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“…Como un alumbrado General” Modos de producción, familia y sexualidad

Hoy recomendamos “…Como un alumbrado General” Modos de producción, familia y sexualidad, de Javier Ugarte, publicado por Postmetropolis Editorial.

Los modos de producción constituyen un problema clásico de historia económica, pese a lo cual han sido poco estudiados. “… Como un alumbrado general” analiza los cuatro modos de producción occidentales (esclavismo, servidumbre, capitalismo mercantil y capitalismo tecnológico) con el fin de mostrar sus características, así como las causas de su crisis y reemplazo. Los modos de producción condicionan los tipos de familia y sexualidad.

Sobre ese estudio se levanta la siguiente tesis: el esclavismo, la servidumbre y el capitalismo mercantil intentaban aumentar la producción, y los Estados prosperaban o decaían según su éxito en la tarea. En cambio, el capitalismo tecnológico procura incrementar la productividad, así que los países más productivos disfrutan de mayor prosperidad; en contrapartida, gran parte de su población sufre estrés y agotamiento.

Sobre el autor: Javier Ugarte Pérez es Doctor en Filosofía. Ha publicado artículos e impartido conferencias sobre temática LGBT+, feminismo, racismo, biopolítica y modelos productivos desde una perspectiva materialista. En 1999 contribuyó a la fundación de Orientaciones. Revista de homosexualidades, de la que fue su director. Entre otros libros, ha publicado Las circunstancias obligaban: homoerotismo, identidad y resistencia (Egales, 2011) y Placer que nunca muere. Sobre la regulación del homoerotismo occidental (Egales, 2014). Su obra anterior, Competencia o cooperación. Sobre la ideología que domina la biología (Letra Minúscula, 2021), indaga en las teorías biológicas que fundamentan el racismo, la misoginia y la homofobia.

 

Homofobia y mentiras: la vida sexual de los sacerdotes en el seno de la Iglesia

 

Hoy recomendamos La casta de los castos, de Marco Marzono, publicado en España este mes de junio. Una exhaustiva investigación antropológica que retrata la vida en comunidades cerradas como los seminarios, y las complejas relaciones de dominación, no solo sexual, que existen en la institución de la Iglesia entre sacerdotes.

Fruto de años de investigaciones y decenas de entrevistas con sacerdotes y ex-sacerdotes, el sociólogo italiano Marco Marzano nos ofrece una perspectiva lúcida sobre la vida sexual del clero. En la práctica, solo el 10 % respetarían los votos de castidad y la gran mayoría que optan por la carrera sacerdotal serían homosexuales. En los seminarios operan mecanismos perversos a través de los cuales la mentira, el silencio y la negación se vuelven funcionales para la organización de la Iglesia. Hombres entrenados para ocultar su esencia más íntima, sus emociones y deseos. En el mejor de los casos, esto les permite desviarse de la norma y aceptar su propia sexualidad. Otros nunca llegan a un acuerdo en su relación con el sexo y terminan, en el peor de los casos, convirtiéndose en abusadores.

¿Por qué defiende la Iglesia católica el voto de castidad de los sacerdotes y cómo aborda la delicada cuestión de la afectividad de los clérigos? ¿Cómo transforman decisivamente los años de seminario la relación con la sexualidad de los futuros sacerdotes? Marco Marzano intenta responder a estas preguntas en este ensayo documentado mediante un riguroso análisis de la literatura científica y, sobre todo, a través de decenas de entrevistas en profundidad con sacerdotes y personas que han abandonado el sacerdocio. El cuadro que emerge es un corte transversal de la vida íntima de una clase sacerdotal formada desde los seminarios por la institución a la que pertenece para ocultar una parte de la existencia en lugar de vivirla plena y serenamente.

De las palabras recogidas durante años de trabajo de campo surgen historias personales de dolor, tormento, soledad, pero también un sistema de mentiras y secretos que produce consecuencias dramáticas para los propios sacerdotes y para toda la comunidad cristiana.

«Para Marzano, uno de los fines principales de los seminarios es inculcar la castidad y la obediencia. Si el objetivo último fuera el mero estudio de la teología, ¿por qué esa necesidad de sacar a los seminaristas de sus casas y concentrarlos en un edificio único con poco contacto con el exterior.»

