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«No pueden esperar más» Las 10 claves de la Ley Trans

Por Apoyo Positivo

 

Desde el blog Apoyo Positivo se comparte Las 10 claves de la Ley Trans, un decálogo para comprender mejor el porqué esta ley es necesaria y cuáles son sus puntos fundamentales:

 

Octubre llega a su fin y con él llega el día en el que celebramos el cuarto aniversario del día en el que la Organización Mundial de la Salud (OMS) excluyó la transexualidad de su lista de trastornos mentales. Aunque esto supuso un gran paso en la vida de las personas trans, no fue, ni mucho menos, el final del camino, todavía no se ha conseguido quitar de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) que la transexualidad sea considerada como una “incongruencia de género”.

La eliminación del estigma es un camino largo, pero no por ello vamos a dejar de recorrerlo todes juntes y cualquier paso en esa dirección debe ser celebrado.

Al hilo de todo esto, y algo que muches nos preguntaís a través de las redes sociales y en nuestros centros CASA es sobre la Ley Trans, pero ¿qué es lo que está pasando con la ley Trans?

No vamos a empezar la casa por el tejado y antes de entrar en toda la polémica, vamos a repasar juntes los 10 puntos clave de esta propuesta de ley, conocida por todes como la ley trans, cuyo nombre es 121/000113 Proyecto de Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI.

1. Autodeterminación
La polémica está servida y todo por una mala interpretación del documento. La frase “autodeterminación de la identidad sexual y expresión de género” ha enfrentado a feministas y personas trans, o al menos eso nos hacen creer.

En palabras de la propia Irene Montero sobre la libre determinación de la identidad de género y su despatologización:

«El Estado reconoce a las personas trans su derecho a ser quienes son, sin que medien testigos, sin que medie la obligación de hormonación durante 2 años y sin ningún informe médico que tenga que decir que son personas enfermas.»

2. Derechos y violencia machista
¿Cuál es el temor de un grupo reducido de feministas? Que el término no binario pueda resultar prejudicial a la hora de hablar de violencia machista contra las mujeres, pero la ley trans tiene en cuenta esta y otras casuísticas:

“La rectificación de la mención registral relativa al sexo y, en su caso, el cambio de nombre, no alterarán el régimen jurídico que, con anterioridad a la inscripción del cambio registral, fuera aplicable a la persona a los efectos de la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género.”

Por lo que la ley trans no afecta en absoluto a lo establecido por la Ley Integral contra la Violencia de Género.

3. Despatologización
La autodeterminación no se puede entender sin el concepto de despatologización. A día de hoy, para que una persona pueda cambiar su nombre y sexo en su documentación identificativa necesita el informe de un profesional de la salud mental que indique que la persona sufre “disforia de género”, término que la OMS modificó por “incongruencia de género”.

La ley trans garantiza que las personas trans puedan cambiar su documentación, si así lo expresan, sin necesidad de ningún certificado médico.

4. Personas no binarias
No todas las personas trans se identifican con el binarismo de género construido en torno al hombre y la mujer, aquellas personas que no están de acuerdo con el género que le asignaron al nacer, pero que tampoco se identifican ni como hombre ni como mujer, son conocidas como personas no binarias y aunque este reconocimiento no figuraría en el DNI, NIE o pasaporte, las personas que sí lo deseen pueden “omitir la mención relativa al sexo” en sus documentos.

5. Menores
En las personas trans menores el derecho a la autodeterminación y la ley trans se apoyan en una sentencia del Tribunal Constitucional de 2019 en la que se dictamina que los menores con “suficiente madurez” y “en situación estable de transexualidad” podrán realizar los cambios necesarios para adecuar sus datos.

En base a esta sentencia, la ley trans establece tres franjas de edad:

A partir de 16 años: la persona es libre de autodeterminarse.
Entre los 14 y los 16 años: requiere el consentimiento de los padres.
Entre los 12 y 14 años: debe ser un juez el que lo determine siempre que tenga el consentimiento de sus padres.
En caso de los menores de 12 o aquellas personas “con capacidad de obrar modificada judicialmente” deberán ser solo a través de sus representantes.

