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“La rebelión de las hienas” de Mer Gómez, apasionante acercamiento a la realidad de las personas con intersexualidades

Por KRISOL. Adriano Antinoo.

 

El pasado 21 de septiembre, miembros de Krisol Pro Derechos Humanos Intersex de Adriano Antinoo tuvimos la suerte de compartir con Mer Gómez la presentación de su libro “La rebelión de las hienas” en la librería La Fuga, de Sevilla. Gómez se define a sí misma así: “Bicha Rara. Escribo desde el cruce, soy una hiena”.

Mer Gómez es autora y activista intersex. Graduada en Periodismo y Doctora en Estudios Feministas y de Género por la Universidad del País Vasco, colabora con la revista vasca Pikara Magazine y ha escrito y protagonizado los monólogos para microteatro “La revolución de Lola” y “Solo apto para Bichas Raras”, así como el corto documental “Se receta silencio”.

Desde 2020, coordina el colectivo “i de intersex” junto a la activista Laura Vila Kremer. Un espacio de sensibilización desde el que forman e informan sobre intersexualidades y diversidad corporal.

Por todo ello no podíamos dejar escapar la oportunidad de entrevistarla.

¿Cómo empezó a gestarse la intención de hacer ese viaje por el territorio en busca de referentes intersex?

Este viaje comienza en 2016. En aquel momento, por primera vez y gracias al feminismo y a los estudios de género, empiezo a tener herramientas para entender las intersexualidades como posibilidades y/o variaciones corporales. Yo no conocía a otras personas intersex, tampoco la intersexualidad como identidad política. Pero resulta que, igual que yo, había muchas más personas que nunca habían hablado de ello, que no conocían a otras, que vivían sus experiencias corporales desde lo patológico. Así que, desde entonces y hasta hoy, no he parado de buscar referencias y referentes. Primero, a lo largo de todo el Estado Español. Después, por todo el mundo. El libro es mi propio viaje, desde 2016 y hasta 2020 que empiezo a escribirlo. Y las personas que salen en él son precisamente las que me habían ido acompañando durante esos primeros años. Hoy, afortunadamente, serían muchas más.

¿Cuál es el objetivo del libro “La rebelión de las hienas” y de las personas que lo habitan?

Uno de los objetivos principales es la visibilidad. Visibilizar que existen personas con características sexuales –hormonas, genitales, cromosomas, gónadas– que rompen la norma sexual binaria. Y que, precisamente por romperla o por no encajar en esos arquetipos estéticos sobre dos tipos de cuerpos, han sido medicalizadas y han sufrido una serie de violencias, unos protocolos de “normalización”, de manera obligatoria. Romper ese silencio que nos había sido recetado desde las instituciones de salud y unirnos para trabajar por la despatologización es el principal grito de este libro y de todo el clan de hienas. También, otro objetivo fundamental es generar narrativas sobre la intersexualidad en primera persona y como sujetos protagonistas.

¿Qué dificultades has encontrado, cómo te ha resultado redactar las vivencias de otras personas intersex?

Para mí ha sido un aprendizaje continuo. Todo el rato. A veces, difícil de gestionar. Hay mucho dolor en cada historia de vida. Mucha culpa, rabia, soledad. Cuando recopilas testimonios y analizas, una a una, las discriminaciones sufridas, no es nada fácil. Es injusto. Por eso, teníamos que ponerlo sobre la mesa. Y lo teníamos que hacer como sujetos con agencia, no como objetos de estudio. Era necesario conseguir ese empoderamiento. Compartir experiencias desde la escucha, la empatía, los cuidados. Sentirnos a gusto con cada cosa que queríamos contar y decidir cómo queríamos hacerlo. Al final, también ha sido un proceso sanador. Si hoy pienso en aquellos días, cuando nos reuníamos a través de videollamadas en mitad de una pandemia mundial, lloro. Con todas las emociones que vivíamos y que florecían en cada encuentro. Yo he aprendido mucho de cada una de las rebeliones íntimas de todas esas hienas, de su increíble generosidad. Las admiro mucho.

¿Qué te impactó más a lo largo de ese viaje?

La absoluta necesidad que teníamos de hablar y de empezar a construir una identidad colectiva intersex para luchar por nuestros derechos. Y esto también ha sido posible gracias al trabajo previo que ha ido haciéndose desde asociaciones intersex como Grapsia, grupos LGTBI+ como Adriano Antinoo en Andalucía y colectivos feministas.

¿Por qué has elegido las hienas?

Cuando creces sin referentes, los buscas en cualquier parte. En este caso, también en el mundo animal. La hiena, encima, es un mamífero. Y, de la misma forma que las personas intersex, presenta una serie de características en su anatomía sexual y reproductiva que no son las normativas. Por otro lado, la representación en el imaginario colectivo sobre la figura de la hiena por la película de “El rey león” es muy interesante. El rey es un león, los demás animales están en una posición inferior. Y la hiena, además, vive literalmente escondida y relegada a los márgenes. Es mala y peligrosa. No interesa que tome el poder del reino. Algún paralelismo había ahí, ¿no?

¿Este libro ha supuesto para ti un efecto terapéutico?

Yo diría que el libro es el resultado de un proceso terapéutico personal previo. Es decir, era necesario vivir un proceso íntimo de despatologización sobre mi propio cuerpo para sacar adelante este proyecto de la manera que lo he hecho.

Te hemos visto en la Mesa Redonda de la Jornada sobre Intersexualidad del Ministerio de Igualdad el pasado 26 de octubre, ¿cómo fue tu experiencia y qué ha supuesto para la comunidad intersex algo así?

