La crónica verde La crónica verde

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Otoño, el nuevo libro de Carlos de Hita que suena a paraíso (climáticamente) perdido

Carlos de Hita, grabando paisajes sonoros en el corazón de un bosque otoñal. Foto: Anaya Touring

Este otoño que no termina de llegar, que no acabamos de disfrutar, al menos nos ha traído una buena noticia. Carlos de Hita, el gran narrador sonoro de la naturaleza, ha dedicado a tan querida estación del año en vías de extinción un delicado libro lleno de belleza, sensibilidad, literatura, conocimiento pero, sobre todo, lleno de sonidos hermosos. De la berrea de los ciervos a las primeras nieves, a través de la caída de la hoja, el vuelo de las aves viajeras y otros grandes acontecimientos naturales.

Otoño. Estación de paso (Anaya Touring, 2023) es la última joya literaria y acústica de este escritor y artista sonoro que, no por casualidad, vive junto a un bosque emblemático, el segoviano de Valsaín.

Os lo cuento con más detalle a continuación. Y hablamos directamente con Carlos en una entrevista que suena a puro campito otoñal.

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Los delfines tienen que gritar para poder entenderse en medio de nuestros ruidos

Delfín solitario en el mar. Foto: Pixabay

Los delfines son animales sociales e inteligentes dotados de un lenguaje muy complejo del que dependen para cazar y reproducirse. Como el sonido viaja entre 4,5 y 5 veces más rápido por el agua que por el aire, dependen del silencio para comunicarse. Si hay mucho ruido se escuchan peor y les llegan peor los mensajes de sus congéneres.

Frente a más ruido de lo habitual deben «gritarse» con el fin de hacerse entender. Igual que hacemos nosotros cuando entramos en un bar con la música a tope. Pero a ellos algo así les perjudica. Y no solo porque vayan a quedarse afónicos de tanto gritar.

Un reciente estudio científico publicado en la revista Current Biology demuestra cómo los delfines «gritan» cuando intentan trabajar juntos en respuesta al aumento de los niveles de ruido bajo el agua. También que esta contaminación sonora generada por la actividad humana, como el ruido de barcos y yates, puede afectar negativamente a la salud de las poblaciones de delfines salvajes. Lee el resto de la entrada »

Instalan micrófonos espías en las Rías Baixas para estudiar (y reducir) nuestros ruidos

Instalación de micrófonos submarinos y otros dispositivos de control en aguas de las Rías Baixas. Foto CETMAR

¿Puede haber algo más tranquilo y solitario que una batea de mejillones fondeada en medio de las plácidas aguas de las Rías Baixas?

¿En la Ría de Arousa, frente a Cortegada, una de las islas deshabitadas que forman parte del Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia?

Aparentemente es un reducto de silencio, pero solo aparentemente. Porque como resalta Silvia Torres, coordinadora de la Unidad de Tecnologías Marinas de CETMAR y directora del Proyecto SILENCIOS, «todos asumimos que las ciudades son ruidosas y en el mar no hay ruidos. Pero es justo al contrario, bajo el agua el sonido viaja más rápido y menos amortiguado».

Esa contaminación sonora submarina no solo afecta a los cetáceos, famosos por comunicarse a través de sonidos a los que el ruido confunde. También se sospecha que el paso de una ruidosa embarcación perjudica a moluscos como los mejillones y las almejas. Con el traqueteo se asustan, se encierran en sus conchas, dejan de comer, crecen peor.

Gracias a una invitación de la Fundación Biodiversidad hemos viajado a Vilagarcía de Arousa para conocer en detalle el proyecto SILENCIOS. Una interesante investigación científica que estudia el uso de alternativas verdes en embarcaciones pesqueras de pequeña eslora para reducir su impacto sonoro en el medio ambiente.

Os dejo a continuación un vídeo que resume la visita.

Para los que quieran saber más, a renglón seguido lo cuento con detalle en este post.

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Tanto ruido nos está (literalmente) matando, según la ONU

El ruido de las ciudades no solo molesta, también mata. Foto: Pixabay

La ONU ha bautizado al ruido urbano, a la contaminación acústica, como el asesino escandaloso de las ciudades. Y cifra su crimen con un terrible dato: provoca 12.000 muertes prematuras al año en la Unión Europa y afecta a uno de cada cinco de sus ciudadanos.

La contaminación acústica en las ciudades es un peligro creciente para la salud pública, destaca el informe Fronteras 2022: ruido, llamas y desequilibrios del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, publicado el pasado mes de febrero.