6. Educación
Según la nueva Ley, además de les compañeres y familias, el personal docente y del centro deben “respetar su imagen física, la elección de su indumentaria y el acceso y uso de las instalaciones del centro educativo conforme a su identidad de género”.

7. Ámbito sanitario y reproducción binarias
La cirugía de reasignación de género pasa a estar incluido también “en la cartera de servicios comunes del Sistema Nacional de Salud”. ¿Qué incluye este cambio? “Tratamiento hormonal, terapia de voz, cirugías genitales, mamoplastias, mastectomías y material protésico”, según el texto de la Ley.

La ley también recoge que toda persona “con capacidad de gestar” pueda acceder también a los tratamientos de reproducción asistida.

¡OJO! Que estos servicios estén disponibles no quiere decir que sean obligatorios y siempre irán de la mano de una supervisión médica. La autodeterminación de género no lleva consigo ningún proceso quirúrgico ni hormonal, estos solo estarán disponibles para aquellas personas que lo soliciten.

8. Personas extranjeras
Una de las reivindicaciones del colectivo trans que se incorporan en esta ley es el derecho de las personas a registrar su entrada al país en función de su autodeterminación, siempre y cuando “acrediten” la imposibilidad de hacerlo en su país de origen o que ponga en riesgo su vida o su integridad física.

Con respecto a las personas de otra nacionalidad que no sea la española, pero sean residentes en España, también se les reconocerá los mismos derechos, con independencia de su situación administrativa.

9. Deportes
Con todas las polémicas que surgen cada vez que una persona trans gana en alguna competición deportiva (porque las polémicas sólo surgen cuando ganan), era necesario que la ley trans se pusiera manos a la obra.

Como ya se estipulaba en el Comité Olímpico Internacional en 2016, las personas trans tienen derecho a participar de los equipos e inscribirse en competiciones sin las llamadas verificaciones de sexo, que quedan totalmente prohibidas. Las personas menores de 16 años podrán participar en la categoria “de acuerdo con su elección de identidad de género”.

10. Prisiones
En el ámbito de las prisiones, las personas trans ingresarán en prisión “conforme a su sexo registral”, si ya han procedido al cambio en la documentación. No obstante, si por razones de seguridad e integridad la persona deseará ser internada en una cárcel del sexo opuesto al registrado, también se permitirá.

Del mismo modo, las personas, independientemente de si han finalizado o no la tramitación de sus documentos, deben ser tratadas conforme a su autodeterminación. Asimismo, podrán “iniciar o continuar” los tratamientos de cambio de sexo incluso estando en prisión.

Estos son los 10 puntos principales de la Ley trans, y aunque nos hacen creer que alguno de ellos son polémicos, el texto recoge de forma muy completa todas las posibilidades y los debates que se reproducen en los medios de comunicación, nada tienen que ver con la realidad de la ley ni la de las personas trans.

Tal y como ha dicho Irene Montero tras el último retraso en la aprobación de la misma.

“Sus derechos no pueden esperar más, nos vamos a dejar la piel”


Esas mujeres poco mujeres…

Mar Tornero.
Vicepresidenta del Colectivo GALACTYCO, Cartagena. 

 

No estoy muy segura de escribir este artículo, pero lo voy a intentar.
Una vez escuché a Miquel Missé decir que las mujeres lesbianas masculinizadas teníamos mucho que decir al respecto de la realidad trans. Y sí, es cierto.