Tenemos que celebrar estos avances a nivel político, a nivel social. Por primera vez, las personas intersex hemos estado ahí, visibles, y hemos utilizado nuestra voz para hablar de las reivindicaciones y las necesidades que tenemos como colectivo. Es un hito que tenemos que celebrar desde el activismo. Pero, ojo, la intersexualidad no solo existe el 26 de octubre. Las personas intersex existimos todos los días del año. Necesitamos ser nombradas, reconocidas y sentir que se está trabajando por nuestros derechos. Cada día, en los hospitales de referencia de nuestro país, se están dando diagnósticos y realizando modificaciones corporales a menores, sin su consentimiento expreso e informado, y por una cuestión estética normativa. Como dice Clara Montesdeoca, de la asociación canaria “Caminar intersex”: «si no hacemos nada, estamos siendo cómplices como sociedad». Y ninguna persona, en ninguna casa, está exenta de sufrir estas violencias.

Este año también has hecho otra incursión por el territorio intersex pero más amplio, más internacional: te hemos visto que has acudido en mayo a un congreso organizado por la Organización Intersex Internacional en Europa (OII), que se ha celebrado en Paris. ¿Qué ha supuesto para ti esta aventura?

Un paso más como activista. Me ha servido, sobre todo, para analizar qué se está haciendo en otros países del mundo. De qué forma se está trabajando, cómo se está incidiendo políticamente, qué pasos se están dando, hacia dónde vamos, cómo tenemos qué actuar desde lo local. Observar todo ese trabajo en red, aprender unos colectivos de otros, es admirable y necesario. A esto tenemos que aspirar, a luchar colectivamente desde cualquier parte del mundo por unos mismos derechos.

¿Se está gestando un nuevo libro de relatos corporales amplificado por nuevos testimonios, nuevos contactos o nuevas hienas?

De momento, acabo de defender una tesis doctoral en la que llevo inmersa más de cinco años y en la que también he trabajado junto a una decena de mujeres intersex. Espero que pronto pueda ver la luz porque, efectivamente, mi propósito es seguir generando referencias. Las necesitamos, como colectivo y como sociedad. Necesitamos narrativas desde otros lugares, que vengan de grupos que hemos sido relegados a los márgenes. Tenemos que ampliar los imaginarios culturales que hablen de cuerpos que cuestionan el binarismo, de identidades, de formas de desear que rompen la cis-heteronorma, de diversidad. Las personas trans, las bolleras, los maricas, las discas, les no binaries, las asexuales, las personas racializadas… Siempre hemos estado ahí, la diferencia es que ahora, por fin, tenemos voz.

¿Por qué crees que las personas deben leer “La rebelión de las hienas”?

Creo que las intersexualidades nos pueden enseñar –a todas las personas independientemente de si están atravesadas o no por esta realidad– a comprender las vivencias corporales, las categorías sexo-género y la sexualidad desde un punto de vista más flexible, de una forma más sana y más libre. Siempre digo lo mismo, ¿quién no ha sentido alguna vez presión por no adecuarse a los cánones estéticos sobre dos tipos de cuerpos muy concretos?, ¿por tener más o menos vello?, ¿por el tamaño de sus genitales?, ¿por la forma de sus pechos? No existe un binarismo estricto, eres esto o eres lo otro. La cuestión intersex debería ser una responsabilidad social. Todas las personas deberíamos tener derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo, derecho a la información, derecho a la integridad corporal. La cuestión intersex es una cuestión de derechos humanos.

¿Qué ha sido lo más importante del libro para ti?

Que, por fin, las personas intersex nos hemos atrevido y hemos roto el silencio recetado. Y que sí, que ya estamos haciendo la rebelión intersex.

¡Muchas gracias!

 

#SeAcabó… ¿también en el mundo LGTBIQ+?

Pablo Morterero (@pabloMorterero)

 

La inaceptable actuación de Rubiales en la final del Mundial de Fútbol Femenino en Australia (y sus posteriores declaraciones) ha provocado una marejada social, deportiva y política que sin duda servirá para que el machismo se cuestione allí donde hasta ahora ha sido muy difícil que llegara la crítica feminista.

Y sería necesario que el “#SeAcabó” que hoy inunda nuestras redes sociales, también llegue al mundo LGTBIQ+. Porque muchas veces sentimos que el machismo es algo ajeno a nuestra realidad, y nada más alejado de la realidad.

Según la definición del Instituto Mexicano de la Mujer, podemos definir machismo como “el conjunto de actitudes, normas, comportamientos y prácticas culturales que refuerzan y preservan la estructura de dominio masculino y hetero normado sobre la sexualidad, la procreación, el trabajo y los afectos. El comportamiento machista ha sido denunciado como una parte sustancial de la cultura patriarcal que discrimina y oprime no sólo a las mujeres, sino a las personas de la diversidad sexual”.

Al ser “actitudes, normas, comportamientos y prácticas culturales” las personas que hemos sido educadas en sistemas heteropatriarcales (es decir, todas las personas) hemos asumido sus postulados y los reproducimos de manera inconscientes (y a veces, lamentablemente, conscientemente). Por eso es importante aceptar que la persona feminista “se hace”, no “nace”. Y que el hecho de ser mujer (hetero, lesbiana, bi, trans o intersex), o ser hombre homosexual, bi o trans, no garantiza en absoluto que no reproduzcamos esas actitudes, normas, comportamiento y prácticas culturales. Hay que esforzarse en usar las famosas “gafas violetas” para tomar conciencia de ello y poder luchar contra esa hidra que nos amenaza a todas, a todes y a todos.

Por eso defiendo que las personas LGTBIQ+ también debemos sentirnos interpeladas por el feminismo, y reflexionar si en nuestros entornos familiares, sociales o laborales reproducimos comportamientos machistas, no solo hacia (otras) mujeres, sino también hacia hombres.

