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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Sí, en el Sáhara también hace cada vez más calor y llueve menos

Grabados rupestres del Oued Zag, en el desierto del Sáhara. Foto: C.J. Palacios

Hace unos meses tuve la oportunidad de volver una vez más al desierto del Sáhara. En esta ocasión visité una región remota, la provincia de Assa-Zag, en el sureste de Marruecos. Te parecerá mentira, pero también allí notan que cada vez hace más calor, que cada vez llueve menos, que la cosa se pone fea incluso donde más acostumbrados deberían estar a la dura aridez.

A la sombra de una dura acacia, desde el corazón del desierto y ante el avance imparable del cambio climático, reflexiono en este vídeo sobre el peligro que nos acecha y que amenaza con convertir el planeta en un erial reseco e inhóspito.

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Descubren rinocerontes y jirafas en el Sáhara, pero son de piedra

Grabados pétreos del Oued Zag, en el desierto del Sáhara. Foto: C.J. Palacios

El yacimiento arqueológico del Oued Zag, en el sur de Marruecos, es tan espectacular como desconocido.

He tenido la suerte de poderlo visitar y aún no salgo de mi asombro. En medio del desierto más extenso del mundo, unas rocas grabadas retratan la fauna que allí vivía hace miles de años, cuando los primeros ganaderos de la humanidad compartían agua y pastos con manadas de gacelas, jirafas, avestruces e incluso rinocerontes.

También documentan nuestras primeras peleas por controlar este territorio, entonces fértil y hoy convertido en un terrorífico erial.

Ves esa vieja fotografía en la ardiente piedra reflejando tanta vida perdida, después miras a tu alrededor, puro desierto, y se te ponen los pelos como escarpias.

El avance del desierto va a toda velocidad por culpa del cambio climático. Y te preguntas: ¿Dentro de unos pocos siglos Europa también será un desierto como éste?

En este vídeo subido a mi canal de YouTube [¿Ya te has suscrito?] te resumo esta extraordinario viaje al Sáhara. Si sigues leyendo el post te contaré un montón de cosas interesantes, incluyendo una cata de su paisaje extremo.

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Retratan las vergüenzas del colonialismo español en el Sáhara

Ciudades imposibles en medio del desierto, levantadas de la nada y para nada a mayor gloria de un imaginario imperio franquista colonial, racista, acomplejado y miserable.

Ciudades imposibles conquistadas a sangre y fuego para nada y por nada, a mayor gloria de un reino invasor colonial, opresor, discriminador, expoliador.

Las ciudades imposibles (2018) es el último trabajo audiovisual del creador leonés Chus Domínguez, producido por el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC), en el que te tenido la inmensa suerte de participar como facilitador y documentalista.

Una experiencia dura, pues fue necesario rodar a cámara y micrófonos ocultos en los territorios ocupados del Sáhara Occidental, precauciones que no evitaron que sufriéramos varios arrestos, multas y el borrado de parte del material grabado.

Después de haber formado parte de la exposición del MUSAC Cómo vivir con la memoria, el trabajo se ha presentado en L’Alternativa, Festival de Cinema Independent de Barcelona, sección Panorama, y en Alcine, Festival de cine de Alcalá de Henares, sección Divergencias, así como en Cine por venir, Fundación La Posta, en Valencia.

Lo más interesante es que durante una semana, del 21 al 30 de noviembre, podrá verse gratis on line dentro de la Selección Oficial del Festival Márgenes. Este festival es un certamen expresamente dedicado a las nuevas tendencias de la creación cinematográfica contemporánea en Iberoamérica, al margen de la industria y el circuito comercial. Lee el resto de la entrada »

Registran una extraordinaria lluvia de mariposas en Fuerteventura y Lanzarote

Dos ejemplares de vanesa de los cardos libando en flores la semana pasada en Fuerteventura.

Cientos de miles de mariposas, seguramente millones, han caído estos días como una hermosa lluvia otoñal sobre las islas de Lanzarote y Fuerteventura. Se trata de la vanesa de los cardos (Vanessa cardui), uno de los insectos más viajeros y sorprendentes del mundo.

Este pequeño insecto es capaz de hacer migraciones de hasta 14.000 kilómetros atravesando dos veces el desierto del Sáhara y llegando a las frías tierras escandinavas. Pero el suyo no es mérito personal. Es un extraordinario viaje de familia que implica a varias generaciones, pues lo concluyen las biznietas de quienes lo comenzaron.

