones,por que des a sus cuerpos templos tus agraciadas bendiciones.¿Dios, me oyes?Cambia de empresa o repara los repetidores.
24 agosto 2009 | 18:05
¡¡¡queridos hermanos y hermanas ….¡¡¡¡creo que primero habriamos de hablar sobre la tortilla de patatas española: ¿ con cebolla blanca o cebolla roja ?……y despues de aclarar esto intentaremos hablar de Dios ….¿ vale ?
24 agosto 2009 | 18:26
Qué gusto encontrar un blog como éste, lo veré a menudo.Saludos!
25 agosto 2009 | 05:41