Un activista de Greenpeace delante de una macrogranja marina en Guardamar del Segura (Alicante). Foto: Greenpeace
La asociación ecologista Greenpeace ha realizado una investigación fotográfica en varias macrogranjas marinas españolas -Roquetas de Mar (Almería), Guardamar del Segura (Alicante), Campello (Alicante) y Villaricos (Almería)- que en su opinión demostrarían la existencia de maltrato animal y graves daños sobre los ecosistemas marinos hasta ahora desconocidos.
Con este trabajo, la organización afirma haber comprobado «el estado de hacinamiento y estrés al que están sometidos los peces en las jaulas de confinamiento, algunas de ellas en un estado de conservación y suciedad lamentables, con las aguas turbias y ejemplares muertos en los fondos de las redes».
Adulto de orca fotografiado en el Estrecho de Gibraltar. Foto: Loro Parque Fundación
El pasado mes de mayo, las temidas orcas Gladis la volvieron a liar parda en el Estrecho de Gibraltar. Reventaron a golpes de morro el timón de un velero. Sus dos tripulantes pudieron ser rescatados, pero la embarcación, muy dañada, acabó yéndose a pique. Es el séptimo naufragio que estos cetáceos, conocidos popularmente como Gladis, han provocado en la zona desde que 2020 se registraron los primeros incidentes. Según estadísticas del Grupo de Trabajo Orca Atlántica (GTOA), desde que los animales comenzaron con tan inusual comportamiento han golpeado o se han acercado peligrosamente a embarcaciones casi 700 veces.
¿Son ataques? Las últimas investigaciones lo rechazan. En realidad están jugando. Pero a algunos ejemplares ese juego acuático de interaccionar con los barcos se les ha ido de las manos. O mejor dicho, de las aletas.
La ciencia no deja de enviarnos pruebas incontestables de nuestro tremendo estropicio ambiental: el cambio climático es un hecho irrefutable y la acción del ser humano su único responsable. En este sentido, las aves se han convertido, muy a su pesar, en uno de los mejores indicadores de la salud del planeta. Los pájaros nos están alertando del cambio climático, del calentamiento global y de sus brutales consecuencias. Así lo refuerza un nuevo estudio publicado esta semana en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), liderado por investigadores de la Universidad de Oxford y fruto de una colaboración de varias entidades británicas, españolas y francesas, entre las que se cuenta SEO/BirdLife.
El trabajo concluye que las pardelas baleares, una especie endémica del Mediterráneo balear, la única ave marina que de todo el mundo solo cría en España, están desplazando sus áreas de alimentación en el Atlántico en respuesta al cambio climático. Según los últimos análisis realizados, la especie muestra una tendencia a irse cada vez más al norte, hacia la Bretaña francesa.
Delfines mulares haciendo cabriolas en un delfinario. Foto: Pixabay
¿Qué tiene de educativo un zoológico? ¿Qué puede aprender un niño o niña en un delfinario donde pobres cetáceos encarcelados hacen cabriolas en una piscina a cambio de un pescado? ¿Qué pedagogía tiene hacer creer al alumnado que los delfines ríen, los leones marinos aplauden y todos esos pobres animales dan besitos enamorados a sus cuidadores?
Menos mal que algunos educadores están empezando a negarse. Como el maestro valenciano Jaime Mora. Movido por sus deseos de luchar contra esta costumbre tan injustificable, ha lanzado un vídeo con el que pretende poner fin a las excursiones escolares a delfinarios. En su campaña cuenta el apoyo de las ONGs World Animal Protection, Océanos de Vida Libre y FAADA y de la activista Jenny Rodríguez.
Joven ejemplar de esturión europeo. Foto: MigratoEbre
El esturión europeo se extinguió en el río Ebro hace más de 50 años. Ahora 44 ejemplares franceses nacidos en cautividad volverán a surcar sus aguas. Se trata una prueba piloto de reintroducción dentro del proyecto LIFE+ MigratoEbre. Los ejemplares liberados en el río llegan a Cataluña gracias a la colaboración del gobierno francés, la región de Nueva Aquitania, la asociación MIGADO y el IRSTEA. Proceden de la
Estación de Experimentación INRAE de Saint Seurin-sur-l’Isle, en el departamento de La Gironde (Francia).
Tras aclimatarse en las instalaciones del IRTA en La Ràpita (Tarragona), el pasado 21 de diciembre fueron finalmente liberados en la playa fluvial de Tivenys, en el tramo final del Ebro, según ha informado EFE Verde.
