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‘Una especie de pérdida’, de Ingeborg Bachmann (1926 – 1973)

Usados en común: estaciones del año, libros y una

música.

Las llaves, los boles de té, la panera, sábanas y una

cama.

Un ajuar de palabras, de gestos, traídos, empleados,

gastados.

Un reglamento de casa observado. Dicho. Hecho. Y

siempre alargada la mano.

De inviernos, de un septeto vienés y de veranos me he

enamorado.

De mapas, de un poblacho de montaña, de una playa

y de una cama.

Con fechas he hecho un culto, promesas he declarado

irrevocables,

he adornado un algo y he sido devota delante de una

nada.

(-de un periódico doblado, de las cenizas frías, del

papel con un apunte)

impávida ante la religión, porque la iglesia era esta

cama.

De la vista de un lago surgió mi pintura inagotable.

Desde el balcón había que saludar a los pueblos, mis

vecinos.

Junto al fuego de la chimenea, en la seguridad, mi

cabello tenía su color más intenso.

La llamada a la puerta era la alarma para mi alegría.

No te he perdido a ti,

sino al mundo.

ORIGINAL ALEMÁN

Gemeinsam benutzt: Jahreszeiten, Bücher und eine Musik.

Die Schlüssel, die Teeschalen, den Brotkorb, Leintücher

und ein Bett.

Eine Aussteuer von Worten, von Gesten, mitgebracht,

verwendet, verbraucht.

Eine Hausordnung beachtet. Gesagt. Getan. Und immer

die Hand gereicht.

In Winter, in ein Wiener Septett und in Sommer habe ich

mich verliebt.

In Landkarten, in ein Bergnest, in einen Strand und in ein Bett.

Einen Kult getrieben mit Daten, Versprechen für

unkündbar erklärt,

angehimmelt ein Etwas und fromm gewesen vor einem Nichts,

( – der gefalteten Zeitung, der kalten Asche, dem Zettel

mit einer Notiz)

furchtlos in der Religion, denn die Kirche war dieses Bett.

Aus dem Seeblick hervor ging meine unerschöpfliche Malerei.

Von dem Balkon herab waren die Völker, meine Nachbarn,

zu grüßen.

Am Kaminfeuer, in der Sicherheit, hatte mein Haar seine

äußerste Farbe.

Das Klingeln an der Tür war der Alarm für meine Freude.

Nicht dich habe ich verloren,

sondern die Welt.

Cuando Ingeborg Bachmann sospechó que sabía escribir poemas dejó de escribirlos. Fue tras su segundo libro, una portada de Der Spiegel y la fama repentina. Demasiado para su timidez, su inteligencia y su sensibilidad. Tan sólo años después, y contra la fácil pendiente que conduce al “retumbar vacío de sílabas”, se atrevió de nuevo con la poesía. 18 poemas, los últimos que escribió.

Entre ese puñado último está Una especie de pérdida, un poema de amor bellísimo, ni rimbombante ni edulcorado ni falsamente sentimental. No podía ser de otra forma en una poetisa obsesionada con la precisión del lenguaje, el conocimiento y al mismo tiempo dotada de una sensibilidad fuera de lo común para hacer de la nostalgia algo digno de ser compartido entre desconocidos.

¡Vosotras, palabras, levantaos, seguidme!

Y aunque ya estemos lejos,

Demasiado lejos, nos alejaremos una vez

Más, hacia ningún final!

NOTA: Traducción a cargo de Cecilia Freymülller y Concha García.

Seleccionado y comentado por Nacho Segurado.