Los botánicos decidieron llamarla ‘nomevés’ por su brevísima floración y porque se trata de un valioso fósil viviente de la flora española. Pero haciendo honor a tan triste nombre, la pobre ha dejado de verse. Descubierta en la Sierra Norte de Sevilla en 1982, no se han vuelto a localizar algunas de sus mínimas poblaciones andaluzas.
Su ausencia actual en la sierra sevillana no la ha llevado aún a la extinción. Aún sobreviven dos mínimas poblaciones, “del tamaño de un campo de balonmano”, en las provincias de Madrid y León, aunque son “poquísimos” los ejemplares y, en Madrid, ni siquiera cuenta con alguna protección. Se han convertido en auténticos zombis vegetales, «casi muertos» vivientes.
La Gyrocaryum oppositifolium de acuerdo con su nombre científico oficial, es la planta “más amenazada y la más importante en la conservación vegetal en España”, según ha explicado al periodista de la Agencia EFE Jorge Molina el profesor investigador del Real Jardín Botánico (CISC) Pablo Vargas.