Emilio de Miguel Calabia, ABC

Sobre el autor:

Marco Marzano es profesor titular de Sociología en la Universidad de Bérgamo, uno de los fundadores de la revista Etnografia e Ricerca Qualitativa y colaborador de Il Fatto
Quotidiano.it. Entre sus publicaciones se encuentran Cattolicesimo magico: Un’indagine etnografica (2009), Quel che resta dei cattolici: Inchiesta sulla crisi della Chiesa in Italia (2012), La società orizzontale: Liberi senza padri con Nadia Urbinati (2017) y La Chiesa immobile: Francesco e la rivoluzione mancata (2018)

 

CRÓNICAS DEL MARGEN – El exilio interior

Por Víctor Mora (@Victor_Mora_G)

Imagen de Asphaltwitch (@asphaltwitch)

 

Habitar, como habitamos, los márgenes de la norma sexual y de género, deja en nuestros cuerpos una huella similar al exilio, una marca original de no pertenencia que se encuentra en tensión permanente para las vidas queer. La huella se intensifica o decrece según transcurren acontecimientos, y el devenir de nuestro propio margen nos hace a veces sentir proximidad y otras, como ocurre últimamente, un profundo distanciamiento. Creo que es importante pensar sobre esas emociones, sobre ese terreno compartido que tiene algo, quizá, de continuidad con episodios del pasado que podemos recuperar para su reinterpretación y, en última instancia, como lugar de encuentro para poner en común sentires y crear alianzas.

’Exilio interior’ fue el nombre que se le dio a la experiencia de quienes se quedaron en territorio fascista, conquistado por los sublevados después de la guerra. Para la resistencia entonces no hubo, desde luego, ninguna opción afortunada o menos dramática. Huir, marchar físicamente al exilio como vía última de supervivencia fue una de esas ‘opciones’ forzosas, y otra, la que habitaron todes les que no pudieron cruzar la frontera, fue la del exilio interior. Convivir con fantasmas y desaparecides, transitar por cementerios cuneta y fosas comunes que multiplicaban sus kilómetros, fueron partes de este singular exilio, del exilio interno que experimenta quien sabe positivamente en su fuero interno que no pertenece a ese contexto. Quien sabe que no forma parte de esa cartografía conquistada por el terror, que su cuerpo y su corazón no pertenecen. El exilio interior es el destierro dentro de casa, el saberse polizón en el nuevo rumbo que se ha impuesto con violencia, el saberse barbarie en la nueva lógica, en la nueva razón. 

Cruzar la frontera geográfica dibujaba una distancia física, medible en kilómetros, pero la vida que quedaba atrás era la misma que la que dejaban quienes se quedaron a habitar el margen interno, el simbólico y obligatoriamente silencioso del exilio interior. Es precisamente en ese margen interno, en ese espacio de deslocalización intramuros, donde creo que hoy, en este contexto tan distinto y a la vez extrañamente similar, podemos volver a encontrarnos. La memoria puede traernos ese terreno obtuso de la marginalidad privada que, estoy convencido, tenemos en común muchas más personas de las que podemos imaginar a priori. Es cierto que no salimos de una guerra (aunque a veces pueda parecer que esa guerra nunca ha dejado, en realidad, de producirse), sin embargo, creo que el sentimiento de desarraigo y no pertenencia es algo compartido por todes les que afrontamos nuestro contexto actual con perplejidad primero, desde la rabia aguda y la profunda tristeza después. El extrañamiento y la distancia fueron un espasmo, una especie de empujón. Nuestro cuerpo seguía dentro del mapa, pero fuera al mismo tiempo, exiliado, en el margen. Es cierto que no salimos de una guerra (aunque a veces pueda parecer que la narrativa bélica contamina todo el texto y que nos envuelve la lógica del golpe y la derrota), sin embargo hay fantasmas que han despertado y que se nos adhieren al cuerpo, como los de la amenaza, como los de la peligrosidad.* Es cierto que no salimos de una guerra, más bien, estamos en plena batalla por el significado, por la narrativa, la memoria y el devenir. Batallas que se liberan en nuestro cuerpo y el de les compañeres, cuerpos expuestos a niveles de violencia que no podíamos recordar, cuerpos que se pretende aislar, señalar, tutelar, ningunear. Una batalla que, si bien se escribe con los modos tradicionales de la propaganda, traza sus renglones mediante estrategias nuevas. El extrañamiento radical se produce cuando nos enfrentamos a esas mentiras que insisten en nuestra peligrosidad, sabiendo que son mentiras, sabiendo que quien las lanza contra nosotres sabe también, perfectamente, que son mentiras. El extrañamiento se produce cuando se disfraza de alarma social, de inseguridad jurídica, de peligro para la mayoría, para 47 millones… lo que no es otra cosa que la pataleta del privilegio ciego, que se resiste a codazos, que se impone como sea, con las mentiras y el desprecio que su mantenimiento exija. 

