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Los márgenes

Por Iren Ibisate
Persona transmasculina. Miembro de anitzak y el observatorio vasco LGTBI

 

Ayer en el debate final previo a las elecciones del 23J las personas trans estuvimos presentes. Más concretamente las mujeres trans, ya que las personas transmasculinas siempre somos oportunamente borradas, entre otras cosas porque nuestra existencia desmonta gran parte de los bulos contra nuestras compañeras. En eso se ha convertido nuestra vidas estos últimos años, en un golpe de efecto de la extrema derecha y no tan derecha ( o por lo menos no se denominan así).

Desmontar el sistema sexo-genero es una de las mayores afrentas que pueden realizarse en esta sociedad. La razón es que desmontamos la base misma de muchas cuestiones que vemos como “naturales” y que simplemente tenemos interiorizadas o aprendidas. Les guste o no a muchas personas esas cuestiones que he mencionado sustentan estructuras de poder vigentes.

Somos personas incómodas por el simple hecho de ser y nuestra existencia en sí misma es una ruptura inasumible. Ayer el silencio ante los bulos del personaje dejaron claro que no somos personas dignas de defensa o que nuestra defensa sale demasiado cara.

 

«No pueden esperar más» Las 10 claves de la Ley Trans

Por Apoyo Positivo

 

Desde el blog Apoyo Positivo se comparte Las 10 claves de la Ley Trans, un decálogo para comprender mejor el porqué esta ley es necesaria y cuáles son sus puntos fundamentales:

 

Octubre llega a su fin y con él llega el día en el que celebramos el cuarto aniversario del día en el que la Organización Mundial de la Salud (OMS) excluyó la transexualidad de su lista de trastornos mentales. Aunque esto supuso un gran paso en la vida de las personas trans, no fue, ni mucho menos, el final del camino, todavía no se ha conseguido quitar de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) que la transexualidad sea considerada como una “incongruencia de género”.

La eliminación del estigma es un camino largo, pero no por ello vamos a dejar de recorrerlo todes juntes y cualquier paso en esa dirección debe ser celebrado.

Al hilo de todo esto, y algo que muches nos preguntaís a través de las redes sociales y en nuestros centros CASA es sobre la Ley Trans, pero ¿qué es lo que está pasando con la ley Trans?

No vamos a empezar la casa por el tejado y antes de entrar en toda la polémica, vamos a repasar juntes los 10 puntos clave de esta propuesta de ley, conocida por todes como la ley trans, cuyo nombre es 121/000113 Proyecto de Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI.

1. Autodeterminación
La polémica está servida y todo por una mala interpretación del documento. La frase “autodeterminación de la identidad sexual y expresión de género” ha enfrentado a feministas y personas trans, o al menos eso nos hacen creer.

En palabras de la propia Irene Montero sobre la libre determinación de la identidad de género y su despatologización:

«El Estado reconoce a las personas trans su derecho a ser quienes son, sin que medien testigos, sin que medie la obligación de hormonación durante 2 años y sin ningún informe médico que tenga que decir que son personas enfermas.»

2. Derechos y violencia machista
¿Cuál es el temor de un grupo reducido de feministas? Que el término no binario pueda resultar prejudicial a la hora de hablar de violencia machista contra las mujeres, pero la ley trans tiene en cuenta esta y otras casuísticas:

“La rectificación de la mención registral relativa al sexo y, en su caso, el cambio de nombre, no alterarán el régimen jurídico que, con anterioridad a la inscripción del cambio registral, fuera aplicable a la persona a los efectos de la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género.”

Por lo que la ley trans no afecta en absoluto a lo establecido por la Ley Integral contra la Violencia de Género.

3. Despatologización
La autodeterminación no se puede entender sin el concepto de despatologización. A día de hoy, para que una persona pueda cambiar su nombre y sexo en su documentación identificativa necesita el informe de un profesional de la salud mental que indique que la persona sufre “disforia de género”, término que la OMS modificó por “incongruencia de género”.

La ley trans garantiza que las personas trans puedan cambiar su documentación, si así lo expresan, sin necesidad de ningún certificado médico.

