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Primer encuentro de Literatura Queer

E. L. Queer. Primer Encuentro de Literatura Queer acoge un programa transversal que aborda cuestiones que atraviesan y sacuden los transfeminismos y las vidas queer, invitando a compartir un espacio y tiempo donde leernos, pensarnos y debatir en común.

Agenda! ELQueer jueves 13, viernes 14 y sábado 15 de abril, 2023

Las jornadas se articulan desde diferentes lugares como la narrativa, la investigación o el pensamiento crítico como coyuntura para que las palabras trasciendan los libros hasta llegar a los cuerpos alrededor de una comunidad de lectoras, activistas, escritoras y personas LGTBIAQ+ que, cada vez más, existen en las bibliografías y, sobre todo, resisten en las luchas.

Este encuentro se celebra en colaboración con Mary Read, librería y espacio cultural de pensamiento crítico especializada en feminismos y comunidades LGTBIAQ+.

En este enlace puedes consultar el programa completo y reservar entradas

Carla Berrocal, cartel del E. L. Queer. Primer encuentro de Literatura Queer, 2023

Crítica de la razón puta

Redacción 1 de cada 10

 

La Oveja Roja publica Crítica de la razón puta. Cartografías del estigma de la prostitución, de Paula Sánchez Perera.

¿Se puede plantear un debate real sobre la prostitución? Este ensayo lo intentará desde un enfoque materialista e interseccional y en defensa de una agenda proderechos.

¿Qué es la prostitución? No resulta en absoluto fácil dar un respuesta válida para cualquier tiempo histórico o contexto cultural. ¿Dónde comienza y dónde termina eso a lo que llamamos «prostitución»? Muchas son las prácticas que incorporan de una forma u otra intercambios económico-sexuales y no a todas se reserva el mismo calificativo. Sin embargo, un elemento aparecerá siempre asociado a la prostitución, distinguiéndola del resto de instituciones patriarcales: el estigma. Un estigma que forma parte de la construcción del género femenino, articula su modelo desviado y establece el castigo por trasgredir sus normas. El insulto «puta» va mucho más allá del sexo y contiene un aviso aleccionador hacia quien pretende apropiarse de libertades masculinas y desafiar «la subjetividad sexualizada» del patriarcado. Ese estigma supone además la clave de bóveda de la retórica que justifica gran parte de la violencia sexual. Por ello, disputar la caracterización de la prostitución que ofrece su estigma constituye una de las batallas centrales y pendientes de los feminismos.

Este libro desarrolla una agenda alternativa y proderechos para el debate de la prostitución utilizando el estigma como hilo conductor desde un enfoque materialista e interseccional. En lugar de juicios esencialistas o deterministas, la obra invita a desplazar el foco del debate para centrarlo en las vulneraciones de derechos humanos que producen situaciones normativas como la española, frecuente en tantos otros contextos europeos y latinoamericanos. Y apuesta, sobre todo, por combatir la invisibilización de las trabajadoras del sexo y lo que ellas definen como sus realidades, por incorporar su voz y poner en el centro sus saberes y sus reclamaciones.

«¿Dónde comienza y dónde termina eso a lo que llamamos «prostitución»?
La antropóloga Paola Tabet se hizo la misma pregunta. En su estudio sobre el intercambio económico-sexual en sociedades occidentales del pasado y no occidentales del presente encontró que la respuesta a la pregunta sobre qué diferencia a la prostitución del resto no era nada sencilla. En varios países, como en Madagascar, la prostitución no se distingue del matrimonio por la remuneración, ya que se le paga también a la mujer casada, por lo que el elemento distintivo estriba en la ocasionalidad con la que se producen los servicios sexuales. En la Inglaterra medieval tampoco les diferenciaba el intercambio económico y tanto en Haití como en Nigeria se estigmatiza, de hecho, la ausencia de compensación. Ni la cantidad y diversidad de varones ni la remuneración son criterios suficientes para definirla.»

Paula Sánchez Perera (Lanzarote, 1988): Profesora de filosofía especializada en comercio sexual y activista feminista. Sus líneas de investigación parten de un bagaje académico nutrido por estudios de filosofía, teoría crítica de la cultura y formalizados mediante un doctorado en Humanidades. En 2014 comenzó a investigar el estigma de la prostitución compaginando el análisis filosófico- argumentativo con un dilatado trabajo de campo, desde el voluntariado de intervención social, en zonas de prostitución callejera de Madrid. Ese trabajo se complementó con una serie de entrevistas semiestructuradas en profundidad a trabajadoras sexuales activistas de diferentes sectores de la industria, recorriendo para ello España y Buenos Aires; esta última durante una estancia de investigación. Crítica de la razón puta procede de su tesis doctoral y constituye su primer libro en solitario. Ha expuesto sus tesis tanto en múltiples ponencias en congresos, seminarios y encuentros, como en artículos para medios generalistas y académicos; también varios máster y cursos le han invitado a compartir sus posiciones. Recientemente ha prologado el volumen sobre el modelo neozelandés de la prostitución Trabajo sexual con derechos: una alternativa de despenalización, de Lynzi Armstrong y Gillian Abel (Virus, 2022).

Puedes encontrar más información sobre este libro en la web de La Oveja Roja.

Literatura lésbica con Gloria Fortún y Elena Flores

Por Tamara Gámez Ramos, de @AltramuzEditorial

 

«Puede que ni siquiera sea digna de que Cat entre en mi casa. Pero una palabra suya bastará para sanarme». Así finalizaba el primer libro “lésbico” que me leí. Curiosamente, el único final literal que recuerdo de todos los libros que he podido leer antes y después de este. Puede ser que el mantra eclesiástico me hiciera mella (que seguro), pero también lo hizo aquel libro en el que por primera vez me zambullía en un relato superior a tres párrafos, con la clandestinidad de una portada y un título que anunciaban un texto que pudiera ir de cualquier cosa, pero que iba de mí: una pringada enamorada de su amiga hetero (¡Aleluya!).

Por aquel entonces en muchas casas existía la colección de libros del periódico El Mundo. Una mezcla curiosa entre clásicos y contemporáneos, ya que era una selección de las mejores novelas del siglo XX, con un formato tal que así: mitad de la portada de una paleta que definía perfectamente la época y otros menesteres (imagina los colores menos llamativos del universo), y una imagen jeroglífica con la misión de describir las palabras del título.

No sé cuánto tiempo llevaría la compilación en mi casa antes de que yo la descubriera, ya que su función era meramente la de decoración de unos estantes lacados en tono marrón oscuro (con los que iban fantásticos los tonos de los libros, por cierto). Por ese entonces yo empezaba a devorar todo lo lectoramente comestible a mi paso, así fue cómo les encontré otra utilidad y me topé accidentalmente con mi primera historia lésbica. Aún no había salido del armario, pero tenía claro el llamado, y Beatriz y los cuerpos celestes me vino a confirmar algo que no necesitaba confirmación.

El tiempo no ha pasado desapercibido ni por mí ni por el manuscrito. Casi 20 años después, soy más Cat que Beatriz (a Dios gracias-que ya que nos ponemos echamos el rezo entero-) y la autora se ha convertido en la evidencia perfecta del debate «¿se puede separar a la obra de la artista?»

