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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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El incendio de La Gomera sigue destruyendo el monte y la verdad

Aunque estabilizado, el incendio de La Gomera sigue aún activo casi un mes después de iniciarse el pasado 4 de agosto. En total se han quemado 4.000 hectáreas (el 11 por ciento de la superficie insular) y las pérdidas materiales causadas por el fuego se han cifrado en más de 70 millones de euros. Las pérdidas ambientales son incalculables. Y las mentiras, medias verdades, errores de bulto, confusiones y malas interpretaciones sobre las razones que lo han provocado están quemando las posibilidades de encontrar soluciones razonables que permitan afrontar con garantías su recuperación. Que por supuesto incluye juzgar a los responsables políticos que tan desacertadamente han gestionado la extinción del fuego.

Conozco muy bien el monte gomero. He trabajado varios años en el Parque Nacional como monitor ambiental. También he realizado allí diferentes estudios ambientales sobre su extraordinaria flora y fauna. Con esta experiencia como base, me gustaría responderos a una serie de preguntas que seguro muchos de vosotros os hacéis.

¿Cómo se pudo quemar Garajonay, un bosque húmedo y siempre verde?

Porque estaba terriblemente seco. La sequía actual es la peor que se recuerda en Canarias en el último siglo.

¿Empezó el fuego en la laurisilva?

El fuego empezó fuera del Parque Nacional, en la parte baja de arbustos y campos de cultivo abandonados. Fue allí donde los pirómanos se pasaron meses metiendo cerillazos que luego eran rápidamente sofocados por los servicios de extinción de incendios. Una y otra vez. Al final un día, de extremo calor y fuerte viento, se salieron con la suya.

Los incendios de La Gomera nunca empiezan en la laurisilva. Prácticamente el 99% de los incendios de La Gomera empiezan fuera del monte y casi ninguno entra al monte. Al contrario, el mejor cortafuegos que hay es la laurisilva madura.

¿Tuvo la culpa del terrible incendio la leña muerta acumulada en el monte?

En absoluto. Lo que algunos ven como «suciedad» es el proceso natural de un bosque donde los árboles muertos dan de comer a los jóvenes y a todo un importantísimo ecosistema de plantas y animales. Esa leña podrida llena de hongos e insectos arde muy mal. Lo mismo ocurre con la hojarasca, la piel viva de la laurisilva.

¿Por qué antes no había incendios en el monte gomero?

Pues porque antiguamente todo el perímetro de Garajonay estaba rodeado de campos de cultivo que ahora están abandonados en su mayor parte. Pero es más fácil repetir cosas desde la absoluta ignorancia que plantearse tener TU palmera limpia de pencas secas, TU finca sin arbustos, rastrojos, cultivada…, TU casa y cuarto de aperos sin atrabancos, palés abandonados, muebles viejos. Es mucho más fácil echarle la culpa al monte y a sus gestores.

¿Es verdad que no dejan sacar madera del monte y por eso está descuidado?

Es una falsedad. A los vecinos de los caseríos del entorno se les permite retirar 5 estereos de leña por familia y año. También estaba a disposición de cualquier habitante de la isla el aprovechamiento de los pinos cortados (donde posteriormente se plantaron hayas y brezos), cosa que hizo quien quiso (sobre todo las panaderías y dulcerías que usaban leña).

La gente que propone limpiar el monte no tiene en cuenta que tal medida supondría la desaparición de cientos de especies de hongos, invertebrados, líquenes… que viven de descomponer la materia orgánica. Además del ingente trabajo que supondría sacar toda esa leña de un monte con un 46% de la isla con pendientes del 30% y el 12% con pendientes superiores al 50%.

¿Hacen falta más cortafuegos?

Otro gran error. La zona del Parque Nacional donde hay más pistas a modo de cortafuegos es la que resultó más rápidamente devastada por el fuego. Toda la zona de Pajarito, Alto, Pinos Redondos y Ajugal está surcada por pistas bien mantenidas, donde la vegetación no hacía “túneles” pues era joven y baja. Por lo tanto, donde más pistas hay en todo el Parque mayor ha sido la devastación. La razón es el tipo de vegetación, de monte de brezos y hayas jóvenes. Con el fuego se han esfumado en 48 horas los 30 años de trabajo de restauración de las áreas degradadas donde en los 60 se plantaron unas 500 hectáreas de pinos.

La laurisilva es un cortafuegos natural. El fuego de la meseta de Vallehermoso de 1995 empezó fuera del monte por una quema de rastrojos, y cuando llegó a la laurisilva húmeda prácticamente él mismo se detuvo y apagó. El fuego del año pasado en Cubaba y Tazo se detuvo cuando llegó al monte después de quemar palmeras, vegetación arbustiva y rastrojos.