4. Personas no binarias
No todas las personas trans se identifican con el binarismo de género construido en torno al hombre y la mujer, aquellas personas que no están de acuerdo con el género que le asignaron al nacer, pero que tampoco se identifican ni como hombre ni como mujer, son conocidas como personas no binarias y aunque este reconocimiento no figuraría en el DNI, NIE o pasaporte, las personas que sí lo deseen pueden “omitir la mención relativa al sexo” en sus documentos.

5. Menores
En las personas trans menores el derecho a la autodeterminación y la ley trans se apoyan en una sentencia del Tribunal Constitucional de 2019 en la que se dictamina que los menores con “suficiente madurez” y “en situación estable de transexualidad” podrán realizar los cambios necesarios para adecuar sus datos.

En base a esta sentencia, la ley trans establece tres franjas de edad:

A partir de 16 años: la persona es libre de autodeterminarse.
Entre los 14 y los 16 años: requiere el consentimiento de los padres.
Entre los 12 y 14 años: debe ser un juez el que lo determine siempre que tenga el consentimiento de sus padres.
En caso de los menores de 12 o aquellas personas “con capacidad de obrar modificada judicialmente” deberán ser solo a través de sus representantes.

6. Educación
Según la nueva Ley, además de les compañeres y familias, el personal docente y del centro deben “respetar su imagen física, la elección de su indumentaria y el acceso y uso de las instalaciones del centro educativo conforme a su identidad de género”.

7. Ámbito sanitario y reproducción binarias
La cirugía de reasignación de género pasa a estar incluido también “en la cartera de servicios comunes del Sistema Nacional de Salud”. ¿Qué incluye este cambio? “Tratamiento hormonal, terapia de voz, cirugías genitales, mamoplastias, mastectomías y material protésico”, según el texto de la Ley.

La ley también recoge que toda persona “con capacidad de gestar” pueda acceder también a los tratamientos de reproducción asistida.

¡OJO! Que estos servicios estén disponibles no quiere decir que sean obligatorios y siempre irán de la mano de una supervisión médica. La autodeterminación de género no lleva consigo ningún proceso quirúrgico ni hormonal, estos solo estarán disponibles para aquellas personas que lo soliciten.

8. Personas extranjeras
Una de las reivindicaciones del colectivo trans que se incorporan en esta ley es el derecho de las personas a registrar su entrada al país en función de su autodeterminación, siempre y cuando “acrediten” la imposibilidad de hacerlo en su país de origen o que ponga en riesgo su vida o su integridad física.

Con respecto a las personas de otra nacionalidad que no sea la española, pero sean residentes en España, también se les reconocerá los mismos derechos, con independencia de su situación administrativa.

9. Deportes
Con todas las polémicas que surgen cada vez que una persona trans gana en alguna competición deportiva (porque las polémicas sólo surgen cuando ganan), era necesario que la ley trans se pusiera manos a la obra.

Como ya se estipulaba en el Comité Olímpico Internacional en 2016, las personas trans tienen derecho a participar de los equipos e inscribirse en competiciones sin las llamadas verificaciones de sexo, que quedan totalmente prohibidas. Las personas menores de 16 años podrán participar en la categoria “de acuerdo con su elección de identidad de género”.

10. Prisiones
En el ámbito de las prisiones, las personas trans ingresarán en prisión “conforme a su sexo registral”, si ya han procedido al cambio en la documentación. No obstante, si por razones de seguridad e integridad la persona deseará ser internada en una cárcel del sexo opuesto al registrado, también se permitirá.

Del mismo modo, las personas, independientemente de si han finalizado o no la tramitación de sus documentos, deben ser tratadas conforme a su autodeterminación. Asimismo, podrán “iniciar o continuar” los tratamientos de cambio de sexo incluso estando en prisión.

Estos son los 10 puntos principales de la Ley trans, y aunque nos hacen creer que alguno de ellos son polémicos, el texto recoge de forma muy completa todas las posibilidades y los debates que se reproducen en los medios de comunicación, nada tienen que ver con la realidad de la ley ni la de las personas trans.

Tal y como ha dicho Irene Montero tras el último retraso en la aprobación de la misma.

