Ballena capturada por un ballenero. Foto: Agencias
El Gobierno de Islandia acaba de reanudar la caza de ballenas, que estaba temporalmente suspendida por incumplir su propia Ley de Bienestar Animal. Así lo ha confirmado (y lamentado) la organización internacional para la conservación de los océanos OceanCare.
Junto con Islandia, Japón y Noruega son los tres únicos países en el mundo que siguen matando ballenas y comiéndose su carne.
Como ya hemos denunciado en este blog, en el caso islandés, una gran parte se vende a los turistas en los restaurantes locales como plato exótico, a pesar de no ser un plato tradicional. Junto con la matanza de frailecillos, sigue siendo una de las dos grandes vergüenzas de Islandia.
Estado actual de una de las zonas húmedas de Doñana. Foto: WWF España
La Unesco ha advertido a España con incluir a Doñana en la Lista de Patrimonio de la Humanidad en Peligro si no se toman medidas urgentes para su conservación y exige un plan de acción para revertir el actual deterioro hídrico del parque.
En su último informe, el organismo internacional expresa su preocupación por la ley del Partido Popular y la Junta de Andalucía para amnistiar a los regadíos ilegales que rodean el Parque Nacional de Doñana y advierte de que esta es totalmente contraria a sus recomendaciones para proteger este humedal que declaró Patrimonio de la Humanidad.
Carne ahumada de frailecillo cocinada en un restaurante de Reikiavik. Foto: Tripadvisor
Islandia es un país fabuloso con una naturaleza extraordinaria, pero oculta dos grandes vergüenzas: la matanza de cientos de ballenas y miles de frailecillos. ¿Para qué matan a estos animales tan hermosos?
La respuesta es terrible: ¡Para comérselos!
Como lo oyes, los dos grandes emblemas naturales de este país ártico, sus cetáceos y esas aves marinas adorables con cara de payasete, acaban como menú típico en muchos restaurantes islandeses. Y los principales responsables de esta aberración somos los turistas. ¿Menú gourmet? ¡Ni se te ocurra probar esta carne!
Te lo cuento en este vídeo de mi canal en YouTube grabado directamente en Islandia, delante de uno de esos terroríficos restaurantes para turistas insensibles.
El fuego ha devorado ya cerca de 15.000 hectáreas de pinar en Tenerife. Foto: BRIF/ Cabildo de Tenerife
El Gobierno de Canarias prevé dar por estabilizado el incendio forestal de Tenerife antes de que concluya esta semana, un siniestro que con casi 15.000 hectáreas quemadas y un perímetro de 90 kilómetros es ya el más grave sufrido por la isla en los últimos 40 años y el peor incendio en nuestro país en lo que va de año.
Frente a multitud de voces no cualificadas que estos días se atreven a dar diagnósticos sobre las causas que han podido provocar el fuego, su impacto en el medio natural y cómo afrontar su hipotética recuperación, la prestigiosa Asociación para la Recuperación de la Biodiversidad Canaria (ACBC), detrás de la que están importantes técnicos, científicos y gestores ambientales, acaba de difundir una nota de prensa absolutamente clarificadora.
En su opinión experta, el incendio de Tenerife «es una gran catástrofe ecológica que se repite» y cuya gestión sigue sin afrontarse de una manera científica y realista.
Muy resumido, éstas son las principales demandas de la ACBC:
Critican que se culpabilice al estado del monte de la virulencia del fuego, cuando «son los criminales que han provocado este incendio los únicos responsables».
Es necesario dejar que la laurisilva recupere muchas zonas del norte donde se plantó equivocadamente pino canario.
Es fundamental recuperar la ganadería y la agricultura en las zonas rurales como parte de la solución, pero ambas actividades económicas no pueden ser consideradas por sí solas herramientas de gestión forestal.
Es importante controlar las poblaciones de herbívoros invasores que se alimentan de las especies autóctonas e impiden la recuperación del bosque.
Es urgente un plan de restauración posincendio integral, que sea lo suficientemente rápido como para desarrollar acciones fundamentales como la lucha frente a la erosión del suelo.
