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Escena con niñe queer

escena con niñe queer. exterior, día.

Por Victor Mora (@Victor_Mora_G ‏)*

 

mientras yo era niño y niña hablaba como un niño y niña
sentía como un niño y niña razonaba como un niño y niña pero cuando
me hice hombre y mujer y ángel dejé a un lado
las cosas de niño y niña y hombre y mujer y ángel.
Berta García Faet.

 

¿Me dejas que me siente aquí, a tu lado en la acera? Venga, un rato, vamos a hablar. No te preocupes y no te de vergüenza, que yo también he estado ahí y aún estoy cada tanto. Ojalá pudiera decirte que el mundo no es un lugar horrible, pero a veces lo es. Y mira, hay cosas que no, pero hay otras muchas (muchas) cosas que sé sobre ti. Qué raro, ¿verdad? Nada me gustaría más ahora mismo que meterte la mano en el pecho y cogerte la herida, sacarla, ponerla delante de ti y sostenerla entre los dos, para que veas que así pesa menos. Pero no puedo. Vamos a hablar.

Yo sé que te han dicho palabras extrañas, que seguro ni sabes lo que son, o no lo sabías al principio. Aunque eran insultos, algo malo, eso sí lo sabías. Lo has visto en televisión y en autobuses, lo han dicho los niños y los mayores. Y de alguna manera has pensado que tenían razón y que eres decepcionante, y eso es mentira. Y has pensado que si te lo gritan tanto es porque es verdad que eres otra cosa, lejos de la una cosa que tú no cumples; que eres diferente, y eso es verdad, pero no como tú piensas, porque tú eres muchas cosas. Yo sé que eres lista y tonto, bueno y mala, que estudiar no te interesa, o sí, y que lees mucho o poco, sé que eres valiente y a veces cobarde, sé que tienes pensamientos increíbles, que eres vulnerable y fuerte, que deseas y odias, que te enfadas y que lloras, que te meas de la risa hasta que te duele el estómago, y que lees poemas y miras fotos y pelis con cara embobada, y que te hacen sentir mucho mucho y luego, a lo mejor, te hacen sentir idiota, y todo eso, esa mezcla extraña, es una combinación única. Eres únique. Y así con todo lo demás, con todo lo que quieras meter, lo que eres y no, o no siempre o casi nunca. Pero hay quien busca diferencias para estigmatizar, que es algo así como señalar a alguien por algo para sentirse superior, para hacer daño. Ojalá pudiera decirte que el mundo no da miedo, pero a veces lo da.

Yo sé que te han dicho que eres demasiado gorda, flacucho, débil, bruta, afeminado, fea, chicazo, nenaza, flojo, mandona, loca… y a lo mejor bollera, maricón, puta, travelo, zorra… y si no, ya te lo dirán, porque te lo van a gritar un día, más pronto que tarde. Pero es que todo viene de lo mismo, ¿sabes?, de esta mierda que es el mundo a veces. Oye, que no estoy aquí para engañarte, eso no sirve de nada, porque tú ya sabes que no es fácil. Estoy aquí para decirte que tengo la edad suficiente para saber que el mundo no es ese lugar pequeño que tú crees que es ahora. El mundo es enorme y está lleno de dimensiones que aún no ves.

Yo sé que te piensas sole. No todo el día, claro, porque también te ríes y juegas, pero sí todos los días un poco. Sé que te has creído invisible, invisibilizade, que quiere decir que eres algo así como un fantasma. Pero no uno de esos fantasmas que dan miedo, sino de los que deambulan solos por la casa sin que ningún miembro de la familia que vive allí lo pueda ver. Y, ¿sabes por qué no pueden verte? Porque en realidad sí eres un fantasma de los que dan miedo. Algunas personas te temen y otras, incluso esas que te quieren de veras, a veces temen por ti. Y el miedo nos hace ciegos a todo, incluso al amor. Y piensas que si no te reconocen es porque no te quieren, y a veces es verdad. Y te parece entonces que no es tu casa, que no es al menos tu hogar, ese que es un espacio seguro, ese al que siempre debes tener ganas de volver. A lo mejor vas creciendo, tienes suerte y tu familia (sanguínea, política, putativa… da igual, son palabras de mayores para organizar el mundo) crece contigo y te ve y te abraza, antes o después, y será un viaje muy bonito. Pero también puede que no sea así. Es verdad, puede que nunca consigan verte (o peor), pero eso no quiere decir que no tengas familia, porque ¿sabes qué? vas a aprender pronto que el hogar es otra cosa. Vas a conocer el hogar en la escucha de personas, en su pecho, y volver a ellas será volver a casa, y escucharlas y amarlas será crear tu propio hogar y tu propia familia. Yo soy tu familia.