“Sus derechos no pueden esperar más, nos vamos a dejar la piel”

Una ley Trans para todas. El momento es ahora

Samir Bargachi, director de @KifKif

 

En torno a las 14 horas de este lunes 27 de junio, el Consejo de Ministros tiene previsto dar luz verde a la esperada “Ley Trans”, la cual iniciará el proceso de trámite parlamentario para su definitiva aprobación.

Muy largo ha sido el camino que ha recorrido esta ley, primero como anteproyecto de Ley Trans y finalmente como “Ley para la Igualdad real y Efectiva de las Personas Trans y para la Garantía de los Derechos de las Personas LGTBI”.

Desde las organizaciones y colectivos LGTBI siempre hemos subrayado que las personas trans necesitaban de una ley propia que reconociera su idiosincrasia, elementos exclusivos que afectan de forma particular a las personas trans, su identidad y cuestiones vinculadas a su sexo-género, a su salud, a su precariedad laboral, a su estigmatización y a lo que significa tener vidas dignas.

Lo que tenemos delante es una ley que, si bien da marco legal a nivel nacional a estas cuestiones previas, pasa de puntillas e incluso no reconoce derechos imprescindibles para el colectivo.
Por ejemplo, el tratamiento descafeinado que se hace de la infancia trans, excluyendo a menores de 12 años, y entre 12 y 14 años mediante procedimiento judicial largo y tedioso. Además, se incluyen procesos de reflexión de tres meses y de reversibilidad de seis. Ya sabemos cómo funcionan los periodos de reflexión; lo hemos visto con leyes como la del aborto: un coladero propagandístico para entidades antiabortistas que no hacen sino que la persona afectada aumente su ansiedad y su sensación de señalamiento y estigmatización. Proteger a la infancia trans es acompañarla desde el ámbito institucional, social y educativo en su proceso y en su decisión, evitando paternalismos innecesarios.

¿Y qué no incluye esta “Ley Trans”? Según el anteproyecto que conocemos, las personas no binarias -ni se mencionan- y las personas trans migrantes, refugiadas y solicitantes de protección internacional estarían fuera del marco.

En relación a las personas trans migrantes, el articulado ordena a las Administraciones Públicas que habiliten procedimientos a través de los cuales, las personas extranjeras sin residencia legal en España que acrediten la imposibilidad legal o de hecho de llevar a efecto la rectificación registral relativa al sexo y nombre en su país de origen, puedan interesar dicha rectificación. En otras palabras, hablamos del hecho de exigir a las personas trans migrantes documentos relacionados con su identidad de género desde el país de origen.

Esto significa que las personas trans migrantes deben demostrar que han iniciado un trámite relativo al cambio de su identidad de género en sus países de origen, una realidad que no se produce en la mayoría de casos por la legislación existente, la cual persigue o no reconoce a este colectivo. Y esto, ¿qué quiere decir? Que en la práctica, el 99 % de las personas trans migrantes en nuestro país no podrán tener reconocida su identidad de género en los documentos oficiales españoles.

¿Cómo van a acreditar que quieren cambiar su género con documentos de sus países si huyeron de allí por ese mismo motivo? Así pues, este requisito no sólo es inaceptable, sino que es una barrera más para estas personas que ya tienen suficientes dificultades en su proceso migratorio o de protección internacional. Debemos asegurarnos que en los trámites y documentos se reconozca su identidad de género en las mismas condiciones que a los nacionales españoles.

Si se aprueba esta ley sin las personas trans migrantes se consolidará lo que se viene gestando desde hace tiempo: el nacimiento de dos comunidades LGTBI desligadas; una de primera clase, con derechos, y otra, la de los márgenes.

 

Pulsa en la imagen para acceder al vídeo

 

Es por ello por lo que no cabe felicitarse por esta Ley Trans, ni siquiera hacer un ejercicio de autocomplacencia, cuando esta ley deja vidas fuera: las de las personas no binarias y las de las personas trans migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo.

Las excusas de “es una ley de mínimos”, “se podrá mejorar más adelante”, no tienen cabida cuando se deja fuera a las personas que siempre están en el último escalafón del sistema. Estas personas no pueden esperar más, ahora es su momento. Toca a las administraciones ejercer políticas valientes que nos pongan en el centro con una Ley Trans de la que enorgullecernos y hagan izar la bandera común de la justicia social; en definitiva, una ley trans para todas.

