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A mí también por maricón

Por Ander Prol González(@AnderProlGlez) marika, periodista y sexólogo

 

Impotencia, rabia, angustia, tristeza… sobre todo eso, tristeza y frustración. ¿Qué hacemos? ¿Qué hago? Mañana podría ser cualquiera y no podemos permitirlo. Esta semana, en las multitudinarias manifestaciones pidiendo justicia para Samuel y denunciando las agresiones y crímenes homófobos, se ha hecho viral una pancarta que decía lo siguiente «lo que te gritan antes de matarte importa». Y así es.

Todos los miedos que tenemos los maricones desde que nos tildan por primera vez con esa palabra han vuelto a mí de una estacada. Tal es así, que los meses de terapia para combatir toda la homofobia que he vivido en mi día a día, por un momento, parecieron no servir de nada. Pero esta semana no he estado solo. Esta semana ciudades y pueblos se han llenado y, gracias a iniciativas como las de @christocasas, muchas también habéis llenado las redes de ataques homófobos que habéis sufrido. Y creo que, aunque sea doloroso, es reparador y necesario hacer este ejercicio que desde el feminismo llevan años haciendo.

Así, en un acto de empatía y desahogo creo que es un buen momento para relatar toda la homofobia que he sufrido en mis carnes. Por el yo sí te creo, por poner el grito en el cielo pero, sobre todo, porque las personas cisheterosexuales comprendáis que tenéis mucho que hacer si de verdad os consideráis aliades.

Comencemos por el principio. Educación primaria. Ya he hablado de la primera vez que oí el maricón. No me acuerdo exactamente del contexto, pero sí de las consecuencias. Mi cuerpo, mi yo más niño supo entender el por qué se me llamaba esto. No conocía el significado de la palabra, pero sabía que no era bueno. Esto es algo por lo que casi todas hemos pasado y las consecuencias son parecidas. Restringes los movimientos de tu cuerpo, el tono de voz, la manera de caminar, correr, saltar… Se trata de un autocontrol terrible del que a día de hoy incluso me cuesta desprenderme.

Afortunadamente, por decirlo de alguna manera, mi padre era el entrenador de futbol de todos mis compañeros de clase, por lo que, aunque no fuera por respeto a mí, sino a mi padre, fue de las pocas veces que escuché que me lo llamaran. Esto, en comparación con otros compañeros fue un alivio porque como todos sabemos siempre tiene que haber un maricón en la clase. En este punto, aunque se que no es necesario, me gustaría volver a agradecer a mi padre y a mi madre haberlos tenido de aliades reales creando un entorno totalmente seguro en el hogar.

La secundaria fue (como para cualquiera) algo más salvaje. Recuerdo que en primero de la ESO fue la primera vez que empecé a sentir deseo y atracción consciente hacia otras personas, hacia otros hombres. El miedo de la primera vez que escuché ese primer maricón volvió a mí, porque ya sabía lo que significaba. Mi reacción fue empezar a afirmar, como los demás chicos de clase, que me gustaba una chica, empecé a barnizar el armario en el que me encerraron cuando solo era un niño. Lógicamente esa chica era de mi grupo de amigas, y digo amigas porque realmente quienes han estado siempre ahí son ellas, no ellos. Gracias a todas ellas por, aun sospechando, no sabiendo o estando confundidas, estar, simplemente eso, estar. Pero no puedo olvidar todo el dolor experimentado en mi desarrollo sexual adolescente. Mientras en clase se hablaba de masturbaciones conjuntas, pornografía heterosexual o las primeras relaciones sexuales, yo me limitaba a llorar cada vez que me masturbaba porque a la cabeza solo me venían hombres.

Aun así, conseguí en los siguientes años engañarme con ser bisexual (afirmo esto como algo personal, se que algunas situaciones que describo son similares entre las personas del colectivo, pero la bisexualidad no es una fase). Esta idea hizo que pudiera desarrollar mi deseo real en la intimidad, sin sentirme culpable por ello y, a su vez continuar pareciendo heterosexual para la sociedad. Estamos hablando de cuando tenía unos 13 o 14 años y mi sueño era ocultar mi supuesta bisexualidad escogiendo solo enrollarme con mujeres.

