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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Pasea este verano por el bosque milagro de Canarias

Visitantes por el bosque de Garajonay.

De la mano del guía del parque nacional de Garajonay Jacinto Leralta, nos unimos a un grupo de visitantes para recorrer (y reconocer) un auténtico prodigio de la naturaleza, el bosque milagro de La Gomera, en Canarias.

Gracias a los consejos de este experto aprendemos a valorarlo y a catarlo con los cinco sentidos, que para eso los tenemos y es como mejor se disfruta de los sitios y de la vida.

Además Jacinto nos va a desvelar un preciado secreto: ¿Cuándo es la mejor hora para pasear por la laurisilva gomera?

Descúbrelo en este nuevo vídeo de mi canal en YouTube [¿Ya te has suscrito?]

Y no lo dudes, pocos destinos hay en el mundo más espectaculares que este viejo bosque donde se respira pura tranquilidad, el ritmo pausado de la naturaleza.

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Celebra con los cinco sentidos los 40 años del Parque Nacional de Garajonay, en La Gomera

Bosque húmedo del Parque Nacional de Garajonay.

Los paraísos también cumplen años. 40 velas sopla un bosque tan singular como mágico, el Parque Nacional de Garajonay, en la bellísima isla canaria de La Gomera. Es la selva más cautivadora, asombrosa y sin duda más amigable del mundo. Una protección tan merecida, que en 1986 la Unesco lo declaró también Patrimonio de la Humanidad y en 2012 Reserva de la Biosfera.

Un ecosistema único que milagrosamente se ha ido recuperando del devastador incendio de 2012 y que ahora está más hermoso y mejor conservado que nunca gracias al esfuerzo de esas mujeres y hombres que lo cuidan con amor para nosotros.

Este vídeo celebra con imágenes lo que solo paseando por sus umbrías somos capaces de experimentar, la sensación de adentrarnos en un espacio único donde el tiempo parece haberse detenido, donde la naturaleza es señora y madre de una biodiversidad y de una cultura absolutamente únicas.

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La amenazada capuchina canaria es elegida mariposa del año 2019

Ganó mi favorita. El alto grado de amenaza, su singularidad y la necesidad de acciones decididas de conservación han sido los factores decisivos para la adjudicación del título ‘Mariposa del Año 2019‘ a la mariposa capuchina (Pieris cheiranthi), una especie endémica de Canarias que solo sobrevive en las islas de Tenerife y La Palma.

Esta pequeña mariposa, muy semejante en su forma a la abundante mariposa blanca de la col (Pieris brassicae), se ha impuesto con casi el 30 % de los votos a las otras tres candidatas -la ‘hormiguera oscura’, el ‘pequeño pavón’ y la ‘morena española’- en esta cuarta edición de la iniciativa impulsada por la Asociación Española para la Protección de las Mariposas y su Medio (Zerynthia) para promover el estudio, la divulgación y la conservación de estos insectos. Lee el resto de la entrada »

Descubren una nueva especie de «araña pirata» en La Gomera

Ero tenebrosa, la nueva especie de araña pirata descubierta en La Gomera.

Noticia preciosa, positiva, científica, de esas que tanto nos gustan. Se ha descubierto una nueva especie de araña en Garajonay, el emblemático parque nacional de La Gomera (Canarias). El trabajo lo firma el experto Jørgen Lissner, investigador de la Universidad de Aahrus (Dinamarca), quien lo ha publicado recientemente en la revista Arachnology que edita la British Arachnological Society.

La araña ha sido bautizada con el nombre científico Ero tenebrosa y forma parte del género Ero (familia Mimetidae).

El género Ero es popularmente conocido como el de las «arañas pirata«. La razón de un nombre tan del gusto de Jack Sparrow es porque se alimentan de otras arañas, a las que cazan con eficacia corsaria para después comérselas. Podríamos por tanto también llamarlas «arañas caníbal«. 

Dos datos más que nos permiten valorar aún mas este extraordinarios hallazgo:

  • Tan solo se conoce un único ejemplar en el mundo, una hembra
  • Tan solo se conoce un único lugar en el mundo donde vive, cerca del riachuelo y bosque de El Cedro, en Hermigua.

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¿Conoces la isla canaria de la gente feliz?

Sabina de El Hierro

Existe una isla donde la gente es feliz. Donde llamas a las puertas y te abren el corazón.