Después de las generosas lluvias que el pasado jueves 24 de octubre cayeron en Canarias (30 litros en mi casa de Fuerteventura, un tercio de las precipitaciones de todo el año), campos, ciudades, hoteles y jardines se llenaron, como por arte de magia, de estas mariposas de color naranja. La densidad es especialmente increíble en las islas canarias orientales, pero también se han visto en gran número en Gran Canaria y Tenerife. Lee el resto de la entrada »

Descubre la miel del desierto que te quema la garganta

Es el remedio más famoso en el desierto del Sáhara. Cuando llegan los fríos (allí también llegan, no todo el año es un lugar tórrido) y la gente se resfría, para calmar los problemas de garganta toman miel de cactus. Dulce, sabrosa y, oh sorpresa, quemona. Lee el resto de la entrada »

Construyen un campo de golf en las arenas del desierto del Sáhara

El mayor disparate, de todos los monumentales disparates que viajando por medio mundo he visto a lo largo de mi vida, lo encontré la semana pasada viajando por el Sáhara occidental.

En la península de Río de Oro, en el corazón del futuro Parque Nacional de Dakhla, en el lugar propuesto a la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, en zona inundable reconocida como sitio Ramsar debido a su extraordinaria riqueza natural, refugio de la muy amenazada gacela Mhorr, en el trópico de Cáncer pero también en medio de uno de los desiertos más extremos del planeta, a 30 kilómetros de la pobreza infinita de la antigua ciudad española de Villa Cisneros y a 500 de El Aaiún, en un territorio ocupado ilegalmente por Marruecos y que reclama la República Árabe Saharaui Democrática, muy cerca de zonas militarizadas con peligrosos campos minados, en ese lugar tan bello como duro acaban de levantar un campo de golf. Lee el resto de la entrada »

Llegan las viejas locas a Canarias

Pardela

Un año más han llegado, puntuales a su cita. Son mis queridas viejas locas, las pardelas cenicientas (Calonectris diomedea). Las he visto ayer cuando regresaba en el ferry de Lanzarote a Fuerteventura, justo enfrente de ese solitario volcán en medio del Atlántico que es la isla de Lobos.

Espantadas por las espumas (y ruidos) del barco, levantaron cansinas el vuelo más de 50 de estas curiosas gaviotas nocturnas, nuestro albatros europeos. No me extraña que se hicieran las remolonas.

Desde que abandonaron las aguas de Canarias, hace ahora cinco meses, se han metido entre pecho y pluma más de 10.000 kilómetros de océanos impetuosos. Sin tocar tierra firme, durmiendo y alimentándose en el mar, buscando esas curiosas «autopistas de viento» que les permiten surfear sobre las corrientes marinas, han visitado las aguas del sur de África pasando antes por Brasil como quien se da un pequeño rodeo. Y ahora regresan de nuevo a Canarias con el difícil empeño de sacar adelante un nuevo pollo, tan sólo uno por pareja, que entre incubación y cría no estará listo para enfrentarse a tan formidable aventura viajera hasta dentro de seis meses; todo un récord de crianza en la naturaleza.

Aún más. Para encontrar pesca suficiente los adultos se verán obligados a hacer largos desplazamientos entre Canarias y la costa del Sáhara y Mauritania, mientras el pollo esperará pacientemente en su hura la llegada de la pitanza incluso durante varios días de exigente ayuno.

Tanto trabajo para que muchas de estas aves se queden en el camino enganchadas en los anzuelos de algún palangre, intoxicadas por un vertido tóxico o por los numerosos plásticos de nuestra basura marina que trágicamente ingieren al confundirlos con comida. Tanto trabajo para que luego un descerebrado se canse de su gato y lo suelte cerca de la colonia, con el torpe propósito de que el minino acabe con decenas de estas aves maravillosas y protegidas. O para que otro bodoque capture los pollos y se los coma en ese escalofriante desafío a la razón en que consiste el bestialismo de buscar raros caprichos gastronómicos.

Todo eso pensaba yo ayer mientras seguía con la vista el vuelo pausado de las pardelas sobre las olas canarias. Buena suerte viejas compañeras. Locas, que estáis locas.

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La Gomera, año 2 del terrible incendio forestal

 

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El 4 de agosto de 2012 se desataba un pavoroso incendio forestal en La Gomera que afectó al 11% de su superficie y obligó al desalojo de la cuarta parte de toda la población. El fuego fue intencionado. Varios terroristas ambientales llevaban todo el año empeñados en destruir la isla colombina y a punto estuvieron de lograrlo.  Las llamas destrozaron 4.100 hectáreas de terreno, calcinando viviendas, cultivos y ganado. Por suerte (por milagro) no hubo que lamentar víctimas humanas. 

El Parque Nacional de Garajonay se llevó la peor parte. El 20% de la mayor y mejor conservada reserva de laurisilva de Canarias, del mundo, quedó carbonizado. Miles de árboles con más de 1.000 años de edad ardieron como teas. La flora y fauna más amenazada recibió un durísimo castigo del que tardará varios siglos en poder a recuperarse.

