La crónica verde La crónica verde

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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A la playa no se va a hacer el indio

Playa

Mira la foto. Es lo que parece. Un gran tipi indio en patchwork instalado junto al mar en improvisado campamento ilegal veraniego. Me lo acabo de encontrar esta mañana en un sitio muy especial. Un lugar paradisíaco de la isla de Fuerteventura propuesto para ser declarado el primer Parque Nacional de Zonas Áridas de España. Las rocas de estos acantilados son impresionantes libros de geología donde leer la volcánica historia de Canarias. El pequeño barranco tiene agua dulce, un tesoro en la isla desértica. Da cobijo a una flora y una fauna única. También a una de las playas más hermosas del mundo. Es un lugar salvaje, atlántico, impresionante. Donde como es lógico está prohibido acampar.

Empiezo a estar harto de esa gente a la que se le cruza el cable de lo natural y, con una supuesta vocación de volver a los orígenes, se salta a la torera las normativas legales más elementales. Yo a esto lo llamo hacer el indio, que como explica el Diccionario de la Real Academia Española, significa «Hacer algo desacertado y perjudicial para quien lo hace«. Algunos, con sus étnicas casetas en terreno protegido, me lo confirman.

Otros hacen templos y hasta supuestas bases de aterrizaje de ovnis en lo alto de las montañas, ajenos a que esas piedras pueden pertenecer a un yacimiento arqueológico. O se meten en cuevas para escuchar música new age a todo volumen.

Por supuesto que cada uno es libre de creer en lo que quiera y de divertirse con lo que más le guste, pero por favor, con un poquito de cabeza. No es necesario hacer el indio para disfrutar de la naturaleza. Paseamos, acampamos en zonas autorizadas y, cuando volvemos a casa, nos llevamos toda la basura. Ya conocéis el viejo consejo montañero:

Dejar sólo las huellas. Llevarnos sólo el recuerdo.

No soy el único que piensa así. Seguro que tú también te has encontrado en el campo artefactos y gentes de lo más extraño. ¿Nos lo cuentas?

Y aunque sólo sea para que te hagas una idea de a qué me refiero cuando digo que el tipi estaba en una playa maravillosa, aquí te dejo una foto de hoy mismo. Me perdonarás que no dé su nombre.

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¿Son un nuevo timo las pulseras antimosquitos?

Mosquitos

Las pulseras antimosquitos están de moda este verano. Las hay de todas las marcas y precios. Sobre todo las llevan los niños, hechas en silicona y con atractivos diseños infantiles. También se ven muchos aparatos a pilas que emiten ultrasonidos y que se llevan colgados del bolso a modo de pinzas o se dejan encendidos por la noche junto a la cama.

¿Se acabaron las picaduras? ¿Hemos descubierto por fin un sistema para erradicar enfermedades tan terribles como la malaria, la fiebre amarilla o el dengue? Mucho me temo que no.

Un informe de la OCU de hace 3 años ya advertía sobre el timo constatado de tales productos milagro. Concluía que, en el caso de las pulseras impregnadas en repelentes, se ha demostrado que su eficacia real contra los mosquitos es muy baja, pues este tipo de productos hay que aplicarlos sobre toda la superficie de la piel para que sean eficaces. Según diversos estudios científicos, los repelentes no funcionan a más de cuatro centímetros del punto de aplicación. Resumiendo. Tales pulseras sólo evitarán picaduras en las muñecas de nuestras manos.

Lo mismo ocurre con los ultrasonidos repelentes, disponibles incluso en aplicaciones para teléfonos móviles. Un sonido inaudible para nosotros pero insoportable para las mosquitas (las únicas que pican) o, según otras versiones, recreación del aleteo del mosquito macho, que supuestamente espanta a las piconas. Pues tampoco. Hace ya cinco años FACUA-Consumidores en Acción solicitó a las autoridades de Consumo, con escaso éxito, su retirada del mercado al haber sido imposible poder demostrar científicamente tal eficacia.