Como decía al principio, las emociones del exilio que sin duda compartimos, son parte de una tensión en movimiento. No habitamos el margen al que otrora nos obligaba el totalitarismo, no hace falta recordarlo. Sin embargo, sí parece haberse olvidado que hay más similitudes que diferencias con todo texto normativo que pretende jerarquizar unos cuerpos sobre otros, que pretende señalar y deshumaniza experiencias y condiciones. 

Si bien hoy por hoy podemos aseverar sin matices que no se puede vivir de los logros del pasado, y que esos mismos logros instrumentalizados han servido (también) para ampliar privilegios y acrecentar distancias entre márgenes, lo que no haremos, desde luego, es asumir que no podamos reapropiarnos nuevamente del significado, intervenirlo y reescribir el texto del margen, el nuestro, el que nos pertenece y del que somos única autoridad. Hablemos de ello. Desde lo colectivo, desde ese sentimiento compartido de no pertenencia, como hemos hecho históricamente tantas veces, Crónicas del margen se plantea como un espacio para habitar ese destierro y compartirlo. Un lugar para hablar de nuestros espacios, textos, performances, expresiones y propuestas. Las crónicas, en definitiva, de todo lo que también está pasando en este contexto extraño que también es el nuestro y en el que se teje la red que va a escribir (que ya está escribiendo) el futuro que imaginamos. 

 

Imagen de Asphaltwitch (@asphaltwitch)

Texto de Alana Portero – Peligrosidad estatal

 

¿Quién teme a lo queer? – Ese sexo del que usted me habla

Por Victor Mora (@Victor_Mora_G ‏)

«Intersex colour» by * Cecilia Lee * is licensed under CC BY-NC-ND 2.0

Quisiera que, en el proceso, nunca perdiéramos de vista el hecho de

que nuestros debates sobre la biología del cuerpo siempre son debates

simultáneamente morales, éticos y políticos sobre la igualdad política

y social y las posibilidades de cambio.

Nada menos es lo que está en juego.

Anne Fausto-Sterling

El sexo, ese sexo del que usted me habla, existe. Claro que existe. De hecho, y por mucho que insista usted, nadie dice lo contrario. El sexo existe. El sexo es. Pero, ¿qué es el sexo? ¿Qué es eso de lo que usted me habla y que sin duda existe? Parece que hay una guerra abierta a propósito de la existencia del sexo, una existencia que (¡ay!) borra (borra, esta sí) todo lo que, por otro lado y según usted, no existe o existe menos. La existencia material de eso que llamamos sexo se superpone a todo lo demás y lo explica, es objeto visible, tangible y estadístico. Es sustancia que divide y organiza de manera binaria y estructurada a la población. El sexo existe por encima de todas las otras cosas que, bueno, al ser tan privadas, tan íntimas, tan pertenecientes a los ámbitos de la emoción (que es volátil y caprichosa), existen menos y, en suma, no merecen la atención de la reflexión teórica, de la consideración legal y ni siquiera de la estadística. Porque lo que existe, existe, y el resto son propiedades imaginarias, opiniones, preferencias y sentimientos privados (que deben seguir, por cierto, siendo privados). En resumen: existe el sexo, pero nosotres no. Un sexo deambula por ahí, existiendo independiente, ajeno a todo lo demás. Lee el resto de la entrada »