Pero hay algo que sigue perenne en el tiempo: mi definición de este libro lésbico entrecomillado. Y es que he aquí un kit de la cuestión con muchos interrogantes: ¿Qué es la literatura lésbica? ¿Puede una persona no lesbiana escribir literatura lésbica? ¿La literatura lésbica es, por definición, feminista? Y, para rizar el rizo: ¿Por qué es necesaria esta “etiqueta”?

Como una extraña humana de hoy en día a la que no le gusta ni concibe opinar de todo, me fui a la fuente para contestar todas esas y más cuestiones. Y no había duda de que un buen lugar de emanación literaria y lésbica eran las obras de Elena Flores y Gloria Fortún.

Gloria Fortún es escritora, poeta, traductora y activista feminista. Creadora de la comunidad y taller literario Las Peligrosas, donde comparte toda su pasión por la escritura con otras mujeres. Autora del poemario Todas mis palabras son azores salvajes (Dos Bigotes, 2021). La escritura de Gloria es un impacto directo en todo lo que palpita en el cuerpo, porque «amor a medias, nunca» pero literatura a medias tampoco. Trascendidos los géneros literarios y las normas, bucea en la libertad total con las letras que ordena para nuestro placer y su antojo en Roja Catedral, su primera novela o «poema largo con partes narrativas y partes en verso». Ha participado en compilaciones como Barbarismos queer y otras esdrújulas (Bellaterra, 2017), y es traductora de obras feministas imprescindibles como Cómo acabar con la escritura de las mujeres de Joanna Russ (Dos Bigotes, 2018) o «Amigas». Relatos de amor entre mujeres, del siglo XVIII al XX (Dos Bigotes, 2020), en la que selecciona y traduce los textos junto con Eva Gallud.

Elena Flores es filóloga, poeta y activista LGBT. Autora de Redes (La Calle, 2018), Tránsito (Flores Raras, 2019) y Cábala: Amor (La Calle, 2016), uno de los pocos poemarios que, inyectados en valentía y verso libre, ponen en diálogo la religión y el homoerotismo. Su participación en Locas y Perversas (Egales, 2020) la confirman como una de las voces jóvenes más estimulantes de la narrativa lésbica en Castellano. Aunando sus dos pasiones confesables, Elena es parte de la creación y organización de la II Feria del libro LGBT de Málaga (como integrante de Andalucía Diversidad), a partir de la que surge esta entrevista en la que ambas autoras participan.

Ambas habéis formado parte de una mesa redonda titulada Literatura y activismo: una mirada lesbofeminista del arte de crear. ¿Qué es para vosotras el lesbofeminismo?

EF: Para mí lesbofeminismo es la lucha necesaria que ejercemos las mujeres lesbianas dentro del feminismo que a todas nos acoge. Creo, asimismo, que el lesbofeminismo es parte del inicio de todo, ya que la necesidad de liberarse del yugo masculino era imprescindible para aquellas que, por cuestiones de orientación sexual, no querían tener que mantener relaciones con hombres en ningún caso.

GF: El lesbofeminismo es un movimiento activista y cultural y un modo de vida mediante el cual las mujeres centran sus energías, su deseo y su atención en otras mujeres, sin compararse ni medirse con los hombres.

¿Por qué es importante incluir una mirada lesbofeminista en la comprensión y creación artística?

EF: Creo que nos merecemos que haya contenido cultural que nos represente porque el arte es la forma de expresión más libre, donde nadie te juzga y todas las personas del mundo tienen su propio espacio. ¿Por qué nosotras no íbamos a tenerlo? Y, sobre todo, ¿por qué no íbamos a utilizarlo para reivindicar? Al fin y al cabo, el hecho de que el feminismo lesbiano se transforme en arte solo es un proceso natural para luchar contra la doble invisibilidad que sufrimos las mujeres sáficas.

GF: Porque el canon supuestamente universal del arte y la literatura no es sino un registro de opciones que hicieron quienes tuvieron el privilegio de elegir, que fueron los hombres blancos y heterosexuales. Por tanto, a las mujeres lesbianas nos han robado nuestra historia, nuestro arte, nuestra literatura. Esa mirada es un intento por recuperar los silencios del canon.

¿Cuál es la representación de las mujeres lesbianas que se ha venido realizando en la literatura?

EF: La literatura lésbica es, quizás, una de las más abundantes. Si es cierto que las primeras representaciones de mujeres lesbianas en los libros fueron escritas por hombres. Yo siempre digo que hay que evidenciar cómo en La Celestina ya hay una escena lésbica que se incluye con una normalidad anodina para la época, de ahí en adelante, solo hace falta indagar, porque hay toda una serie de personajes que nos dejan claro que la homosexualidad femenina es más común de lo que nos habían hecho creer.

GF: En la literatura siempre ha habido representación lesbiana, aunque a veces no se ha leído como tal. Leemos bajo determinados parámetros, como el heterosexual. Junto con Eva Gallud, traduje un libro titulado “Amigas” en el que rescatamos relatos animando a leerlos, por primera vez, desde parámetros lésbicos. Es una experiencia extraordinaria.
¿Hay algún cambio respecto a lo anterior en la actualidad?

EF: Por supuesto, ahora no hay que ir mirando con lupa las interpretaciones posibles. Las estanterías de las librerías acogen la literatura lésbica con cierta normalidad. Es verdad que no deja de ocurrir que es más fácil encontrar literatura gay que literatura lésbica, pero ambos ya hemos superado el que se escondan nuestros libros en el fondo del depósito de las bibliotecas y librerías dentro de la sección prohibida.

GF: Afortunadamente, hay muchas más escritoras lesbianas visibles y más personajes de mujeres abiertamente lesbianas.

¿Cuál crees que es la visibilidad de las mujeres escritoras en la actualidad? ¿y de las escritoras lesbianas?

E.F: Aunque sé que la cosa ha mejorado enormemente, sigo pensando que nos queda mucho por conseguir. Quiero creer que esta evolución hacia la visibilidad plena seguirá el camino que está teniendo y que, cada vez más, el arte feminista y el arte lésbico irán más allá de nuestros propios circuitos.

GF: Todavía tenemos mucho camino que recorrer porque sigue vigente ese canon «universal» del que te hablaba antes. Para ser realmente visibles necesitamos desmantelar ese canon y crear otro diferente cuyas pautas no hayan sido marcadas por los mismos de siempre.

¿Cuáles han sido tus referentes lésbicos en tu proceso creativo?

EF: Sé que es muy típico, pero para la poesía, Safo de Lesbos y Gloria Fuertes. Aun así, siempre reconozco que para mí ha sido muy importante el círculo de autoras con las que me he ido relacionando a lo largo de estos años. Son compañeras y amigas, las leo y me emocionan y, en cierta manera, configuro muchas de mis ideas en base a las suyas. Por eso siempre que me preguntan me gusta hablar de Prado G. Velázquez, Mila Martínez, Martha Lovera o Eva Baltasar, que están publicando en estos momentos, pero ya pueden ser consideradas grandes escritoras lesbianas que cumplen el papel de referentes en nuestros días.

GF: Te digo unas cuantas escritoras, aunque hay tantas… Gloria Fuertes, Elena Fortún, Jeanette Winterson, Audre Lorde, Adrienne Rich, Esther Tusquets…

¿Cómo influye tu identidad en tu proceso creativo?

