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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Otoño, el nuevo libro de Carlos de Hita que suena a paraíso (climáticamente) perdido

Carlos de Hita, grabando paisajes sonoros en el corazón de un bosque otoñal. Foto: Anaya Touring

Este otoño que no termina de llegar, que no acabamos de disfrutar, al menos nos ha traído una buena noticia. Carlos de Hita, el gran narrador sonoro de la naturaleza, ha dedicado a tan querida estación del año en vías de extinción un delicado libro lleno de belleza, sensibilidad, literatura, conocimiento pero, sobre todo, lleno de sonidos hermosos. De la berrea de los ciervos a las primeras nieves, a través de la caída de la hoja, el vuelo de las aves viajeras y otros grandes acontecimientos naturales.

Otoño. Estación de paso (Anaya Touring, 2023) es la última joya literaria y acústica de este escritor y artista sonoro que, no por casualidad, vive junto a un bosque emblemático, el segoviano de Valsaín.

Os lo cuento con más detalle a continuación. Y hablamos directamente con Carlos en una entrevista que suena a puro campito otoñal.

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Baños de bosque y brujas comiendo madroños

No hay duda. Los mejores paseos del año son ahora, en otoño. Y los mejores sitios para disfrutarlos son los espacios forestales, fabulosos para darte en ellos relajantes baños de bosque.

Yo lo acabo de hacer en un lugar increíble: la garganta de Gorropu, en la isla de Cerdeña. Uno de los barrancos más profundos de Europa; un abismo de rocas abierto a golpe de paciencia por el humilde río Flumineddu en medio del macizo montañoso del Supramonte.

El sendero para llegar allí es largo y tortuoso. Más de 6 kilómetros que empiezan a 1.066 metros de altitud y terminan a 400 metros después de recorrer un bosque fabuloso cuajado de encinas y madroños. Cansado, no lo discuto. Pero vaya si merece la pena. Sobre todo cuando puedes ponerte morado comiendo deliciosos frutos de madroño por el camino.

Te lo cuento en este nuevo #VideoBlog de mi canal en YouTube. ¿Ya te has suscrito?

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Dedica un finde a berrear bajo las estrellas

Macho de ciervo en celo. Foto: Wikipedia Commmons

¿Para qué quejarte si nadie te escucha? Mejor lleva tu mosqueo/enfado/estrés al campo y libéralo a la luz de las estrellas mientras escuchas uno de los espectáculos sonoros más impresionantes de la naturaleza: la berrea de los ciervos.

Aquí los que gritan son ellos. Y nosotros los escuchamos boquiabiertos.

La mejor manera de liberar tensiones no es liándonos a gritar o dar golpes. Todo lo contrario. Baja el ritmo y despliega pausadamente los cinco sentidos; disfruta: eso sí que es lucha contra el estrés.

Por ejemplo, en la fabulosa Sierra de Albarracín (Teruel) este otoño. Por segundo año consecutivo, la Asociación de Empresarios Turísticos organiza «Berrea bajo las estrellas«. Las actividades se desarrollarán los días 27 y 28 de septiembre en las localidades de Noguera de Albarracín, Bronchales y Tramacastilla. Si te interesa date prisa. Para poder contemplar a los ciervos sin generar impacto las plazas son limitadas y se adjudicarán por orden de inscripción en su página webLee el resto de la entrada »

El calor del final del verano adelanta la caída otoñal de las hojas

Otoño adelantado por la sequía estival en el Paseo de la Quinta (Burgos)

¿Te has dado cuenta? Los jardines y paseos, incluso las calles de las ciudades, empiezan a cubrirse con hojas secas. El otoño parece haberse adelantado. ¡Pero si acabamos de empezar el mes de septiembre!

«¿Será el cambio climático?», me pregunta preocupado mi padre en uno de nuestros diarios paseos por La Quinta y Fuentes Blancas, dos bellos pulmones verdes de Burgos. Lee el resto de la entrada »

Las aves más pequeñas inician su viaje más largo y peligroso

¿Te has fijado? Ya no hay vencejos en el cielo. Las ruidosas y locas aves del nunca parar, que hasta hace poco llenaban con sus gritos las calles, han desaparecido; están ahora comiendo mosquitos por las selvas de África, en países tan exóticos como Uganda, Tanzania o Kenia, a más de 6.000 kilómetros de sus nidos ibéricos.

Quizá veas todavía algunos, pero son de otra especie muy parecida que suele retrasar estos increíbles viajes, el vencejo pálido en lugar del vencejo común.