El Hierro, en el occidente de Canarias, es el territorio más aislado de Europa y, seguramente por ello, el más sabio. Gente inteligente, está apostando muy fuerte por la sostenibilidad. Gracias al proyecto Gorona del Viento es la primera isla en el mundo 100% sostenible pues obtiene toda su energía eléctrica gracias a esos vientos alisios capaces de elevar agua hasta el cráter de un volcán y dejarla caer en un beneficioso círculo energético. Lee el resto de la entrada »

Twitter se inventó en Canarias hace 2000 años

Silbo

Eso de tuitear (twittear) no es nuevo. Tweet es como se nombra en inglés al piar de un pájaro, ahora mundialmente considerado el trino informativo de los 140 caracteres: Twitter.

Pero lo de informar cual pájaro cantarín lo inventaron hace ya dos milenios los aborígenes canarios. Se llama silbo gomero, y es tan original y único que en 2009 ha sido inscrito por la Unesco en la Lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Ya sabéis que soy un enamorado de La Gomera, de su naturaleza y de su cultura. Hace un año tuve la oportunidad de participar en el rodaje de una serie de documentales de la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente sobre árboles singulares y bosques maduros que, como no podía ser de otra manera, darán relevancia a sus fabulosos bosques de niebla, las selvas macaronésicas de Garajonay. También a ese lenguaje silbado relicto, impresionante, capaz de comunicar a los isleños de un lado al otro del barranco, siempre con la simpática tonadilla final de «bueno, bueno», algo así como el «corto» de los radioaficionados. Lee el resto de la entrada »

La Gomera, año 2 del terrible incendio forestal

 

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El 4 de agosto de 2012 se desataba un pavoroso incendio forestal en La Gomera que afectó al 11% de su superficie y obligó al desalojo de la cuarta parte de toda la población. El fuego fue intencionado. Varios terroristas ambientales llevaban todo el año empeñados en destruir la isla colombina y a punto estuvieron de lograrlo.  Las llamas destrozaron 4.100 hectáreas de terreno, calcinando viviendas, cultivos y ganado. Por suerte (por milagro) no hubo que lamentar víctimas humanas. 

El Parque Nacional de Garajonay se llevó la peor parte. El 20% de la mayor y mejor conservada reserva de laurisilva de Canarias, del mundo, quedó carbonizado. Miles de árboles con más de 1.000 años de edad ardieron como teas. La flora y fauna más amenazada recibió un durísimo castigo del que tardará varios siglos en poder a recuperarse.

Hace poco he regresado a La Gomera. Acompañado de Jacinto Leralta, excelente guía del Parque y mejor amigo, he caminado por esos lugares para mí tan queridos que ahora mismo me resultan irreconocibles. Han pasado dos años y la naturaleza, poco a poco, con fatiga inmensa, empieza recuperarse, pero los efectos del fuego son todavía terribles.

En algunos sitios tienes la impresión de que haya caído sobre el monte una bomba atómica. La tierra aparece calcinada, doblada por el fuego. Los viejos árboles son negros esqueletos retorcidos de carbón. Al pisar, los pies se hunden en una capa esponjosa de cenizas y levantan nubes grisáceas, emitiendo leves sonidos de infinita fatiga. En algunas laderas la lluvia ha arrastrado la capa fértil de tierra, esa acumulada durante siglos por el bosque, dejando al descubierto una tierra descarnada, roja como la carne despellejada de un cadáver, pedregosa, sin vida.

Imposible aguantar las lágrimas. Caminamos despacio, en silencio, con miedo a marchitar con nuestro paso cualquier pequeño brote de esperanza. El sol es aquí más terrible y duro que nunca, implacable. ¡Cómo se echa de menos el color verde, el mar de nubes!

Es ahora cuando afrontas la evidencia de que La Gomera no es un territorio septentrional, sino una isla situada casi enfrente del desierto del Sáhara, bendecida por unos vientos alisios a los que debe la dulzura de su envidiable clima; humedad que se encargan los árboles de ordeñar pacientemente, hoja por hoja, rama por rama, logrando que las nieblas no pasen de largo, que el agua se quede en la isla y fertilice sus campos.

Llegamos a un pequeño arroyo. Sorpresa: tiene agua. La alegría nos dura poco. Junto a la orilla descubrimos un esqueleto calcinado. Le falta la cabeza y parte de las extremidades. Durante unos minutos, pocos e interminables, sufrimos un ataque de pánico. ¿Será de una persona? Mando rápidamente las fotos a un amigo forense. Falsa alarma. Nos confirma que no es humano. Seguramente un pobre burro. Unas decenas de metros más allá encontramos a su cría, igualmente calcinada.

