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¿Quién teme a lo queer? – Un cuerpo siempre dice la verdad

Por Victor Mora (@Victor_Mora_G ‏)

«Después de la siesta estival» by Antonio Marín Segovia is licensed under CC BY-NC-ND 2.0

 

       El silenciamiento, la omisión, el armario son dispositivos de olvido,  de desmemoria, de exclusión.

L+s que tenemos sexualidades que se salen  del estrecho marco cis-hetero hemos sido borradas a veces físicamente,  pero también simbólicamente.

Fefa Vila, Javier Sáez.

 

Coetzee nos decía, en Esperando a los bárbaros, que «un cuerpo siempre dice la verdad». Con esta sentencia no trataba de expresar que los cuerpos muestran o exponen una verdad sobre sí mismos,  de manera inmediata, con el mero hecho de aparecer, no. Más bien lanzaba la pregunta hacia ese decir y hacia esa verdad. ¿Qué es lo que dicen los cuerpos y cuál es el régimen de verdad con el que los leemos? Parece que el hecho del decir, del expresar, en definitiva, una existencia, aunque sea en los márgenes de lo entendible, tiene que ver con el discurso, con el texto y el lenguaje, con la producción de lo que puede ser leído y lo que queda fuera de la comprensión. En estos días de batalla sobre los significados adecuados del sexo (los verdaderos), sobre la posibilidad de ampliarlos y la perenne amenaza de borrado, conviene recordar que, precisamente, lo que se pretende es ampliar los espacios de reconocimiento y enunciación para rectificar un régimen de verdad que ha borrado sistemáticamente a los cuerpos disidentes de la economía cishetero. Pero, ¿qué verdad es, entonces, la verdad que siempre dice el cuerpo? Lee el resto de la entrada »

Vosotros decís Apocalipsis, nosotras decimos Revolución

Artículo escrito por la Plataforma de Encuentros Bolleros (@encuentrosbollo)

 

La imagen corresponde a la fachada de un edificio de Santiago de Chile

 

Son ya varias las semanas en confinamiento. A lo largo de este tiempo, el discurso de la seguridad, la economía de guerra, la crisis y el aislamiento se ha ido recrudeciendo día tras día. La población está tratando de augurar lo que vendrá después y, en cierta forma, a nosotras este discurso del aislamiento, este vocabulario de la crisis y la guerra nos suena muy conocido. Las bolleras y las disidencias sexuales llevamos toda la vida habitando ese lugar de confinamiento, de aislamiento y de crisis al que la sociedad heteronormativa, que no permite fugas, nos ha relegado. Esa era ya nuestra normalidad y no queremos volver a ella. 

Para nosotras la única seguridad ha sido siempre nuestras redes de cuidados, redes que actúan, sostienen y acompañan cuando las violencias cisheteropatriarcales se ejercen sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas. Esas redes, que recién acaban de descubrir el resto de la sociedad, son la forma en la que las bolleras y disidencias sexuales venimos sobreviviendo durante décadas de opresión y las que ahora mismo están sosteniendo la vida.

La economía de guerra y la crisis las conocemos bien, porque las bolleras vivimos vidas precarizadas y armarizadas. Accedemos a trabajos feminizados en los que la flexibilidad laboral nos recorta la vida año tras año, y eso las que podemos acceder siquiera a algún empleo, porque las migrantes, las racializadas, las compañeras trans sufren una doble y triple discriminación y son arrojadas a la marginalidad económica y social. La visibilidad bollera en el ámbito laboral está castigada con acoso, marginación, burlas, outing y agresiones sexuales, entre muchas otras formas de discriminación. Esa ha sido hasta ahora la normalidad de un mercado laboral racista, misógino, trans-lesbófobo. La normalidad es la crisis económica que siempre pagamos las mismas. No queremos volver a ellaLee el resto de la entrada »