EF: Mi identidad en el proceso creativo lo es todo. La poesía es la escritura del yo, por lo tanto, todo lo que viva, sienta y padezca va a estar reflejado en los versos. Más aún si estoy hablando de amor o activismo, que es lo que más trato en mis libros. Muestro siempre lo que soy, porque no puedo mostrarme de otra manera y el proceso creativo se hace de acuerdo con mi identidad como persona LGBT.

GF: La falta de referentes, pues nos los han usurpado, hace tortuosos el camino creativo de las mujeres, aún más si somos lesbianas. Pero qué delicia al mismo tiempo resulta tener todavía todo por contar.

¿En qué momento comenzaste a ser activista lesbofeminista dentro del mundo de la cultura?

EF: Desde el primer momento. Cuando saqué mi primer libro sobre homoerotismo y Biblia fue toda una declaración de intenciones, ya que no había otra opción que ser activista. Para mí es algo esencial, ya que escribo sobre mis preocupaciones y mis sentimientos, de modo que, aunque son subjetivos, creo que representan bastante bien la agenda que se está llevando a cabo desde los diferentes movimientos sociales en los que actúo, no solo como escritora, sino como activista a pie de calle.

GF: Desde que me comprometí con mi escritura y me presenté siempre ante la página en blanco para poner en el mundo lo que solo yo puedo poner.

¿Por qué comenzó este activismo?

EF: Para mí fue un proceso natural. Siempre he tenido un espíritu muy crítico con lo que me rodeaba y nunca he sabido callarme. Me gusta la idea de poder cambiar el mundo granito a granito, y el activismo es la forma en la que las personas que no tenemos poder podemos generar los cambios que esperamos. Por eso empezó y por eso aún sigo hoy aquí. Me gusta la idea de que la Cultura puede cambiar el mundo.

GF: Porque una vez encuentras a las tuyas, y te unes, e imaginas en comunidad nuevas formas de vivir, ya no hay vuelta atrás. 

El armario de Schrödinger y otros epítomes

Pablo Morterero (@pabloMorterero)

 

A la hora de la resaca de la intensa agenda reivindicativa y festiva de lo que llamamos Orgullo LGTBI+ es bueno hacer resumen de algunas de las certezas en materia de corporalidad, identidad, orientación e intensidad del deseo.

Ordenando que es gerundio:

Con tantas siglas y tantas definiciones va siendo hora de intentar una taxonomía en nuestro campo. Aquí va una.

Todo se inicia con el nacimiento de un bebé, ¿no?. Por eso hay que empezar hablando de corporalidad. Si sus rasgos sexuales corresponde a lo que esperamos de un niño o una niña diremos que es un bebé endosex. Si, en cambio, sus rasgos sexuales no se corresponden a lo que esperamos de un niño o una niña, diremos que es un bebé intersex. Y por aclarar, hay bebés que identificamos como endosex pero durante su crecimiento (pubertad, adolescencia, adultez) descubrimos que ¡oh! han sido siempre personas intersex.

Después de nacer, con casi toda probabilidad crecemos (si somos afortunados ciudadanos de un país avanzado con un sistema público de salud; si naces en EEUU o en un país de África, tus posibilidades se reducen notablemente). Y durante el crecimiento, sabremos si nuestros progenitores, personal sanitario y el Registro Civil, acertaron o no en cuanto a nuestro género. Si acertaron, diremos que somos cisexuales, si se equivocaron, diremos que somos transexuales, o mejor, trans. Y tal vez seamos hombres o mujeres trans, o directamente personas no binarias.

Y más tarde, nos daremos cuenta si sentimos o no atracción erótica o sexual. Si tenemos atracción erótica y sexual hacia personas (las filias y parafilias la dejamos para otro momento), podemos sentirla hacia persona de distinto género (lo que se dice hetero), hacia personas de nuestro mismo género (lo que se dice homosexual, gai o lesbiana) o hacia los dos géneros y aquí entramos en una procelosa senda muy disputada: para unxs eres bisexual si solo siente atracción erótica y sexual hacia hombres y mujeres, y pansexual si sientes atracción erótica y sexual hacia cualquier ser humano (mayor de 16, eso sí) independiente de su corporalidad, identidad u orientación; para otras personas, bisexual lo engloba todo. Como en el buffet libre, tú eliges. Y si no pierdes el tiempo en eternos debates nominales, mejor. Y si los evitas por redes sociales, de matrícula de honor.

Pero si no sientes atracción erótica y sexual hacia ninguna persona, entonces serías asexual, donde, como en todo, también hay grados.

Así que el orden cronológico (que evita tentaciones supremacistas) es: corporalidad, identidad, orientación e intensidad.

El armario de Schrödinger:

Es muy conocida la paradoja del gato de Schrödinger metido en una caja, que la serie The Big Bang Theory se encargó en popularizar hace unos pocos años: hasta abrirla nunca sabremos si está vivo o muerto, y por lo tanto mientras esté cerrada, el gato estará vivo y muerto a la vez. Poco se ha hablado de la misma paradoja pero con personas y su corporalidad, su identidad, su orientación y la intensidad de su deseo.

Toda persona está en principio metida en el armario de Schrödinger. Solemos hipotetizar sobre su corporalidad, su identidad, su orientación o la intensidad de su deseo a partir de elementos externos. Y en muchos casos es un craso error.

A estas alturas, sabemos que nos equivocamos pensando que una persona es hetero porque su relación de pareja sea génerodiscordante (es decir, que uno de los miembros aparente ser un hombre y el otro aparente ser una mujer), porque hemos visto que muchos gais y muchas lesbianas constituían y constituyen relaciones génerodiscordante para no mostrar su verdadera orientación sexual.

De igual manera, nos equivoríamos si pensamos que una persona es homosexual o bisexual (o pansexual) si ha constituído una relación géneroconcordante. Cada uno crea una relación libremente, y por razones que no siempre se basan en la atracción erótica y sexual.

Que tu amigo (o amiga, o amigue) del alma, siempre se haya enamorado y/o enrollado con hombres, y treinta años después se enamora y/o enrolla con una mujer, ni significa que te haga engañado ni significa que haya cambiado. La orientación, como la identidad y el Guadiana, puede mostrarse o no a lo largo de los años. Esa personas (amigo, amiga o amigue) es la misma de siempre, solo una pequeña parte de su enorme personalidad habrá emergido. Alégrate por el, ella o elle.

Que una persona cuya expresión de género es claramente femenina en nuestra cultura (falda por ejemplo) pero que tiene algunos rasgos masculinos, no significa que sea una mujer trans o una persona no binaria. De hecho, existen rasgos de intersexualidad que hacen que los rasgos sexuales secundarios no correspondan ni a la corporalidad ni a la identidad, tal y como la entendemos en occidente, sin afectar con ello a su identidad, que puede ser perfectamente cisexual (es decir, que siente la identidad con la que fue identificada al nacer).

En cambio, si consideramos cisexual a un anciano casado con una mujer, con hijos y nietos, tal vez nos equivoquemos. Porque muchas de las mujeres trans de hace setenta u ochenta años, no llegaron nunca a salir del armario transexual, y han vivido de forma impostada su identidad hasta llegar a la ancianidad.

¡Que quilombo! ¿no?

La cosa va de esto: cualquier persona es endosex e intersex, cis o trans, hetero, homosexual o bisexual (o pansexual), hasta que no verbalice lo que es. Y aún así, es posible que años después se manifieste de forma distinta.

