La crónica verde La crónica verde

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Descubren que los buitres también son gourmets y no comen cualquier cosa

Dos adultos de buitre leonado. Foto: Pixabay

Las nuevas tecnologías de seguimiento por GPS han permitido hacer un descubrimiento sorprendente: los buitres leonados españoles no comen cualquier carroña que pillan por el campo. Tienen su particular cultura gastronómica, sus propios gustos personales. Tanto que los que se han acostumbrado a comer cerdos muertos en las granjas rechazan luego un venado olvidado en una montería, tan solo porque no les apetece ese tipo de carne. ¡Están hechos unos gourmets!

Un equipo científico español ha descubierto que los buitres presentan patrones de alimentación distintos según el lugar donde crían, con independencia de los recursos disponibles.

Esto indica que adquieren gustos distintos por transmisión cultural entre los individuos de una misma población. Exactamente igual que nos pasa a los humanos, pues nuestra dieta está íntimamente relacionada con los gustos culinarios del grupo social al que pertenecemos.

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Sonata de otoño para proteger a un gigante verde

Roble Urdax

Todavía me tiembla emocionado la voz al recordarlo. Os lo contaba la semana pasada. El domingo dirigí una cata de paisaje frente a un coloso del bosque, el roble centenario de Urdax, en Navarra. Fue una de las actividades previstas a realizar bajo su sombra, con motivo de la celebración de las VI Jornadas de las Aves de Navarra. Además de mi prédica, contábamos también con la del escritor y divulgador ambiental Joaquín Araújo, la poesía recitada por la porteña Patricia Furlong y, esa fue la gran sorpresa, la música de Joaquín Taboada. Aquí mismo lo confieso: nunca pude imaginarme algo tan bello y maravilloso. Lee el resto de la entrada »

¿Te apuntas a una cata de paisaje?

Martin y el roble de Urdax-Urdazubi

Últimamente nos hemos convertido todos en grandes catadores de vino. Vista, olfato y gusto. También tacto, el que nos deja en la lengua su sedosidad o aguja carbónica. E incluso sonido; el del corcho al abrir la botella y su caída libre, más o menos alegre, en la copa.

Hasta ahí parece fácil pero ¿te atreverías a catar un paisaje? ¿Incluso un árbol en concreto? Son mis catas favoritas. Interpretación del paisaje las llamaba antes. Lee el resto de la entrada »

¿Quiénes son más listas, las palomas o las escopetas?

Torcaces

El sistema tradicional de caza de palomas en el Pirineo navarro es tan curioso como antiguo. Desde atalayas o trepas el palomero es capaz de dirigir hacia redes ocultas grandes bandos de torcaces lanzándoles con pericia unas palas que las aves confunden con rapaces. También hay torres para hacer tiro al vuelo contra ellas. Las víctimas son poblaciones norteñas que, como las grullas, eligen las dehesas ibéricas para pasar el invierno. El momento de esta espectacular migración es justo ahora, cuando cruzan por millones los collados pirenaicos más occidentales en busca de comida y buen tiempo.

Así ha sido siempre. Los primeros datos sobre palomeras en valles famosos como Etxalar aparecen en una fecha tan lejana como 1378. Desde entonces, seguramente desde mucho antes, las palomas se cazaban allí por miles. Por un único valle llegaron a cruzar hace pocos años un millón de ellas, una tercera parte de todas las que arribaban a España.

Pero de repente todo ha cambiado. En las palomeras navarras cada vez hay menos capturas. Y en este caso la culpa no la tiene el descenso poblacional, todo lo contrario. Cada vez hay más torcaces. Sólo en nuestro país, y de acuerdo con SEO/BirdLife, entre 1998 y 2011 esta paloma ha aumentado un 63,8%. Entonces ¿por qué ya no pasan por Navarra?

Pues porque son muy listas. Según demuestra el profesor Pancho Purroy, una de nuestras eminencias en el estudio de las aves, prácticamente la mitad de las torcaces deciden hoy viajar por la ruta costera. Se libran así de recibir disparos en pasos tradicionales donde llegaban a abatirse hasta 10.000 en una mañana. También cruzan más rápido, en menos días, más alto de lo habitual y en números más grandes. Todo con tal de ponérselo más difícil a los cazadores. Eso se llama, o podría llamarse, “inteligencia evolutiva”. ¿No te parece?

En este vídeo te explican el método de caza. Personalmente, me alegro de que las palomas hayan encontrado rutas alternativas para escapar de esta tradicional encerrona.

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El Guernica se hace ecologista para salvar a un hayedo amenazado

Zilbeti1

Picasso pintó el Guernica sin imaginar que su cuadro se convertiría rápidamente en icono mundial del pacifismo. Esa misma paz reclamada con pasión por el artista malagueño se respira a raudales en el hayedo de Zilbeti (Valle de Erro), en el pirineo navarro. Donde se esconde la memoria del bosque.

