¿Vergüenza de qué? Cuando uno ha cumplido
condena,
si lo dejan salir, es porque es como todos
y en las calles hay gente que estuvo en presidio.
De la mañana a la noche callejeamos por las
avenidas
y nos da lo mismo que llueva o luzca el sol.
Es un placer encontrar a la gente que habla en las
avenidas
y hablar solos, abordando muchachas a achuchones.
Es un placer silbar en los portales esperando
muchachas
y abrazarlas por la calle y llevarlas al cine
y fumar a escondidas, recostados en rodillas
hermosas.
Es un placer hablar con ellas, palpando y riendo,
y de noche en la cama, sintiendo lanzarse al cuello
dos brazos que quieren tendernos, pensar en la
mañana
en que dejaremos de nuevo la cárcel al frescor del
sol.
Callejear borrachos de la mañana a la noche
y mirar, riendo, transeúntes que pasan
y que disfrutan todos -incluso los feos- al sentirse en
la calle.
Cantar borrachos de la mañana a la noche
y encontrar borrachos y trabar conversación
que dure largo tiempo y nos provoque sed.
A estos individuos que van hablando para sus
adentros
por la noche los queremos con nosotros, encerrados
en lo más recóndito de la tasca,
y acompañarles con nuestra guitarra
que brinca borracha y no está ya encerrada,
pues abre de par en par las puertas, resonando en el
aire
ya lluevan fuera estrellas o agua. No importa si a esa
hora
ya no tienen las avenidas hermosas muchachas
paseando:
encontraremos al borracho que ríe solo
porque también esta noche salió él de la cárcel
y con él, alborotando y cantando, veremos amanecer.
La poesía: un ex preso, por ejemplo él. Una ciudad habitada por borrachos y mujeres, por ejemplo Turín. Un sentimiento de soledad física, palpable, por ejemplo el suyo.
Cesare Pavese era un hombre de una inseguridad total. «Y acordarse sobre todo que hacer poesías es como hacer el amor: nunca se sabrá si el propio gozo es compartido», escribió en una acotación de 1937 de su diario personal, El oficio de Vivir, publicado tras su suicidio, y del que Italo Calvino dijo que era «un testimonio del antiguo lado trágico de la vida humana del cual nadie escapa».
Su poesía, sus traducciones, sus novelas, pero sobre todo ese dietario amargo, terriblemente lúcido sobre la condición humana, son feliz objeto de relectura permanente.
NOTA: Poesía traducida del italiano por Carles José y Solsora.
Seleccionado y comentado por Nacho Segurado.
RIMA LXComo se arranca el hierro de una heridasu amor de las entrañas me arranqué,aunque sentí al hacerlo que la vidame arrancaba con él!Del altar que le alcé en el alma míala Voluntad su imagen arrojó,y la luz de la fe que en ella ardíaante el ara desierta se apagó.Aún turbando en la noche el firme empeñovive en la idea la visión tenaz…¡Cuándo podré dormir con ese sueñoen que acaba el soñar!
30 noviembre -0001 | 00:00
Valiente bodrio.Esto, escrito en prosa, no habría alterado para nada el contenido que, como ya he dicho antes, es una «parida».
14 agosto 2009 | 13:20
Qué gozada, qué disfrute,del aroma de las callejuelas,de vestidos de lentejuelasel recuerdo ya no basta,que es mejor la real precenciade las mozas todas guapas.Qué hermoso ver las nalgasque son como del mar las algas,y tocarlas y palparlas,y darme en gozo al remojón,que de pulpo soy simbiosisy de pájaro el más volón,maravilloso arte aladoy mi pico muy salado,hago estragos en callejonesoliendo a sal y mejillones.Oh, poesía barata y torpe,que en la letra me hace bordey quedo como demagogo.Como esto no me gustaahora ya la descatalogoy sean los lectoreslos que preñen su canciones de amor.¡Dejadme!, ¡dejadme!que ya es tarde y me voy a roncar.
14 agosto 2009 | 13:40
Toy atolondráno logroapercibir.¡Menua impericia acaece en menda¡Por la verea de súbitotrompique con un espinoy me tullí.Cojeo mu flojito.¡Que topetazo me arreé¡Atalayoacullá de los andurrialesatiné.
14 agosto 2009 | 13:59