Consulta más sobre este tema en los siguientes enlaces:

Kif Kif

@KifKif_iguales

¿Estará dispuesto Casado a derogar el matrimonio igualitario para ser presidente con el apoyo de Vox?

Pablo Morterero (@pabloMorterero)

 

En España, centenares de miles de personas LGTBI estamos expectantes a la reacción de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ante la anunciada presentación de una propuesta de Ley en la Asamblea de Madrid, por parte de Vox, para derogar las leyes autonómicas LGTBI y trans.

Vox nunca ha ocultado que una parte fundamental de su proyecto radical es acabar con algunos derechos humanos que hemos conseguido en los últimos años, no solo en el campo de la orientación y la identidad sino también en el campo del género. Por eso, no ha sido una sorpresa el anuncio de la formación radical de ultraderecha, pero sí ha generado preocupación el momento y el lugar anunciado para presentar la propuesta de Ley.

La presidenta de la Comunidad de Madrid nunca ha ocultado sentirse cómoda con muchos de los postulados de la formación radical, y ha hecho continuos guiños a su electorado para conseguir una mayoría suficiente para gobernar. Escorarse tanto a la ultraderecha, ha hecho que la única opción parlamentaria del gobierno de Díaz Ayuso para sacar adelante las leyes en la Asamblea de Madrid sea el concurso de la formación radical de ultraderecha. Hace unos días se formalizó el pacto para los Presupuestos de la Comunidad para 2022, y justamente después, Vox anunció la presentación de la propuesta de Ley.

La deriva de la gran formación política de centro-derecha española hacia una posición radical de ultraderechas es preocupante. Porque cada vez más, se verá condicionada por la formación radical ultraconservadora, que además necesita diferenciar su discurso político respecto a un PP escorado hacia la ultraderecha, radicalizándolo.

Si la señora Diaz Ayuso acepta el envite, y acepta derogar o modificar las leyes trans y LGTBI, no solo salen perjudicadas las personas LGTBI madrileñas y sus familias, sino las de todo el país. Porque fortalecidos por el éxito, el siguiente objetivo serán las leyes del resto de Comunidades Autónomas, y el premio “gordo”: el matrimonio igualitario.

No podemos olvidar que el PP no solo se opuso al matrimonio igualitario en las Cortes Generales si no que también presentó un recurso de inconstitucionalidad, finalmente rechazado por el Alto Tribunal. Y es que la derecha española nunca se ha sentido cómoda con extender la institución matrimonial a las parejas de dos personas del mismo sexo. Porque enfrenta el espíritu liberal existente en la formación de centro derecha, con el neoconservador que ido ganando posiciones en las últimas décadas.

Cada pacto que firma el PP con Vox, es un eslabón más de la cadena que ata a la formación de centro-derecha al programa radical ultraconservador. Tras gobernar comunidades autónomas como Andalucía, Castilla-León, Madrid o Murcia, y decenas de ayuntamiento, en las próximas elecciones generales, donde presumiblemente el candidato “popular” sería Pablo Casado, cualquier posibilidad para gobernar en minoría pasará inevitablemente por un pacto con el partido de Santiago Abascal.

Y ya sabemos cual será una de las “piezas” que querrá cobrarse el lobby político ultraconservador radical: el matrimonio igualitario. ¿Será capaz Casado de renunciar a gobernar y facilitar un gobierno de centro-izquierda, por no “sacrificar” el matrimonio igualitario?

Por eso es tan importante el éxito de la movilización del próximo 15 de diciembre en diferentes partes de España contra la anunciada petición de derogación de las leyes madrileñas trans y LGTBI. Solo si el PP asume que ceder y sacrificar derechos de las personas LGTBI y sus familias en el altar de la gobernabilidad con Vox supone la pérdida de una parte importante de su electorado más liberal, podemos asegurar que una posible mayoría de centro-derecha en las próximas Cortes Generales no suponga el fin del matrimonio igualitario.

Porque si no, lo que nos queda es rezar. Para aquellos que tengan fe, naturalmente.