Inés y Roberta, mamá, la prima Paloma, Susi y Violeta, Toni, el niño del rincón, la Prohibi, Rodrigo, Leo, las de los tecnoafectos, la colla de Valencia, los Rompemetas, la chica del campamento, Iria, las de Sección Invertida, el chaval del pendiente, las del bloque de verano y las del Umbral de Primavera, la Lore y el Javi, Arianne, Rebe y Loren y las de Cuir Madriz, el amado Daniel, la Megane y el guapo del brillis, Alana, Marta y Pal, Manu y Antonio, Jordan, las de Continta, Carmen y Virginia, Gracia, Federico, Paco y Fefa, Karmen con ‘k’, las Genderlexx, las Sin tu permiso… y muchas otras. Personas que aún no conoces, y que a lo mejor no conoces nunca, somos tu familia. Yo las conocí una noche, una hora, 3 meses o 39 años. Qué raro, ¿verdad? Pues sí. Hay una cosa parecida a familia que se llama red, como esa que usan para pescar, pues parecida la usan en los circos, y parecida se teje entre todas estas manos. Sobre esa red las equilibristas pueden caer sin miedo, no importa desde cuántos metros de altura. Y tú, y todes nosotres, fantasmas en equilibrio a punto de caer al vacío, siempre vamos a estar a salvo cuando caigamos. Porque caemos, ya te lo digo, muchas veces a lo largo de la vida. Pero somos red, niñe, tu red.

Yo sé que tienes miedo. ¡Vaya cosa un fantasma miedoso! Pues sí, pasa. Yo también lo tuve y no te voy a mentir: aún lo tengo. Yo también fui y soy un fantasma con miedo. Yo también lloraba por temor a decepcionar, por ser demasiado o muy poco, por encarnar eso que me gritaban, por ser diferente. Yo también quise vender mi alma por ser como el resto, y deseé tener superpoderes para aniquilar a quien me hacía daño. Yo también me odié. Yo tampoco fui capaz de responder ni de hablar sobre ello. Yo también me equivoqué y me equivoco continuamente. Y, ¿sabes lo peor? Que no puedo darte un “buen consejo”, ojalá supiera. Y es que también sé que tu historia, aunque se parece tanto tanto a la mía, es a la vez muy distinta, y no hay una fórmula mágica universal, no hay una manera de hacerlo bien. Ojalá pudiera meterte la mano en el pecho y sacar tu herida, pero no puedo. Lo que sí puedo decirte es que cogida entre varias manos pesa menos, y que hoy quizá aún no lo sabes pero, cuando caigas al vacío, tienes debajo tu red.

 

 

*Este texto forma parte del libro ‘Quién teme a lo queer?‘ de Víctor Mora, que será publicado por @ContintaMeTienes en septiembre de este año.

 

De puta a puta…¡taconazo!

Por Beatriz Ramírez Saveedra

Foto: Hernán Piñera

“(…)…El feminismo históricamente ha excluido a ciertos sectores, no solamente a las compañeras lesbianas, negras, musulmanas o a las compañeras trans, sino que también hay una historia de exclusión dentro de los feminismos hacia las prostitutas…(…) Creemos importante que, cuando se despliegan políticas punitivas sobre un sector, sea ese sector el que tenga que decidir, no que otros hablen por él…(…)” (Georgina Orellano, puta, sindicalista y feminista, es la secretaria general de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR))[1]

Haciendo frente a un feminismo claramente abolicionista y que persiste, hoy más que nunca, en poner el punto de mira sobre las putas en vez de sobre la estigmatización a las mismas (algo a lo que contribuyen con argumentos vacuos continuamente), hoy, y teniendo en cuenta el lugar en el que resido (la calle San Francisco en Bilbao, muy cerca de Cortes, donde numerosas mujeres ejercen la prostitución), me hago varias preguntas mientras paso por delante de ellas, cuyas cabezas permanecen bien altas: ¿cómo es posible que con la que nos está cayendo, pandemia incluida, sigamos sin ver que sin cuidados mutuos y sororidad no vamos a ninguna parte? ¿De dónde sacan la fuerza estas mujeres para sostenerse sobre esos preciosos tacones de cristal desde los que ven, día tras día, el mundo pasar cuando no reciben más que críticas o una suerte de victimización de quienes, precisamente, deberían apoyarlas? Lee el resto de la entrada »