Desgraciadamente para alérgicos y sufridores de zonas donde vive el terrible mosquito tigre, los únicos remedios eficaces contra estos insectos siguen siendo los mismos. Lociones insecticidas en todo el cuerpo, ir lo más cubiertos posibles y con ropas claras, poner mosquiteras en las ventanas, alejarse de las zonas con aguas insalubres y evitar el uso de perfumes.

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Mares de petróleo amenazan al turismo (y la vida) de Canarias

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El comandante Cousteau nos descubrió que el mar no era tan sólo agua y peces. Que era el último mundo sin explorar, desconocido pero bellísimo.

La primera vez que hice submarinismo en Canarias renegué de él. Sus famosos documentales palidecían ante la realidad que en esos momentos se desarrollaba frente a mis gafas de buceo. Lo mismo me ocurrió con la navegación. Adentrarse en el océano en medio de una noche estrellada y sin luna “viento en popa a toda vela” te cambia la vida. Escuchar el lamento fantasmagórico de las pardelas. Surcar las olas en compañía de delfines juguetones. Sufrir una tormenta y sobrevivir para contarlo.

A pesar de tener tan avanzado el siglo XXI, esos mares canarios, a caballo entre Europa, África y América, siguen siendo los grandes desconocidos. Y los grandes amenazados. Las compañías petroleras, sedientas de un oro negro cada día más escaso, han empezado a buscarlo a 60 kilómetros de las costas de Lanzarote y Fuerteventura, en una zona con una profundidad media de unos 1.200 metros.

Dice el Gobierno central que es una gran noticia. Que así reduciremos la dependencia energética española del exterior un 10%, las arcas del Estado ingresarán 700 millones de euros y se crearán entre 3.000 y 5.000 puestos de trabajo. No hablan de abaratar el precio de la gasolina. Tampoco del serio riesgo de contaminación de un territorio que vive exclusivamente del turismo y donde todo el agua potable se obtiene de un mar ahora en peligro.

Es el progreso, imbécil”, nos espeta desdeñoso el ministro de Industria, el canario Manuel Soria. “Si no lo sacamos nosotros lo sacarán los marroquíes y será peor”, apoyan los responsables de Repsol.

Cousteau les habría tapado a todos ellos la boca hace mucho tiempo. Pero nuestra sociedad lleva demasiado tiempo sin comandantes.

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¿Qué isla de Canarias es uno de los mejores lugares del mundo para ver el rayo verde?

Lo reconozco, soy un afortunado. Lo he vuelto a ver. Una vez más en esta tierra única. Y una vez más junto a la mujer amada y en compañía de amados amigos. Es tal mi felicidad que no puedo esconder por más tiempo el secreto. Aunque muy pocos lo saben, la isla canaria de Fuerteventura (Tindaya, El Cotillo, Ajuy) es uno de los mejores lugares del mundo para ver el rayo verde. Un turismo diferente, de ciencia y de amor.

Siempre pensé que el rayo verde era un invento, hijo exclusivo de la prolífica imaginación de Julio Verne. En su novela de igual título, el escritor francés relata el aventurero viaje de dos curiosos hermanos gemelos, Sam y Sib, para tratar de casar a su sobrina, la bella señorita Campbell. Personas supersticiosas, creían a pie juntillas en una pintoresca leyenda. Aquella que afirma que la pareja que logre observarlo quedará perdidamente enamorada para siempre. Un momento mágico donde el amor se nos revela con toda claridad.

Esta romántica leyenda sólo tiene de real una cosa: el rayo verde existe. En la Wikipedia se explica con todo lujo de detalles cómo y por qué se produce. Se trata de un fenómeno óptico real producido preferentemente a la puesta del sol bajo particulares condiciones atmosféricas: cielos limpísimos, sin nubes en el horizonte, a ser posible en el mar y en días de calma de otoño e invierno.