Por fin en primero de bachiller, con 16 años, conseguí salir del armario, del primero de tantos. La familia y los amigos fueron un entorno seguro para mí en el que me sentí con el confort suficiente para decirles quién era de verdad. Decidí que jamás volvería a esconderme por lo que la noticia se extendió rápido, y más en un pueblo de 16.000 habitantes. Así llegaron los primeros comentarios: “Pues si es gay de verdad a mí que no me hable”; “buáh, estaba claro”; “a ver que nosotros da igual que hagamos comentarios sobre él, si alguna vez tiene problemas somos los primeros que le vamos a defender”.

Gracias a mi carácter y mi aspecto más o menos normativo empecé a ligar con chicos en los entornos en los que salíamos de fiesta, no puedo decir que lo tuviera “difícil”. Pero eso me hacía muy visible en un entorno festivo muy heterosexualizado y un día, volviendo en tren de ese pueblo mientras hablaba con dos conocidas sufrí uno de los peores momentos de mi vida que me ha tocado vivir por maricón.

Un conocido de mi pueblo entró con una piedra de consideradas dimensiones en la mano por la puerta que conectaba el vagón contiguo al vagón en el que nos encontrábamos. En cuanto me vio, se puso entre las conocidas con las que estaba y yo, y empezó el interrogatorio: “Hombre, ¿qué tal? ¿Cómo va todo? – mi mirada solo podía fijarse en la piedra – Tranquilo que esta piedra no es para ti, es para otro maricón, porque tú eres maricón ¿verdad? ¿Te gusta comer pollas? ¿Te gusta que te den por culo?

Mis amigas empezaron a decirle que me dejara en paz, pero las silenció de un plumazo. Quiero creer que por suerte, al fin llegamos al siguiente apeadero donde íbamos a bajarnos para seguir de fiesta y rápidamente note un tirón de mis compañeras del brazo y salimos del vagón. Él no se bajó ahí. Yo estaba congelado, no podía ni hablar y en un abrir y cerrar de ojos, antes de que el tren abandonara la estación, la roca salió disparada por una de las ventanas seguida de varios escupitajos. Al final, la pedrada sí que fue para este maricón. Me sentí sucio, culpable, la pedrada me dejó sin respiración y unido al ataque de ansiedad que me dio solo pude sentarme inundado en un llanto. Las conocidas con las que estaba me consolaron y me acompañaron donde mi cuadrilla. Gracias a todas, de verdad, en ese momento fuisteis mi sanación.

Es lo más fuerte que me ha pasado nunca y lo peor es que me alegro, visto lo visto me alegro de que solo fuera eso. A día de hoy podría mencionar la infinidad de veces que, sobre todo en un contesto festivo, mis amigas se han visto obligadas a defenderme ante ataques verbales. El que se me acercó al oído solo para gritarme “maricón”; los que se peleaban al grito de maricón en una estación como máximo insulto; el grupo del que nos tuvo que proteger a una amiga y a mí el portero de una discoteca de Madrid por pedirles que no hablasen de la manera en la que lo estaban haciendo de las mujeres…

Con las parejas ha sido parecido, sobre todo con las muestras de afecto públicas. Todavía siento las miradas hacía nuestras manos entrelazadas o cuando nos gritaron desde un colegio de primaria «maricones» estando simplemente sentados en un banco del parque frente al edificio.

Y esto con las que se han encontrado en el mismo momento de seguridad que yo para mostrar afecto en público. Porque si antes he hablado de cuando salí del armario por primera vez es porque en diciembre de este año volví salir del armario, también con mi familia y con mis amigos. Salí del armario con mi actual pareja, con la que llevo años; tiempo que se nos ha arrebatado y que nadie nos va a devolver.

Y digo arrebatado porque si alguno de los dos ha sentido inseguridad o miedo para contarlo ha sido porque así nos lo han enseñado. Porque nos llaman maricones antes de que sepamos que lo somos; porque nos hacen ver que ser maricón está mal; porque nos insultan, pegan y asesinan y, sobre todo, porque nos enseñan que debemos merecer ese odio y encima pretenden que nos sintamos culpables.

Ahora mismo siento desahogo, la frustración y la rabia continúan, la impotencia no tanto. Este ejercicio ha sido una mínima muestra de la homofobia que sufrimos desde parte del colectivo, algunas de las agresiones seguramente serán personales, a otres os sonaran algunas de ellas e incluso las habréis sufrido en vuestras carnes. No estoy seguro de qué tiempos vienen, ni de cómo debemos prepararnos para toda esta ola de violencia que vuelve a no tener vergüenza y cada vez es más explícita. Solo deciros que os organicéis, creéis redes, os defendáis y os cuidéis mucho maricones. Y como dijo Yessenia Zamudio en las protestas por los feminicidios en México: «la que quiera romper que rompa, y la que quiera quemar que queme, y la que no, que no nos estorbe».