Así que, cari, no seas prejuicioso/a/e, y no vayas repartiendo carnets.

La paradoja del matrimonio homosexual.

Falso. En España no se regularizó el matrimonio homosexual en 2005. Porque desde que existe la institución del matrimonio (al menos allá por los romanos) siempre ha habido matrimonios compuestos por dos personas homosexuales. De hecho, que un gai y una lesbiana se casaran entre sí era (junto meterte a cura -o a monja-, hacerte marinero o dedicarte a vestir vírgenes) una de las opciones menos dramáticas que tenían las personas homosexuales.

De igual manera, un matrimonio de dos personas que se auto-indentifiquen como hombres cisexuales, o mujeres cisexuales, no necesariamente significa que sean homosexuales o bisexuales (o pansexuales). Pueden ser heterosexuales que se han casado porque les ha salido del alma.

Por eso el empeño del activismo de denominarlo “matrimonio igualitario” no es un capricho, sino la necesidad de dejar claro que se trata de dos personas que registralmente aparecen como hombres (o mujeres), y nada más (ni nada menos).

Yo prefiero eso de matrimonio géneroconcordante y génerodiscordante, pero no es cuestión de marear aún más al personal.

La e para visibilizar, la e para invisibilizar.

Vale, hemos tenido la pandemia de la COVID, y ahora la del mono, y parece que también la de la “e”. Pero pongamos un poco en orden la cuestión.

La “e” la empezaron a utilizar las personas que se autopercibían como de género no binario, para diferenciarse de las personas binarias que se consideraban hombres (la “o”) y las personas binarias que se consideraban mujeres (la “a”).

Fue su forma de mostrar al mundo que, a pesar de nuestros prejuicios, existían.

Sé que suena muy moderno, pero si para simplificar el lenguaje, y ahorrarnos aquello de “niños y niñas”, “casados y casadas”, “mecánicos y mecánicas” utilizamos la “e”, no solo les estamos expropiando a las personas no binarias de su patrimonio moral sino además las estaremos invisibilizando de nuevo.

Tú moderna, moderno o moderne. Pero no sin ir robando identidades por ahí.

Conclusio (sin tilde en la ó, que no es catalán sino latín)

Como el ADN, nuestra sexualidad, esa enorme combinación de factores de la corporalidad, la identidad, la orientación y la intensidad del deseo, es única y maravillosa. Y como todo lo nuestro, somos los/las/les úniques/únicas/únicos para definirla, mostrarla u ocultarla.

Acostumbradas/os/es a ser definides/as/os, hemos interiorizado que las personas que no somos personas endosex cisexual heterosexuales también nos asiste el derecho a definir, categorizar e imponer nuestras categorías urbe et orbis. Pero no. Ni les asiste el derecho a ellxs a hacerlo, ni nos asiste el derecho a nosotrxs.

 

Adiós a Juan Andrés Teno, uno de los principales activistas de familias LGTB

 

Compartimos aquí el Adiós a Juan Andrés Teno publicado por Oveja Rosa, que puedes visitar en este enlace. 

Por Marta Marquez

 

Hoy es uno de esos días en los que alguien no quiere escribir un artículo, una noticia. Hoy me siento desolada por la pérdida de una maravillosa persona, de un gran activista, de un maestro, de un gran amigo.

No soy capaz de expresar con palabras cómo mi corazón ayer se rompió al recibir la triste noticia de la partida para siempre de Juan Andrés Teno, ni cómo el ser humano cree tener tiempo siempre. Cada día, como me dijo una amiga desde Brasil anoche, ponemos la alarma para levantarnos al día siguiente porque el ser humano es positivo y cree que siempre habrá un mañana. Pero no lo hay siempre. Es una sutil ilusión que nos hace mantenernos en pie para no derrumbarnos ante la vida y su fugacidad.

Conocí a Juan Andrés hace muchos años ya y, desde el principio, conectamos de alguna manera. Él, un gay con mucho carácter y yo, una lesbiana con mucho que aprender. Confió en mí, me apoyó en los mejores y en los peores momentos, me demostró lealtad (qué bien más preciado), me ayudó siempre en todo momento y contra toda adversidad y aprendí tanto a su lado que no hay palabras para asumir esta pérdida ni para agradecerle cada momento, cada risa, cada llanto o cada rabia a su lado.

Juan Andrés era una persona directa y cabezota. O lo amabas o lo odiabas, sin términos medios. Su carácter decidido y su lucha incansable por los derechos de las familias homoparentales le han convertido en un referente y, también, en alguien que no ha dudado en enfrentarse a quien hiciera falta con tal de expresar aquello que pensaba. Nosotros estuvimos en desacuerdo muchas veces, muchas. Sin embargo, nunca jamás se enfrentó a mí, nunca discutimos, nunca jamás. Porque entre nosotros había algo especial, una conexión, un respeto, una amistad que traspasaba distancias y diferencias. Gracias por tanto.

Coordinador de familias de la FELGTB, mi querido vicepresidente en Galehi, ponente maravilloso en centros educativos, jornadas, empresas y en todo lugar donde se le llamase. Siempre acudía en apoyo y defensa de nuestras familias. Malagueño orgulloso, padre enamorado de su precioso hijo, Tristán, y marido de su increíble marido, Tomás. ¡Qué familia tan bella!

 

Adiós a Juan Andrés Teno

Por Julián Guerra

 

Era muy jartible. Sé que empezar un obituario así es políticamente incorrecto, pero qué jartible era. Y nadie más políticamente incorrecto que él. Pero tenía motivos para serlo, políticamente incorrecto y jartible. Porque estaba harto de palabrería que no se traducía en mejoras reales y sabía que la no complacencia a las clases dirigentes es lo que verdaderamente les pone las pilas, que destapar las vergüenzas de un sistema que invisibiliza a las minorías es la mejor manera de que, si no despiertan los que mandan, al menos despierten los que demandan. Y así era su activismo: fuerte, enérgico, constante y jartible.

Tanta dureza ocultaba una ternura inmensa. Los que lo conocíamos bien lo veíamos derretirse de amor por su niño, Tristán, y soñar con darle un hermano. Adoraba y admiraba a su hijo, y su lucha no tenía más sentido que construir un mundo nuevo y bueno para él. De paso, nos aprovecharíamos las demás familias homoparentales de su brío y su infatigable trabajo por las familias: dando charlas, escribiendo artículos, creando materiales… Estaba obsesionado por hacer feliz a su hijo. Por eso quienes se quedaban con su imagen combatiente y feroz se perdían su faceta dulce, amorosa y divertidísima.

Se nos ha ido Juan Andrés Teno, la voz más grave y potente del activismo de familias LGTBI. Hace unos días me mandó un audio, que ahora escucho estremecido, en que me decía, con la voz débil de los últimos días, que seguiría luchando por la misma causa mientras tuviera fuerzas. Y ahora reflexiono sobre sus palabras y me doy cuenta de que sí que seguirá luchando, porque la fuerza nos la supo transmitir a los que le rodeábamos y que lucharemos en su nombre para que las familias LGTBI tengamos nuestro sitio, para que se nos vea en los libros de texto, para que se nos considere en los planes educativos y formularios, para que tengamos presencia en libros y películas, para que los niños, niñas y niñes (como siempre decía para cabrear a este filólogo recalcitrante que soy) que están y los que vendrán vivan en un mundo mejor. Y para que la voz de Tristán, el preadolescente que ya no verá crecer, sea escuchada. Porque su empecinamiento en los últimos tiempos era ese: que nos dejásemos de acaparar los discursos los adultos hablando de los menores y les dejáramos opinar directamente a ellos, que son los protagonistas de todo.