¿Quiénes (hombres intersex, trans, gais o bisexuales, pero también mujeres intersex, trans, lesbianas o bi) pueden asegurar que no reproducen comportamientos machistas con parejas, amigxs, conocidxs, vecinxs, familiares, etc.?

La plumofobia, por ejemplo, es el comportamiento machista más identificado en el mundo homosexual y bisexual masculino (ese “hetero x hetero” que buscan muchos, y que sería de lo más risible si no encerrara tanta homofobia interiorizada).

Pero no es el único. Las relaciones emocionales de las parejas basadas en el poder y el control afectan a todo tipo de parejas o triejas; el uso del femenino como despectivo en el mundo gai; la violencia intrafamiliar; la misoginia de gais y mujeres trans; el abuso dentro de la prostitución masculina (que aprovecha la vulnerabilidad de los chaperos para imponer prácticas peligrosas o degradantes); son muestras también de esa cultura machista que reproducimos en el mundo LGTBIQ+ aunque las ejecuten mujeres, y aunque la padezcan hombres o personas extrabinaries.

Y es que sufrir o ejercer la violencia del machismo heteropatriarcal también nos degrada como seres humanos

Por todo ello, desde el activismo LGTBIQ+ debemos aprovechar el movimiento #SeAcabó para luchar contra una cultura machista y heteropatriarcal poniéndonos también las “gafas violetas” y denunciar no sólo los comportamientos machistas más graves que se reproducen en nuestro seno, sino también esos micro-machismos que tenemos muy asumidos: desde los “toqueteos” no solicitados ni aceptados, a los comentarios sexualizados, pasando por las imposición de modelos excluyentes de sexualidades, afectos o expresiones de género.

Porque esa violencia (de alta o baja intensidad) no puede, no debe ser parte de nuestra cultura LGTBIQ+, por mucho que en el pasado nos haya servido para la creación de vínculos emocionales y sociales lejos de la violencia ejercida por el heteropatriarcado y las personas con homofobia o bifobia interiorizada.

 

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La importancia de reforzar la alianza estratégica entre lesbianas y gais en el seno del activismo LGTBIQ

Pablo Morterero (@pabloMorterero)

 

Históricamente, el homoerotismo de gais y lesbianas, su representación simbólica y su represión pública, no han ido de la mano. En las orientaciones disidentes del patriarcado heteronormativo, mujeres y hombres también ocupaban espacios diferentes y por ello las vivencias de dichas disidencias han evolucionado en planos igualmente diferentes.

Remontándonos tan solo cincuenta años, en la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social la mención al peligro de homosexualidad solo fue entendido política, policial y judicialmente en relación a los hombres que sentían atracción erótica y sexual hacia otros hombres, por lo que prácticamente solo los hombres homosexuales y las mujeres trans (entonces consideradas tan solo travestis) sufrieron sus efectos punitivos. Mientras, la represión de las mujeres que sentían atracción erótica y sexual hacia otras mujeres sufrieron una persecución igualmente terrible pero en los márgenes legales, con su ingresos en conventos y psiquiátricos.

En la Francia posterior al Mayo del 68, las mujeres lesbianas percibieron la misoginia del Frente Homosexual de Acción Revolucionaria y pronto formaron sus propias organizaciones no mixtas y se vincularon al movimiento feminista como lesbianas feministas.

Pero en la España de finales del franquismo, las mujeres lesbianas encontraron pronto acomodo en el seno del movimiento feminista, en el que se diluyeron como feministas lesbianas. Esto no evitó la existencia de lesbianas feministas agrupadas en el LSD madrileño, pero de forma muy minoritaria.

En países como España e Italia, como nos recuerda la activista lesbiana feminista Barbara Ramajo, se puede rastrear los discursos lesbofóbicos en la producción intelectual feminista. Porque las mujeres que sentía atracción erótica y sexual hacia otras mujeres fueron toleradas siempre que renunciaran a su papel político como lesbianas. Esta exigencia subyacente dentro del movimiento feminista no encontró demasiado obstáculos por parte de la gran mayoría de mujeres que sentían atracción erótica y sexual hacia otras mujeres, al punto que Ramajo afirma que “estábamos super cómodas dentro del armario del feminismo […] para las lesbianas feministas ha sido un espacio de habitabilidad tan sorprendente y tan maravilloso como han sido los bares de ambiente” pero, añade, “teniendo vidas lesbianas, que no conciencia lesbiana”.

Cuando las lesbianas del movimiento feminista se reivindicaban como sujeto político, como en Francia en 1981, se producían fracturas en el movimiento feminista.

En España, esa tolerancia a las vidas lesbianas (que no a las conciencias lesbianas) dentro del movimiento feminista, llevó a algunas lesbianas feministas a rechazar el tutelaje “maternalista”, organizarse primero en estructura no mixta, y posteriormente a tejer alianzas con el movimiento gai.

En este sentido, la Federación Estatal de Gais y Lesbianas (FEGL) fundada en 1992 por el lesbofeminista Comité Reivindicativo y Cultural de Lesbianas (Crecul), el Colectivo Gai de Madrid (COGAM) y la Agrupación Gay de Madrid (AGAMA), contemplaban en sus estatutos fundacionales dos presidencias, una para cada sexo, responsabilidades para las cuales fueron elegidas Elena de León Criado, presidenta de Crecul, y Miguel Ángel Sánchez Rodríguez, portavoz de COGAM.

Desde entonces, las mujeres lesbianas han tenido un protagonismo importante en el devenir de la Federación Estatal como lesbianas feministas, con Mili Hernández, Beatriz Gimeno, Boti García y Uge Sangil.

