La crónica verde La crónica verde

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Entradas etiquetadas como ‘sabina’

El turismo se está cargando a uno de los árboles más viejos de Europa

Tiene entre 2.000 o 3.000 años. Quizá 5.000. Imagínate las cosas que habrá visto el tejo milenario escocés de Fortingall: la llegada de los celtas, de los romanos, de los normandos, de los ingleses. En 1785 ya era un árbol famoso, cuando se levantó un muro de piedra a su alrededor para protegerlo.

Milenios de cuidados, quizá incluso de sacralización, se están yendo a la mierda por culpa del turismo. Todo el mundo quiere verlo, todo el mundo quiere tocarlo, y como en este mundo el número de los necios se ha disparado, cientos de idiotas no se conforman con hacerse una foto junto a él sino que le arrancan ramitas para llevárselas como recuerdo. Triste recuerdo de su incultura.

Según recoge la publicación Ancient Origins, los expertos temen que al actual ritmo de degradación, el tejo sagrado de los escoceses podría morir en menos de 50 años. Sufre una terrible plaga: el turismo descontrolado. Lee el resto de la entrada »

El bosque más amenazado de Europa está en Cartagena

Tetraclinis

La semana pasada tuve la suerte de conocer sobre el terreno el bosque más amenazado del continente europeo, el de la sabina o ciprés de Cartagena (Tetraclinis articulata). Tan en peligro de extinción que casi resulta imposible distinguirlo aunque lo tengas justo enfrente, pues ya no hablamos de hectáreas; apenas ejemplares dispersos. Exactamente, y según el último y triste censo europeo, 8.455 árboles individuales, repartidos en cuatro áreas a lo largo de una extensión máxima de 557 hectáreas. Lee el resto de la entrada »

¿Conoces la isla canaria de la gente feliz?

Sabina de El Hierro

Existe una isla donde la gente es feliz. Donde llamas a las puertas y te abren el corazón.

El Hierro, en el occidente de Canarias, es el territorio más aislado de Europa y, seguramente por ello, el más sabio. Gente inteligente, está apostando muy fuerte por la sostenibilidad. Gracias al proyecto Gorona del Viento es la primera isla en el mundo 100% sostenible pues obtiene toda su energía eléctrica gracias a esos vientos alisios capaces de elevar agua hasta el cráter de un volcán y dejarla caer en un beneficioso círculo energético. Lee el resto de la entrada »

Acorralado el vigía palmero de la autopista

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Viajemos hoy a La Palma, la Isla Bonita de Canarias, en busca de un árbol muy especial al que se le calculan 400 años. Según se sale del aeropuerto y se toma la autopista hacia la capital, Santa Cruz de La Palma, justo antes de pasar bajo el viaducto de desvío hacia Los Cancajos y El Socorro, muy pocos, prácticamente nadie, se fijan en la solitaria sabina canaria (Juniperus turbinata ssp. canariensis) que crece al borde de la carretera, en lo alto de una loma cortada a bisel por las máquinas de Obras Públicas para facilitar el trazado de la moderna vía de comunicación. Junto a ella, el talud abierto para permitir la construcción de una vivienda le ha acercado aún más al abismo. Y por detrás, una gran cantera se acerca inmisericorde hacia el árbol, devorando con mordiscos certeros la montaña de volcán.Sabina2-001

El vigía de la autopista está rodeado pero no se rinde. Valiente y altivo, sigue de pie en la cima, coronando un territorio cuya transformación es cada día más radical, profunda y vertiginosa. Se me antoja un faro verde oscuro, aparasolado, con la mirada fija en el horizonte, hacia un mar abierto por el que ha visto llegar las primeras naves cargadas de inmigrantes europeos dispuestos a tomar posesión de la isla, pertrechados con bueyes y arados para abrir cultivos en unos bosques virginales que ya nunca volvieron ser lo mismo, afanados por plantar cultivos americanos como la papa, el millo, el tomate o el tabaco, pero también mediterráneos como el trigo, la cebada o el viñedo.

Tiempos de abundancia a los que siguieron otros muchos de hambre. Barcos de vela y después a motor. Caminantes descalzos, recuas de mulas y burros, carretas, coches, camiones y bólidos con locos al volante. Todo lo ha visto siglo tras siglo este árbol, una realidad siempre cambiante, siempre anhelante.

Si nos acercamos a su tronco, seguro que todavía podemos oír el murmullo de los rebaños de cabras sesteando bajo su sombra, canturreados por el pastor, un hombre enjuto como este malpaís imposible donde su pedregosa superficie sólo deja crecer cornicabras, vinagreras y aromáticos inciensos, pero cierra el paso incluso a la dura tunera.

Este gran ejemplar de sabina crece sobre un estéril terreno de lavas sin apenas suelo, directamente sobre rocas a las que aprisiona con sus raíces. A su alrededor presenta una acumulación cuadrada de piedras a modo de pretil, levantada durante la construcción del muro de piedra que protege el talud bajo el que se edificó una casa. Cinco grandes ramas se abren como las varas de un paraguas a partir del escaso metro de altura de su fuste, aunque su aspecto resulta poco frondoso, seguramente por el crónico estrés hídrico que sufre. Y es que poca agua se puede extraer de un pedregal tan inmisericorde, aunque se lleve cientos de años intentándolo.

Pero por si carreteras, canteras, ganado, sequía y piedras fueran poco, el viento le azota de día y noche hasta haber logrado doblegar ligeramente su altiva figura, inclinándola hacia el sur. Aunque nada más. Nadie puede con esta sabina colosal, la última representante de un bosque esquilmado hace siglos, respetada por el hacha tan sólo en agradecimiento a su benéfica sombra.

