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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Celebra con los cinco sentidos los 40 años del Parque Nacional de Garajonay, en La Gomera

Bosque húmedo del Parque Nacional de Garajonay.

Los paraísos también cumplen años. 40 velas sopla un bosque tan singular como mágico, el Parque Nacional de Garajonay, en la bellísima isla canaria de La Gomera. Es la selva más cautivadora, asombrosa y sin duda más amigable del mundo. Una protección tan merecida, que en 1986 la Unesco lo declaró también Patrimonio de la Humanidad y en 2012 Reserva de la Biosfera.

Un ecosistema único que milagrosamente se ha ido recuperando del devastador incendio de 2012 y que ahora está más hermoso y mejor conservado que nunca gracias al esfuerzo de esas mujeres y hombres que lo cuidan con amor para nosotros.

Este vídeo celebra con imágenes lo que solo paseando por sus umbrías somos capaces de experimentar, la sensación de adentrarnos en un espacio único donde el tiempo parece haberse detenido, donde la naturaleza es señora y madre de una biodiversidad y de una cultura absolutamente únicas.

¿Por qué es tan especial Garajonay?

Porque es el último y más bello refugio de formas de vida antiquísimas que han desaparecido de la faz de la tierra hace cientos de miles de años.

Se trata de un pequeño reducto, tan frágil como excepcional. Garajonay es el segundo Parque Nacional menos extenso de España. Ocupa el diez por ciento de la superficie insular, unas 4.000 hectáreas alrededor del pico Garajonay, la montaña central que da nombre a todo el espacio.

Las junglas gomeras atesoran una diversidad biológica extraordinaria, más de 4.000 especies descritas, de las que 1.063, el 25%, son endemismos canarios y 268 exclusivas de La Gomera. De ellas, 2.000 especies son pequeños invertebrados. También hay muchas plantas exclusivas, algunas recién descubiertas como el raro pico de paloma gomero (Lotus gomerythus).

Esculturas dedicadas a Gara y Jonay en Laguna Grande.

¿De dónde viene el nombre de Garajonay?

Procede de una maravillosa leyenda del folclore canario. Muy resumida, asegura que Gara, princesa indígena de La Gomera, se enamoró de Jonay, príncipe de Tenerife. El suyo era un amor prohibido e imposible, así que los jóvenes decidieron huir montaña arriba.

En la cumbre fueron cercados por los gomeros, pero antes de que los apresasen, tomaron la terrible decisión de suicidarse juntos apretando en un abrazo mortal una doble lanza de brezo que les atravesó el corazón.

Desde entonces la montaña se llama Garajonay en recuerdo de estos Romeo y Julieta canarios. Gara y Jonay.

¿Cómo es posible que haya selvas tropicales tan cerca del desierto del Sáhara?

Ya lo dice Bob Dylan, Blowing in the wind, la respuesta está en el viento. En unos vientos muy especiales, los alisios. Vienen del norte de Europa y aportan una humedad fundamental para garantizar la vida en estas latitudes tan sureñas. Traen frescor y una espesa niebla meona que se conoce como el mar de nubes.

Es una humedad que absorbe este auténtico bosque esponja. Al final, de los 600 litros por metro cuadrado de precipitaciones que se registran al año en el Parque Nacional, un tercio, 200 litros, proceden de esa milagrosa lluvia horizontal.

¿En qué se diferencian los bosques de laurisilva canaria de nuestros bosques peninsulares?

No se parecen prácticamente en nada a los bosques europeos actuales, pero sí mucho a los que había en los cálidos tiempos de los dinosaurios.

La laurisilva es una reliquia viva de los bosques húmedos del Terciario que hace millones de años cubrían prácticamente toda Europa.

¿Y por qué se llama laurisilva?

En Canarias siempre se llamó Monteverde. Pero los científicos la denominan Laurisilva porque las especies de árboles más representativas pertenecen a la familia de las lauráceas, como el laurel canario, cuyas hojas no son olorosas como las del laurel europeo.

Otros árboles increíblemente raros son el tilo canario, que no tiene nada que ver con el de la relajante tila, la faya (nada que ver con nuestras hayas), el viñátigo, el palo blanco o el madroño canario, también muy diferente al mediterráneo.