Pero tanta tranquilidad y belleza están amenazadas. Una empresa minera proyecta abrir en medio de ese lugar mágico una cantera de magnesita. Lo han elegido porque en el pueblo sólo viven 20 vecinos y ello presupone escasa protesta social. No les importan las riquezas naturales a destruir. Árboles centenarios, pájaros únicos, arroyos saltarines. Tampoco les detiene el enfrentarse al primer espacio natural de España incluido en la Red Natura 2000, la selecta red de espacios protegidos de Europa. Lo suyo es una guerra por mejorar el negocio. El dinero, y en este caso el Gobierno de Navarra, no saben de sentimientos ni de leyes.

Por eso Picasso y su Guernica se han trasladado al viejo hayedo. Para reivindicar la violencia de un proyecto empeñado en talar 85.000 árboles a cambio de arrancar a la tierra el preciado mineral.

Una reproducción del cuadro fue pintada el año pasado en los troncos de los árboles. Con él sus defensores, la coordinadora Alduide, buscaban el apoyo mediático a la defensa de su causa. Un símbolo mitad artístico, mitad botánico, del horror que causa el poder bruto y la destrucción. Lo hicieron tan bien que al poco tiempo unos vándalos lo destrozaron con pintadas. Pero el Guernica ha vuelto a renacer en el hayedo. Y con renovados bríos. El de los cientos de ciudadanos que han decidido apadrinar alguna de sus hayas en un simbólico intento por evitar su tala. Porque merece la pena salvar del bombardeo minero a uno de los últimos refugios de auténtica paz que aún nos quedan.

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Navarra autoriza la caza de gorriones

Desde el pasado mes de agosto y tras la publicación de la Orden Foral 351/2010, en Navarra está autorizada la caza de gorriones. No es que se les considere nueva especie cinegética. Mucho peor. La Consejería de Medio Ambiente los considera plaga, y como tal autoriza su captura y eliminación indiscriminada.

El pobre gorrión, nuestro urbano compañero alado desde el lejano Neolítico, se une así a la lista de 15 especies que como palomas, estorninos, tórtolas, coipús, ratas y topos están catalogadas oficialmente como  «un peligro» para Navarra, aconsejándose su exterminio. Vergonzoso.

SEO/BirdLife ha anunciado que recurrirá ante los tribunales y ante la Comisión Europea la orden navarra. Entre otras razones, porque el gorrión se está extinguiendo en toda Europa, Navarra incluida. De acuerdo con los programas de seguimiento de la veterana sociedad ornitológica, el gorrión está en declive en España y en particular en Navarra, donde las poblaciones han disminuido en un 3 por ciento desde 1999 hasta los últimos datos analizados en 2009. No son poblaciones estables y se encuentran en descenso, por lo que su control cinegético resulta inaceptable e ilegal.

Según el artículo 9 de la Directiva de Aves y el 58 de la Ley de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, sólo puede autorizarse la captura de las especies no cinegéticas -es decir, sujetas a caza o pesca- en casos excepcionales tras demostrarse los efectos sobre la salud de las personas o importantes daños a cultivos, algo que nadie ha hecho.

Hace unos meses nos asustábamos con la noticia de que hasta los gorriones se extinguen. Y yo me preguntaba. Os preguntaba: ¿Será una señal? Hoy, como en los peores tiempos del franquismo, llega un funcionario osado de Medio Ambiente y se saca de la manga no una normativa de protección, sino de exterminio, que logra sin problemas la aprobación de los políticos. Creo que en el diccionario de la Real Academia de la Lengua ya se incluye País de pandereta como sinónimo de España.

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El gigante del desierto está a punto de caerse

Castildetierra

Amo los desiertos, quizá porque es en ellos donde valoras como en ningún otro lugar del mundo la importancia de la vida, de una flor, del canto de un pájaro. Por eso vivo en un desierto, Fuerteventura, y admiro nuestros otros desiertos españoles, Tabernas, Monegros, Bardenas Reales.

A este último voy todos los veranos, aunque no suelo pararme delante de su emblema más universal, el cabezo de Castildetierra, siempre atiborrado de turistas. La bella “chimenea de hadas” es el último vestigio de un cerro desmantelado por la erosión, convertido en delicada pirámide imposible gracias a un remate de arenisca que, a modo de paraguas, protege de la lluvia las livianas arcillas inferiores.

Nada es eterno, y menos tan frágil equilibrio condenado a desaparecer más pronto que tarde. Pero nuestra sociedad, tan necesitada de símbolos, se niega a aceptar la evidencia: Castildetierra está a punto de desmoronarse.

Hay que hacer algo, claman los más sensibles. Todo se puede estudiar, responden los responsables. Reforzar la piedra superior, apuntalarla e incluso barnizar las laderas del cerro para retrasar lo inevitable. Finalmente venció la cordura. Se dejará a la naturaleza seguir su inexorable curso, pero con limitaciones. Está prevista la realización de un escáner tridimensional de toda la montaña para, en un futuro, poder reconstruirlo, si así se decide, con total exactitud.

Y ahí están los políticos, preocupados por la anécdota, empeñados en mantener a toda costa la gran torre de barro en lugar de luchar contra el avance de la erosión, el despoblamiento y la crisis del mundo rural. O de cerrar ese polígono de tiro del Ejército instalado en el corazón de la Reserva de la Biosfera cuyos aviones y maniobras, sin duda, están acabando con otros «castildetierras» mucho menos conocidos.

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