Querido Juan Andrés: Mi familia tiene ahora un nudo que se convertirá en un hueco. No hay consuelo para tanto dolor. Tu familia es mi familia. Tristán es como un hermano para Martín, nuestro hijo. Y a Tomás lo vamos a cuidar y querer todo lo que podamos. Ten por seguro que te recordaremos en cada reivindicación, en cada manifestación, que nos vendrá el soniquete de tu voz cuando tengamos que enseñarle los dientes a quienes nos agreden o menosprecian, que tu fuerza queda entre nosotros para que en este mundo que has dejado cada vez se aprecie más el amor. En cualquiera de sus formas. Porque, al fin y al cabo, tu mensaje era potente porque era sencillo: actuemos por amor.

Ese amor inmenso con el que un padre miraba a su hijo.

Hasta siempre, amigo.

 

No han muerto, están llenando [+] los espacios.

Por Daniel Cortez Abreu (@doctokind)

 

Estoy indetectable, pero tengo la carga social por las nubes
Camila Arce (Argentina)

Supongo que el fantasma que recorre el activismo sobre el VIH y el sida es la creencia de que les artistas que hacen de este una pieza central de su obra han muerto o son cosa del pasado. Para el Norte Global, el VIH y el sida se insertan en una narrativa parcialmente ajena, como peligro acechante que ha calado en su propia cronología histórica que, no obstante, se mantiene enterrada hasta que los discursos de ciertos grupos, partidos políticos y organizaciones la “reavivan” alzando el estandarte del peligro social y biopolítico. Más allá de eso, hablar de la cotidianidad de lo que significa vivir con VIH y de sida con frecuencia sigue sin trascender a los medios de comunicación y si algo ha caracterizado a la historia del activismo del sida desde sus inicios ha sido el uso del arte para visibilizar y reivindicar el valor, la lucha y los derechos de las personas que viven con VIH. El artivismo – el arte como forma de activismo– es tan característico de la historia de la epidemia como los avances biomédicos. En ese sentido, tanto la prensa como la televisión fueron canales especialmente reclamados para visibilizar la acción callejera, aún durante el profundo silenciamiento tras el estallido de la epidemia en la década de los ochenta. Hoy en día el silencio que generalmente cubre al virus se mantiene perpetuado gracias a la ausencia crónica de este en las conversaciones y piezas informativas. Y resulta muy irónico cuando tomamos en cuenta que la infección, en muchos territorios con gran acceso a recursos biomédicos avanzados, ha alcanzado el paradigma de la cronicidad. El VIH en España es una infección crónica e intransmisible, siempre y cuando se garantice el acceso y la buena adherencia al tratamiento antirretroviral (TAR). Con la aparición de un tratamiento combinado de distintas moléculas que mostraron gran eficacia farmacológica durante los últimos años del siglo pasado, la situación de las personas con viven con VIH en España ha cambiado de manera radical desde entonces. Si bien la mejora de los tratamientos biomédicos es innegable, el cambio social se da lentamente. Y ya ni que decir de la narrativa imperante sobre el VIH y el sida, que en el Norte Global parece que ha quedado anclada en aquellos años. Incluso con el cambio de paradigma biomédico, que solo ha ocurrido en algunos territorios, les artivistas del VIH y del sida han desaparecido de la mirada pública y escasamente se recurre a elles para rescatarles como archivo histórico –cuando es posible–. Así, frecuente muchos historiadores, escritores, periodistas, guionistas, académicos, divulgadores y, en fin, un montón de personas que siguen asumiendo esa narrativa, son las que frecuentemente pretenden escribir nuestras historias, pero sin nosotres, son quienes esquivan la mirada y evitan compartir los mismos lugares donde nosotres también seguimos existiendo.

No obstante, tenemos la ventaja de contar con Internet como herramienta, en donde las redes sociales nos han permitido observar y acceder al contenido de lo que pasa en y desde distintas coordenadas geográficas en las que por cierto, el vivir con el VIH no es, ni una esencia, ni una experiencia unívoca ligada al deseo y las practicas sexuales, así como tampoco a la imagen hegemónica cisgay masculina y blanca. Allí no existe una narrativa, expresión o discurso lineal, concreto y único. Descubrimos una ventana que nos muestra a les artistas cuya obra tiene al VIH y al sida como temática principal y que siguen con más vida que nunca –con VIHda, como diríamos en ciertos espacios–. Sus producciones artísticas abordan narrativas mucho más amplias, complejas y rescatan la posibilidad de humanidad, con todas las contradicciones y dificultades que genera. Expresan múltiples discursos que se entiende como lo periférico, comparten en común el vivir en territorios del Sur Global o habitar cuerpos invisibilizados, son disidentes de la norma social y aunque están marcades por el estigma social del diagnóstico, también muestran las heridas que dejan otros. Todo lo anterior es lo que hace su producción artística tan valiosa.

No es una casualidad que, justamente hace unos días, el artista Jorge Bordello (@jorgebordello) abordará está cuestión comentando en sus redes sociales que “en nuestra comunidad [de quienes viven con el VIH] hay personas ignoradas de manera sistémica: personas verticales, trans, migrantes, amas de casa y madres, trabajadoras sexuales, indígenas, afrodescendientes, infancias…” y agregaba de manera contundente “cada proyecto que les ignora por no tenerles en acceso inmediato vía correo es un proyecto que ensancha su brecha”. En su discurso Jorge expresa la inquietud y la molestia que genera, tal como me ha ocurrido personalmente desde hace tiempo, la visibilización del artivismo del VIH y del sida, e incluso de los diagnósticos en sí, como algo pasado, de artistas muertos o en penurias y contados por otras voces, como si no existieran. El mismo Bordello expone que incluso la institucionalidad de la gestión cultural genera espacios que parecen estar hegemónicamente controlados por personas que de manera consciente o inconsciente, niegan nuestro agenciamiento y nuestra capacidad para expresar y narrar nuestras historias. Y nada más alejado de la realidad…

Y es que, desde la ilustración digital, por ejemplo, es posible encontrar a artistes como Saúl de León (México) y Lucas Núñez (Chile) quienes expresan su realidad atravesada por los cuidados comunitarios, la temporalidad farmacológica, la racialización y lo no binario, reflejando la multiplicidad de nuestras vidas. Han coincidido en exposiciones junto a Rosana Linari, artista textil argentina, que desde el transfeminismo trastoca el lenguaje visual y lo vuelve bichoso a través de sus acertadas puntadas. Personalmente considero casi imprescindible revisar la obra y atender al discurso de Camila Arce, también artivista argentina, con un largo y nutrido recorrido sobre la vihda de las personas verticales –personas que han nacido con el VIH– cuya reivindicación constante sobre las infancias verticales, la crianza, la hegemonía sexual y el cuestionamiento de la seronorma es profundamente motivador. Incluso cuando nuevas formas del vivir con VIH se nos pretenden imponer, Camila reclama: estoy indetectable, pero tengo la carga social por las nubes en una de sus publicaciones de Instagram. Con esta forma tan contundente, también Juan Coronel, artivista marica expresa: “busco que mi obra se expanda como un virus que viene a destruir estigmas y corromper la moral” en un statement al que se accede a su perfil de Instagram, donde el rojo rutilante, los fármacos y la identidad marica son elementos clave de su producción visual. En Norteamérica es posible encontrar referentes jóvenes como Kia LaBeija, artista y activista vertical del VIH, quien incluso ha sido bailarina principal de la serie POSE de HBO y quien ha participado en una residencia artista en España en el marco de ARCOMadrid 2020.