Algunas veces, muy pocas, cuando el rojo disco solar está a punto de ocultarse, el extremo final del astro súbitamente cambia de color y durante apenas un segundo se torna verde intenso antes de desaparecer. El propio Julio Verne lo describe como

«…un verde que ningún artista podría jamás obtener en su paleta, un verde del cual ni los variados tintes de la vegetación ni los tonos del más limpio mar podrían nunca producir un igual. ¡Si hay un verde en el Paraíso, no puede ser salvo de este tono, que muy seguramente, es el verdadero verde de la Esperanza!»

En ese momento sientes una mezcla de alegría y asombro, sabedor del privilegio de haber observado tan extraño fenómeno. Y si a tu lado tienes a alguien a quien amas, las penumbras del momento te ayudan a hacer aún más intenso el instante.

Científicamente el fenómeno no tiene misterio. Está producido por la refracción de la luz al atravesar la atmósfera. Actuando como un prisma, los rayos de alta frecuencia (verdes y azules) permanecen visibles en la parte superior del sol mientras que los rayos de baja frecuencia (rojos y naranjas) quedan ocultos por el horizonte.

Pero anímicamente me dice mucho. Me recuerda que, como afirmaba el inmortal Mario Benedetti en su poema No te rindas,

Aunque el sol se esconda,

Y se calle el viento,

Aún hay fuego en tu alma

Aún hay vida en tus sueños.

Foto: Andy Young / Wikipedia

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El mosquito tigre amenaza al turismo español

La noticia ha tenido escasa repercusión mediática. Los científicos han localizado una población estable de mosquito tigre (Aedes albopictus) en el municipio de Bunyola (Mallorca).

Vaya novedad, dirán algunos. Mosquitos hay en todas partes. Es verdad, pero no como éstos. Detectados por primera vez en España en agosto de 2004 (Sant Cugat y Cerdanyola del Vallès), en apenas cinco años los mosquitos tigre han colonizado el litoral mediterráneo extendiéndose por Cataluña, Castellón, Alicante, Murcia y, ahora, también Baleares.

Su llegada afecta muy negativamente a las zonas turísticas, impotentes para evitar ataques a una clientela que huye espantada. Sólo quien han sufrido la dolorosa picadura de este insecto originario del sudeste  asiático sabe bien lo que supone la aparición de tan molesto invasor. Son muchos quienes rechazan conocidos lugares donde pasar las vacaciones si saben que en ellos medran tan molestos vecinos.

Como la mayoría de los mosquitos, las únicas que pican son las hembras, pero éstas lo hacen con especial daño, igual de día que de noche. Y crían en cualquier mínimo lugar con un poco de agua como jarrones, cubos, macetas, latas y hasta juguetes abandonados, haciendo prácticamente imposible su erradicación. Por algo está considerada una de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo.

El mosquito tigre es un insecto que se reconoce por su mayor tamaño y por las rayas negras y amarillas de aspecto atigrado que presenta en el cuerpo y patas. No es venenoso ni contagia enfermedades raras, pero pica que se mata.

Convertido en un turista más, es sin duda el menos deseado, el más incómodo y contraproducente. Un bicho al que las abundantes lluvias de este templado otoño le darán más alas para invadir nuevas ciudades, nuevas zonas hoteleras, nuevos centros turísticos y residenciales.

Podíamos, deberíamos, haber evitado su llegada a España con controles serios en las fronteras, pero la batalla está perdida. Como se ha perdido para evitar el avance del picudo rojo que devora las palmeras, del mejillón cebra que atasca cualquier tubería, de la avispa asesina que nos deja sin abejas, del caracol manzana que arrasa los campos de arroz. El mundo es ahora tan global que hasta compartimos las plagas. Sin programas serios de detección y erradicación temprana, estos nuevos invasores tienen todas las de ganar. Y nos confirman lo que ya sabíamos. Que cada cosa, animal o planta tiene su sitio en el planeta y debemos dejarlos en ese sitio. O si no, atengámonos a los picotazos.