Las mutilaciones genitales de las personas intersex deben cesar

Por el Día de la Visibilidad Intersexual publicamos este artículo de Daniel J. García López, Profesor de Filosofía del Derecho UGR, y  Liván Soto González (@livansoto), Investigador en Filosofía del Derecho UGR

Foto: Jagoba Barron

Hoy 26 de octubre se celebra el día mundial por la visibilidad de las personas intersex, y hemos querido volver a circular el contenido del “Manifiesto: Juristas contra la mutilación genital de personas intersex” donde ofrecemos algunas de las razones por las que se precisa de otra formulación jurídica para abordar la realidad y los cuerpos de las personas intersexuales.

Los Derechos Humanos se han convertido en un criterio de legitimidad, pero también de validez de los sistemas jurídicos. Es por ello que una democracia no puede denominarse así si no presenta garantías fuertes para su ciudadanía. En este sentido, las personas intersex, históricamente llamadas hermafroditas y médicamente estigmatizadas como Disorders of Sex Development (anomalías del desarrollo sexual), representan el límite infranqueable: aquellos sistemas jurídicos que no sean capaces de dar una respuesta garantista a las personas intersex no pueden ser llamados democráticos ni defensores de los Derechos Humanos. Lee el resto de la entrada »

¿Y si nos revisamos la transfobia y el privilegio?

Por Pal Gallego (@palgb_)

Acción del 8 de marzo de 2020 del Bloque Bollero. Madrid

Me disponía a escribir un texto teórico, con un montón de argumentos para rebatir todo lo que se ha dicho sobre el temazo de las últimas semanas en redes sociales pero me parece que la solución es mucho más fácil y cercana que esa. Así que ahí va:

LOS DERECHOS TRANS* NO SE CUESTIONAN NI SE DISCUTEN.

Y aquí debería terminar. Pero no.

Aviso de contenido: transfobia, transmisoginia, enebefobia (odio o rechazo a las personas no binarias).

Los derechos de las personas trans* son una cuestión de derechos humanos y deberían recoger a todo el colectivo, también a las personas no binarias. No es ético ver cómo haciendo referencia a lo biológico se borra la identidad de una persona, y más cuando esa persona está en una situación de desventaja en cuanto a su privilegio.

Las personas, independientemente de ser trans* o no, se pueden sentir más cómodas (o no) dentro del binarismo, pero precisamente porque hay algunas que, no solo se sienten cómodas, sino que forma parte de su identidad y se nombran desde ahí, no creo que deba relegarse a otro lugar. Al igual que habrá personas, da igual del colectivo que sean, que se sientan más en sintonía con lo que propone la teoría queer o lo que representa la categoría queer y que no implique ningún borrado para “la mujer”. Por esta razón y porque me hastían las críticas que se hacen, muchas veces sin saber, a ambos términos, quiero arrojar un poco luz que nos sirva a todes para entenderlos mínimamente.

La palabra queer tiene muchos significados pero casi todos confluyen en una misma cuestión, el cuerpo y lo que nos atraviesa y cómo lo hace. Queer, en su origen etimológico significa rare, desviade, que primero se utilizó como cajón desastre para agrupar sujetes fuera de la normatividad (razializadas, putas, tullidas, bis, bolleras, travestis, maricas, precarias, etc); y más tarde se empieza a utilizar como insulto hacia las personas LGTB (y digo LGTB tal cual, sin más siglas) cuando empezaban a visibilizarse las luchas por los derechos de este colectivo, alrededor de los años 70. Es un concepto anglosajón del que nos hemos reapropiado, y ya voy a referirme al Estado español por ser el territorio del que tengo más conocimiento y del que puedo hablar en primera persona, para resignificarlo y dejar atrás el insulto, para que pueda ser una palabra desde la que nombrarnos como disidencias, desde los márgenes. Lee el resto de la entrada »

La posibilidad de geografías queer entre idilios rurales y ciudades emancipatorias

Por Abel P. Pazos (elle/a) – IG: @llorarbailando

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Es común en los discursos con respecto a la historia de las relaciones entre la identidad y el espacio encontrarse con la asunción de la ciudad como lugar de emancipación, catalizador y promotor de las capacidades disidentes frente a los espacios tradicionalmente tipificados como rurales, que se instalan en el imaginario colectivo casi como esencialmente topo-(diverso)-fóbicos, es decir, necesariamente hostiles ante las disidencias afectivo-sexuales, corporales y de género.