 

Vidas contagiosas, aulas limpias

Rodrigo García Marina (@rodrigogmarina)

 

A efectos prácticos, si algo podemos ver con claridad tras las decisiones políticas del gobierno de extrema derecha húngaro son algunas de las debilidades de los argumentos que, en el pasado, empleamos para defender a nuestra comunidad LGTB. Hace unos meses, cuando las personas trans ponían el cuerpo en los espacios virtuales y políticos para la aprobación de la Ley de autodeterminación de género, fue común volver a una noción ingenua del derecho. Se consideraba que la razón última para la aprobación de esta misma ley era un sustrato inherente a ese cajón del desastre denominado “Derechos Humanos”, el cual pareciera contener una serie de derechos naturales obviando que la historia de la justicia es justo una historia de la lucha por alcanzarla e incluso, si decidimos ir más allá, un constante ciclo de su paulatina ganancia-pérdida. Sin dar por válida la consecución argumentativa de los multiculturalistas políticos, cabe aceptar una de sus contraargumentaciones: estos “Derechos Humanos” son un tipo de derechos que solo se exigen fuera de la comunidad occidental. Lo cual, más allá de las buenas intenciones, indica que, si las personas trans son personas, todavía queda alguien-algo en el límite que coteja lo humano y transita el plano de la monstruosidad.

Hannah Arendt en “Los orígenes del totalitarismo” nos explica que, a lo largo del siglo XX, pese a existir una noción común de ser humano, los Estados consintieron que distintos grupos sociales, étnicos, sexuales quedaran fuera de la jurisdicción. “Quedar fuera” de la regulación jurídica es ante todo estar al margen de la norma en un sentido menos obvio de lo que quizá esta frase pretende. Pues quien queda fuera, no solo está excluido por una vía negativa del disfrute de una serie de garantías que lo convierten en sujeto jurídico, sino que se expone a la vulnerabilidad de la imposibilidad real del afuera. Por eso, el margen no es un margen como tal, sino una posición política de subordinación totalizante produciendo, como señala Butler, que estas personas no solo vivan ausentes de derecho, sino que la ley misma les conduce a problemas. Por ejemplo, cuando un policía interpela constantemente a una persona racializada en la búsqueda de “los papeles”. En definitiva, en la búsqueda del afuera con el que cualquier entidad jurídica puede oponerse a quien no queda bajo la regulación positiva de la ley.

La cuestión es más capciosa de lo que cualquiera primeramente pudiera llegar a imaginar. Cabe preguntarse qué se prohíbe realmente cuando se prohíbe hablar sobre cuestiones LGTB en un aula y por qué en un aula y no, por ejemplo, en la parada de autobús, el supermercado o el hospital. Lejos de lo que las campañas de desprestigio han querido vender tanto en Hungría como en España con el auge de la ultraderecha, la promoción de diversidad sexual en las escuelas son proyectos didácticos cuyos objetivos quedan difícilmente definidos en el momento en el que es complejo calibrar para quiénes sirve. En el plano de lo político ocurre que la aprobación de medidas para particulares afecta al cómputo total del grupo. Pongamos un ejemplo: si se adecúa el espacio para que personas con diversidad funcional puedan acceder más fácilmente al aparcamiento, la virtud política no se ejecuta exclusivamente sobre las personas que por sus capacidades físicas tienen una mayor dificultad para operar en carretera. También transforma la totalidad de la sociedad, haciendo entender que determinados sujetos requieren de determinados servicios de los que otros quedamos exentos. Por ello, la educación en diversidad sexual puede serle de utilidad a aquel menor LGTB que se encuentra habitualmente en una situación de exclusión escolar para entender que no es la única persona en el mundo de su condición y que, de hecho, el mundo, pese a las distintas regulaciones y persecuciones sexuales a lo largo de su historia y geografía, posee dicha diversidad. Y también sirve para desenmascarar a acosadores y cómplices, para sensibilizar a compañerxs que a partir de ese momento pueden decidir “poner el cuerpo” como escudo. Ese cuerpo que nos obligan a “poner”, no permitiéndonos salir de núcleos de auto referencialidad constante y que nos hace estar tan cansadxs. Compañerxs: ¡necesitamos tantos escudos solidarios! 