Homoparentalidad y familia

Por Juan Andrés Teno (@jateno_), periodista y activista LGTBI especializado en Diversidad Familiar

Foto: Caitlin Childs

Hoy se conmemora el Día Internacional de las Familias en un escenario nuevo y enclaustrado en el que nada es como antes, aunque todo siga siendo exactamente igual. La realidad se ha visto alterada por un virus, que, como peste medieval, ha recorrido los 5 continentes y ha asolado vidas y encasillado a las personas en el punto de salida.

Desde hace más de dos meses las familias permanecemos confinadas en nuestras casas y aquí estamos madres y padres multiplicando funciones y tiempo para asumir la crianza, el trabajo, la docencia, las amistades y los tiempos de ocio. Y junto con nosotros nuestras hijas, hijos e hijes nos siguen del salón a la cocina entre risas y rabietas asumiendo su universo entre cuatro paredes, ajenos con su ansia de vivir a la muerte que nos acecha con el contacto humano.

Sin embargo, pese a las crisis, las neuras, el insomnio y la claustrofobia, nosotras, las familias homoparentales estamos viviendo ahora en un mundo seguro. Dentro de nuestra casa nadie nos pone en duda, nadie nos limita el afecto, nadie nos impide ser y querernos, tocarnos, besarnos, amarnos. Cuando descansamos la cabeza en la almohada no tenemos que re-idear estrategias para que abuelas y abuelos acepten a sus nietos o la orientación sexual de sus nueras y yernos (los hijos e hijas permanecemos libres de todo mal en la mayoría de las ocasiones por gracia divina), urdir mecanismos para que por fin el colegio aborde la diversidad familiar, ensayar sonrisas de compresión cuando delante de nuestras criaturas nos preguntan si no tienen madre o padre… Lee el resto de la entrada »

Vosotros decís Apocalipsis, nosotras decimos Revolución

Artículo escrito por la Plataforma de Encuentros Bolleros (@encuentrosbollo)

 

La imagen corresponde a la fachada de un edificio de Santiago de Chile

 

Son ya varias las semanas en confinamiento. A lo largo de este tiempo, el discurso de la seguridad, la economía de guerra, la crisis y el aislamiento se ha ido recrudeciendo día tras día. La población está tratando de augurar lo que vendrá después y, en cierta forma, a nosotras este discurso del aislamiento, este vocabulario de la crisis y la guerra nos suena muy conocido. Las bolleras y las disidencias sexuales llevamos toda la vida habitando ese lugar de confinamiento, de aislamiento y de crisis al que la sociedad heteronormativa, que no permite fugas, nos ha relegado. Esa era ya nuestra normalidad y no queremos volver a ella. 

Para nosotras la única seguridad ha sido siempre nuestras redes de cuidados, redes que actúan, sostienen y acompañan cuando las violencias cisheteropatriarcales se ejercen sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas. Esas redes, que recién acaban de descubrir el resto de la sociedad, son la forma en la que las bolleras y disidencias sexuales venimos sobreviviendo durante décadas de opresión y las que ahora mismo están sosteniendo la vida.

La economía de guerra y la crisis las conocemos bien, porque las bolleras vivimos vidas precarizadas y armarizadas. Accedemos a trabajos feminizados en los que la flexibilidad laboral nos recorta la vida año tras año, y eso las que podemos acceder siquiera a algún empleo, porque las migrantes, las racializadas, las compañeras trans sufren una doble y triple discriminación y son arrojadas a la marginalidad económica y social. La visibilidad bollera en el ámbito laboral está castigada con acoso, marginación, burlas, outing y agresiones sexuales, entre muchas otras formas de discriminación. Esa ha sido hasta ahora la normalidad de un mercado laboral racista, misógino, trans-lesbófobo. La normalidad es la crisis económica que siempre pagamos las mismas. No queremos volver a ellaLee el resto de la entrada »

Disidentes – Del amor y otras políticas afectivas

Por Andrea Cay, (@AndCay_)

Foto de Andrea Cay

Mi querida Vasallo, en una de las partes más rompedoras de su obra “Pensamiento monógamo, terror poliamoroso” narra lo siguiente: Ningún nudo es un invento así salido de la nada, sino casi una sorpresa que hemos ido encontrando por el camino, a partir de intuiciones, de no fliparnos con ideas marcianas sino de aterrizar las cosas, respirar hondo, meterle mucho humor y mucha ironía al asunto, e ir haciendo entre todas. Ir anudando”.