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Esas sucias ciudades flotantes que llamamos cruceros de lujo

En la lista de las diez cosas que debemos hacer antes de morir ocupa los primeros puestos el disfrutar de un crucero de lujo. El turismo de cruceros crece imparable en España a pesar de la crisis. O quizá por ello, pues muchos lo ven como la última oportunidad de sus vidas para poder regalarse unas vacaciones así. Aunque el efecto es global, pues 19 millones de pasajeros eligen cada año este medio para viajar por los mares de todo el mundo. Cada vez más baratos. Cada vez más accesibles. Cada vez más glamurosos.

Son gigantescas ciudades flotantes, pero ciudades sucias. Bajo esos oropeles del todo incluido se esconden toneladas de basura arrojadas impunemente al mar todos los días. Hay piscinas, saunas, campos de golf, centros comerciales, teatros, cines,… pero ¿ha visto alguien las depuradoras?

Según datos de Oceana, organización internacional dedicada a la conservación del medio marino, un crucero de gran tamaño (2.000-3.000 pasajeros) puede llegar a generar unas 1.000 toneladas diarias de residuos, que incluyen de 500.000 a 800.000 litros de aguas grises, unos 100.000 litros de aguas negras, de 13.000 a 26.000 litros de aguas oleosas procedentes de las sentinas, entre 7.000 y 10.500 kilos de basura y residuos sólidos, y de 60 a 130 kilos de sustancias tóxicas (restos de pinturas, pilas, material médico o agentes de limpieza en seco usados en tintorería). Es decir, cada pasajero genera al día más de 350 litros de desechos, de basura.

Añádase a este impacto el gigantesco consumo de combustible de un crucero, que puede llegar a ser equivalente al de unos 12.000 vehículos. Y que para colmo de males no es gasoil, pues el tipo de combustible utilizado resulta 50 veces más tóxico que el habitual. A los humos de los motores debe sumarse el procedente de la incineración de las basuras (plásticos y papeles), práctica bastante común en este tipo de barcos según Oceana.

Y llévense estos barcos a lugares tan frágiles como los mares de coral o el Ártico, donde hasta el hecho de soltar el ancla en los fondos marinos altera gravemente los ecosistemas.

Queda clara la suciedad de estas ciudades flotantes donde la basura se oculta debajo de la alfombra. Sin embargo, la culpa no la tienen las navieras. La culpa es de una legislación que permite la impunidad en aguas internacionales. Mientras que cualquier municipio costero está sometido a numerosas normas que tratan de evitar la contaminación del litoral, los cruceros pueden verter todo tipo de restos orgánicos y aguas sin tratar cuando se encuentran a más de cuatro millas de la costa.

Tan terrible impacto se podría arreglar muy fácilmente. En el momento en que los consumidores exijamos un riguroso compromiso medioambiental a estos buques, en el momento en que elijamos a los más respetuosos con el medio y rechacemos de plano a los contaminadores, los cruceros serán ejemplo de sostenibilidad ecológica. Pero mientras prefiramos el daiquiri a la depuradora nuestras vacaciones seguirán envenenando los océanos.

Actualización 21 de agosto 2012: Estoy contento de la gran repercusión que ha tenido este artículo. Son muchas, muchísimas las personas que a partir de ahora se preguntarán por el impacto ambiental de los cruceros, exigirán medidas correctoras y elegirán los menos contaminantes, los más respetuosos con los mares y la atmósfera.

Muchas han sido las críticas que he recibido, a favor y en contra, y las agradezco todas. Las más duras hacen referencia a que el estudio de Oceana es de hace 4 años y que en este tiempo las cosas han mejorado. He contactado con Xavier Pastor, director ejecutivo de Oceana Europa, quien sin embargo me ha desmentido que tales mejoras sean apreciables y generalizables. En su opinión, el estudio de entonces sigue siendo válido hoy en día.