Fuego, muerte, erosión, desesperación. Vuelven las lágrimas.

Pero no todo son malas noticias. Para empezar, queda mucho parque, mucha maravilla sin tocar, anclada en el tiempo y el verdor, esperando nuestra visita. Un 80 % no sufrió el incendio. Y La Gomera sigue siendo el mejor lugar del mundo para ir de vacaciones.

De la zona afectada no todo sufrió con la misma intensidad. En algunos lugares el fuego fue menos intenso. En ellos el monte se recupera a una velocidad sorprendente. Allí nos reencontramos con la esperanza. Por todos lados se ven rebrotes de fayas, acebiños, viñátigos, laureles, brezos. Muchos superan ya los dos metros de altura.

Murieron los gigantes vegetales, pero sólo en apariencia, pues son seres eternos capaces de renacer de sus raíces una y mil veces. Ya lo hicieron antes y lo volverán a hacer las veces que haga falta, no les importa.

El problema es el ritmo. Lo hacen a la velocidad del bosque, una escala muy distinta de la humana. Por eso ninguno de nosotros veremos concluida esa resurrección.

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Las cabras se comen los últimos bosques relictos de Fuerteventura

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Las cabras son seres extraordinarios. Capaces de sobrevivir en el desierto sin apenas agua ni alimento. Pero también capaces de comerse hasta el último matojo que allí pueda crecer. Es lo que ocurre en Fuerteventura, la isla donde vivo. Los herbívoros llegaron aquí hace unos 2.000 años. Por entonces las montañas estaban cubiertas de un bosque de acebuches, los olivos silvestres (Olea europaea ssp. guanchica), que en las zonas más altas eran sustituidos por laurisilva, la selva canaria de niebla. Dos milenios de hacha, fuego, diente y cambio climático han convertido el antiguo vergel en un reseco pedregal.

En un estudio que acabo de publicar en la revista Quercus junto a mi amigo Stephan Scholz, director del Jardín Botánico de Fuerteventura Oasis Park de La Lajita, advertimos de la actual tragedia ambiental que se cierne sobre este territorio. 10 especies endémicas de Fuerteventura, otras 13 exclusivas de las islas orientales y 4 más de distribución canaria están gravemente afectadas por el ramoneo y el pisoteo del ganado. La presión, cada vez mayor, sobre unas poblaciones, cada vez menores, las está llevando a extinciones masivas. Un ejemplo es el peralillo de las Canarias orientales (Gymnosporia cryptopetala), del que sólo sobreviven 13 ejemplares en el mundo. Todos refugiados en riscos a donde no llegan las cabras, pero incapaces de reproducirse. Como el palo blanco (Picconia excelsa). El «último mohicano«. Último ejemplar superviviente de los bosques húmedos majoreros. Cuando muera, la especie habrá desaparecido de la isla y con ella una riqueza genética irrecuperable, quizá remedio de alguna enfermedad.

No pedimos acabar con las cabras, postura indefendible en un lugar donde estos animales forman parte consustancial de la economía y la cultura isleña. Pero sí debería evitarse que vaguen sin control por las montañas, en estado de semilibertad, como ocurre ahora. Y consideramos fundamental la declaración urgente de una extensa red de microrreservas botánicas. Porque el pastoreo intensivo y la superpoblación caprina en un territorio con escasas precipitaciones supone una estrategia ambientalmente destructiva, responsable del avance del desierto, la erosión y la pérdida de biodiversidad.

Foto: Stephan Scholz. Dos cabras enriscadas en las montañas de Jandía (sur de Fuerteventura), uno de los lugares con más biodiversidad endémica del mundo por metro cuadrado.

En este vídeo podéis ver cómo es el manejo tradicional que se aún hace del ganado semisalvaje en Fuerteventura. Las apañadas, una técnica aborigen de gran interés etnográfico, pero que sin control es un desastre ambiental.

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Plantas invasoras ponen en peligro a las aves

Priolo

Muchos nos llaman exagerados. Cada vez que criticamos con dureza el escaso interés de los Gobiernos por impedir la llegada de especies invasoras nos tachan de alarmistas. ¿Qué hay de malo con tener cotorras en Barcelona, eucaliptos en Asturias, visones americanos en Galicia, mapaches en Madrid, cangrejos americanos en el Duero, galápagos de Florida en el Guadiana? ¿Qué hay de malo en que el plumero de la Pampa «se escape» de los jardines y se extienda por los prados cantábricos, que la uña de gato tapice las dunas de Doñana, que el catus de Arizona conquiste nuestros desiertos ibéricos?