No puedo dejar de llorar con ese pasaje y todas las páginas que le preceden, quizás, hemos tenido una infancia similar que nos ha ayudado a aprender a distinguir y a alarmarnos con el sonido de una llave, pero no podemos olvidar que, si de verdad queremos amar, no podemos distanciarnos de nuestra identidad.

“¿Qué es el amor?” Probablemente, en algún momento de nuestra vida hayamos escuchado esta pregunta. No importa si fue durante la adolescencia, en una clase de filosofía o conversando con tu terapeuta, la verdadera incógnita es que seguro que, de nuestros labios o desde los de otras personas, hemos oído distintas definiciones. Te aseguro que cualquiera de ellas, no solo se encontraba incompleta, sino que era falsa. Lee el resto de la entrada »

Diario de dos papás: “nuestro pequeño héroe” (página 12)

Cada domingo Juan Andrés Teno (@jateno_), periodista y activista LGTBI especializado en Diversidad Familiar, escribe este Diario de dos papás. Estamos en la página 12

 

Foto: Noval Goya

Querida hija, querido hijo, queride hije, ya llevamos dos semanas de confinamiento y nuestra realidad se ha visto alterada por una nueva cotidianeidad que no se si nos hace mas felices, pero, desde luego, si más responsables.

No es fácil estar encerrados en una casa de algo más de 100 metros cuadrados con un niño de 9 años, tu hermano mayor. La verdad es que la actitud de nuestro primogénito esta siendo ejemplar. Nuestro pequeño héroe nos está dando una lección de sabiduría que nos deja perplejos. Ni una sola vez nos ha pedido salir a la calle, ni una sola vez se ha enfadado por no poder jugar con sus amigos. Ya tiene edad suficiente para poder comprender lo que nos está ocurriendo y su única respuesta ha sido la sensatez.

Tras la primera semana de total aislamiento le hemos ofrecido hablar con sus amigas y amigos a través de una videollamada y la experiencia ha sido muy positiva: se ha reído mucho, ha enseñado su casa, ha bailado, ha hablado de sus cosas y ha seguido siendo feliz. Del mismo modo lo ha hecho con sus abuelas. Lee el resto de la entrada »

Diario de dos papás: “estado de alarma” (página 11)

Cada domingo Juan Andrés Teno (@jateno_), periodista y activista LGTBI especializado en Diversidad Familiar, escribe este Diario de dos papás. Estamos en la página 11.

Foto: Apetitu

Querida hija, querido hijo, queride hije, nos han decretado el Estado de Alarma, algo que puede resumirse como una reducción de las libertades individuales para alcanzar un bien común. Eres todavía una personita muy pequeña para poder comprender bien todo esta situación que estamos viviendo, pero ahí estarás, sin poder a salir a la calle y limitado por cuatro paredes hasta que todo este lio pase.

El Gobierno de este país nos ha confinado en nuestras casas por que un virus hasta ahora desconocido ha roto todas las reglas establecidas y está contagiando con una enfermedad a un número creciente de personas. Este insidioso bichito se transmite de manera escalofriante y está atacando fundamentalmente a las personas mayores y a quienes tienen una serie de enfermedades previas. Las niñas y niños parece que estáis fuera de peligro, aunque sois un puente que el virus utiliza malévolamente para trasladar fiebre, dolor de cabeza e insuficiencia respiratoria a quienes os rodean. Sois tan presente y tan futuro que hasta este maldito virus parece que lo ha comprendido y os respeta en la vida y en la esperanza. Lee el resto de la entrada »

Diario de dos papás: “sangre y apellidos” (página 10)

Cada domingo Juan Andrés Teno (@jateno_), periodista y activista LGTBI especializado en Diversidad Familiar, escribe este Diario de dos papás. Estamos en la página 10.

