Carbonero garrapinos, una especie ligada a desarrollos urbanos integradores. Foto: Mario Díaz
Si una ciudad es buena para las aves, porque tiene variados ecosistemas naturales, lo será mucho mejor para las personas que vivan en ellas. Así lo ha confirmado un potente estudio científico realizado por un equipo internacional en el que participan investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y la Universidad de Granada, después de analizar la distribución de 115 especies de aves en primavera y 72 que pasan el invierno en nueve ciudades europeas.
La conclusión a la que han llegado es que la configuración de los espacios urbanos favorece la presencia de especies con diferentes características, con lo que ello supone para la mejora de los ecosistemas y la salud de la ciudadanía. El artículo, publicado en la revista Science of the Total Environment, propone líneas de actuación para favorecer la creación de urbes más habitables, tanto para las aves como para los ciudadanos. Naturalizar las ciudades, llevar más naturaleza a las urbes, menos hormigón y asfalto.
Los microplásticos son un problema que no para de crecer. Foto: American Chemical Society
Un estudio publicado recientemente en la revista científica Science of the Total Environment cuantifica por primera vez la cantidad de microplásticos que «vuela en el aire» y se deposita en distintas ciudades españolas. Hasta ahora, las cifras concretas eran desconocidas.
Lo han medido en ocho ciudades de España: Madrid, Vigo, Pamplona, Barcelona, Alcalá de Henares, Molina de Segura, Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria. Y los resultados ponen los pelos de punta.
Según explican los propios autores en un artículo que firman en Theconservation.com, sería el equivalente a que cayesen un millón de pequeñas partículas plásticas cada día, todos los días, sobre la Puerta del Sol de Madrid.
Las cantidades finales calculadas sumarían hasta tres toneladas de plástico cada año sobre el área metropolitana de Madrid. Y cifras cercanas a la media tonelada en ciudades como Barcelona o Vigo.
Que la trashumancia, el movimiento de ganado de las montañas en primavera y verano a los valles en otoño e invierno, es una práctica ganadera muy antigua, nadie lo duda. Ahí está el Concejo de la Mesta, creado en 1273 por Alfonso X el Sabio, reuniendo a todos los pastores de León y de Castilla en una inédita asociación ibérica, la primera institución de derecho público en favor de las ovejas. ¿Pero cuándo nació en la península Ibérica esta tradicional técnica de manejo ganadero?
Gracias al análisis biogeoquímico de diferentes isótopos estables aplicados a dientes de ovejas encontrados en yacimientos arqueológicos españoles, ahora sabemos que la trashumancia era frecuente hace 2.500 años.
El biólogo holandés es Auke-Florian Hiemstra, frente a un nido de urraca hecho con pinchos.
Las urracas no es que sean listas, que lo son y mucho, sino que encima nos toman el pelo. O se vengan de nosotros, que aún es peor. Sólo así se puede entender el descubrimiento que investigadores del Centro de Biodiversidad Naturalis y el Museo de Historia Natural de Róterdam han hecho y publicado en la revista científica Deinsea.
Resulta que algunas urracas hacen sus nidos con púas antipájaros. Esos mismos artilugios que nosotros ponemos en tejados y balcones para que no se posen y que ellas, muy chulitas, arrancan y utilizan para acorazar sus nidos en lugar de las habituales ramitas. A ver quién es el listo que mete allí la mano.
Pareja de cernícalos primilla. Foto: Toni Perez Torres
Seguramente sabes que existe un pequeño halcón llamado cernícalo, habitual de los campos españoles. Pero quizás no conozcas a su primo más viajero, el cernícalo primilla (Falco naumanni). Y es un pájaro sorprendente. Cría principalmente en el cuadrante suroccidental de la Península Ibérica, en viejas construcciones como torres, cortijos, casonas, palacios y castillos situados en zonas dedicadas a la agricultura y la ganadería extensivas donde encuentra abundantes invertebrados con los que se alimenta. Porque está especializado en cazar insectos y pequeños animalillos.
Pero entre finales de septiembre y mediados de octubre le entra el ansia viajera y migra hacia sus cuarteles de invernada en África (Mali, Senegal y Mauritania). Gracias a las nuevas tecnologías, ahora sabemos que en esos viajes hacia increíbles sprints maratonianos sobre el mar y los desiertos, que cruza a toda velocidad sin detenerse.