Hace poco he regresado a La Gomera. Acompañado de Jacinto Leralta, excelente guía del Parque y mejor amigo, he caminado por esos lugares para mí tan queridos que ahora mismo me resultan irreconocibles. Han pasado dos años y la naturaleza, poco a poco, con fatiga inmensa, empieza recuperarse, pero los efectos del fuego son todavía terribles.

En algunos sitios tienes la impresión de que haya caído sobre el monte una bomba atómica. La tierra aparece calcinada, doblada por el fuego. Los viejos árboles son negros esqueletos retorcidos de carbón. Al pisar, los pies se hunden en una capa esponjosa de cenizas y levantan nubes grisáceas, emitiendo leves sonidos de infinita fatiga. En algunas laderas la lluvia ha arrastrado la capa fértil de tierra, esa acumulada durante siglos por el bosque, dejando al descubierto una tierra descarnada, roja como la carne despellejada de un cadáver, pedregosa, sin vida.

Imposible aguantar las lágrimas. Caminamos despacio, en silencio, con miedo a marchitar con nuestro paso cualquier pequeño brote de esperanza. El sol es aquí más terrible y duro que nunca, implacable. ¡Cómo se echa de menos el color verde, el mar de nubes!

Es ahora cuando afrontas la evidencia de que La Gomera no es un territorio septentrional, sino una isla situada casi enfrente del desierto del Sáhara, bendecida por unos vientos alisios a los que debe la dulzura de su envidiable clima; humedad que se encargan los árboles de ordeñar pacientemente, hoja por hoja, rama por rama, logrando que las nieblas no pasen de largo, que el agua se quede en la isla y fertilice sus campos.

Llegamos a un pequeño arroyo. Sorpresa: tiene agua. La alegría nos dura poco. Junto a la orilla descubrimos un esqueleto calcinado. Le falta la cabeza y parte de las extremidades. Durante unos minutos, pocos e interminables, sufrimos un ataque de pánico. ¿Será de una persona? Mando rápidamente las fotos a un amigo forense. Falsa alarma. Nos confirma que no es humano. Seguramente un pobre burro. Unas decenas de metros más allá encontramos a su cría, igualmente calcinada.

Fuego, muerte, erosión, desesperación. Vuelven las lágrimas.

Pero no todo son malas noticias. Para empezar, queda mucho parque, mucha maravilla sin tocar, anclada en el tiempo y el verdor, esperando nuestra visita. Un 80 % no sufrió el incendio. Y La Gomera sigue siendo el mejor lugar del mundo para ir de vacaciones.

De la zona afectada no todo sufrió con la misma intensidad. En algunos lugares el fuego fue menos intenso. En ellos el monte se recupera a una velocidad sorprendente. Allí nos reencontramos con la esperanza. Por todos lados se ven rebrotes de fayas, acebiños, viñátigos, laureles, brezos. Muchos superan ya los dos metros de altura.

Murieron los gigantes vegetales, pero sólo en apariencia, pues son seres eternos capaces de renacer de sus raíces una y mil veces. Ya lo hicieron antes y lo volverán a hacer las veces que haga falta, no les importa.

El problema es el ritmo. Lo hacen a la velocidad del bosque, una escala muy distinta de la humana. Por eso ninguno de nosotros veremos concluida esa resurrección.

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Aves y desierto. Estudian el cambio climático a las puertas del Sáhara

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Hace un par de semanas os hablé de mi viaje al sur de Marruecos para conocer en detalle el proyecto Climatique. Entonces me centré en los profundos cambios socieconómicos, y por lo tanto ecológicos, que se están desarrollando a toda velocidad en nuestro país vecino. Algunos lectores de esta bitácora se mostraron muy interesados por el tema y me pidieron más datos. Vuestros deseos, ya lo sabéis, son órdenes.

Las aves migratorias son excelentes indicadoras de los cambios ambientales que sufre nuestro planeta. Son tan dependientes del clima que su modificación puede beneficiar a algunas o provocar la extinción de otras, al alterar comportamientos o rutas de viaje. Por eso resulta muy importante estudiarlas allá donde se muestran más vulnerables. Desde marzo de este año, un grupo de investigadores canarios analiza los efectos del cambio climático sobre la  migración de la aves en el sur de Marruecos, en el marco de un proyecto de cooperación denominado Climatique y liderado por el Instituto Tecnológico de Canarias.

Los valles, ríos, lagunas y playas del sur de Marruecos acogen cada año a miles de aves que viajan entre el continente europeo y el África ecuatorial en busca de zonas donde alimentarse, pasar el invierno o reproducirse. La región de Souss Massa Drâa es para muchas de ellas un importante lugar de descanso durante ese largo viaje. Así, cada primeva y otoño hacen escala especies tan sensibles e importantes como la espátula, el carricerín cejudo, la tórtola europea o la golondrina común.