Por las que no están, las que estamos y las que estarán.

 

LA DIVERSIDAD EN LAS AULAS

Francisco Navarro  (@imfranxu)

https://linktr.ee/Imfranxubooks

 

 

Por desgracia, la LGTBIfobia ha estado presente en la gran mayoría de los ámbitos de la vida de las personas LGTBIQ +, en la escuela, en el trabajo, en la familia… 

Y la misma, no considero que sea una fobia; no es nada más y nada menos que una reacción maquillada de intolerancia y odio hacia lo no-normativo; odio hacia lo que es contrario a lo que la sociedad tradicional y el estigma social nos implanta

La categoría que más me da que pensar es la que está presente en las aulas. 

Más del 60%  de los jóvenes que sufren Bullying en la escuela o en el instituto se debe a razones de orientación sexual o diversidad de género. Partiendo de aquí, existen muchos centros educativos en los que no existe un protocolo para estos casos, o no lo tienen en marcha. 

Personalmente en mi infancia tuve que enfrentarme a la homofobia en el instituto; Ya en el colegio me llamaban «maricón», cuando ni siquiera conocía el significado de aquella palabra. Hacían bromas molestas y ofensivas de manera continua y para mí era muy duro.

Conforme crecía, todo empeoraba un poco más, y las bromas se convertían en insultos, y los insultos en amenazas, y las amenazas pues, en agresiones físicas. Recibía vejaciones a diario, a la vista de directivos del centro que catalogaban sus actos como «cosas de críos» o como » una broma». 

Salir con miedo al patio, y seguir sintiéndolo camino a casa tras la salida. 

Me hicieron volverme frío, inseguro y asocial; perder las ganas de continuar con mi vida social y académica, y no querer salir de casa. 

Todo ello me hace pensar en varias cosas que se vienen a mi mente como si de un huracán se tratase. ¿Realmente esos niños eran tan crueles? ¿ De verdad esos profesores y profesoras consideraban las vejaciones una broma?. 

¿Cómo podría ser una broma algo que se ha cobrado la vida de muchos jóvenes que se han quitado la vida a causa de ello? Aquellas «bromas» como las llamaban y aquellos comentarios me hacían sentir vulnerable, que no era válido o que era un mero bicho raro diferente a los demás, un ser que no merecía el respeto de la multitud. Es triste que tres, cuatro o diez sinvergüenzas te hagan olvidar quién eres o cuál es el verdadero significado de la felicidad; que solo consigan que  te familiarices con el miedo y la vergüenza, o que te acostumbres a ver la impunidad de tus agresores a ojos de un equipo directivo de un centro educativo en el cuál no escuchan tu manifiesto y tu llamado de ayuda. 

Con el paso de los años pude darme cuenta de que no estaba tan solo, porque comencé a conocer gente de mi condición, gente «rara» que era como yo y me aceptaba tal y como soy. 

He intentando sacar algo bueno de tanto dolor, llegué a la conclusión de que ahora veía el mundo de otra manera, porque conocí la empatía, por las nuevas generaciones que estaban por venir y que por desgracia estaban expuestas a todo aquello. 

Me hizo ver que todos esos agresores solo eran títeres movidos por la desinformación y las ideas cognitivas de sus padres y madres. 

Que la raíz de todo mi dolor y el dolor de las personas pertenecientes al colectivo se solucionaba con algo tan sencillo como lo es la educación. A día de hoy sigo teniendo secuelas de todo aquello; me derivó en ansiedad y en agorafobia* ( es la fobia a los lugares públicos. En particular se trata de un trastorno de ansiedad ante espacios sin límites claros o situaciones en las cuales la amplitud del lugar impide al afectado poder escapar o incluso recibir ayuda en caso de un ataque de pánico) . Me sigo preguntando por qué a día de hoy no enseñan a estos niños y niñas que existen distintos tipos de orientación sexual y la gran diversidad que existe con respecto al género, y por qué no enseñaron a mis agresores que yo era igual que los demás y que los demás eran igual que yo. 