Pero más allá de datos y diplomas, Garajonay es un bosque asombroso para disfrutar a pequeños sorbos, al golpito, como se dice allí. Poco a poco.

Pasemos a la cata de paisaje de Garajonay

👉 ¿Qué vemos en este bosque mágico?

Desde sus muchos miradores vemos que acaba de llegar la primavera húmeda a un fascinante bosque cuajado de flores. Y eso que tampoco ha llovido mucho este año en La Gomera. Pero sí hubo nieblas salvadoras.

Ha sido muy emocionante ver llenas de flores las zonas donde los expertos del Parque llevan años eliminando plantas y animales invasores. Garajonay es un frágil espacio tan agradecido que, en muy poco tiempo, donde antes solo había chumberas, luce ahora un asombroso jardín vertical.

Mirlo en el bosque. Foto: Pixabay

👉 ¿A qué suena Garajonay?

Su sonido nos explica la grandiosa singularidad de la laurisilva gomera. Allí se escuchan menos especies de aves que en un bosque peninsular, es verdad., pero no debemos olvidar que estamos en medio del Atlántico. Es casi un milagro que un puñado de pájaros hayan logrado conquistar este difícil espacio insular.

Y cantan diferente porque son genéticamente diferentes. El aislamiento canario las ha hecho evolucionar y no parecerse a sus antepasados europeos.

Explicar la banda sonora de este paisaje excepcional resulta muy difícil. Según Carlos de Hita, uno de los mayores especialistas en sonidos de la naturaleza del mundo, «es un sonido interior, como catedralicio; todo resuena dentro de un compartimento verde. Y no tiene aristas, se difumina, viene de todas partes. Es un sonido diluido, difuminado, en sfumato, dentro de un bosque siempre verde». Como en los cuadros de Leonardo da Vinci, pero con mirlos cantores y roncas palomas de la laurisilva, la turqué y la rabiche.

Sólo con escuchar a estos mirlos gomeros ya te sientes mejor ¿verdad? Es que Garajonay es un bosque sanador, además de un laboratorio y una escuela para la comprensión y el respeto de la naturaleza.

Pero también es un modelo de ecoturismo responsable, pues recibe cada año más de un millón de cuidadosos visitantes.

👉 ¿A qué huele Garajonay?

Huele a limpio. Pero no a jabón y detergente. Huele a frescor, a aire húmedo que ha recorrido miles de kilómetros empapándose con la humedad del Atlántico hasta caer sobre un manto impenetrable de árboles siempre verdes.

También huele a madera podrida, a hongos. Y no es un olor desagradable. En realidad, es el aroma de la vida eterna. Los viejos árboles que mueren aquí alimentan con su madera podrida a sus retoños, que igualmente morirán para fertilizar la tierra de sus descendientes. Este es un bosque inmortal.

Laurisilva gomera cubierta de musgos y líquenes.

👉 ¿Cuál es el tacto más característico de Garajonay?

Sin duda es el tacto de sus líquenes, que cubren todos los árboles y cuelgan como las largas barbas de un duende del bosque.

Soy incapaz de caminar por Garajonay sin toquetear esas melenas húmedas.

Potaje de berros al estilo gomero más auténtico.

👉 ¿Y cuál es el sabor de Garajonay?

Aquí no hay duda, los sabores de la gastronomía gomera son excepcionales. Esas papas arrugás con mojo picón, pero picón, picón. Y sobre todo, el exquisito potaje de berros degustado en escudillas de madera. Si lo refuerzas con unas cucharadas de gofio del molino artesano de Hermigua, es ya para morirse.

Aunque como señala mucho más poético Carlos de Hita, el sabor más lírico de Garajonay es el que podría explicarse a través de un precioso texto del escritor inglés Robert Macfarlane:

Sabor a musgo en la boca. Silencio verde.

Es sin duda la mejor definición de Garajonay.

Y este precioso documental de 10 minutos es su mejor disfrute en la distancia

Aquí te dejo la versión podcast de este artículo, por si prefieres escucharlo en Radio 5:

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