Esto ha producido un cierto abismo entre las lesbianas feministas por un lado y el movimiento feminista, por otro, especialmente en relación a las feministas lesbianas.

No es extraño que la investigación del Grupo “Igualdad y Género” de la Universidad de La Rioja, basada en entrevistas a 41 lesbianas entre 2014 y 2018, recogiese el reproche del lesbianismo feminista al detectarse que “la mayoría de lesbianas han defendido las reivindicaciones feministas, pero no siempre sus reivindicaciones han sido prioritarias para el movimiento feminista.”

Podríamos hipotetizar el por qué las feministas lesbianas han renunciado a ser sujetos políticos lésbicos en el seno del movimiento feminista a cambio de poder tener vidas lesbianas (¿tal vez debido a procesos de lesbofobia interiorizada?) pero ello escapa de nuestro objetivo.

En todo caso, sorprende ahora que en el seno del movimiento feminista, las feministas lesbianas se vean impelidas a reivindicarse como lesbianas, aunque de forma tan extemporánea como forzada.

Una muestra la tenemos en el artículo de Victoria Sendón de León, una de las lideresas feministas españolas y encarnación de la feminista lesbiana, titulado “Ser Lesbianas” y publicado en la web Tribuna Feminista. En el mismo, Sendón de León comienza con el siguiente párrafo:

Después de tantos años de militancia feminista sin haber reparado en la necesidad de reivindicar el lesbianismo dentro del Movimiento para darle la importancia que requiere, hoy se me ha metido entre ceja y ceja que es el momento de traerlo como presencia.

¿Acaso nos encontramos ante la reivindicación del sujeto político lésbico de una feminista lesbiana que ha podido tener una vida lesbiana dentro del movimiento feminista, pero que públicamente vivía en el armario lésbico?

No. Todo lo contrario. El su artículo Sendón de León trata de mantener el discurso transfóbico surgido en España durante la tramitación de la Ley Trans, atacando a Witing y Butler, para terminar de una forma realmente chusca, impropia del nivel académico e intelectual que se le presupone, al afirmar

…se me ocurre que las feministas deberíamos declararnos todas lesbianas, como mujeres que aman a las mujeres, y mataríamos varios pájaros de un tiro…

Lo único bueno de este artículo es que reconoce explícitamente algo que una parte del feminismo y muchas de las feministas lesbianas se han negado hasta ahora: que la teoría Queer es hija, deseada o no, del feminismo, y no una estrategia de gais y mujeres trans, en alianza perversa con el neoliberalismo, para ocupar el liderazgo del movimiento feminista, y borrar a las mujeres.

Si no es para reconocer la necesidad de un sujeto político lésbico en el seno del movimiento feminista, ¿cual es el objetivo de Seldón de León con este artículo?

En su feroz ataque a los hombres homosexuales y bisexuales, y a las mujeres trans, (tan feroz que ha terminado por orillar dialécticamente como enemigo al patriarcado) el feminismo transexcluyente se ha encontrado con un obstáculo que no había pensado: la alianza de las lesbianas feministas con los hombres gais y las mujeres trans.

Por eso, la parte del feminismo que articula el discurso transexcluyente, se ha visto en la necesidad de “exigir” a sus feministas lesbianas a que salgan del armario lésbico, pero no para que las feministas lesbianas se reivindiquen como sujetos políticos lésbicos y asuman un papel de lesbianas feministas, sino para intentar cuestionar primero, y quebrar después, la alianza histórica en España entre las lesbianas feministas con el movimiento homosexual masculino y el movimiento trans.

En la misma estrategia se encuentran las declaraciones de Amelia Valcárcel, otra de las lideresas del feminismo patrio, en la tristemente famosa Escuela Feminista de Gijón de 2022, cuando afirmó en relación a la Ley Trans:

«La T se está comiendo a la L, a la G y a todo lo que lleva alrededor y no creo que sea eso lo que se pretende»

Sorprende su preocupación por los gais, cuando un año antes consideraba que los homosexuales varones de Afganistán no estaba en peligro porque está normalizada como “en la Grecia clásica”, obviando datos objetivos de Amnistía Internacional que denunciaba que

En Afganistán, la población LGBTI siguió sufriendo violaciones graves de derechos humanos perpetradas por los talibanes, incluidas amenazas, ataques selectivos, agresiones sexuales, detenciones arbitrarias y otras. Muchas personas LGBTI seguían temiendo la vuelta de prácticas discriminatorias aplicadas por los talibanes en el pasado, entre las que figuraba históricamente la pena de muerte para las personas sospechosas de mantener relaciones homosexuales, y permanecían ocultas, temiendo por su vida.

Una opinión, la de Valcárcel, impregnada de un tufillo de violenta indiferencia patriarcal hacia los excluidos, que indignó a la mayor parte del activismo LGTBIQ.

Que el artículo de Sendón de León y las declaraciones de Valcárcel es parte de una estrategia más amplia, lo encontramos en el ataque que sufrió el pasado 26 de abril la sede de la asociación andaluza DeFrente LGTBI, una entidad mixta donde las mujeres lesbianas feministas tienen un protagonismo absoluto.

En ese ataque se empapeló la fachada con carteles anónimos, uno de los cuales decía:

Día de la Visibilidad Lésbica
¿Quiénes son los protagonistas en el movimiento LGBTQ+?
Los hombres.
Amiga, tu sitio no está aquí.
Está en el feminismo.

Esa misma mañana, aparecieron unos carteles similares en la Alameda de Hércules, entre ellos uno que afirmaba:

Día de la Visibilidad Lésbica
¿Que hace el movimiento LGTBQ+ por las lesbianas?
Invisibilizarlas.
Amiga, tu sitio no está aquí.
Está en el feminismo.