Nuestra infancia es uno de los pilares fundamentales en la construcción de nuestra personalidad, y tenemos que asegurarnos de que nuestras nuevas generaciones crecen en igualdad y rodeados de respeto ; en aulas en las que todos sean válidos. 

Todo aquello que sufrí me animó a seguir luchando, y a día de hoy, sigo en guerra por dar visibilidad en los centros educativos a estas problemáticas, para así evitar que otros y otras jóvenes sufran lo que yo sufrí. 

 

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El miedo que siente una madre de una chica (trans)

Por Marta Márquez (@marta_lakmeescritora y presidenta de Galehi, asociación de familias LGTBI y@ Violeta Herrero(@VioletaHerrero3), vocal de COGAM

Foto: istolethetv

Cuando se acerca el 25 de noviembre no puedo evitar pensar en todos los años de lucha que llevo en el activismo. Muchos años en la espalda tratando de conseguir derechos para el colectivo LGTBI. Sin embargo, la T se mantenía en un discreto segundo plano mientras que las personas LGB cis tratábamos de hacer valer nuestros derechos.

No fue hasta que esa misma T me golpeó en la cabeza cuando realmente fui consciente de que existe una realidad de la cual la mayoría no es consciente. Una personita muy cercana a mí me hizo ver que esa realidad llegaba pisando fuerte, al igual que ella, y que no se marcharían hasta salir de esa sombra y ponerse en primera línea. Junto a ella he aprendido la fuerza del ser humano por luchar por su propia identidad, la resiliencia y la madurez de saber que solo cada quien sabe quién es y que da exactamente igual lo que el mundo opine, seguirán siendo quienes son. Nuestra obligación es ponérselo más fácil, no más complicado.

La cuestión es que ese camino, tránsito o cómo se quiera llamar, en algún momento se vuelve espinoso, sobre todo cuando esas personitas salen de nuestra protección y pasan a ser del mundo. Sientes la responsabilidad de su bienestar como una losa encima de tu cabeza y te ves en la necesidad de tratar de conseguir un mundo mejor. Lamentablemente, existen quienes se llaman feministas y luchan por los derechos de las mujeres, con una salvedad: solo por los derechos de aquellas que ellas consideran dignas de tener el carnet de mujeres; dejando así desprotegidas a las mujeres trans. Lee el resto de la entrada »

Cuando Gabriel habla de sus dos padres, el activismo de los adultos toma nota

Por Juan Andrés Teno (@jateno_), periodista y activista LGTBI especializado en Diversidad Familiar

En la foto, Jesús Santos y Gabriel Santos acompañados de una coordinadora del Parlamento Europeo en sesión privada sobre familias homoparentales (Foto: Tomada de la página oficial de Jesús Santos Homobono).

 

A veces, sólo a veces, la opinión pública da un tirón de orejas a los activismos y le indica por donde redireccionar los mensajes. A veces la ciudadanía elige discursos singulares que han sido obviados por el asociacionismo y lanza una respuesta a los defensores de los derechos humanos. Porque, a veces, igual que la clase política se desconecta del pueblo y sus palabras no llegan, el activismo LGTBI sufre interferencias en sus campañas y el conjunto de la sociedad le advierte que es lo que despierta su conciencia social y que es lo que se pierde en los canales de comunicación.

Hace unos días Freeda difundía el vídeo de un adulto joven hablando de su familia y se viralizó superando las seis cifras en sus reproducciones.En una sociedad sobreexpuesta a la información y que es bombardeada desde todas las esquinas con discursos, consejos y publicidad, ocurre que algo es oído de verdad, que llega al entendimiento individual y se expande, que tiene éxito, que es escuchado, que se viraliza. Lee el resto de la entrada »

Menos es más en La Perra, la Cerda, la Zorra y la Loba (conversando con Luis Amavisca y Marta Sevilla)

Por Nieves Gascón, (@nigasniluznina), la cuentista de nuestro refugio

 

Antes de salir de casa cojo dos libros de la estantería. Son el primero y el último del escritor Luis Amavisca con el que he quedado en la editorial NubeOcho. Me acompaña Raquel, mi hija de dieciséis años, que accede a colaborar para hacer las fotos del encuentro.

Conozco a Luis como escritor desde hace tiempo. Uno de los álbumes ilustrados que comenté en mis comienzos como crítica literaria y cuentista de este Blog, fue La Princesa Li que compré en la librería Berkana recomendado por Mili Hernández.