Althusser, un filósofo marxista estructuralista francés explicó que, en la medida en la que el policía dice “alto” y te para, el poder interpela a las personas. Esta interpelación en el análisis del discurso reparte unos papeles muy distintos entre conversadores. Una de las cuestiones que más pudo consternarme durante el prolongado debate de la “Ley Trans” fue el torticero cambio de tornas. Se puede, y, de hecho, por salud democrática, se debe ser críticxs con los anteproyectos de ley en términos generales. Sin embargo, lo que podría haber sido una discusión acerca de la garantía jurídica rápidamente se convirtió en una cuestión ontológica donde las mujeres trans, para la ultraderecha y algunxs activistas de izquierdas, eran simplemente hombres travestidos con infinitas ganas de entrar en las cárceles y baños públicos para así poder violar a las mujeres cis. Estas barbaridades, junto con las falacias voluntaristas de la identidad y la orientación (habría que preguntarles si acaso ellxs eligieron su condición sexual o si fue, más bien, un modo complejo de expresión con el que viven) lo único que señala es algo que, lejos de ser nuevo ocurre desde hace siglos: la imperiosa lucha por marginalizar nuestras vidas y volverlas contingentes frente a la seudonecesidad cisheterosexual. Toda esta infamia, entre otras cosas, tan solo ha servido para proporcionarle puestos de poder en redacciones a determinadas personas (espero que estén contentxs con el espectáculo montado a costa del dolor ajeno) y generar una imposibilidad de debate acerca de la garantía jurídica y la protección no exclusoria de distintos colectivos.

Sin embargo, esto no ha podido darse sin el surgimiento de una palabra contagiosa y la lucha por la toma del lugar de enunciación. Sigo observando con sorpresa cómo estxs activistxs de izquierdas llevan más de un año tuiteando diariamente sobre las vidas trans. Obviando justo lo esencial: que el anteproyecto de ley acoge vidas y que estas vidas son usualmente precarias. ¿Acaso no existían más problemas sociales? ¿No era necesario alzar la voz a raíz de otras injusticias? El absurdo es tal, que se ha llegado a exigir responsabilidades políticas a la ministra de Igualdad tras la barbarie de la violencia vicaria como una falsa consecuencia compartida con la defensa de la Ley Trans.

Cualquier persona es crítica frente a determinadas cuestiones del tipo que sean, incluso de aquellas que no nos interpelan directamente, pero ¿qué es aquello que nos conduce a enunciarlo día tras día? La interpelación del poderoso. En la medida en la que alguien habla, la otra persona calla pues si no, no podría mantenerse una conversación. En pocas ocasiones consentimos que alguien nos interpele durante el tiempo que quiera sin necesidad de obtener una respuesta por nuestra parte. Las palabras contagiosas, las que por lo visto pregonamos, producen un radical daño en la infancia, en la familia, en la regulación heteronormada de producción social. Necesitan fuerza de trabajo empobrecida e imágenes culturales que reproduzcan el futuro de la servidumbre. Nuestras palabras, como nuestras vidas, cumplen la virtud de ser peligrosas en su contagio. Pues en la medida en la que se expresan, evidencian otro modo de estar en el mundo permitiendo que potencialmente el testigo se libere. La transición política de orden mundial hacia un espectro más conservador requiere del borramiento de lo monstruoso: aquello cuya condición es mostrar o revelar en sueños la existencia de otra cosa. No son acciones disparejas. La paulatina precarización de las relaciones laborales y el empobrecimiento produce sumisión. La muerte del tejido sindical produce sumisión. La a-historización del mundo produce sumisión. Que nuestras vidas no puedan ser vividas produce sumisión.

Seamos víricas. Tomemos sus tribunas, pongamos nuestra voz.

 

«Happy Gay Pride?» by A.Davey is licensed under CC BY-NC-ND 2.0

Fobias invisibles

Por Ander Prol González(@AnderProlGlez) marika, periodista y sexólogo

 

Mayo, el mes en contra de la LGTBIQ+fobia. Mes en el que el día 17 de cada año se denuncia cualquier tipo de agresión o violencia que sufre todo el colectivo LGTBIQ+. Y, precisamente, es de todo el colectivo porque no es el día en contra de la homofobia como se acostumbra a decir, es el día en contra de toda violencia que registre cualquier sigla del colectivo por ser quienes son; que esto también hay que recordarlo, esto no se trata de love is love o mantras parecidos.