¿Por qué el fuego ha sido tan rápido y devastador?

El gran barranco de Valle Gran Rey se quemó en 7 minutos. Fue como un gigantesco lanzallamas, por culpa, sobre todo, de los malignos cañaverales, plantas invasoras que están asfixiando el territorio canario. Los matorrales y brezales jóvenes del sur de la isla y el monte ardieron en apenas dos o tres días. Se trata de vegetación de monteverde joven, muy inflamable, que ha ido invadiendo zonas anteriormente agrícolas y que ha sido la gran propagadora del fuego. Frente a ello, en las zonas bien conservadas de laurisilva, o no ha llegado el fuego o avanzó tremendamente despacio, quemando partes del suelo pero respetando los árboles.

¿Ha acabado el incendio con el Parque Nacional de Garajonay?

En absoluto. Es verdad que el incendio ha sido terrible. Ha ardido un millar de hectáreas del Parque Nacional de Garajonay. Unas cien hectáreas de monte maduro necesitarán un siglo para llegar a un estado similar al de antes. Algunas de inmenso valor ecológico como Los Gallos, en Vallehermoso, un bosque tan antiguo o más que El Cedro. Pero la mayor parte del incendio ha quemado pastos y matorrales que en dos años recuperarán su aspecto verde. También ha destruido zonas situadas en la periferia del Parque y donde se habían desarrollado programas de restauración ecológica que tardarán una década en recuperarse.

¿Merece la pena viajar a La Gomera?

Por supuesto. Todavía queda mucho Garajonay intacto, virgen, salvaje, misterioso, único. Todavía queda mucha Gomera fabulosa, muchos senderos que caminar, muchas gentes a las que conocer y con las que disfrutar de su gastronomía, de su cultura, de su bonhomía.

Este incendio no es ni debe ser un problema para la isla, sino un acicate para que todos nosotros nos volquemos en ella y la apoyemos eligiéndola en nuestras próximas vacaciones. Ten la seguridad de que no te defraudará.

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Vacaciones «Robinson» en la Isla Bonita

Os voy a desvelar mi lugar secreto de vacaciones: La Palma, la Isla Bonita.

Lo tiene todo para practicar el deporte favorito de tantos de nosotros, el turismo inactivo, pero también para perderte en sus selvas de laurisilva donde crecen tiles gigantes; para tocar el cielo (y las estrellas) desde la Cumbre, a más de 2.000 metros de altura; para ver sobrecogido cómo ascienden las nubes en el interior de la Caldera de Taburiente; para caminar por las cenizas aún calientes de los volcanes más recientes de Canarias.

Vivo como Robinson Crusoe, sin cobertura de móvil, sin carreteras de acceso, sin pueblos cerca. Pero mi retiro tiene truco. Me quedo en la casa de unos amigos alemanes aislada en lo alto de un acantilado desde donde contemplo en la lejanía a las islas hermanas de Tenerife y La Gomera. Un Atlántico embravecido que todas las noches me arrulla al ritmo que marcan los siempre enigmáticos cantos de las pardelas cenicientas, a las que al atardecer veo cabalgar por miles sobre las olas desde la ventana de mi habitación. Cuido siete gatos y una huerta ecológica maravillosa, más bien un jardín: fresas, moras, mangos, papayas, aguacates, tomates, alubias, cebollas. Disfruto de la lectura, de caminatas, hasta de las famosas Fiestas Lustrales, e incluso estoy sacando tiempo para escribir un libro. ¿Se puede pedir más?

Sé lo que estáis pensando, pero no es verdad. No os lo cuento para daros envidia. Lo hago, como cuentan que hizo Luis Miguel Dominguín después de pasar su primera noche de amor con Ava Gardner. He salido corriendo al ordenador para contárselo a todo el mundo, no me lo podía aguantar.

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El otoño llega a La Gomera

Pensaba que en Canarias siempre era primavera, pero estaba equivocado. En este maravilloso archipiélago nada es lo que parece y todo es al contrario que en el resto del mundo. Las estaciones, por ejemplo. Estos días de canícula veraniega, cuando más aprieta el sol, es otoño en La Gomera, en sus selvas de monteverde.

Un momento. Si la laurisilva es monteverde, se trata por lo tanto un bosque de hoja perenne, de hoja siempre verde. ¿Cómo va a existir allí el otoño?

Pues porque esta selva relicta del Terciario se ha adaptado prodigiosamente al ambiente isleño, y aprovecha la sequía estival para aligerarse de hojas, reduciendo de esta manera una evaporación natural que los húmedos vientos alisios no logran mitigar del todo.