Damos una vuelta a la manzana buscando el número de la calle y suena el teléfono. Es Luis que afortunadamente nos guía hasta el portal. Tras salir del ascensor caminamos por un pasillo y vemos el letrero de NubeOcho junto a una de las numerosas puertas. Nos abre Luis con ojos de cálida sonrisa tras la mascarilla. Nada de apretón de manos, ni besos, resulta extraño. Atravesamos una sala con estantes llenos de publicaciones. Me fijo en una imagen de portada de Clara Campoamor. El primer voto de la mujer, de Raquel Díaz Reguera. Entro en un lugar de relatos, magia, sueños editados y organizados en los numerosas estanterías que revisten las paredes. Veo a la portada de No tengas miedo cangrejita, de  Chris Haughton, enmarcada en un cuadro en la pared que queda a mi espalda tras sentarme frente a Luis, con una mesa escritorio de por medio. Debemos preservar la distancia social. Le indico que traigo dos libros para que me firme. Nos dedica a Raquel y a mí su último álbum La Perra, la Cerda, la Zorra y la Loba (NubeOcho, 2020). Luego La Princesa Li, pero por favor, le pido, esta dedicatoria solo para mí. Es su primer relato escrito en colaboración con la editorial Egales, en 2012, momento en el que Mili Hernández le anima a escribir y le comenta: tienes algo… algo especial escribiendo. Lee el resto de la entrada »

It Gets Better España lanza el concurso “Esperanza, amabilidad y amor”

La asociación promueve esta iniciativa, en colaboración con la Fundación Born This Way de Lady Gaga y Ediciones Camelot, para reconocer la labor de adolescentes y jóvenes en favor de la diversidad y la visibilidad del colectivo LGBTQI+

La asociación It Gets Better España organiza, en colaboración con la Fundación Born This Way de Lady Gaga y Ediciones Camelot, el concurso “Esperanza, amabilidad y amor”, con el fin de premiar la labor de adolescentes y jóvenes, entre 14 y 26 años, que estén realizando acciones en favor de la diversidad y/o la visibilidad del colectivo LGBTQI+.

Hasta el próximo domingo 18 de octubre y a través de un correo electrónico a comunicación@itgetsbetter.es, las personas interesadas en esta iniciativa deberán presentar, por una parte, un resumen de sus proyectos o programas en un documento escrito de dos páginas (extensión máxima), con sus últimos objetivos y logros, y nombre completo, edad, lugar de residencia y breve presentación; y por otra, su experiencia personal en formato vídeo de hasta 5 minutos de duración, en el que animen a adolescentes y jóvenes a trabajar por cambiar el mundo, bajo el lema de It Gets Better #TodoMejora y con un tono y un mensaje llenos de positividad, de acuerdo con la misión, visión y valores de la asociación. Lee el resto de la entrada »

Nos da igual. Nos encanta como eres

Por Marta Márquez (@marta_lakme) escritora y presidenta de Galehi, asociación de familias LGTBI

Foto: Casa Fora do Eixo Minas

Mucho se ha hablado y se habla sobre el confinamiento y sus consecuencias, pero seamos claras, hay personas que lo están pasando peor que otras. Hoy quiero poner el foco de atención en las y los menores LGTBI.

Que las personas estemos encerradas es una cosa –importante, obvio– pero que dentro del confinamiento ni siquiera podamos ser nosotras mismas ya roza la locura. Familias homófobas o tránsfobas que hacen insoportables nuestras vidas habituales, pero que en una situación como la que nos ha tocado vivir pueden hacer que se conviertan en un infierno.

Sin embargo, en este caso, no quiero ser yo quien haga la reflexión al respecto sino que he preferido que lo haga otra persona; alguien que por cercanía pueda entender qué están viviendo muchas adolescentes lesbianas, bisexuales, gais o trans en sus casas, junto a las familias que les han tocado. Lee el resto de la entrada »

Todo mejora

Viñeta de Teresa Castro (@tcastrocomics)

Esta viñeta de “Lesbianismo para principiantas” refleja todo lo bueno que ha supuesto para mi salir del armario en todos los aspectos de mi vida y nace gracias a It Gets Better, que me ha permitido contar esas experiencias para poder ayudar a otras personas que puedan estar sufriendo experiencias de acoso por motivo de la LGTBIfobia en cualquier ámbito de su vida.