Un bombero trabaja por la noche en la extinción del incendio de Tenerife. Foto: Twitter
La gigantesca catástrofe humana, económica y ambiental provocada por el terrorífico incendio forestal de Tenerife, cerca de 10.000 hectáreas de bosque arrasadas en apenas cinco días por la criminal acción de un desalmado y todavía incontrolable cuando redacto este artículo, ha llenado los medios de comunicación y redes sociales de expertos y supuestos expertos que algunas veces son muy certeros en sus análisis y otras están estrepitosamente equivocados.
Con toda la humildad, pero también toda la experiencia de llevar 27 años viviendo y trabajando en temas ambientales en Canarias, quisiera aportar aquí algunos datos a tener en cuenta para entender hasta qué punto las llamas están destruyendo un frágil paraíso y lo difícil que supone tanto su extinción, como árdua y lenta será su recuperación.
Recorriendo la Via Apia en bicicleta, una experiencia única y muy económica.
La Vía Apia fue la primera y más importante vía de comunicación de la Roma antigua; de nuestro mundo occidental primigenio.
Dos milenios después, sus primeros 10 kilómetros se conservan casi intactos, rodeados de arte, pero también de una naturaleza y un paisaje asombrosos. ¿Te vienes a recorrerla en bici?
Un virus vuelve a atemorizarnos, el de la gripe aviar, más conocido como virus de la gripe H5N1. Es es una enfermedad infecciosa que está diezmando a las aves, tanto salvajes como domésticas. Se conoce desde hace más de 100 años, pero poco a poco se ha ido extendiendo por el mundo, matando a millones de pájaros.
De momento la gripe aviar es una enfermedad animal que se transmite de ave a ave y, excepcionalmente, de ave a humano. Sin embargo, los expertos no descartan que el virus pueda mutar y provoque una situación de pandemia.
De momento, como señalan desde el Ministerio de Sanidad, el número de casos humanos sigue siendo muy reducido en comparación con la cantidad total de aves afectadas. Pero para las aves está suponiendo una auténtica hecatombe global.
De la mano del guía del parque nacional de Garajonay Jacinto Leralta, nos unimos a un grupo de visitantes para recorrer (y reconocer) un auténtico prodigio de la naturaleza, el bosque milagro de La Gomera, en Canarias.
Gracias a los consejos de este experto aprendemos a valorarlo y a catarlo con los cinco sentidos, que para eso los tenemos y es como mejor se disfruta de los sitios y de la vida.
Además Jacinto nos va a desvelar un preciado secreto: ¿Cuándo es la mejor hora para pasear por la laurisilva gomera?
Y no lo dudes, pocos destinos hay en el mundo más espectaculares que este viejo bosque donde se respira pura tranquilidad, el ritmo pausado de la naturaleza.
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El biólogo holandés es Auke-Florian Hiemstra, frente a un nido de urraca hecho con pinchos.
Las urracas no es que sean listas, que lo son y mucho, sino que encima nos toman el pelo. O se vengan de nosotros, que aún es peor. Sólo así se puede entender el descubrimiento que investigadores del Centro de Biodiversidad Naturalis y el Museo de Historia Natural de Róterdam han hecho y publicado en la revista científica Deinsea.
Resulta que algunas urracas hacen sus nidos con púas antipájaros. Esos mismos artilugios que nosotros ponemos en tejados y balcones para que no se posen y que ellas, muy chulitas, arrancan y utilizan para acorazar sus nidos en lugar de las habituales ramitas. A ver quién es el listo que mete allí la mano.
El periodismo es pura pasión por comunicar, contar aquello que miles de personas quieren conocer y que tú tienes la suerte de poder ver, contrastar y relatar. Fui a La Palma en noviembre de 2021 para sentir de cerca la furia de ese volcán maldito que tanto daño y dolor llevó a mi querida isla canaria. Y contarlo.
Acabo de llegar ahora de Islandia, también para conocer de cerca, de muy cerca, cómo es ese nuevo volcán de Fagradalsfjall, abierto en la ladera de la montaña Litli Hrutur, en la península de Keykjanes.
He podido estar a menos de un metro del río de lava que desciende lentamente por la colada dejada por la erupción de hace apenas tres años, escucharlo atentamente, olerlo, casi tocarlo. Lo confieso: ha sido alucinante.