Esta región es el límite entre la cuenca mediterránea y el desierto del Sáhara, por lo que el estudio de fenómenos como el avance del desierto, la migración de las aves e insectos y el ciclo anual de las plantas resulta vital para el diseño de acciones futuras encaminadas a frenar el cambio climático en la cuenca mediterránea.

Tan interesante y poco conocida zona fronteriza ha sido elegida por un grupo de investigadores canarios de la empresa Birding Canarias para estudiar la relación entre la migración de las aves y el cambio climático. Lo hacen dentro como una de las acciones de Climatique, cuyo objetivo principal es el intercambio de experiencias entre institucionales y profesionales en los sectores relacionados con la lucha contra las repercusiones negativas que el cambio climático está generando en las regiones de Canarias y Souss Massa Drâa.

El estudio se ha desarrollado durante los periodos migratorios primaverales y otoñales, en los meses de marzo a mayo y de agosto a noviembre. Durante este tiempo se han censado aves migratorias, estudiado las especies reproductoras y seguido la migración de las paseriformes a través de una estación de anillamiento científico.

Una vez terminado el trabajo de campo, los datos obtenidos se compararán con registros climáticos, tomados en la región durante el periodo de estudio, con el fin de analizar las relaciones entre llegadas de aves, tiempo de permanencia en la región y su adaptación a los cambios ambientales.

Como veis, un interesante trabajo verdaderamente ejemplar del que fui testigo y colaborador durante dos inolvidables semanas. Una maravillosa experiencia que debo agradecer a Juanjo, Pedro y Juan, cuya amistad no fue óbice para que me levantaran casi todos los días a las 4 de la mañana para ir a anillar aves. Pero mereció la pena.

ornitologos

pescador

Fotos: Birding Canarias y Oliver Yanes. La primera es de un grupo de charranes en la playa de la desembocadura del río Massa. La segunda son los ornitólogos censando aves en ese mismo espacio natural. La tercera es un martín pescador recién anillado al que se está pesando y tomando otros datos biométricos antes de proceder a su liberación.

El Proyecto Climatique está financiado por el Programa de Cooperación Transfronteriza España – Marruecos (POCTEFEX), por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional FEDER, liderado por el Instituto Tecnológico de Canarias – ITC, y cuenta con la participación de socios locales marroquíes como el Consejo Regional de Souss Massa Drâa, el Servicio Regional de Medioambiente de Souss Massa Drâa y la Universidad Ibn Zohr de Agadir.

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El desierto se frota las arenas del cambio climático

Souss-Massa Acabo de regresar de un viaje por el Sáhara. Allí he tenido la oportunidad de conocer el programa Climatique de cooperación transfronteriza entre España y Marruecos. Un proyecto piloto que estudia las aves migratorias como excelentes indicadores del estado del clima.

Traigo aún impreso en la retina el maravilloso sol africano meciéndose tras las palmeras de ese oasis que es el Parque Nacional de Souss-Massa. Pero también una gran preocupación por lo que se nos viene encima: el desierto.

La zona de estudio es el último cauce estable de agua dulce donde pueden reponer fuerzas miles de aves antes o después de atravesar el inmenso y árido Sáhara. Hasta él llegan retazos finales de bosques casi fósiles como los de argán (el del famoso aceite de la eterna juventud) que han sido declarados Patrimonio de la Humanidad. Un lugar tan importante como tremendamente frágil, pero sometido a una presión agrícola tremenda.

¿Agricultura en el desierto? Efectivamente, cultivos industriales bajo plástico para satisfacer la demanda europea de frutas y hortalizas, muchos de ellos promovidos por empresarios españoles y franceses.

La nueva Almería se desarrolla en el sur de Marruecos y tienen tanto derecho como nosotros para hacerlo. Otra cosa son las consecuencias ambientales. Las aves hace tiempo que encendieron todas las alarmas. Especies adaptadas a los ambientes saharianos avanzan hacia el norte mientras las norteñas retroceden o se refugian en enclaves montañosos. Otras modifican sus hábitos migratorios. Y todas sufren de una manera u otra el aumento de la contaminación del aire y el agua, la desaparición de los hábitats naturales, el avance de nuestra sociedad urbana y el retroceso del mundo rural tradicional.

Este viernes concluye en Varsovia la 19 Cumbre del Clima. Una oportunidad global para no continuar con este error garrafal, pero todo parece indicar lo evidente. Nadie está dispuesto a levantar el pie del acelerador. Y mientras tanto el desierto se frota las arenas.

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