Esta cuestión, que no es descabellada, encuentra su fundamento en la historia de la conformación y desarrollo de las ciudades, donde con el ojo puesto en las relaciones múltiples que se ejercen entre estos espacios y los cuerpos que los habitan, efectivamente se pueden identificar por un lado, la influencia de los espacios urbanos para la construcción de las identidades colectivas de las disidencias, y por otro, de las resistencias disidentes ante las estructuras cisheteronormativas de regulación moral para la conformación de estos mismos espacios urbanos. Lee el resto de la entrada »

¿Quién teme a lo queer?: Hablamos con Roberta Marrero

Por Victor Mora (@Victor_Mora_G ‏).

 

Una vez al mes esta columna se dedica a entrevistar a personas o colectivos, que a través de sus creaciones, desarrollos o proyectos, conforman espacios de vida para la disidencia, y generan de alguna manera el tejido de lo queer.

Artista plástica y escritora, Roberta Marrero ha expuesto su obra en distintas galerías europeas y ha publicado recientemente dos novelas gráficas en Lunwerg Editores. Su libro Dictadores (Hidroavión, 2015), oda pop antifascista de collages vandalizados, ya contenía buena parte de su lenguaje recurrente. Roberta genera paisajes nuevos, otras lecturas posibles para la iconografía popular, que desterritorializa mediante la ilustración y el collage. Lee el resto de la entrada »

Contando homosexuales

Por Moscas de Colores (@moscadecolores)

We are everywhere (Estamos en todas partes) / Foto: San Diego Democrats For Equality

La idea de que una de cada diez personas es homosexual es quizás uno de los “mitos” más conocidos y recurrentes en torno a la homosexualidad. Ha pasado a formar parte de nuestro imaginario y a pesar de haber sido muy contestado por cierto grupos “conservadores” y de la aparición, cada cierto tiempo, de nuevas encuestas, informes y estudios que lo cuestionan, es difícil dejarlo atrás porque nos lleva acompañando desde finales de los años 70, lo que para mi es toda la vida.

Incluso recuerdo haberme sorprendido alguna vez, de adolescente, calculando “estadísticamente” cuántos, en el metro, en el autobús o en la clase de gimnasia eran “así”. Aunque también recuerdo que por aquel entonces nunca me incluía en el cálculo. Y si bien nunca me planteé de donde salía ese 10% tan reconfortante para algunos e inquietante para otros, en algún momento lo asocie a la figura de Kinsey y sus dos famosos informes sobre el comportamiento sexual, que revolucionaron y escandalizaron a la sociedad de los años 50 al sacar la homosexualidad de las sombras y convertirla en un fenómeno relativamente común. Tanto, que según Kinsey, al menos el 37% de la población masculina y el 20% de la femenina había tenido alguna experiencia homosexual entre la adolescencia y la vejez. Lee el resto de la entrada »

Tenemos dos mamás, ¿de dónde venimos?

Por Nieves Gascón, (@nigasniluznina)

Hace bastante tiempo, justo en mi momento preadolescente, que entonces no era una etapa vital ni importante ni diferente, mi madre consideró que ya debía saber sobre sexo y reproducción humana. Sin venir a cuento de nada, me dio un libro: ¿De dónde venimos? (1973) de Peter Mayle, con simpáticas ilustraciones de Arthur Robins, editado por primera vez en España en 1975, que se convirtió en un referente para la educación sexual de niños y niñas en los años ochenta. Tuve la suerte de disponer del libro el tiempo necesario para darle más de una vuelta y reflexionar. Mi madre desapareció y creo que no hablamos jamás directamente de sexo.  No obstante me podía dar por satisfecha porque era una mujer moderna, capaz de adquirir y proporcionarme información sobre sexo “valiosa y contrastada”. Lo más extraño era trasladar todo aquello a algo sucedido para que yo viniera al mundo, en la intimidad de la relación de pareja de mi madre y mi padre. Lee el resto de la entrada »