It Gets Better es  una gran comunidad de personas que hemos sufrido o estamos sufriendo bullying y queremos dar apoyo y esperanza a todos lxs niñxs y jóvenes que lo sufrís en vuestros centros educativos, hogares o en vuestro entorno de amigxs. Queremos demostraros con nuestras experiencias que existe un futuro maravilloso más allá del bullying.

Te lo aseguro: IT GETS BETTER / TODO MEJORA.

Podéis ver el directo que grabé para ellos en mi instagram y en mi facebook

Corren tiempos difíciles para los docentes, pero seguiremos enseñando educación afectivo sexual

Por Santi Medina

Foto: frontriver

Corren tiempos difíciles para el docente.

Para el docente y para cualquier persona que crea firmemente en una sociedad plural, diversa y alejada de falsos muros que nos encasillan. La educación debe ser ese arma que elimine muros y levante puentes.

Hablamos de Pin Parental – Veto Parental. En las últimas semanas mucho se ha hablado de todo esto, desde informativos, diarios y barras de bares.

¿Me piden que las familias den su consentimiento para trabajar la educación afectivo-sexual para con sus hijos e hijas?

¿Dejamos de hablar de feminismo, y callamos , miramos hacia otro lado y nos quedamos inmóviles ante tanta violencia y agresividad?

¿Seguimos haciendo invisibles al colectivo LGTBIQ dejando solos y solas a un gran porcentaje de nuestro alumnado que vive un proceso natural pero en muchos casos muy difícil?

La confianza hacia el centro educativo es fundamental por parte de las familias, de igual manera es muy importante un compromiso por parte de toda la comunidad educativa en luchar por una educación basada en el respeto, la inclusión, la diversidad en todos sus ámbitos y con valores democráticos de una sociedad plural.

Tengo la suerte de trabajar en un centro donde estos valores son aceptados y apoyados por parte de familias, profesores, equipo directivo…

Trabajamos la semana de la sexualidad en 5º de EP, donde son las familias quienes vienen a contar al alumnado aquellas dudas que puedan tener.

Tenemos un grupo feminista formado por alumnas, familias y profesoras que llevan a cabo decenas de actividades a lo largo del curso.

Apoyamos al colectivo LGTBIQ los jueves en «Desayunos diversos» donde cualquier persona puede acercarse a compartir un café con otras y sentir el apoyo, información, consejos…..

Ante tanta barbarie, ante la caspa que quieren que se cuele en los centros, todos y todas las profesoras que formamos mi centro hemos decidido lanzar un comunicado para que quede clara nuestra postura.

El Claustro del Colegio Lourdes quiere hacer público mediante esta declaración su compromiso a seguir abordando en todas las Etapas y Niveles (Educación Infantil, Primaria, ESO y Bachillerato) una Educación Afectivo-Sexual integral fundamentada en el principio de Igualdad de Género y adaptada a las necesidades, intereses y capacidades de todas las alumnas y alumnos del centro.

Nadie tiene derecho a acosarnos en la escuela o en la calle

Por Sergio Siverio, co-coordinador del Grupo Joven de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB)

Foto: Yessbell Chaves

El año 2020 ha comenzado con una nueva amenaza al colectivo LGTBI. La extrema derecha y sus irresponsables aliados pretenden imponer el llamado pin parental, esto es, el cuestionamiento de las intervenciones en los centros educativos, sobre diversidad afectivo sexual y de género, entre otras materias. Con esta medida, los padres podrán decidir unilateralmente si sus hijas e hijos reciben charlas sobre diversidad o no. Y es que, según dicen, nos están adoctrinando a las personas jóvenes y adolescentes en la ideología de género, lo que se suma a un burdo intento de menospreciar las dignas acciones que los colectivos y las activistas desarrollamos con nuestros programas educativos en las aulas. Nada nuevo bajo el sol: una vez más quieren arrebatarnos el derecho a ser educadas en diversidad, con una imposición del rodillo de la cisheteronorma por bandera.

Cuando yo tenía 15 años, llegó a mi instituto en Los Realejos (Tenerife) una unidad didáctica sobre educación en valores, en la que nos enseñaron por vez primera que todas las personas somos diversas en nuestra forma de ser y amar y que nadie tiene derecho a acosarnos en la escuela o en la calle. En esa misma clase del centro en el que había sufrido y seguía sufriendo homofobia, me armé de valor para ser visible como chico gay. Lee el resto de la entrada »