Las nuevas tecnologías de seguimiento por GPS han permitido hacer un descubrimiento sorprendente: los buitres leonados españoles no comen cualquier carroña que pillan por el campo. Tienen su particular cultura gastronómica, sus propios gustos personales. Tanto que los que se han acostumbrado a comer cerdos muertos en las granjas rechazan luego un venado olvidado en una montería, tan solo porque no les apetece ese tipo de carne. ¡Están hechos unos gourmets!
Un equipo científico español ha descubierto que los buitres presentan patrones de alimentación distintos según el lugar donde crían, con independencia de los recursos disponibles.
Esto indica que adquieren gustos distintos por transmisión cultural entre los individuos de una misma población. Exactamente igual que nos pasa a los humanos, pues nuestra dieta está íntimamente relacionada con los gustos culinarios del grupo social al que pertenecemos.
Los chimpancés se acicalan apretando sus manos por encima de la cabeza. / Foto: Edwin van Leeuwen y Mark Bodamer, Chimfunshi (Zambia).
Con eso de usar palabras inglesas parece que descubrimos el mundo, pero ya sea en un idioma u otro, lo cierto es que nada hay nuevo bajo el sol. Por ejemplo la moda de los ‘influencers‘, lo que toda la vida hemos llamado en español ‘influyentes‘. Siempre los hubo y siempre los habrá, pues somos una especie social que se fija en los individuos más destacados para lograr mejores resultados o menos malos, según sea el tipo de influencia recibida. Ni es algo novedoso ni siquiera exclusivo de los seres humanos.
Después de 10 años de estudios, investigadores de Países Bajos y Reino Unido han descubierto que los chimpancés también tienen sus influyentes. Y que copian el especial estilo de algunos de ellos a la hora de apretarse las manos mientras se asean mutuamente.
Como señalan en su estudio, los individuos más dominantes y de más edad pueden influir en las costumbres sociales del resto del grupo. Y no solamente a la hora de utilizar elementos materiales como el uso de herramientas, sino también elementos tan inmateriales y aparentemente inútiles como un gesto.
Caracol burbuja ondulado fotografiado en aguas de las islas Canarias. Foto: Aketza Herrero / Agencia SINC.
Este premio es de lo más singular, ser elegido molusco del año. Y todavía es más singular el trofeo que se llevará el ganador, su secuenciación genética.
Entre los favoritos se encuentra un bello animal, el caracol burbuja ondulado (Micromelo undatus), una especie atlántica que se presenta en abundancia en las costas de las islas Canarias, finalista gracias a la nominación presentada por dos investigadores españoles. Otros cuatro invertebrados optan al galardón internacional, que consistirá en financiar el estudio genético al científico que lo haya propuesto.
El molusco español necesita tu apoyo. Puedes votarlo en este enlace, pero date prisa; la votación solo está abierta hasta el próximo 19 de marzo.
Los delfines son animales sociales e inteligentes dotados de un lenguaje muy complejo del que dependen para cazar y reproducirse. Como el sonido viaja entre 4,5 y 5 veces más rápido por el agua que por el aire, dependen del silencio para comunicarse. Si hay mucho ruido se escuchan peor y les llegan peor los mensajes de sus congéneres.
Frente a más ruido de lo habitual deben «gritarse» con el fin de hacerse entender. Igual que hacemos nosotros cuando entramos en un bar con la música a tope. Pero a ellos algo así les perjudica. Y no solo porque vayan a quedarse afónicos de tanto gritar.
Un reciente estudio científico publicado en la revista Current Biology demuestra cómo los delfines «gritan» cuando intentan trabajar juntos en respuesta al aumento de los niveles de ruido bajo el agua. También que esta contaminación sonora generada por la actividad humana, como el ruido de barcos y yates, puede afectar negativamente a la salud de las poblaciones de delfines salvajes. Lee el resto de la entrada »
La naturaleza nunca dejará de sorprendernos. Seguramente porque muchas de las cosas que pensamos que son exclusivas de nuestra especie en realidad llevan millones de años funcionando con animales y plantas.
Te pongo un ejemplo. ¿Te acuerdas de Pulgarcito? Es un cuento muy antiguo de tradición europea que hicieron famoso las recopilaciones de los Hermanos Grimm y Perrault. Abandonado por su padre junto a sus seis hermanos, para no perderse en el bosque iba dejando piedrecitas por el camino y así regresaban siempre a casa. Pero un día solo tenía migas de pan, que los pájaros se comieron, por lo que los niños se perdieron y acabaron en la casa del ogro.
Cientos de años después de hacerse popular esta historia, un científico checo, en colaboración con otro inglés, han descubierto un animal que hace lo mismo para no perderse: el ratón de campo (Apodemus sylvaticus).