Los niveles de ruido por encima de los que provocan enfermedades se superan en muchas ciudades del mundo, entre ellas Argel, Bangkok, Damasco, Dhaka, Ho Chi Minh City, Ibadan, Islamabad y Nueva York, destaca la organización internacional. Lee el resto de la entrada »

Confinamiento a la vista: 6 pruebas de que nuestras casas son una mierda

Frío en la calle. Foto: Unsplash

Que haga frío en invierno, en pleno mes de enero, es normal. Lo que ya no es normal es que haga tanto frío en el interior de nuestras casas. «Son diez días al año», justifican mis amigos de Fuerteventura, Alicante o Sevilla. «En la mía hace siempre calor, que para eso me gasto una fortuna en calefacción», me asegura otro gran amigo de Burgos.

A todos ellos hay que decirles la verdad: vivimos en casas de mierda, mal diseñadas, peor o nada aisladas, hechas todas igual sin tener en cuenta orientaciones hacia vientos o lluvias habituales, zonas de sombra o de solana, el duro norte o el amable poniente. Algo que hace 100 años era lo primero que se tenía en cuenta.

¿Tú casa está bien hecha? Haz la prueba. Afronta este examen práctico que probará de manera evidente si eres uno de esos escasos afortunados que gozan de una vivienda bien aislada. Y que podrán disfrutarla en estos tiempos de confinamiento estricto que volvemos a sufrir por culpa de la pandemia de la COVID-19. Lee el resto de la entrada »

Las ciudades revolucionan a Darwin creando nuevas especies urbanas

Las grandes ciudades, los tiempos modernos, nuestros nuevos modos de vida, están cambiando el mundo pero ¿hasta qué punto?

En el plano social y del comportamiento está claro; tenemos muy poco que ver con la manera de ser y de vivir de nuestros abuelos y bisabuelos. ¿También habremos cambiado físicamente? No hay duda sobre ello. En apenas un siglo el ser humano ha aumentado en altura, peso y llega a la pubertad mucho antes. Incluso se especula que ha aumentado nuestra pericia con las máquinas, especialmente con los ordenadores y los móviles.

Lo increíble es que este cambio también se ha producido en los animales salvajes que nos acompañan, donde la evolución natural parece haber dado un giro sorprendente. La globalización y urbanización del planeta los está cambiando radicalmente. Tanto que algún pájaro tan habitual en nuestros jardines urbanos como el mirlo común, tiene ya poco que ver con el mirlo de los bosques. Hasta el punto de estar proponiéndose considerarlos dos especies diferentes. Turdus merula el mirlo campero y Turdus urbanicus el mirlo urbanita. Lee el resto de la entrada »

El ruido del ocio nocturno pone en pie de guerra a los centros históricos

Discoteca

Sin ruido no hay fiesta. No hay ambiente. No hay bares llenos. No hay ciudades animadas. No hay verano.

A los españoles nos gusta demasiado la jarana. Por eso somos los más gritones de Europa.

El problema es que cada vez gritamos más fuerte. Cada vez somos más ruidosos. Especialmente en verano, donde con tanto calor y tantas ganas de juerga, los cascos antiguos de nuestras ciudades se llenan de miles de ruidosos noctámbulos deseosos de tomarse los cacharros en la calle, discutiendo contra todos y contra todo, que diría el vasco don Miguel de Unamuno.

Precisamente en Euskadi he estado la pasada semana para participar en la ETB, la televisión vasca, en el programa vespertino «Sin ir más lejos«, donde a lo largo de una apasionada hora hablamos de este tema bajo el título genérico: Cansados de tanto ruido.

Y es que los vecinos de las calles de marcha de España están ya más que cansados con estas fiestas de gritos alargadas todos los días hasta el amanecer justo debajo de sus ventanas. Presentado por Klaudio Landa, me acompañaron en el estudio Martín García, síndico (defensor del pueblo) del Ayuntamiento de Vitoria y representante de la plataforma anti ruido de su casco medieval, Alberto Alonso, propietario de un conocido bar del Casco Viejo de Bilbao, Javier Rodríguez, vicepresidente de la asociación de vecinos del Casco Viejo de Bilbao, el músico Iñaki Revuelta, además de los tertulianos María Tato y Pablo Fernández. Lee el resto de la entrada »

Hasta los árboles sufren y padecen nuestros ruidos

Me asusta el ruido de esta sociedad urbana donde hemos aniquilado a la naturaleza. Por la noche no veo estrellas y por el día no oigo a las aves, el viento, la lluvia. Sólo oigo ruido. Un ruido que nos acabará dejando sordos y ambientalmente empobrecidos.

Ya sabíamos que el jaleo de las ciudades obliga a los pájaros a cantar a una frecuencia más alta de lo normal para poder ser escuchados por sus semejantes entre el habitual guirigay urbano. Pero ha resultado una sorpresa saber que hasta los árboles sufren los negativos efectos de nuestra ruidosa civilización. Científicos en Estados Unidos han descubierto que los ruidos asociados a actividades industriales perturban el comportamiento de animales fundamentales para la polinización y la dispersión de semillas de especies como los pinos. El aumento artificial de decibelios estaría así modificando lentamente algunos ecosistemas y afectando especialmente a los árboles, al reducirse su número en las áreas más ruidosas.