¿Te has fijado? Hay ahora muchos pajarillos enredando en los arbustos de parques y jardines. Están descansando de sus formidables viajes migratorios, a medio camino entre el centro y norte de Europa, donde criaron o nacieron, y las junglas africanas donde pasarán el otoño y el invierno.

Los más diminutos son los mosquiteros musicales. Apenas 9 gramos de peso pero con una increíble capacidad de vuelo que les permite recorrer miles de kilómetros en muy pocos días ¡Y de noche! Para evitar a los depredadores, estos pajaritos vuelan a oscuras, orientándose tan solo con la ayuda de las estrellas y de su asombroso instinto natural. Lee el resto de la entrada »

Las setas tienen dueño, aunque no lo parezca

boletus_edulis

Por fin ha llovido este otoño. Y por fin hay setas en el campo, un nutritivo hobby cada día más extendido en España. Antes apenas unos pocos salían a buscarlas, siempre centrados en unas pocas especies fácilmente identificables. Pero ahora son miles los aficionados y con un altísimo nivel de conocimiento, que unen al apoyo de guías de identificación excelentes, aplicaciones para los teléfonos móviles, redes sociales y el casi infalible GPS.

Lo sabemos todo de las setas salvo un pequeño detalle: que tienen dueño. Algunas veces la propiedad de ese monte al que acudimos es pública, pero otras es privada. Aunque en todos los casos la recolección de estos frutos, como la de la madera, el corcho, la resina, los piñones, las castañas o la caza, está o debería de estar bien regulada.

Los selvicultores españoles reclaman que se reconozca que las setas tienen dueño, que no es otro que el propietario del monte. Así lo recogen la Ley Básica de Montes y el Código Civil, como trata de hacerlo entender la COSE (Confederación de Organizaciones de Selvicultores de España). Lee el resto de la entrada »

Sonata de otoño para proteger a un gigante verde

Roble Urdax

Todavía me tiembla emocionado la voz al recordarlo. Os lo contaba la semana pasada. El domingo dirigí una cata de paisaje frente a un coloso del bosque, el roble centenario de Urdax, en Navarra. Fue una de las actividades previstas a realizar bajo su sombra, con motivo de la celebración de las VI Jornadas de las Aves de Navarra. Además de mi prédica, contábamos también con la del escritor y divulgador ambiental Joaquín Araújo, la poesía recitada por la porteña Patricia Furlong y, esa fue la gran sorpresa, la música de Joaquín Taboada. Aquí mismo lo confieso: nunca pude imaginarme algo tan bello y maravilloso. Lee el resto de la entrada »

La receta de la semana: paladea el otoño

Otoño

© Creative Commons

Paladear el otoño, sentirlo, disfrutarlo, caminarlo, tocarlo, olerlo, bañarte en él. Este mes lluvioso y a la vez cálido está siendo espectacular. Especialmente para los aficionados a las setas, colmados como pocos años lo han estado de tan fabulosos manjares. Hasta 130 kilos por hectárea de producción micológica, casi el doble de la media.

Yo también me estoy dando estos días una placentera inmersión forestal en un paraje maravilloso, el monasterio de Poblet, en Tarragona. Participo en un congreso internacional dedicado al tejo, ese árbol mágico y a la vez escasísimo. El lugar no puede ser más acertado, el mismo elegido a mediados del siglo XII por los sobrios monjes cistercienses para fundar uno de los cenobios más impresionantes de Europa, con todo mérito declarado Patrimonio de la Humanidad. Esos ermitaños fueron adelantados ecologistas, pues buscaron bellísimos espacios naturales para aislarse del mundo y dedicarse a la contemplación.

Contemplar. Qué verbo tan fantástico para conjugar en otoño. Precisamente de eso vengo a hablar a Poblet. De que no es posible conservar tejedas, robledales, montañas como cotos cerrados. Sólo si divulgamos sus valores seremos capaces de apreciarlos y, lógicamente, aceptaremos y hasta exigiremos su protección.

Una excelente herramienta para lograrlo es el ecoturismo que, es verdad, también tiene su parte negativa de la mano de esos bestias con dos patas (o ruedas) tan dañinas como las pezuñas del caballo de Atila. Aunque hasta para ellos hay solución: educación. Nuestra gran asignatura pendiente.

Por supuesto, hay lugares delicadísimos donde las visitas contemplativas son imposibles. Esos ni tocarlos. Pero para el resto abrámoslos a nuestro disfrute. Al tiempo llevaremos oxígeno económico a esos valientes empeñados en seguir dando vida a los pueblos, en mantener un paisaje y una cultura tan en peligro de extinción como las tejedas.