Foto: susanjanegolding

Querida hija, querido hijo, queride hije, pronto formarás parte de una familia con la que compartirás todo menos la “sangre” y los apellidos. Sigue habiendo en esta sociedad nuestra un tímido (o quizá no tanto) prejuicio ante la parentalidad que no te asegure la permanencia absoluta del menor en el seno familiar. La batalla de lo genético y de la filiación aún está por ganar y con ella la de asumir el significado real del término familia.

Es evidente que no todo el mundo está preparado, capacitado o quiere ser madre o padre por acogimiento. Tampoco existe la obligatoriedad, respirar con tranquilidad.

El asunto de la genética en el seno familiar sigue siendo un tabú que arrastra a lastimosas preguntas a aquellas personas o parejas que no comparten material biológico con sus descendientes. Innumerables son las parejas de mujeres que se enfrentan cotidianamente con la pregunta ¿Quién es la madre? Ya, ya, pero la madre de verdad…. Está el panorama como para explicarle a esta ciudadanía tan inquieta y tan curiosa en que consiste el método ropa. Viviendo con con esta inquietud, que normalmente destaca en las filas heterosexuales, tengo yo la perturbadora duda de si todos los niños y niñas de estas parejas heteros que necesitan la ayuda médica para poder concebir, y que en muchos casos utilizan un material genético no propio, dan a conocer a su entorno esta circunstancia y, lo que es más importante, si sus hijos e hijas conocen sus orígenes. Quizá nos demos un importante susto y una triste decepción.

Desde que decidimos ser nuevamente padres, y serlo a través del acogimiento se supone que estas dos cuestiones: la sangre (o la genética) y los apellidos (o la filiación) pasaban un discreto segundo plano, mejor, pasaban a considerarse como algo sin relevancia alguna en nuestra vida familiar. Lee el resto de la entrada »

Diario de dos papás: “papá activista” (página 9)

Cada domingo Juan Andrés Teno (@jateno_), periodista y activista LGTBI especializado en Diversidad Familiar, escribe este Diario de dos papás. Estamos en la página 9.

Foto: Daniel Dudek

Querida hija, querido hijo, queride hije, vendrás a una casa en la que una familia intenta ser feliz todos los días. Una familia en la que hay dos papás, un papi y un papá, y un niño de nueve años, que aguarda y pregunta por ti regularmente porque siente nervios por su futuro nuevo papel como hermano mayor.

Somos una familia igual a las demás, con las mismas alegrías y las mismas miserias, con una rutina cotidiana propia de un hogar con menores de edad, con escapadas y ocio el de fin de semana, con un contacto directo con la familia extensa a la que necesitamos material, pero sobre todo emocionalmente. Una familia que intenta ir de viaje al menos una vez al año para conocer nuevos mundos y para que nuestro hijo sepa de otras gentes y otros idiomas, otras formas de conocer y sentir la vida.

Una familia que, sin duda, ha roto moldes en su entorno más cercano, pero que ha demostrado, con el paso del tiempo, que lo diverso es necesario para que el arcoíris pueda seguir brillando después de la lluvia. Lee el resto de la entrada »

Diario de dos papás: “la idoneidad” (página 8)

Cada domingo Juan Andrés Teno (@jateno_), periodista y activista LGTBI especializado en Diversidad Familiar, escribe este Diario de dos papás. Estamos en la página 8.

Foto: Reddy Aprianto

Ya tenemos en nuestras manos la idoneidad.

Ya somos adecuados para poder acoger a un menor dentro de nuestra familia con las características que se han considerado las mejores para su desarrollo personal y social en su futuro, en su vida.

“La idoneidad” es la resolución de adecuación para el acogimiento familiar que emite una administración autonómica, un documento legal que te valida como familia acogedora. Es el trámite más esperado por las personas o familias que inician procesos de adopción o acogimiento, pues su existencia abre o cierra puertas a la posibilidad de ser madre o padre.

Estos dos folios que ahora tengo en mis manos son el fruto de un proceso previo al que las familias se enfrentan siempre con cierto respeto y en muchas ocasiones con temor. Cuando te acercas a una administración para ser adoptante o acogedor se pone en marcha un mecanismo que pasa, en primer lugar, por entregar una serie de documentación que acredite la residencia, los ingresos económicos o la ausencia de determinados delitos penales. Lee el resto de la entrada »