La LGTBIQ+fobia nos atraviesa de múltiples maneras y en diversos escenarios de nuestra cotidianidad: presunción de cisheterosexualidad (todo el mundo es cis o hetero hasta que se demuestre lo contrario); plumofobia; lesbofobia (“¿cuál de las dos es el chico?”, “¡marimacho!”, “si a mí me encantan las lesbianas, ¿queréis un trio?”…); transfobia (“deberías operarte, estarías más guapa”, “¡Ala! No pareces un chico! Estás muy lograda”, “¡Ah! ¿que eres trans? No, lo siento es que los trans no me atraéis, pero no pasa nada”…). 

Justamente, este mes, el mes en contra de la LGTBIQ+fobia, he asistido a dos agresiones contra el colectivo que, a pesar de no haberlas sufrido directamente por mi privilegio cis, me veo obligado a denunciar. La primera de ellas es públicamente conocida y es que el pasado 18 de mayo el colectivo trans* sufrió una de las peores violencias a las que se podía enfrentar desde una institución pública: la negación de avanzar en los derechos que a día de hoy aun no les son concedidos al colectivo. 

Como informó este mismo medio, el PSOE se abstuvo a la hora de la votación lo que propició que, junto con las negativas de la derecha y ultraderecha, la llamada Ley Trans no saliera adelante.  Son muchos los colectivos que han denunciado esta inacción del PSOE incluso otorgándoles su merecido reconocimiento. Así lo ha expresado, por ejemplo, Gehitu, Asociación LGBTI del País Vasco, entregando su premio de Hojalata de este año a Carmen Calvo, vicesecretaria primera del Gobierno y miembra del partido.

La segunda agresión hacia el colectivo la he vivido en primera persona. Días antes del propio 17 de mayo se pusieron en contacto conmigo para protagonizar la firma de un programa de radio por “el Día en contra de la homofobia”. Como es lógico acepté pero con la condición de que se corrigiera el tema de la firma por Día en contra de la LGTBIfobia. No hubo objeción alguna por lo que en la fecha prevista mandé la grabación. La sorpresa llegó el día de la emisión cuando la profesional que contactó conmigo me habló para pedirme perdón porque, con su disconformidad, el locutor decidió no decir LGTBIfobia y sí homofobia. 

Como mencioné en una anterior entrada a este blog, realicé mi trabajo de fin de master sobre Deontología periodística y representación del colectivo trans en los medios y, para entonces, ya eran varios los códigos en los que se incluía la no discriminación del colectivo. Por ejemplo, el artículo 9 de la Carta Mundial de Ética para Periodistas dice:

<< 9.- El o la periodista velará por que la difusión de información o de opiniones no contribuya al odio o a los prejuicios y hará todo lo posible por no facilitar la propagación de la discriminación por motivos de origen geográfico, social, racial o étnico, género, orientación sexual, idioma, discapacidad, religión y opiniones políticas >>.

Por otro lado, la Federación de Asociaciones de Periodistas de España, afirma en el artículo 7 de su Código deontológico que:

<< 7. El periodista extremará su celo profesional en el respeto a los derechos de los más débiles y los discriminados. Por ello, debe mantener una especial sensibilidad en los casos de informaciones u opiniones de contenido eventualmente discriminatorio o susceptibles de incitar a la violencia o a prácticas inhumanas o degradantes.

  1. Debe, por ello, abstenerse de aludir, de modo despectivo o con prejuicios a la raza, color, religión, origen social o sexo de una persona o a cualquier enfermedad o minusvalía física o mental que padezca >>.

La invisibilidad o el peligro de la no existencia es una de las principales lacras que el colectivo LGTBIQ+ ha sufrido a lo largo de la historia; de hecho, las disidencias sexuales nos hemos visto obligadas a encajar en etiquetas para poder visibilizarnos y luchar por la igualdad. Además, cada una de esas etiquetas sufre discriminaciones específicas siendo las lesbianas, mujeres bisexuales y personas trans las más invisibilizadas. Por todo esto, espero que, no solo desde la deontología periodística, se entienda la importancia de visibilizar todas las violencias que sufre el colectivo y no solo una de las siglas; porque no reconocer la LGTBIQ+fobia en su totalidad es negar que ciertas violencias existen y, por lo tanto, posicionarte en el lado del agresor. 