Algunes han podido aprovechar las convocatorias de la Visual AIDS  (en inglés), que es mucho más que un archivo histórico potentísimo del artivismo del VIH y del sida, tanto en EE.UU como en el resto del mundo. Incluso en Europa pueden encontrarse grupos cuya producción artística contempla una narrativa más transversal y actual, como las del colectivo artístico italiano Conigli Bianchi  que incluye también a performers y cantantes, además de activistas, diseñadores e ilustradores. Volviendo a México, encontramos a la red Mueganxs de la que he hablado en otra ocasión.

Todes les artistas que se han mencionado cuestionan el paradigma de la cronicidad de la infección y van mucho más allá de la crítica al complejo médico industrial. Muestran al bicho, desde múltiples ángulos, reivindican la cura, reclaman la resistencia, los cuidados, la autopreservación, el placer, los cuerpos raros, manchados y marcados, la vida fuera del binarismo, un artivismo diverso y antirracista, que no deje a nadie fuera. Son narrativas alternas que nos dicen que vivir con VIH no es una experiencia ajena, sino inserta dentro de nuestra comunidad, agregada en nodos pero conectada en una amplio tejido social que inunda muchísimos cuerpos. Coincido en que les artivistas del VIH y del sida no han muerto: están llenando los espacios, pero… ¿a dónde, desde dónde y a quiénes ves tú?

Nota. A continuación, dejo una lista de los nombres de los perfiles de Instagram de les artistas y artivistas mencionades –sin orden específico–, para hacer posible el acceso y consulta de su obra:
Camila Arce (@sidiosa)
Jorge Bordello (@jorgebordello)
Rosana Linari (@ro_textil)
Saul de León (@sauldl)
Kia LaBeija (@goodnight_kia)
Mueganxs (@mueganxs)
Lucas Nuñez (@lucasnunezsv)
Juan Coronel (@ju4nc0r0nel)
Conigli Bianchi (@coniglibianchi)

 

‘La Cura’ (2022). Resina, arcilla y esmalte UV, del artista Juan Coronel. Fotografía de Guadalupe Fassi.

Hoy recomendamos: Sexbook. Una historia ilustrada de la sexualidad

 

Nacho M. Segarra, María Bastarós y Cristina Daura presentan Sexbook. Una historia ilustrada de la sexualidad (Lumen, 2021)

Desde los manuales eróticos de la Antigüedad hasta las relaciones en tiempos de pandemia, pasando por la mitología erótica egipcia o el sexo que practicaban Adán y Eva en el paraíso, Nacho M. Segarra y María Bastarós despliegan rigor, ingenio e ironía en una narración llena de curiosidades, hechos de la cultura popular y cotilleos históricos.

Un collage histórico que analiza los discursos religiosos y médicos sobre el sexo (desde el concepto de pecado hasta las leyendas urbanas sobre el sida), pero también las prácticas (la marcha atrás o enrollarse en los coches), los inventos (desde los masajeadores al satisfyer), las batallas del colectivo LGTB, el colonialismo y su relación con la sexualidad, las primeras comunas del amor libre, las fiebres eróticas durante las guerras mundiales, la aparición de Playboy, las guerras feministas sobre el porno, los swingers, las asexualidades, el twerking o las distintas reacciones contra la libertad sexual de la mujer.

Un recorrido cronológico con una perspectiva diversa, transfeminista y en constante diálogo entre actualidad e historia, ilustrado con el estilo único de Cristina Daura.

La crítica ha dicho:

«Un [libro] en el que cabe cualquiera que quiera entrar.»
Isabel Valdés, Babelia

«Un libro que propone un viaje muy completo. Un trabajo magnífico. […] Pura maravilla.»
David Àvila, Ja m’entens (Catalunya Ràdio)

«Ameno y de lo más interesante, Nacho Moreno, María Bastaros y Cristina Daura […] repiten fórmula y aciertan. […] Un libro para leer y aprender, conociendo el pasado para entender el presente.»
Alberto Vaquero, FNAC

 

El Niño Santo de Luis Maura

Por Nieves Gascón, (@nigasniluznina), la cuentista de nuestro refugio

 

El próximo día 29 de marzo, a las 19 h, se presentará en la librería Mary Read , Niño santo, segunda novela de Luis Maura, recientemente publicada por la Editorial Dos Bigotes. Agradecemos, tanto al autor como a la editorial, habernos facilitado esta entrevista que a continuación reproducimos.

La referencia en la web de la editorial sobre tu trayectoria, menciona que eres licenciado en Filología Inglesa y Francesa, has estudiado interpretación y además eres docente. Tienes una primera novela Nido de pájaros, también publicada por Dos Bigotes y colaboras con medios LGTB, con relatos. ¿Quieres comentarnos algo de tu novela anterior y tus diferentes facetas profesionales, como escritor, docente y colaborador de medios? ¿Cómo se puede combinar todas estas facetas?

Alguna vez me han preguntado qué haría si tuviera que elegir una sola de mis profesiones, con cuál me quedaría, y lo cierto es que no puedo ni quiero limitarme a una sola cosa. Me gusta ser profesor, aunque a veces pueda ser un poco agotador, me encanta ser actor, a pesar de la precariedad laboral de ese mundo, y me niego a dejar de escribir porque me fascina y me resulta necesario. A veces es difícil compaginar dichas facetas (también soy director teatral y tengo un grupo musical, así que te puedes imaginar cómo tengo la agenda), pero disfruto mucho con cada cosa que hago. Si me quedara solo con una o dos facetas, no sería fiel a mí mismo, porque soy todas esas cosas y más. Sobre mi primera novela te diré que fue algo visceral, que me salió de las entrañas, ya que necesitaba poner en palabras lo que me pasaba cada vez que volvía a mi pueblo y sentía esa especie de no pertenencia. Se trata de una novela de autoficción que habla de la familia, el sexilio y la búsqueda de la identidad. Desde que fue publicada por la editorial Dos Bigotes no me ha traído más que alegrías, y ya va por la tercera edición.

 

Pero hablemos de Niño Santo, la historia de Pedro, un niño de doce años que transita de la infancia a la edad adulta y descubre su sexualidad, viviendo en un pueblo y con una educación muy religiosa que le condiciona en este inicio de la adolescencia. Pedro es monaguillo, nos cuenta su interacción con las imágenes de la iglesia, ese impresionante Cristo crucificado con el que choca, colecciona estanpitas de vírgenes y santos, reza y siente una enorme culpa por pecar.
Cuéntanos algo más sobre Pedro.