Para cada una de estas preguntas se podrían escribir varios libros, detallando los mil y un desastres que estas liberaciones, intencionadas o accidentales, están provocando en la naturaleza. Porque su aparición no es, como piensan algunos, evolución natural. Es involución.

Que se lo digan al priolo (Pyrrhula murina). Muchos no habrán oído en la vida tan extraño nombre ni lo sabrán relacionar con un bellísimo pajarito.  Pero existe, aunque está en las últimas en el único lugar del mundo donde puede observarse: las Azores (las del famoso anticiclón). En concreto en sólo una de estas islas: San Miguel.

En ese remoto lugar en medio del Atlántico, más cercano a América que a Europa, hay un camachuelo único adaptado a vivir tan sólo en sus escasos bosques de laurisilva. Durante siglos esta vegetación igualmente única desapareció bajo el hacha, el fuego y el diente del ganado. Pero lo poco que ha quedado se enfrenta hoy a un problema aún mayor. Varias de las más de 500 especies vegetales introducidas están modificando gravemente el monte. Y los priolos, incapaces de adaptarse a esos nuevos bosques bastardos, son cada vez menos.

En el siguiente vídeo, la Sociedad Portuguesa para el Estudio de las Aves (SPEA) explica el problema y nos pide ayuda a través de una «campaña de Naturfunding«. Con ella recauda dinero para seguir en la desigual lucha de acabar con las invasoras y recuperar el bosque nativo, fundamental para la supervivencia de estas singulares aves y decenas de otras especies únicas.

Y hablando de plantas invasoras, aprovecho para felicitar desde aquí a mi querido amigo y maestro Wolfredo Wildpret de la Torre, a quien el Ayuntamiento de Cádiz ha concedido el Premio Iberoamericano de Botánica José Celestino Mutis. Botánico y doctor en Farmacia, se premia a este canario universal por su estudio «Plantas exóticas invasoras en Canarias procedentes del continente americano». Considerado por el jurado como mejor trabajo original e inédito sobre la ciencia botánica, lo firma junto a su inseparable mujer y gran científica (además de gran amiga) Victoria Eugenia Martín Osorio.

Patear el campo junto a tan entrañables sabios es uno de esos raros lujos que la vida nos concede.

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Redescubierto en La Gomera el árbol de las brujas de alcurnia

Aderno

La isla de La Gomera es un territorio mágico. Con un bosque mágico, la laurisilva, preñado de historias tan viejas como sus árboles únicos.

En un lugar así, imagínense cómo será Vallehermoso, una de sus localidades más increíbles. Adéntrense entonces en su monte nebuloso hasta acercarse a una fuente misteriosa de siete caños tallados en madera, los Chorros de Epina. Y allí, entre el rumor del agua y del viento alisio agitando la bóveda vegetal, recuerden el refrán gomero:

“Si bebes de los siete caños / te casas antes de un año”.

Para encontrar el amor deseado, asegura la vieja tradición oral que las mujeres deben beber de los caños pares y los hombres de los caños impares, empezando siempre a contar desde la izquierda. Y sólo si las mujeres quieren convertirse en brujas deben beber de los caños de los hombres.

Brujas, auténticas brujas eran las damas de alta alcurnia de Vallehermoso, caprichosas hasta el límite de exigir a sus sirvientas el esfuerzo de invertir todo un día de dura caminata para traerles la preciada agua de esa fuente supuestamente medicinal. Sabedoras de lo sencillo de la falsificación, exigían a las niñas encargadas del transporte una incontestable prueba. Junto con el cántaro lleno debían mostrar la hoja de un aderno (Heberdenia excelsa), un raro árbol de la laurisilva del que, según se creía, sólo existía un único ejemplar en la isla, precisamente en la inmediaciones del manantial.

Considerado cuento de viejas, durante décadas se pensó que tal árbol era una invención popular. Hasta que junto con mi amigo Jacinto lo redescubrimos hace muy poco tiempo. Viejo, muy viejo, pero vivo.

¿Será el mismo de la leyenda? El propio árbol nos lo confirmó, pues tan sólo conserva una de sus cuatro ramas originales, la más inaccesible. Aunque lo siento, no les diré cómo llegar a él. Está el pobre como para regalar más hojas.

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