Decía Napoleón Bonaparte que “la música es el más bello de los ruidos… pero ruido al fin”. El emperador estaba en lo cierto. Cuando él lo dijo los ruidos que le rodeaban eran los de la guerra, pero siempre había tiempo para el silencio. Ahora no. Y no lo digo sólo por las insufribles broncas de tráfico y obras. Vayamos por donde vayamos nos persigue una música ambiental machacona hasta la extenuación, igual en tiendas, aviones, bares,… Ese ambiente supuestamente agradable tan sólo oculta nuestros propios ruidos, murmullos que parece hemos decidido aniquilar.

Y yo me pregunto: si la contaminación sonora afecta a los árboles ¿cómo nos va a dejar a nosotros? Menos mal que los primeros ruiseñores ya han llegado a Europa y aún podemos disfrutar de su canto en el campo. Ese sí que es un ruido bellísimo.

También puedes encontrarme en Twitter (@lacronicaverde) y en Facebook (www.facebook.com/cronicaverde)

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Somos cada vez más ruidosos y solitarios

Parafraseando a Luis Eduardo Aute:

«Ruido, ruido, ruido, más ruido por favor, que todo en la vida es ruido y los ruidos, ruidos son».

Porque resulta evidente. Hablamos a gritos entre nosotros. Cotidianamente y no sólo cuando nos insultamos desde el coche o utilizamos el teléfono móvil sin más apoyo tecnológico que la potencia de nuestros pulmones. Incluso escribiendo en Internet a muchos les gusta hacerlo con mayúsculas, a grito pelado.

Todo nuestro entorno cotidiano es un maremágnum de decibelios en aumento constante, de músicas estridentes en los centros comerciales, en las tiendas, en los ascensores, en los automóviles tuneados, en los botellones, en los aviones (odio la canción de Volare con la que una compañía aérea nos castiga machaconamente durante los vuelos); incluso en las calles, en estas fatídicas fechas engalanadas con insufribles villancicos navideños. Todo es ruido, que no música. Por no hablar de las obras y del tráfico.

Nos hemos acostumbrado a este ensordecedor vivir, pero no así la fauna, que nos rehúye dejándonos más solos que nunca. Un reciente estudio ha puesto de manifiesto cómo la contaminación acústica influye de forma negativa en la presencia de los pájaros en las ciudades. Los espantamos. Apenas palomas y gorriones aguantan el estruendo urbano, refugiándose algunas pocas especies más como mirlos o pinzones en las zonas verdes menos urbanizadas, mientras el resto emigra más allá de los ruidos.

¿Sabéis cuál es uno de los mejores refugios urbanos de las aves? Los cementerios. Allí de momento no ha llegado la música ambiente, y por un miedo supersticioso se habla bajo, a pesar de que los muertos son los únicos a quienes no molestan nuestros gritos. Daros un paseo por ellos y veréis qué cantidad de aves se refugian en los camposantos. Remansos de paz. De fauna. Y de silencio.

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Ruiseñores contra el ruido

El pasado miércoles celebramos con ruido el Día Internacional Sin Ruido. No podía ser de otra manera. En nuestra sociedad, cada vez más individual, tratamos inútilmente de romper nuestro creciente aislamiento rodeándonos de ruido. Despertador, motores, pitidos, sirenas, alarmas, televisión, radio, gritos, el móvil que suena, máquinas, obras, otra vez el móvil, coches, motos, más gritos,… Y música, música de ambiente por todas partes, nos guste o no, persiguiéndonos en todos los lugares y a todas horas. Para animarnos a comprar, para animarnos a divertirnos, para no sentirnos tan solos, pero también para tapar con ruido nuestros propios ruidos.

La contaminación sonora nos acosa allá por donde vamos, un invisible pero insufrible agente contaminante que nunca descansa.

La idea era buena, guardar un minuto de silencio por el silencio. 30 segundos a las 12 del mediodía para que todo el mundo pudiera percibir el ambiente sonoro del entorno. Pero prácticamente nadie la secundó. Demasiado ruido para poder escuchar los sonidos del silencio.

Sin embargo, no todo está perdido. Tenemos derecho a una segunda oportunidad. ¿Qué les parece intentarlo de nuevo mañana, mientras damos un relajante paseo por el campo o un parque cercano? Poder sentarnos junto a un árbol, cerrar los ojos y escuchar el latir de la primavera.

Además tenemos una excusa todavía más interesante. Oír por vez primera en el año al mejor cantante del mundo. Aquel a quien Espronceda pidió que cantara en la noche y en la mañana sus amores: el ruiseñor.

En Inglaterra, la llegada de este pequeño y casi invisible pájaro, embajador del buen tiempo, siempre es recibida como una gran noticia por el periódico Times, al contrario que aquí, silenciada por la indiferencia de nuestro estruendo vital.

Su deliciosa melodía, ése sí que es un ruido agradable.