Pedro es un niño muy inocente que solo busca agradar y que lo quieran. Sufre el rechazo de sus compañeros de colegio porque lo ven diferente, solo por tener una mayor sensibilidad que el resto. Le cuelgan el cartel de “maricón” antes incluso de saber lo que significa, igual que le sucede a muchas otras personas LGTBIQ+ en la infancia: el insulto llega antes que la propia formación de la identidad. Pedro se refugia en la iglesia porque cree que ahí lo van a querer tal y como es. Anhela ser santo para ser aceptado y amado, ya no solo por su padre o los niños de su clase, sino por toda la sociedad.

 

El relato desde el primer momento engancha describiendo la situación en la que el padre y la madre opinan sobre dónde colocar la foto del protagonista vestido de comunión con ese reflejo de luz en la cabeza, que le da aspecto de niño santo. Esa disparidad de criterios entre los personajes es graciosa y la manera en que Pedro resuelve la situación en la que no desea contrariar a su madre especialmente, también. Háblanos más de esta familia.

Hay un contraste muy grande entre la madre, que representa la sensibilidad, el cariño, la fe y el refugio, frente al padre, que personifica la fuerza, la masculinidad más tradicional y la falta de muestras afecto. Pedro siente que nunca va a poder convertirse en lo que su padre o su hermano Lucas esperan de él, lo que provoca que se sienta extranjero en su propia casa. No encaja en el mundo exterior, pero tampoco entre las cuatro paredes de su hogar; el único salvavidas al que puede asirse es la relación que mantiene con una madre muy protectora, pero algo maniática y cabezota.

El protagonista habla en primera persona y nos cuenta desde su perspectiva y psicología infantil sus impresiones y emociones. Leyendo el relato he podido sumergirme en su visión personal y he sentido los estados de ánimo de Pedro. La verdad es que he sufrido muchísimo en el transcurso de la historia, en cada momento de angustia, rechazo, acoso, enamoramiento, violencia y duelo. El relato está ambientado en un lugar un momento concreto. ¿Por qué escogiste un pueblo y la década de los 90 del siglo pasado para esta novela?

Escogí un pueblo en la década de los noventa porque eso fue lo que yo viví. Tanto en mi anterior novela como en ‘Niño santo’, parto de mis propios recuerdos para después construir la ficción. De hecho, todo comenzó con una foto de mi comunión que andaba dando vueltas por casa; esa foto, que además aparece en la portada del libro, fue el motor de esta historia. Con Nido de pájaros me quedé con ganas de seguir profundizando en esa etapa previa a la adolescencia en la que, de un día para otro, la sociedad te obliga a convertirte en adulto, estés o no preparado. Ha sido muy bonito, a la par que duro, viajar a esa época para recordar al niño que fui.

La madre del protagonista tiene una relación especial con este. Es un personaje clave, tiene un tono especial relacionándose con su hijo: le indica que sus manos no son para hacer trabajos o esfuerzos como las del padre y el hermano, le protege y colma de cariño, esta madre huele especialmente agradable para su hijo, y también le influye con una educación muy religiosa. Esta mujer parece haber estado educada en el pensamiento único del nacional catolicismo propio del Franquismo y que se relaciona con que Pedro, por momentos, esté sumido en un mar de contradicciones en su despertar sexual. Háblanos de este momento, el del primer amor del protagonista, en el que se siente sexualmente fuera de la norma.

Creo que no me equivoco al decir que los que nos criamos en aquella época no tuvimos educación sexual; la religión nos obligaba a sentirnos culpables por el mero hecho de tener apetito sexual y, más aún, si esta atracción estaba fuera de la norma. Todo eran tabúes y silencios. A pesar de ello, en la novela Pedro se enamora de manera genuina y bastante libre, ya que él no ve nada malo en enamorarse de otro chico. En palabras del propio Pedro: «Llevaba toda la vida sintiéndome culpable por todo y, de repente, cuando más motivos tenía para avergonzarme, me sentía feliz».

¿Crees que de los 90 hasta ahora, han cambiado algo en relación al momento crucial de “salir del armario” para los niños, niñes, niñas y adolescentes?

Afortunadamente, las cosas han cambiado mucho. Hoy en día hay niños y adolescentes orgullosos de ser LGTBIQ+, hay muchos más referentes en la vida pública y en la ficción, gracias a series como Sex Education, Élite o La edad de la Ira. Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer.

Sabemos de la importancia de la creación literaria y artística relacionada con la denuncia y reivindicación de los derechos de los grupos LGBTIQ+ y de su influencia en los procesos de cambio social, la deconstrucción de estereotipos, y su progresiva aportación en el cambio de la opinión pública contra los prejuicios sociales y los discursos de odio. Nos puedes dar tu opinión de todo esto.

Por desgracia, todavía existe LGTBIfobia en las aulas y fuera de ellas. Los discursos homófobos de determinados partidos políticos calan en la sociedad, algo que luego se refleja en las actitudes de los más pequeños, y sería absurdo decir que ya no existe el ‘bullying’ (ojalá poder decir algo así). Es por ello que los docentes tenemos que estar ahí, atentos y dispuestos a poner los puntos sobre las íes, listos para acompañar al alumnado que más nos necesita. Por eso, además, es tan importante mostrar realidades LGTBIQ+ en la cultura. Si la historia de Pedro sirve para que un niño, niña o niñe, se sienta menos solo en el mundo, menos incomprendido, pero sí más aceptado y representado, todo esto habrá merecido la pena.

La novela tiene un estilo impecable, envolvente, que te traslada al mundo interior de Pedro y su realidad. Te agradecemos que escribas tan bonito. En este momento ¿Tienes algún proyecto? ¿Trabajas en una próxima novela? Cuéntanos.

Muchísimas gracias por tus palabras y por la entrevista. Estoy encantado con todas las preguntas y con la gran labor que hacéis. Como llevo ya dos novelas sobre el mundo rural, decidí dejar el pueblo de lado por un tiempo y comencé una novela juvenil sobre extraterrestres. Nada que ver, aunque siguen apareciendo temas como la identidad o el acoso escolar. Sin embargo, he parado un poco para poder disfrutar del recorrido de ‘Niño santo’, que de momento me está dando muchas alegrías. Tengo intención de presentar la novela en Madrid, Barcelona, Soria, Coruña y Toledo, de momento. Espero que acojan a Pedro con los brazos abiertos y le den todo el cariño que necesita.

 

Muchas gracias Luis por atendernos. Te deseamos una larga y prolífica trayectoria como escritor de la que podamos disfrutar.

Abrazos de las personas que hacemos 1decada10 y de las que nos leen.

¡Hasta pronto!

Mira el booktrailer de Niño Santo en este enlace

 

El despotismo ilustrado con la infancia y adolescencia LGTBI

Juan Andrés Teno (@jateno_)

 

El pasado 9 de diciembre España dio un paso importante en su consolidación como un estado social y democrático de derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.

Un hecho que pasó casi desapercibido entre los medios de comunicación e ignorado por una parte inmensa de la ciudadanía; que debe ser que el comienzo de la Carta Magna donde se promulga la libertad, la justicia y la igualdad es un segundo plato, ya que como reflejaban el día siguiente las portadas de los más importantes tabloides del país lo reseñable eran las inversiones de la UE en la industria del automóvil, el caso “Canet”, la vacunación, las inundaciones en Bizkaia o la producción de nuevos coches eléctricos. Todo ello indispensable y necesario para el futuro de un estado y que será recordado por las próximas generaciones como hitos democráticos.