Como resultado, un mar de sugerentes ocres tapiza en estos momentos los suelos selváticos, umbrosos, de esta increíble masa forestal de aspecto antediluviano, cargándolos aún más si cabe de una aureola de misterio.

Mientras, en las zonas orientadas al sur, la sequía implacable da un aspecto invernal a esos retorcidos tabaibales cuyas hojas hace meses que se perdieron en la canícula.

Pero llegarán las primeras lluvias en otoño y todo cambiará al revés de como pensamos. Reverdecerán los campos y la laurisilva se tornará de un verde intenso, confirmando la excepcionalidad de una Naturaleza única.

¿Has caminado alguna vez por la laurisilva canaria? Pues ahora es el mejor momento para hacerlo, cuando los acebiños (Ilex canariensis) están cuajados de frutos y los viñátigos (Persea indica) se inflaman de rojo. No sólo en el Parque Nacional de Garajonay (La Gomera), sino también en el bosque de Los Tilos de La Palma, o en los tinerfeños de Anaga y Monte del Agua. El bosque encantado te está esperando, cargado de otoño prematuro.

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Os incluyo algunas de las otoñales fotos que he hecho estos días en Garajonay, mientras participaba en un programa de voluntariado del que ya os he hablado aquí. Espero que os gusten.

Trabajan gratis para ayudar a la Naturaleza

Acabo de regresar de pasar 15 días inolvidables en uno de los últimos bosques primarios de Europa, las selvas de monteverde de La Gomera, en el Parque Nacional de Garajonay. Mi labor no ha podido ser más gratificante, ser monitor de una docena de animosos voluntarios medioambientales llegados de toda España con una única ilusión: trabajar gratis en estas selvas de la laurisilva canaria, con la satisfacción de ayudar a su mejor conservación como único premio.

El de La Gomera es uno de los muchos campos de trabajo de voluntariado que durante este verano y otoño SEO/BirdLife ha organizado en doce Parques Nacionales y cuatro centros asociados al Organismo Autónomo de Parques Nacionales.

¿En qué consistía el trabajo? Nada menos que en censar las poblaciones de palomas endémicas canarias, las bellísimas palomas tuquesas (Columba bolli) y rabiches (Columba junoniae).

También se hacían recorridos en busca de desplumaderos de gavilán (Accipiter nisus granti) y excrementos de gato, los dos grandes depredadores junto con la rata negra de estos bosques. Una actividad que muy pronto quedó bautizada en el argot del grupo como cagarruting.

¿Sirvió para algo tanto trabajo? Desde el punto de vista práctico, estos 15 días nos han permitido confirmar el excelente estado de conservación de las poblaciones gomeras de ambas palomas, cada vez más abundantes y por lo tanto menos amenazadas.

Por el contrario, ha evidenciado el temido derrumbe hacia la extinción segura de las poblaciones de cuervo gomero, aniquiladas por el veneno. En 15 días sólo vimos cuatro ejemplares, cuando hace 10 años en apenas cuatro días se veían más de un centenar.

Pero lo más importante ha sido la experiencia de una estrecha convivencia con personas maravillosas, de las que todos hemos aprendido muchísimo. Esas mujeres y hombres (siempre hay más féminas en los programas de voluntariado) que te demuestran que aún queda mucha gente buena por el mundo, entregada desinteresadamente a trabajos solidarios durante sus escasas vacaciones. Entusiastas capaces de abandonar el descanso nocturno por ver estrellas, escuchar pardelas e incluso acudir de romería a Chipude.

Gracias a las incansables María José, Pilar y Paula, a Eva y Rafa, a Montse, Loli, Aiala, Jesús, Elena, Enric y Ana. También a nuestro amigo César, propietario del restaurante Las Chácaras, en Hermígua, sin duda uno de los mejores de la isla. Y por supuesto a mi compañero Pablo. Pero gracias también a todos esos cientos de voluntarios que durante este verano han sacrificado parte de sus vacaciones en algo tan hermoso como ayudar a la Naturaleza. Con gente como vosotros este mundo será cada vez mejor. Seguro.

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Os dejo a continuación unas fotos hechas estos días, la primera de una parte de los voluntarios censando palomas y rapaces desde el mirador de Igualero.

En la siguiente imagen, Pablo enseña a Aiala los detalles del extraordinario pico de una chocha perdiz que encontramos atropellada.

Y para terminar, parte del grupo visitando el Museo Arqueológico de San Sebastián de La Gomera, pues siempre hay sitio para la cultura.