La crónica verde La crónica verde

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Negrito nació ayer. Y lo tiene muy difícil

Negrito nació ayer. “Demasiado pronto”, se lamenta Salva, su dueño, mientras trata inútilmente de que chupe del improvisado biberón hecho con una tetina en un viejo botellín de cerveza Tropical.

Negrito es un cabrito (baifo lo llaman aquí) negro como el azabache, con las patitas delanteras graciosamente pintadas de blanco, pero débil como el rocío de la mañana. Llegó muy pronto, prematuro que dicen los veterinarios. Tenía muchas ganas de ver este mundo nuestro. Demasiadas para su hermano gemelo, nacido muerto. El pastor lo ha metido con todo el cuidado en una caja vacía de plátanos, dejándolo junto al cercado. Así puede oler a su madre y ésta a él, tranquilizarse ambos, tomar fuerzas juntos.

A su alrededor, el Valle de Santa Inés, en la Betancuria majorera, se muestra más descarnado que nunca. “Esqueleto de isla” llamó Unamuno a Fuerteventura y tenía razón. No ha llovido nada desde hace un año. Bueno, el otro día cayeron las primeras gotas otoñales, tres litros, apenas un chaparrón, insuficiente para calmar la sed centenaria de estas montañas desoladas y desolladas.

Miro al baifito, a su madre y al resto de su rumiante familia, y me los imagino hambrientos. El campo está estéril en este año ruin como pocos, sin una brizna de pasto en kilómetros a la redonda.

Pregunto al pastor: ¿Qué comen sus cabras? Y él me mira con sonrisa socarrona; me conoce godo por el habla y por la pregunta. Otro peninsular. “Pues qué van a comer, pienso, maíz y alfalfa deshidratada”.

Todo le llega en contenedores venidos de la Península por barco y luego llevados en camión hasta el corral. Hace 40 años era muy diferente, estas tierras exportaban alfalfa. Pero la agricultura ha muerto en la isla. El turismo y la construcción son mucho más rentables y menos esclavo. “Ya nadie cultiva nada”, se lamenta Salva. “Todo lo compramos fuera y los precios son cada vez más altos”. Un 40 por ciento más en los últimos meses. Un saco de maíz le cuesta 10 euros, una ruina. Frente a ello, el precio de los exquisitos quesos de cabra que la madre de Salva sigue haciendo artesanalmente todas las mañanas se mantiene igual desde hace años. “Todo sube menos el queso”.

El milagro de la cabra majorera, la que lograba las mayores producciones de leche del mundo comiendo tan sólo raquíticos pastos salados en un desierto de piedras, es ya historia. Los ganaderos dependen ahora casi exclusivamente del contenedor y del precio mundial de los cereales. En sus alejadas majadas se ven afectados tanto por la especulación en China como por las malas cosechas en Canadá. Y la crisis de este mercado puede ser su ruina.

La lucha del baifito Negrito por la vida es también la de estas gentes del campo majorero aferradas a un sistema tradicional en peligro de extinción. Cada vez más modernizado, más artificial, y cada vez más débil. Les deseo mucha suerte. La van a necesitar.


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Fuerteventura, la isla canaria más cercana del continente africano, apenas a 100 kilómetros del Sáhara Occidental.


3 comentarios

  1. Dice ser itaka40

    Me conmueven este tipo de entradas. Gracias por escribirla

    07 diciembre 2007 | 14:20

  2. Dice ser Monipeni

    Mucha suerte pequeño!

    07 diciembre 2007 | 15:19

  3. Dice ser diario-v

    quizás tuvo mejor suerte su hermano que nació muerto. quién quiere nacer esclavo y morir jóven? su madre cuando ya no sea rentable el mismo camino correrá. cuantos machos puede haber en el rebaño? cuantos años pueden vivir en estado salvaje? cuanto miedo tienen que soportar?

    18 diciembre 2007 | 01:13

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