 

La elección del género en disputa

Por Abel P. Pazos (elle/a) – IG: @llorarbailando

Imagen de @xenonena

 

Hace unos días, en el contexto de una entrevista más o menos formal a propósito del borrador de la ley trans* estatal me plantearon una cuestión que lleva desde entonces saltándome como un pop-up. Me preguntaban por formas específicas en que la opresión enebefóbica (opresión transfóbica concreta hacia el colectivo trans* no binario) se transmitiera a través del lenguaje. En aquel momento respondí repasando algunas de estas violencias, pero como digo, me quedé dándole vueltas, pensando sobre todo en algunos de los debates a los que estamos asistiendo estos días. Concretamente me quedé pillada pensando en el debate que ha re-surgido recientemente a propósito de si el género está sujeto o no a elección[1], lugar donde esta pregunta de inmediato me proyectó y que tras reflexionar sobre ello he podido llegar a entender por qué.

Voy a intentar dar cuenta de la manera en que este debate transmite de una forma verdaderamente perversa estas violencias a través del juego del lenguaje que lo enmarca y lo pone a funcionar. Formas de violencia de éstas que son sublimes, pero igualmente bien intensas, generalmente para contra el colectivo trans*, y por algunas razones también de manera muy específica contra las personas dentro del paraguas no binario. Lee el resto de la entrada »

Especial Ley Trans – Las personas menores de edad en la futura Ley Trans

En este análisis Charo Alises (@viborillapicara) aborda los aspectos de la rectificación registral, hormonación y ámbito educativo que recoge el borrador de la futura #LeyTrans

Foto: EFE / Sashenka Gutiérrez

No  hay causa  que merezca más alta prioridad que la protección y el desarrollo de la infancia, de quien depende la supervivencia, la estabilidad y el progreso de todas las naciones y, de hecho, de la civilización humana.

Plan de Acción de la Cumbre a favor de la Infancia (30 de septiembre de 1990)

RECTIFICACIÓN REGISTRAL

El Tribunal Constitucional, en su Sentencia 99/2019, de 18 de julio, declaró inconstitucional el artículo 1.1 de la Ley 3/2007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas.

Este artículo establecía que solo quienes tuviesen más de dieciocho años podrían acceder a la  rectificación de la mención del  sexo registral. La decisión  del Constitucional  ha permitido que, desde entonces, las personas trans menores de edad -con suficiente madurez y que se encuentren en  una situación estable de transexualidad- puedan realizar  esa modificación en el Registro Civil.

Este importante avance, que recoge el borrador de la futura Ley Trans, supone reconocer a las personas menores de edad su derecho al libre desarrollo de la personalidad, permitiéndoles decidir sobre su propia identidad. No reconocer este derecho, según el Tribunal Constitucional, supondría una restricción de un grado particularmente intenso porque condiciona una manifestación de primer orden de la persona y consecuentemente, incide de un modo principal en su dignidad como tal individuo, cuya salvaguarda es la justificación última de un Estado constitucional como el establecido en la Constitución Española. Lee el resto de la entrada »

Contractivismo: ¿por qué tu opinión vale más que la mía?

Por Marta Márquez (@marta_lakme) escritora y presidenta de Galehi, asociación de familias LGTBI

Foto de Robert Couse-Baker

 

”La normalidad es una ilusión; lo que es normal para una araña es el caos para una mosca»

Morticia Addams

 

Y en esas vive el mundo entero. En decidir qué es la normalidad, qué está bien y qué no. Lo que pasa es que decidir qué es lo correcto para siete mil millones de personas igual se nos va de las manos, ¿no?.

La decisión es algo que se construye a través del conocimiento, o debería ser. Se presenta algo nuevo en nuestras vidas, tratamos de saber qué es y, en base a nuestro aprendizaje anterior, decidimos si es bueno para nosotres o no. Parece fácil, pero es algo que el ser humano lleva tratando de explicar y de entender desde que tenemos conciencia. La filosofía se ha encargado de tratar de devanarse los sesos para conseguir llegar al kit de la cuestión y desde Sócrates hasta Judith Butler las preguntas han sido siempre muy parecidas. Lee el resto de la entrada »