El centro tecnológico AZTI, especializado en la investigación marina y alimentaria, ha hallado evidencias que demuestran la reducción del tamaño de la anchoa en el golfo de Bizkaia en las últimas tres décadas (desde 1990 hasta 2021). Las conclusiones del estudio se han publicado en la prestigiosa revista Global Change Biology.
Los científicos han encontrado una disminución evidente en la talla y el peso medio de los individuos adultos de la anchoa europea o boquerón (Engraulis encrasicolus). Los análisis sugieren que los ejemplares no solo son ahora más pequeños, sino que también están adoptando una forma más esbelta. “La disminución en el peso es ligeramente más pronunciada que en la longitud total, con tasas de reducción que en los últimos veinte años se han acelerado hasta un 25% por década”, destaca Fernando Taboada, uno de los autores principales del trabajo de AZTI.
Este verano me he enamorado de las focas. Y de Islandia. Todo al mismo tiempo. Imagina que vas como fui yo a ese país, un poco en plan turista despistado. Y que llegas a la playa de Ytri Tunga, en la península islandesa de Snæfellsnes, al oeste del país. Una de tantas, hermosa con sus arenas doradas en lugar de las habituales negras y rocas redondeadas, pero de aguas gélidas y mares peligrosos. Pasaría desapercibida de no ser porque se ha convertido en uno de los mejores lugares para el avistamiento de focas en Islandia.
En esta pequeña colonia, focas comunes y focas grises se han acostumbrado a los turistas. Ajenas a nuestra curiosidad, se solazan en las rocas. Las madres dan de mamar a sus crías. Algún macho broncas se pelea por colocarse en el mejor sitio donde descansar. Otras nadan plácidamente, asomando su cabeza por encima del agua.
Prácticamente todas las semanas surgen noticias de métodos casi milagrosos que son capaces de recoger los miles de toneladas de plásticos que emponzoñan el mar: drones y robots, filtros de arena, y barredores y aspiradoras de superficie. Se da casi por seguro que estas tecnologías serán capaz de solucionar la actual crisis ambiental de los plásticos. Pero una cosa es anunciarlo y otra es que funcione.
Los científicos han analizado hasta 38 dispositivos y tecnologías diferentes de recogida de plásticos marinos que pretenden recolectar y extraer la basura plástica del océano y la conclusión es desoladora. No solo son ineficaces, sino que incluso pueden ser tan perjudiciales como la propia basura que recogen.
Aunque a primera vista el objetivo de estas tecnologías parece atractivo, organizaciones ecologistas y científicos temen que supongan una amenaza para las mismas especies y ecosistemas a los que pretenden ayudar. También advierten de que estas tecnologías desvían la atención de las políticas que realmente abordan en origen el problema de la contaminación por plásticos, es decir, las que se dirigen a su producción y consumo.
Ballena jorobada junto a un barco turístico islandés. Foto: North Sailing
El turismo especializado en la observación de ballenas no para de crecer en Islandia, uno de los mejores países del mundo para disfrutar de esta maravillosa experiencia. Lo he podido comprobar hace unas pocas semanas y puedo asegurarte que ha sido una de las experiencias más inolvidables en ese bello país ártico.
Las ves, las disfrutas, y lo que es más importante, ¡no te las comes!
Una navegación muy bien organizada, con una excelente guía. Y que incluye un inesperado final feliz… muy dulce.
Plantación de posidonias en Ibiza. Foto: Fundación Blue Life
Las praderas de posidonia (Posidonia oceanica) son auténticos «bosques submarinos», impresionantes reductos de biodiversidad, pura vida bajo el mar, tan importantes que han sido están declaradas nada menos que Patrimonio de la Humanidad. Pero están amenazadas. Su principal enemigo es una actividad aparentemente inocua: el fondeo de yates de recreo. No lo vemos, pero las anclas se arrastran sobre los fondos como si fueran arados, dejando el entorno cual páramo desolado.
Y si son bosques bajo el mar ¿se pueden hacer repoblaciones de posidonias como si fueran pinares o robledales? Hasta ahora algo así era impensable, pero hoy es posible gracias al trabajo de la Fundación Blue Life (Ibiza Sostenible). Hace unas semanas se ha hecho la primera inmersión de replantación en las praderas acuáticas de Ibiza.