Nosotras, esas mujeres “poco mujeres” que crecimos en entornos en donde el género estaba marcado a fuego, tuvimos que lidiar con la violencia establecida que dirimía y juzgaba sin pudor cuándo estabas dentro de los cánones establecidos y cuándo te salías de la norma en cuanto a ser mujer se refiere: chicazos, marimachos, envidiosas del pene y otras lindezas fueron expresiones que tuvimos que soportar demasiadas veces mientras construíamos nuestra personalidad. Y no ya porque desearas ser amante de otra mujer, no. Era porque tu modo de estar en el mundo no cumplía con unas normas sociales inventadas para ser mujer o ser hombre. “Vistes como hombre, montas en bici como hombre, conduces como hombre, trabajas como hombre, llevas el pelo como hombre, y hasta deseas como hombre….”, ¿pero esto qué mierda es? Entonces no les bastaba mi genitalidad…

Si pudiera decir en un artículo “estoy hasta el coño”, lo diría, pero no lo voy a decir. Aunque hablando de coños, diré que estoy muy orgullosa del mío, que jamás envidié un pene, y que si sigo siendo una mujer es porque aprendí a librarme de cuantos estereotipos de género me marcasteis, sociedad en general. Aprendí a ser como soy amando el cuerpo que tengo y mi manera de hacer vida con él, a pesar de todos esos mensajes que pretendían hacerme creer que había algo erróneo en mí.

Ahora, esa sociedad en general, siempre tan empática, se pone a opinar sobre si es apropiada la autodeterminación del género para todas aquellas personas a las que habéis tratado de domesticar sin éxito con vuestros estereotipos artificiales, esos que hunden sus raíces en creencias fantasiosas e irracionales. Y cuestionan su legitimidad, su dignidad, sus derechos y hasta su sufrimiento. Y de todo esto lo peor es el desprecio que cotidianamente me llega de mujeres supuestamente feministas, e inteligentes, que enarbolan la bandera de la disolución del género, como si esto fuera la panacea para acabar con la violencia contra las mujeres. Y para ello han puesto en la diana especialmente a las mujeres trans.

¿Por qué no vais a por todos aquellos que nos han hecho sentir y creer que tener un coño o un pene llevaba implícito una caterva de disparates que nada tienen que ver con nuestra biología? Todos aquellos que consiguieron que el “sexo varón” disfrutara de privilegios frente al “sexo mujer”, y que nos construyó con infinitas características que tanto muchas mujeres como muchos hombres hemos desmontado, TRANSgrediendo los mandatos de quienes los dictaban y de quienes los asumían.

Siempre tuve problemas para “hacer de mujer” cuando las convenciones sociales así lo exigían. Y eso sí que fue violencia contra mi persona: nadie me dijo que era una mujer perfecta tal y como era, nadie me aportó un ápice de empatía y comprensión sobre la clase de mujer que yo he sido. Y muy al contrario, fueron cientos los mensajes que cuestionaban mi ser como mujer. Su mirada sobre mis características biológicas pretendía obligarme a ser una mujer que yo nunca supe cómo ser. Y disfrazarme, como ahora le gusta decir a alguna académica del feminismo, era ir a la sección de mujeres de El Corte Inglés para vestirme con ropa extraña para mí, teniendo como alternativa la sección de hombres, tan extraña como la anterior. ¿Y ahora vais y arremetéis contra quienes piden la autodeterminación del género?

No os entiendo. Ahí tenéis a toda una cultura que nos ha oprimido, arremeted contra ella, y dejad a las personas trans que vivan en paz, reconocedles su derecho a ser con la misma naturalidad que habéis asumido vuestras “feminidades absolutas”, y vuestras “masculinidades perfectas”. Y si de lo que se trata es de disolver los mandatos de género, mirad hacia otro lado, ahí donde se construyen y alimentan: en cada escuela, en cada partido político, en cada comercio, en cada libro de texto, en cada universidad, en cada parlamento, en cada entorno laboral, en cada vecindad, en cada familia, en cada pandilla de adolescentes, en cada expresión cultural. Tirad del hilo de la Historia y del montaje social establecido en ella hasta llegar a nuestro presente, y ahí es donde podéis empezar a lanzar improperios a diestro y siniestro dejando a las personas trans en paz. Aunque sea por honestidad, aunque sea por respeto. Un mínimo de empatía, por favor.