¿Pero qué es lo que realmente paso en este país el 9 de diciembre? Pues, así, de manera sencilla, y casi en silencio, se incorporaban a la vida pública como sujetos de ciertos derechos unos 9 millones de españolitos y españolitas que hasta entonces habían mantenido en silencio ya que sus opiniones eran desdeñadas por falta de capacidad.

¿Es posible que una sociedad occidental y democrática haya ignorado de hecho y de derecho las opiniones de 9 millones de personas y las haya apeado del debate social, cultural o político? No queda más remedio que asegurar que así ha sido o, por lo menos, así se ha comportado el gobierno de la nación ante este grupo de población.

¿Y quiénes son esta parte de la ciudadanía a las se ha ignorado desde instancias gubernamentales y sociales durante tantos años? A quienes tienen menos 18 años, a niñas, niños y adolescentes.
Que no, que esta afirmación no es demagógica, que es cierto que se han desarrollado políticas de infancia y adolescencia, que se han dedicado partidas económicas a su bienestar físico y mental, que son moneda de cambio constante entre los partidos políticos y por tanto entre los gobiernos, que se ha hecho mucho (o poco) por ellos. Y en estas últimas palabras radica el problema: ha sido “por ellos”, no “con ellos”.

¿Esta política paternalista a las que muy pocos ponían y ponen pegas, la admitiríamos para el conjunto de la población? «Tout pour le peuple, rien par le peuple» (todo por el pueblo pero sin el pueblo) es una frase histórica que reflejaría ese tipo de política que lo hace todo para el pueblo (ciudadanía) pero sin su concurso. ¿De qué régimen político nace esta expresión? del absolutismo, concretamente del despotismo ilustrado, que se enmarca dentro de las monarquías y pertenece a los sistemas de gobierno del antiguo régimen europeo, pero incluyendo las ideas filosóficas de la Ilustración, según las cuales, las decisiones humanas son guiadas por la razón.
Pues en esas estamos, que como país democrático llevamos más de 40 años tratando política y socialmente a las niñas, niños y adolescentes de manera absolutista, tal y como se hacía con el conjunto de la población en siglo XVIII.

Y sí, el 9 de diciembre de 2021 se constituyó en España el Consejo Estatal de la Infancia y la Adolescencia, dependiente del Ministerio de Derechos Sociales, gracias al trabajo incesante de Violeta Assiego, directora general de los Derechos de la Infancia y la Adolescencia. Por primer en la historia de la democracia española la voz de la infancia y la adolescencia va ser escuchada por el gobierno a través de las palabras de 34 niñas, niños y adolescentes de 8 a 17 años. Sólo es el comienzo, pero la creación de este órgano consultivo otorga derechos a quienes una sociedad adultocrática mantenía en el silencio por considerar que su edad aparejaba una discapacidad mental que le impedía expresar sus reivindicaciones y derechos como grupo social.

Se constata, por tanto, que la sociedad española es adultocrática. ¿Pero qué pasa con las entidades LGTBI de este país? Pues que también lo son. Hace sólo unos meses, en las Jornadas de Familias LGTBI organizadas por la FELGTB, jóvenes LGTBI e hijas e hijos de familias homoparentales reivindicaron un espacio en estas entidades, un lugar donde poder expresarse y ser tenidas en cuenta sus opiniones, además de una validación democrática de sus ideas frente a organizaciones que sólo no considera a los menores de edad sino a las personas jóvenes. Adultocracia y gerontocracia. Gracias a Irati, Sergio, Gabriel, Alejandro y Haymanot por alzar la voz y hacernos comprender a las personas adultas y mayores que sois y que tenéis el derecho no sólo a ser escuchados sino a tener en cuenta vuestras reivindicaciones.

Creo que puedo afirmar que todas las entidades LGTBI de este país tienen vedada la participación efectiva de las personas menores de edad en sus órganos de decisión. Y no lo hacen porque no les importe la infancia y la adolescencia. Está comprobado que tienen especial interés en mejorar la vida de niñas, niños, niñes y adolescentes y así se ve reflejado en sus acciones educativas y políticas. Pero pecan de una acusada adultocracia, no se les ha ocurrido que a lo mejor, estas acciones serían más efectivas si preguntasen a estas criaturas que es lo que les pasa y como quieren que se solucionen sus problemas. No vale hacer memoria y recordar lo que vivieron cuando eran niñas, niños, niñes y adolescentes, por que las situaciones van cambiando y las respuestas también.

Las entidades LGTBI de este país son un ejemplo de lucha no sólo contra la LGTBIfobia, sino contra el machismo y el racismo, peso siguen perpetuando las violencias por acción u omisión que el resto de la sociedad comete contra las personas menores edad.

Sirva el ejemplo de Violeta Assiego en el Ministerio de Asuntos Sociales, sirvan las múltiples experiencias de las entidades de infancia de este país para hacer posible la participación efectiva de la infancia y la adolescencia en sus órganos de decisión. Que no, que la cuestión no es reírse afirmando que si vamos a sentar a los niños a aprobar los presupuestos anuales, como me dijo personalmente (y lo hizo en público) un alto dirigente de una entidad LGTBI, que el asunto pasa sencillamente por dar voz a la parte más vulnerable del colectivo, la que no tiene apenas herramientas de defensa, la que es repudiada por su familias por su orientación sexual o su identidad de género, la que recibe violencia en los centros educativo y espacios de socialización, a que le niegan ser y sentir, a la que conducen al suicidio, a la que asesinan.

Comienza un año preñado de pandemia, un año en el que hay que conseguir una ley LGTBI y Trans estatal. Que ese año sea también en el que las entidades LGTBI busquen los mecanismos necesarios para que las personas de menos edad puedan expresarse, pueden decir lo que sienten, lo que son, que son sujetos de derecho político y que tienen voz, a veces mucho más sensata y menos polarizada que la de los adultos.

Y un último deseo: dejemos todas, todos y todes de utilizar el verbo infantilizar con un sesgo negativo. Encuentro en redes la siguiente definición de infantilización: un tipo de edadismo que se define como tratar a un adulto como si fuera un niño irresponsable, que carece de confianza y voz propia por parte de un profesional. Esta acción deshumaniza a la persona mayor, así como afecta su dignidad, autonomía y corresponsabilidad.

Sólo cabe decir que no hay más menores irresponsables, sin confianza y voz propia que adultos. Y que si se trata de esta manera a las personas para arrebatarles su dignidad, autonomía y corresponsabilidad, lo mismo se hace con niñas, niños, niñes y adolescentes cuando se les mira como ciudadanía de segunda.

Por todo ello, pido, demando y exijo como adulto responsable que las entidades LGTBI deconstruyan su adultocentrismo y den paso a la voz de la infancia y de la adolescencia. Todas aquellas persona que trabajan con la ciudadanía de estas edades saben que su verdad es más verdad y que las injusticias, los desprecios y la insolidaridad no son propias de niñas, niños, niñes y adolescentes, sino la herencia que les transmitimos desde la excelencia de nuestra adultez.

 

JUAN ANDRÉS TENO

Periodista y activista LGTBI especializado en Diversidad Familiar

Cuenta en Twitter: @jateno_ 

Blog: https://familiasdecolores.wordpress.com/

 

«De manos unidas» por ___GDM___!