Un discurso que rezuma “maternalismo” y dirigismo (ni siquiera se les ocurrió cambar ese “tu sitio” por “nuestro sitio”) desde una heterosexualidad supremacista realmente carca.

Pero esta estrategia de cierto feminismo de utilizar a las feministas lesbianas como ariete contra las personas trans y los hombres homosexuales no es nueva, ni siquiera propia del movimiento feminista transexcluyente español. Debemos recordar que en diciembre de 2018, siete mujeres de medios de comunicación lésbicos, como las editoras de DIVA, Linta Riley y Carrie Lyell; Riese Bernard, jefa de redacción de AUTOESTRADDLE; la editora de CURVE, Merryn Johsn; Silke Bader, editora de CURVE y LOTL; la editora en jefe de la revista TAGG, Eboné F. Bell; y Florence Gagnon, fundadora de LEZ SPREAD THE WORD, se vieron obligadas a publicar una carta de condena de los ataques a las personas trans por parte de otros medios de comunicación que se presentaban como lésbicos:

“Condenamos enérgicamente a los escritores y editores que buscan fomentar la división y el odio dentro de la comunidad LGBTQI con contenido trans-misógino, y que creen que ‘lesbiana’ es una identidad que solo ellos deben definir. Condenamos a las empresas de medios de propiedad masculina que se benefician del tráfico generado por estas controversias. También condenamos enérgicamente la narrativa actual de algunas feministas, que pintan a las personas trans como agresoras y agresores, una que refuerza la transfobia y que debe ser desafiada para que el feminismo pueda avanzar. Estamos realmente preocupados por el mensaje que estas llamadas publicaciones lesbianas están enviando a las mujeres trans. Cuanto antes dejemos de centrarnos en lo que nos divide y, en cambio, nos centremos en nuestros puntos en común, seremos más fuertes para enfrentarnos a las otras injusticias que se nos imponen. No estaremos divididas».

Reforzar la alianza estrategia entre lesbianas y gais.

Lejos de ir a menos, considero que una parte del feminismo, cómoda con los postulados transexcluyentes, integrado por un número significativo de feministas lesbianas entre sus máximas responsables (pero que siguen en el armario lésbico), van a redoblar sus esfuerzo por sembrar la cizaña entre lesbianas y gais, fundamentalmente, como estrategia para debilitar la fortaleza mostrada hasta ahora por el activismo LGTBIQ en defensa de las personas trans, sus demandas históricas, y sus exigencias legales.

Por ello, defiendo que es fundamental que desde el activismo lésbico y gai sigamos reforzando nuestra alianza, no contra nadie, sino en defensa del sujeto político homosexual (gai y lésbico) que es compatible con el programa histórico del feminismo.

Pero esa alianza no debe sustentarse desde posiciones bien intencionadas, sino que requiere un debate honesto entre iguales, que analice las preocupaciones de ambos activismo que coinciden en muchos temas de la agenda LGTBIQ, pero que también incluye divergencias que deben abordarse antes que sirvan de caballo de troya del feminismo transexcluyente e incluso del movimiento ultraconservador.

Además, desde el activismo gai debemos, lejos de cualquier “paternalismo”, favorecer los liderazgos lésbicos, promover la reflexión feminista dentro de los distintos planos gais, e incorporar e interiorizar las demandas lésbicas como parte consustancial de nuestro proyecto emancipatorio.

En este sentido, coincido con Beatriz Gimeno, cuando afirmaba en 1999 que “los gays (sic) tienen que hacerse conscientes de que las lesbianas tenemos nuestros propios asuntos internos que debatir, nuestras propias reivindicaciones que hacer; todavía tenemos que plantearnos qué imagen es la que queremos ofrecer al exterior y cómo manejarla y en qué condiciones; tenemos que trabajar para superar la tan mentada invisibilidad, tenemos que aprender a movernos por los vericuetos administrativos que nos son generalmente tan hostiles; tenemos que discutir entre nosotras qué temas son prioritarios para nosotras y cuáles son secundarios. Pero sobre todo, para poder ser lesbianas en igualdad, tenemos que combatir las desigualdades que como mujeres, condicionan nuestra vida entera y que como lesbianas inciden especialmente sobre nosotras”.

Hay que hablar de Chemsex

Pablo Morterero (@pabloMorterero)

 

Ante el anuncio de una charla titulada “Chemsex: algo más que sexo y drogas” organizada por ONG Stop y Adriano Antinoo para el próximo 9 de marzo en Sevilla, un usuario de Instagram expresó lo siguiente:

Pienso que este tipo de charlas lo que hacen es estigmatizar al colectivo, creo que cuando ponéis # tendríais que poner #hetero, x que??? Pues porque el #chemsex los heteros también lo practican … Dejemos de estigmatizar al colectivo lgtb.

Cuando en el seno de la asociación Adriano Antinoo hemos hablado del chemsex hemos sido conscientes de lo “delicado” del tema, y como la unión de sexo gay y drogas puede generar un sin fin de reacciones negativas: desde servir de argumentos a grupos homófobos hasta que los usuarios de esta fórmula de ocio se sientan juzgados y discriminados.

Personalmente no tengo un juicio moral sobre el chemsex. Las personas somos seres sexuales, y a través del sexo no solo aseguramos la continuidad de la especie sino que obtenemos placer más allá de lo puramente sexual. Y que cualquier práctica libremente consensuada entre adultos, nos atraiga más o menos (o nada), merece todo nuestro respeto.

Pero ¿de qué se trata cuando hablamos de chemsex?