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Pobres ancianos secuestrados en jardines

Olivo milenario

La historia es real. Un artista se enamoró de un árbol y quiso inmortalizarlo en una pintura única. Era un olivo del Maestrazgo, en Castellón, al que le calculaban 1.300 años. Por ponerle una cifra, pues resulta imposible conocer su edad exacta. Todas las tardes el pintor acudía al olivar buscando esa luz única incidiendo en la corteza retorcida del coloso, que dibujaba con primor de escolar. Pero al llegar un día el gigante había desaparecido. ¿Se habría confundido de lugar? El agujero abierto en la tierra le confirmó su peor presentimiento. Lo habían vendido por un puñado de euros, para desolación del artista y de los muchos vecinos y forasteros que lo admiraban. Un triste cuadro sin terminar fue su último recuerdo.

En la Comunidad Valenciana todos estos árboles grandiosos están protegidos desde 2006. Pero no los que se llevaron antes en camiones a golpe de cheque, la mayoría muertos durante el transporte, abandonados en viveros, languideciendo en rotondas, campos de golf, urbanizaciones; la minoría en jardines donde se coleccionan como un lujo más, los últimos testigos vivos de la historia dando sombra a la piscina.

Uno de ellos, quizá el del cuadro inacabado, se ha hecho famoso. Forma parte de la caprichosa colección de olivos centenarios del banquero Emilio Botín. 475 vetustos ejemplares expoliados a mayor gloria del mercado financiero. Bautizado «Santander», al menos ha servido para algo más que el adorno. De él se ha extraído la primera secuenciación completa del ADN de la especie.

Gracias a sus añejos genes podremos mejorar la futura producción olivarera. Pero nunca lograremos que el viejo árbol vuelva a disfrutar de esas puestas de sol mediterráneas, auténticamente sublimes en estos días de finales de otoño. Ni que nosotros las disfrutemos a su sombra.

Olivo milenario

Foto superior: Ejemplar secuenciado en el proyecto del CSIC. ©Banco Santander/CSIC

Foto inferior:  Olivo Domiciano, nacido en el Maestrazgo (Castellón) hace casi 2000 años y que fue subastado en Francia por 64.000 euros como escultura viva del Imperio romano«. Las subastas de estos ejemplares únicos que deberían estar protegidos y ser atractivos turísticos de la comarca siguen dando fabulosos beneficios a los intermediarios de tan vergonzoso comercio.

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El san Blas cigüeñil se adelanta cuatro meses

Ciconia

Las primeras cigüeñas blancas cruzan estos días el estrecho de Gibraltar en pequeños grupos, me cuenta mi amigo y experto biólogo de la Fundación Migres Alejandro Onrubia. ¿Para pasar a África? ¿Tan tarde? Pues no. Tan pronto. Porque las patilargas están de vuelta, de regreso a España.

Concluido el periodo de nidificación, con la llegada de los calores de julio emprendieron un larguísimo viaje hacia el sur, cruzaron el mar, atravesaron Marruecos y después el desierto del Sáhara en busca de, como decía Félix Rodríguez de la Fuente, “sus cuarteles de invierno”. Pero en realidad ese retiro apenas fue veraniego y otoñal.

Justo cuando empiezan los primeros fríos, las primeras cigüeñas tempraneras regresan a la península Ibérica. “La naturaleza se ha vuelto loca” dirá más de uno. Pues tampoco. Derrotado el viejo refrán de “Por san Blas (3 de febrero) la cigüeña verás”, desde hace décadas son normales estas avanzadillas en octubre, casi 4 meses antes de lo previsto.

Resulta evidente. El viaje ya no les compensa. Huyen del hambre y no del frío como pensábamos. Miles de ellas ni siquiera eso. Se apuntan a los vertederos y pasan de viajar. O se hacen sorprendentemente urbanas como las del madrileño barrio de Vallecas. Allí, y para asombro del vecindario, cientos de blanquinegras se han encariñado con antenas de televisión, luminosos y voladizos, industriales atalayas convertidas en pajariles dormideros. Las vi esta semana y me quedé maravillado.

Su aparición coincide en el tiempo con la llegada, estos sí, de nuestros turistas invernales. Grullas, ánsares y milanos reales abandonan los fríos nórdicos en busca de buen clima y mejor campo. Son los heraldos del invierno, como recuerda un refrán que, éste me temo que acertado, asegura:

“Grullas en el cielo, carbón en el brasero”.

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