Es verdad que no todas las compañías navieras son iguales. Una de ellas, que se ha puesto en contacto conmigo, me ha explicado su proyecto Life+ Cruceros Sostenibles, desarrollado junto con el Centro de Investigación Académica para el Desarrollo Sostenible de Producto (Ce.Si.S.P), varias empresas italianas, el Registro Marítimo Italiano (RINA) y la Asociación de Puertos de Cruceros del Mediterráneo. El objetivo es proporcionar un estímulo para la aplicación de una directriz de la Unión Europea sobre los residuos a bordo de buques y para crear incentivos para la reducción, recogida, reciclaje y reutilización de residuos. Es un primer paso importante para lograr que, cuando los cruceros atraquen en los puertos, puedan trasvasar todos sus residuos líquidos a las depuradoras urbanas, algo que aún no se hace pues las leyes internacionales de MARPOL no obligan a ello. Y para llevar a las plantas de tratamiento el resto de la basura en lugar de incinerarlo.

Como siempre, la solución a éste y otros problemas ambientales la tenemos nosotros, los consumidores. Elige bien y corre la voz.

Pinchando en este enlace puedes leer el informe completo de Oceana.

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El árbol de la vida se está muriendo de éxito

Hace un par de años os hablé del árbol más solitario y gafe del planeta. La única acacia en 400 kilómetros a la redonda del más terrible de los desiertos, el Teneré. Contra la que chocó un camionero borracho en 1973 poniendo violentamente fin a la leyenda.

Y hoy descubro con horror cómo el heredero de tan discutible honor tiene todas las papeletas para acabar igual, en símbolo de la estupidez humana. Se conoce con el pomposo nombre de «El árbol de la vida» y no, no tiene nada que ver con la famosa película de Brad Pitt. Es una acacia de Bahréin, el país más pequeño del golfo Pérsico, a la que se ha dado el título de «el árbol más solitario y aislado del planeta«. Y aunque no os lo vayáis a creer, se está muriendo por culpa del turismo.

Milagro de la vida, pues parece mentira que un árbol pueda encontrar agua en ese secarral, se le calculan 400 años de edad. Y por ello son cientos, miles de personas las que acuden a verlo, tocarlo, treparlo, pintarlo e incluso escribirlo a cuchillo en su dolorida corteza. Le han puesto una mínima valla alrededor, pero da lo mismo. También le podrían poner una papelera para recoger tantas inmundicias como arrojan los turistas a su lado.

Ya os he contado en otras ocasiones cómo los viejos árboles monumentales pueden morir de éxito. Le pasa a la famosa sabina milenaria de El Hierro y le ocurre a esta fabulosa acacia arábiga. Demasiada gente, demasiada curiosidad, demasiada poca educación.

¿Cuándo entenderemos que los árboles centenarios son monumentos vivos tan antiguos como una catedral, tan bellos como un paisaje, pero tan frágiles como una flor? Que su contemplación es un regalo hecho por nuestros abuelos a nuestros hijos. Que los árboles se ven de lejos, no desde abajo pisándoles las raíces. Que no se abrazan sino que se respetan. Que hay cariños (y curiosidades) que matan.

En este vídeo podeís ver el famoso árbol y su triste conversión en objeto turístico.

Un árbol al que incluso una entidad financiera local le ha dedicado un anuncio.

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La fiebre del petróleo amenaza al mar y al turismo de Canarias

En Canarias la energía eléctrica debería de ser gratis, pues existen pocos sitios en el mundo donde el viento y el sol sea un negocio seguro para el desarrollo de las energías renovables. Y sin embargo es una de las regiones de Europa con menos implantación de este tipo de energías ¿La razón?: Los políticos y sus corruptelas.