Según la definición de David Stuart, el fundador de la clínica de salud sexual para hombres gais de Londres, “55 Dean Street”, Chemsex es el uso de cualquier combinación de medicamentos, incluyendo cristal metanfetamina, mefedrona (y otras catenonas) y/o GHB/GBL, exclusivamente con la finalidad de tener sexo gay.

Es decir, nuestro usuario de Instagram yerra al opinar que los heteros también practica la chemsex, ya que un requisito para su definición es que se trate de sexo entre hombres.

Pero es que además, como escribe con mucho humor el psicólogo, escritor y activista Gabriel J. Martín en su obra “Gay Sex”, si estás follando con tres gintonics encima, una raya de coca y compartís un porro, eso no es chemsex, eso es una “fiesta de toda la vida” en la que acabáis echando un polvo.

Estas drogas, además. continúa diciendo Martín, no se consumen en cualquier sitio sino en espacios privados a los que acuden otros hombres gais y en los que se oye música, los llamados “chills”. La forma de contactar, al menos inicialmente, suele ser a través de apps de cruising aunque, cuando ya os conocéis, puedes estar en un grupo de Whatsapp donde te vayan informando de los próximos encuentros.

Chemsex y chills son, por lo tanto, formas distintas de conocer a gente, consumir drogas con fines recreativos y tener sexo en grupo.

Pero es cierto que según se va extendiendo este tipo de prácticas, vamos descubriendo efectos colaterales no deseados. Como afirma Jorge Garrido, director de Apoyo Positivo, lo que hay debajo [del chemsex] es un fenómeno estructural que viene derivado de cómo se ha configurado nuestro modelo de ocio y que está, además, muy relacionado con aspectos emocionales como la soledad.

No se trata de estigmatizar al colectivo lgtbi (bueno, solo al colectivo de hombres que tienen sexo con hombres), pero usuarios de las chemsex terminan buscando ayuda, pero no con un problema de drogas o un problema de «adicción»; en su mayoría buscan solución a las consecuencias para la salud sexual de su uso de las drogas […] para estos hombres, no es un problema de drogas, sino un problema de sexo gay.

Y la respuesta que da el terapeuta británico es que la mejor manera de reducir los daños de chemsex es desarrollar una comprensión sólida de cómo queremos que sea nuestra vida sexual y romántica, tener algunas metas y límites en torno a ello, y tener la capacidad de concienciación y de comunicación para alcanzar estas metas/proteger esos límites.

Por eso es tan importante la afirmación de Gabriel J. Martín: Cuando la sexualidad viene a cubrir vacíos de tu vida (al estilo de la bulimia, siguiendo nuestra analogía con la “buena relación con la alimentación”), no hay droga suficiente para tapar ese hueco porque, mientras sigas con la herida abierta o con la carencia sin satisfacer, todo lo que hagas para enmascarar vacíos, ausencias o daños, no servirá más que para crearte nuevos problemas. Por eso, la primera consideración que deberíamos hacer sobre el chemsex es “-¿Estoy enmascarando algo con este consumo?

Es decir, el problema del chemsex no proviene de su uso, sino de las razones que nos llevan a ello, en un ciclo definido como soledad y vacío, búsqueda de conexión, conexión sexual, conexión por medio del chemsex, problemas con el chemsex y impacto grave en la salud.

Por eso es tan importante hablar del chemsex, a despecho de que sea utilizado por los homófobos para reafirmar sus ataques, y de provoque el enfado de los hombres que tienen sexo con hombres al sentirse señalados. Porque solo hablando, debatiendo y sabiendo sobre el chemsex podemos conseguir que una forma más de ocio no se convierta en una trampa mortal para los nuestros. 

Los largos tentáculos de la represión de las disidencias sexuales

Pablo Morterero (@pabloMorterero)

 

Candela García fue detenida y encarcelada en Barcelona en los años sesenta por realizar “ademanes de homosexualidad”. Cuando presentó su solicitud para acogerse a los beneficios previstos para las víctimas de la Ley de Vagos y Maleantes y de Peligrosidad y Rehabilitación Social, aprobados durante el gobierno de Rodríguez Zapatero, vio como se la rechazaban, ya que a ella no se le aplicó la Ley de Vagos, vigente en ese momento, sino el artículo de escándalo público previsto en el Código Penal. A pesar de ser detenida y torturada por homosexualidad, a ojos de la legislación actual, no fue víctima del franquismo.

Uno de los errores que hemos cometido desde el activismo LGTBI ha sido no comprender que la represión de las disidencias sexuales (en el pasado y en el presente) tiene un componente sistémico, más allá de tal o cual circunstancia. Y esto viene ocurriendo tanto en las investigaciones históricas sobre la represión durante el franquismo como en las estrategias destinadas a superar muchos de los obstáculos a los que nos enfrentamos.

Cuando estudiamos la represión franquista de las personas homosexuales (gais y lesbianas), bisexuales, trans e intersex, solemos fijarnos en determinadas leyes, como la de Vagos y Maleantes y su sucesora, la de Peligrosidad y Rehabilitación Social. Esta mirada reduccionista nos ha llevado a no observar otras vías por la que el régimen de la Dictadura perseguía la homosexualidad y la transexualidad, como determinados artículos del Código Penal (como el de escándalo público o la diferencia de edad de consentimiento para relaciones homosexuales y heterosexuales) e incluso las actuaciones de los Tribunales de Honor. Pero aun teniendo en cuenta estas normas, seguiremos sin comprender la dimensión real de la persecución.

Y es que debemos partir del hecho (no privativo de la dictadura franquista) del carácter cisendoheteronormativo del sistema que automáticamente expulsaba a las márgenes todas aquellas realidades y comportamientos que no se ajustan a la norma.