Aquí el tiempo ni fluye ni se transforma, no corre para tratar de esquivar el mañana, ni se pierde tras el viento. Junto a la vieja sabina el tiempo no pasa, se queda. Bajo ella les propongo un ejercicio de concentración. Cierren los ojos, intenten imaginarse esos tiempos pretéritos de anhelos y pobrezas, y vuelvan a abrirlos mirando hacia el horizonte. Sólo el mar sigue siendo el mismo.

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El árbol de la vida se está muriendo de éxito

Hace un par de años os hablé del árbol más solitario y gafe del planeta. La única acacia en 400 kilómetros a la redonda del más terrible de los desiertos, el Teneré. Contra la que chocó un camionero borracho en 1973 poniendo violentamente fin a la leyenda.

Y hoy descubro con horror cómo el heredero de tan discutible honor tiene todas las papeletas para acabar igual, en símbolo de la estupidez humana. Se conoce con el pomposo nombre de «El árbol de la vida» y no, no tiene nada que ver con la famosa película de Brad Pitt. Es una acacia de Bahréin, el país más pequeño del golfo Pérsico, a la que se ha dado el título de «el árbol más solitario y aislado del planeta«. Y aunque no os lo vayáis a creer, se está muriendo por culpa del turismo.

Milagro de la vida, pues parece mentira que un árbol pueda encontrar agua en ese secarral, se le calculan 400 años de edad. Y por ello son cientos, miles de personas las que acuden a verlo, tocarlo, treparlo, pintarlo e incluso escribirlo a cuchillo en su dolorida corteza. Le han puesto una mínima valla alrededor, pero da lo mismo. También le podrían poner una papelera para recoger tantas inmundicias como arrojan los turistas a su lado.

Ya os he contado en otras ocasiones cómo los viejos árboles monumentales pueden morir de éxito. Le pasa a la famosa sabina milenaria de El Hierro y le ocurre a esta fabulosa acacia arábiga. Demasiada gente, demasiada curiosidad, demasiada poca educación.

¿Cuándo entenderemos que los árboles centenarios son monumentos vivos tan antiguos como una catedral, tan bellos como un paisaje, pero tan frágiles como una flor? Que su contemplación es un regalo hecho por nuestros abuelos a nuestros hijos. Que los árboles se ven de lejos, no desde abajo pisándoles las raíces. Que no se abrazan sino que se respetan. Que hay cariños (y curiosidades) que matan.

En este vídeo podeís ver el famoso árbol y su triste conversión en objeto turístico.

Un árbol al que incluso una entidad financiera local le ha dedicado un anuncio.

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Brian May, guitarrista de Queen, pide ayuda para salvar a la sabina de El Hierro

Hay pocas personas en el mundo de la música como Brian May. Sensacional guitarrista del mítico grupo Queen que liderara Freddie Mercury, además de compositor y cantante, logró doctorarse nada menos que en astrofísica con un trabajo sobre la luz zodiacal. Es además un activo militante en la lucha por los derechos de los animales. Y está muy preocupado por la isla de El Hierro.

No le preocupa, como algunos podríais pensar, la evolución del famoso volcán submarino herreño. Hombre sensible, en realidad está alarmado por el futuro de uno de los árboles más famosos del mundo, la retorcida sabina herreña de La Dehesa. La misma que en 1998 fuera imagen central de su disco en solitario Another World.

Un artículo mío publicado el año pasado en el diario Público ha tenido la culpa. Explicaba yo entonces cómo ese fabuloso árbol milenario sufre los efectos de una enfermedad poco común: la plaga turística. Indocumentados en bermudas y chanclas que no dudan de trepar por el venerable ejemplar para hacerse fotos cual cabras o tronchar ramas que llevarse como terrible recuerdo.

Un admirador italiano le ha enviado el artículo al músico y éste acaba de dedicar a la sabina una de sus famosas cartas. Recuerda en este texto que cuando se fotografió junto a ella no se atrevió siquiera a tocarla. Incluso llegó a valorar no usar su imagen en el disco para no sacarla de la seguridad del anonimato en que se encontraba. Y añade Brian May:

«No sé si fue por mi culpa o no, pero siento una tristeza enorme al ver esta imagen de la profanación de la sabina por los turistas».

El final de su carta no puede ser más emocionante por venir de quien viene. Dice que tratará de ponerse en contacto con las autoridades herreñas

«para ver si hay algo que pueda hacer para ayudar a proteger este árbol fabuloso que ha triunfado sobre los elementos, pero podría ser asesinado por la ignorancia y la desidia de la gente».

Y concluye difundiendo un mensaje fundamental:

«que el respeto de la vida de todo tipo es la clave para una mejor calidad de vida».

En realidad, tras mi artículo, el Cabildo de El Hierro se tomó en serio el problema y protegió a la sabina dentro de un perímetro de seguridad cerrado por una sencilla cuerda. También colocó un cartel donde pide respeto para el árbol. ¿Será suficiente? La idea final es rodear a la sabina con un muro de piedra al estilo de los cerramientos pastoriles de la zona. Pero como nuestros turistas no vengan mejor educados servirá de muy poco. Porque como bien se lamenta Brian May, la ignorancia y la desidia de la gente son los mayores peligros para un delicado árbol milenario.

Puedes leer la carta completa de Brian May es su página personal Brianmay.com

Gracias a Roberto por pasarme la noticia.

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