Suspendidos ahora los incentivos a las renovables, todos miran ávidos al mar. Cerca de las costas de Fuerteventura y Lanzarote, Repsol quiere comenzar a perforar en busca del preciado oro negro. Según estimaciones oficiales hay una bolsa de petróleo a más de 1.500 metros de profundidad; el equivalente a 1.000 millones de barriles de crudo y al consumo de toda España durante dos años. Unos dicen que a qué esperamos. Otros, yo entre ellos, que si estamos locos.

El problema no es tan sólo canario. Entre Valencia e Ibiza se pretende hacer lo mismo,  al igual que en el mar Cantábrico, valle del Guadalquivir y golfo de Cádiz.  Pretenden aprovechar hasta la última gota de todo el combustible fósil que seamos capaces de extraer antes de agotar las reservas mundiales. Nos va en ello el progreso, aseguran sus promotores. La electricidad que mueve este ordenador, pero también el plástico en que está hecho son petróleo. La agricultura y la ganadería mundial se mueven a golpe de petróleo. También y especialmente el turismo.

Comemos y vivimos muy bien gracias al petróleo, pero nadie quiere mancharse las manos con él. Que venga de lejos, de Irán, Rusia, Arabia Saudí, aunque eso sí, no pongan en peligro nuestras playas y nuestros hoteles alimentados a golpe de petrodólar. Así piensan los nuevos ecologistas recién llegados, los de tirar la basura en el jardín del vecino, los políticos que promueven autopistas y aeropuertos gigantes pero luego se escandalizan de que para mover coches y aviones haga falta combustible.

Lo único cierto es que hemos llegado al techo de la producción petrolífera. A partir de ahora cada vez será más caro y de peor calidad. Habrá que buscarlo en el fondo del mar, a pesar de que a esas profundidades los accidentes sean tan terribles como el último ocurrido en el Golfo de México. Ni la fauna y flora marina amenazada, ni las playas y los resorts de lujo, ni las poblaciones locales ni el sentido común podrán parar esta locura.

Hay otras alternativas, como apostar por las renovables, por el decrecimiento, por la sostenibilidad, pero no son tan rentables. ¿Pensar en el futuro? El que venga detrás que arree.

La organización internacional Oceana está difundiendo a través de su página web una colección de fotografías de Carlos Suárez y Carlos Minguell sobre el ecosistema de los maravillosos fondos marinos cercanos a Fuerteventura y Lanzarote, amenazados por las prospecciones petrolíferas. La puedes ver en la web de Oceana (www.ocenana.org/es) o directamente en este enlace de Flickr:

Ciberacción. Pincha en este enlace si quieres unir tu firma a quienes estamos en contra de las perforaciones petrolíferas en los mares canarios.

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Organizan «safaris humanos» para fotografiar indígenas

La historia no es nueva, como tampoco lo es la actitud miserable de muchos turistas que por todo el mundo pagan cifras altísimas por ver de cerca e incluso tocar a indígenas de pueblos primitivos. Este turismo de pacotilla en plan explorador Livingstone con ropa de Decathlon es una afrenta contra los derechos humanos cuando se hace desde la superioridad económica, que no cultural.

Diréis que mucho peor es el turismo sexual y tenéis razón, pero eso es ilegal, indigno de la raza humana. Lo nuevo ha sido descubrir toda la miseria encerrada en selectas excursiones perfectamente planificadas que al final resultan vergonzantes safaris humanos.

Así ocurre en la India, como desde 2010 viene denunciado la asociación Survival International. El escándalo implica a turistas que usan una carretera abierta ilegalmente en lo más profundo de la selva para acceder a la reserva del pueblo indígena jarawa, en las islas Andamán . Las empresas turísticas y los taxistas “atraen” a los jarawas a esos lugares con galletas y dulces, igual que harían con tristes monos domesticados.