Es decir, que la represión franquista no se puede explicar exclusivamente a través de las leyes sino del complejo proceso legal y social (médico, educativo, laboral, deportivo, etc.) que hacía que las personas homosexuales, bisexuales, trans e intersex sufrieran la exclusión, la persecución y, por último, la represión, ya fuese física (terapias y mutilaciones), social (sistema educativo, sanitario, laboral, religioso, etc.) o penal (encarcelamiento, destierros, etc.)

Y esta mirada sistémica debemos extenderla al presente. Cuando en los 70 se luchó por la derogación de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, nadie parecía darse cuenta que en los 80 sería el artículo de escándalo público el que nos persiguiera. Cuando se luchó, y consiguió, modificar el Código Civil para permitir el matrimonio igualitario de forma que se evitara cualquier aplicación discriminatoria, no nos imaginábamos que, a la hora de registrar conjuntamente a un bebé por parte de las parejas de hecho de mujeres, se les exigiese estar casadas, requisito no exigible a las parejas de hecho integradas por un hombre y una mujer. O que cuando una mujer o una pareja de un hombre y una mujer van al registro civil consular para registrar a un bebé, nadie pregunta si han sido progenitores por gestación por subrogación, cosa que sí se exige a un hombre solo o a una pareja de hombres.

Debemos aceptar que, tanto ayer como hoy, cualquier interpretación de las normas legales y sociales se hará desde una perspectiva cisendoheteronormativa, que nuestra orientación, nuestra identidad o nuestra corporalidad será analizada y valorada dentro de lo correcto/incorrecto, lo deseable/indeseable, y lo beneficioso/perjudicial. Es decir, no se nos enjuiciará por lo que hacemos, sino por lo que somos.

Por eso no deja de sorprender la convicción de aquellas personas LGTBI que sostienen que ellas no han sufrido ninguna discriminación por su orientación, su identidad o su corporalidad.

Pero nada más lejos de mi intención el promover desde el activismo cualquier tipo de victimismo. Como pedía Séneca a Helvia, no deseemos para nosotros el más despreciable de los méritos, el parecer los más desgraciados.

Pero sí asumir el carácter sistémico de la represión y la discriminación, saber que cuando investigamos el pasado, o luchamos contra una norma, ya sea social o legal, nos enfrentamos solo a uno de los muchos tentáculos de la cisendoheteronormatividad, cuya denuncia y superación debe ser el objetivo final de nuestra lucha.

 

¿Estará dispuesto Casado a derogar el matrimonio igualitario para ser presidente con el apoyo de Vox?

Pablo Morterero (@pabloMorterero)

 

En España, centenares de miles de personas LGTBI estamos expectantes a la reacción de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ante la anunciada presentación de una propuesta de Ley en la Asamblea de Madrid, por parte de Vox, para derogar las leyes autonómicas LGTBI y trans.

Vox nunca ha ocultado que una parte fundamental de su proyecto radical es acabar con algunos derechos humanos que hemos conseguido en los últimos años, no solo en el campo de la orientación y la identidad sino también en el campo del género. Por eso, no ha sido una sorpresa el anuncio de la formación radical de ultraderecha, pero sí ha generado preocupación el momento y el lugar anunciado para presentar la propuesta de Ley.

La presidenta de la Comunidad de Madrid nunca ha ocultado sentirse cómoda con muchos de los postulados de la formación radical, y ha hecho continuos guiños a su electorado para conseguir una mayoría suficiente para gobernar. Escorarse tanto a la ultraderecha, ha hecho que la única opción parlamentaria del gobierno de Díaz Ayuso para sacar adelante las leyes en la Asamblea de Madrid sea el concurso de la formación radical de ultraderecha. Hace unos días se formalizó el pacto para los Presupuestos de la Comunidad para 2022, y justamente después, Vox anunció la presentación de la propuesta de Ley.

La deriva de la gran formación política de centro-derecha española hacia una posición radical de ultraderechas es preocupante. Porque cada vez más, se verá condicionada por la formación radical ultraconservadora, que además necesita diferenciar su discurso político respecto a un PP escorado hacia la ultraderecha, radicalizándolo.

Si la señora Diaz Ayuso acepta el envite, y acepta derogar o modificar las leyes trans y LGTBI, no solo salen perjudicadas las personas LGTBI madrileñas y sus familias, sino las de todo el país. Porque fortalecidos por el éxito, el siguiente objetivo serán las leyes del resto de Comunidades Autónomas, y el premio “gordo”: el matrimonio igualitario.

No podemos olvidar que el PP no solo se opuso al matrimonio igualitario en las Cortes Generales si no que también presentó un recurso de inconstitucionalidad, finalmente rechazado por el Alto Tribunal. Y es que la derecha española nunca se ha sentido cómoda con extender la institución matrimonial a las parejas de dos personas del mismo sexo. Porque enfrenta el espíritu liberal existente en la formación de centro derecha, con el neoconservador que ido ganando posiciones en las últimas décadas.

Cada pacto que firma el PP con Vox, es un eslabón más de la cadena que ata a la formación de centro-derecha al programa radical ultraconservador. Tras gobernar comunidades autónomas como Andalucía, Castilla-León, Madrid o Murcia, y decenas de ayuntamiento, en las próximas elecciones generales, donde presumiblemente el candidato “popular” sería Pablo Casado, cualquier posibilidad para gobernar en minoría pasará inevitablemente por un pacto con el partido de Santiago Abascal.

Y ya sabemos cual será una de las “piezas” que querrá cobrarse el lobby político ultraconservador radical: el matrimonio igualitario. ¿Será capaz Casado de renunciar a gobernar y facilitar un gobierno de centro-izquierda, por no “sacrificar” el matrimonio igualitario?

Por eso es tan importante el éxito de la movilización del próximo 15 de diciembre en diferentes partes de España contra la anunciada petición de derogación de las leyes madrileñas trans y LGTBI. Solo si el PP asume que ceder y sacrificar derechos de las personas LGTBI y sus familias en el altar de la gobernabilidad con Vox supone la pérdida de una parte importante de su electorado más liberal, podemos asegurar que una posible mayoría de centro-derecha en las próximas Cortes Generales no suponga el fin del matrimonio igualitario.

Porque si no, lo que nos queda es rezar. Para aquellos que tengan fe, naturalmente.

 

Noviembre de 2021, el mes más “queer” de Sevilla.

Pablo Morterero (@pabloMorterero)

 

Ahora que finaliza noviembre, podemos considerar que, a nivel LGTBI, ha sido uno de los meses más brillantes que recordamos.
Festivales de cine, exposiciones, presentaciones de libros, etc. han confluido este otoño, fuera de junio, considerado mes el de la diversidad por antonomasia.

Comenzó con una de las mejores ediciones del Festival de Cine Europeo de Sevilla, que este año cumplía su 18 edición.

Una cinta de temática homosexual se alzó con el Giraldillo de Oro. Nos referimos a la cinta Great Freedom, del austriaco Sebastian Meise, el cual narra la insólita historia de amor de un preso encarcelado homosexual por el artículo 175 del Código Penal alemán, y que sirve para denunciar la persecución a los hombres gais y bisexuales en las Alemanias. Además, el protagonista, Franz Rogwski, fue elegido como el Mejor actor del Festival.

Además, la cinta danesa de animación Flee, que dibuja con su sincera paleta de colores animados un rayo de luz y esperanza sobre la oscura existencia de los gais en Afganistán, consiguió el VIII Premio Ocaña a la mejor película de temática LGTBI, concedido por la entidad Cultura con Orgullo.

Y en cuanto a cine, noviembre finaliza con la 13 edición de LaPECCA, Pequeño Certamen de Cine de Ambiente, en el Teatro Alameda. A este Festival, gestionado por la entidad DeFrente LGTBI, se han presentado un total de 121 cortos de temática LGTBI, de 16 países de Europa, Asia y América, lo que le convierte en uno de los más relevantes en su género del continente europeo.

En el campo del teatro, del 18 al 29 de noviembre, disfrutamos del Festival Internacional de Artes Escénicas de Sevilla – feSt 2021, en el que se incluyeron dos obras de clara temática LGTBI, como fueron ¡Ave, osos! de la compañía vasca El Mono Habitado, en la Sala Cero, y Demasiada libertad sexual os convertirá en terroristas con un genial Piermario Salerno, en el Teatro Viento Sur.

También a lo largo del mes de noviembre (y hasta el 28 de febrero de 2022) pudimos disfrutar de la fantástica retrospectiva que el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo ha dedicado este otoño al sevillano Nazario, uno de los tres autores de comic gay más importante, junto a Tom of Finland y Ralf Koening, y que estará expuesta en el Monasterio de Santa María de las Cuevas hasta el 28 de febrero de 2022. Autor underground, su Anarcoma ha pasado a la historia del cómic como uno de los personajes más sorprendente y audaces de su época.

En el corazón de la Alameda, durante el mes de noviembre (y que permanecerá hasta el 12 de diciembre) pudimos visitar Diferentes, la primera exposición celebrada en España sobre la historia de la cultura queer (LGTBIQ+) española de las últimas cinco décadas, desde la clausura del Pasaje Begoña (Torremolinos, Málaga) en 1971 hasta 2021.Una propuesta a medio camino entre la gran instalación y la exposición que reúne alrededor de 1.500 objetos que hablan sobre lo queer procedentes de la literatura, la música, el cine, el teatro, la danza, la moda, los medios de comunicación, las artes plásticas y el cómic.

También este mes de noviembre se ha incorporado el Espacio LGTBI #Relator6 (gestionado por las entidades Adriano Antinoo y RETOS Municipios Orgullosos) a la vida cultural de la ciudad, con la micro-exposición Under the Influence of Artemisia Gentileschi – Arte contra las violencias de género de Víctor Gracia, con ocasión del 25 de Noviembre, Día de lucha contra las violencias machistas. Una fotografía que revisa la conocida obra barroca Susana y los viejos de la pintora italiana, y que sirve al autor para reflexionar sobre las violencias machistas, y para denunciar que cientos de mujeres artistas fueron ocultadas por la historia oficial del arte, lo que supone una violencia laboral.

Y no hay que olvidar las letras, con la presentación por parte de Nazario de la tercera parte de su auto-biografía Un pacto con el placer, dentro del ciclo Diálogos.com de Adriano Antinoo, en el Espacio Santa Clara el día 5 de noviembre, y del último libro del terapeuta, escritor y activista Gabriel J Martín titulado Gaynteligencia emocional, el 19 de noviembre, de la última obra en el Espacio Caotica.

Por último, en materia de Memoria Histórica, pudimos conocer más afondo la persecución de homosexuales (gais y lesbianas), bisexuales y trans por parte de la dictadura franquista durante las jornadas promovida por la Oficina de Memoria Histórica del Ayuntamiento de Sevilla los días 17 y 18 de noviembre, en el Palacio Marqueses de la Algaba.

Lo dicho. Es difícil recordar un mes tan intenso de propuestas LGTBI, fuera del tradicional mes de la Diversidad, desde ámbitos tan diversos de la iniciativa pública (Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Sevilla) como privada (asociaciones y empresas), que nos muestra una ciudad con músculo y con una clara apuesta por la diversidad, también de la orientación, la identidad y la corporalidad.