Recientemente, el periódico británico The Observer ha publicado pruebas de que la policía está implicada en los ‘safaris humanos’ de las islas Andamán. Como recalca el director de Survival International, Stephen Corry, la noticia apesta a colonialismo y a los repugnantes y degradantes ‘zoos humanos’ de nuestro pasado más inmoral. Evidentemente, las actitudes de algunas personas sobre los pueblos indígenas no han cambiado un ápice en los últimos siglos. Nos seguimos acercando a ellos con curiosidad de catetos como si fueran animales de circo. Amaestrados para que bailen para nosotros, frente a nuestras cámaras de fotos y vídeo, sin más curiosidad por su cultura que la de mirar por debajo de sus taparrabos.

Éste es un clarísimo ejemplo de vergonzoso turismo, pero seguro que tú conoces más. Cientos de lugares donde los indígenas son apenas un reclamo para hacer fotos y comprar baratijas. ¿Nos cuentas tu experiencia?

Toda la información completa sobre esta noticia la puedes leer en la nota de prensa publicada por Survival España, donde podrás ayudar participando en una ciberacción o colaborando directamente con ellos.

Foto: Un turista graba en vídeo a un indígena jarawa en la Andaman Trunk Road (© Survival).

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Turismo y estrellas reconcilian al hombre con el lobo

En San Pedro de las Herrerías, en plena Sierra de la Culebra (Zamora), un centro de turismo rural oferta a sus clientes durante los meses de febrero y marzo la posibilidad de disfrutar de algo grandioso: lobos y estrellas. Dos expertos naturalistas, Javier Talegón y Fernando Cabrerizo, llevarán a la gente a la caza nocturna de sensaciones únicas, escuchar el aullido del lobo bajo la mirada brillante de la constelación de Orión, el viejo cazador que sigue persiguiendo incansable a las Pléyades por todo el firmamento.

Ni el cazador celeste ni el grupo de cazadores de sensaciones pretenden hacer daño al lobo. Es más, lo admiran. Algunos pensarán con desprecio que se trata de pasajera moda urbana, apenas turismo de aventura. Pero se equivocan, es turismo sostenible y respetuoso, del bueno, justo ese turismo que puede lograr algún día dar la vuelta a la tortilla en el campo; que los ganaderos vean en el cánido salvaje más a un generador de recursos económicos que a un enemigo. ¿Lo conseguirán estas y otras iniciativas? Lo están intentando.

Como alentadora experiencia ejemplar ahí está el proyecto de cooperación transnacional Wolf, Wild Life and Farmers. Nacido con el objetivo de mejorar la coexistencia de lobo y ganadería, pretende facilitar la búsqueda de nuevos yacimientos de empleo en el medio rural gracias a la revalorización de su riqueza natural. Y el lobo aspira a convertirse en riqueza.

Dentro de este proyecto, en la recientemente concluida Feria Internacional de Turismo (FITUR) varios grupos de acción local de once comarcas de Castilla y León, Asturias y Galicia, unidos por la presencia del lobo en su territorio, han presentado una original guía turística. Titulada Tierras de lobos y ganaderos, esta publicación es un paso de gigante en la buena dirección. Pues desde los propios pueblos se presenta a la fauna salvaje como una oportunidad y no como un problema.

Por desgracia no todos lo entienden así. Las organizaciones UPA y COAG han criticado con dureza esta guía y la llegan a considerar una «ofensa directa» a los ganaderos. Para sus representantes «resulta absolutamente incompatible la ganadería extensiva con el lobo» y abogan, directamente, por la extinción del animal.

No desesperes Hermano Lobo. Nos queda aún mucho camino por recorrer para entendernos, pero algún día lo lograremos.

Más noticias sobre el lobo en la Minuteca de 20Minutos.

Además, en este enlace puedes descargarte el libro completo Tierras de lobos y ganaderos en pdf.

Y no dejes de leer esta otra espléndida publicación sobre el valor etnográfico de la especie, En tierras de lobos.

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