La crónica verde La crónica verde

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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¿Conoces la isla canaria de la gente feliz?

Sabina de El Hierro

Existe una isla donde la gente es feliz. Donde llamas a las puertas y te abren el corazón.

El Hierro, en el occidente de Canarias, es el territorio más aislado de Europa y, seguramente por ello, el más sabio. Gente inteligente, está apostando muy fuerte por la sostenibilidad. Gracias al proyecto Gorona del Viento es la primera isla en el mundo 100% sostenible pues obtiene toda su energía eléctrica gracias a esos vientos alisios capaces de elevar agua hasta el cráter de un volcán y dejarla caer en un beneficioso círculo energético. Lee el resto de la entrada »

El huracán Joaquín envía un charlatán a Canarias

Charlatán

Te guste o no el mundo de los pájaros, hay sobre ellos noticias sensacionales que interesan a todos. Como la increíble observación realizada estos días en la isla de Lanzarote (Canarias). La realizó el pasado 30 de septiembre mi colega de pajareo en esa isla Francisco Javier García Varga.

Estaba en la localidad turística de Puerto del Carmen haciendo algo de deporte por un camino cercano a la costa cuando, según ha explicado él mismo, le pasó volando y reclamando un ave que no pudo identificar (en estos casos siempre vas sin prismáticos) «pero dejándome ya con la sensación de que lo más probable era que fuese algo raro», reconoce.

Entusiasta y experto en rarezas ornitológicas, a primera hora del día siguiente ya estaba de nuevo en la zona con todo el equipo bien afilado: prismáticos, telescopio y cámara fotográfica con potente objetivo. Dio pronto con el bicho y sus sospechas quedaron rápidamente confirmadas.

Se trataba de una hembra o joven de charlatán (Dolichonyx oryzivorus), un pájaro propio de los ecosistemas agrícolas americanos, así llamado por tener un gusto machacón por el canto. Canto raro donde los haya, metálico y burbujeante; un b’bob-o-lii’ink aflautado y algo onomatopéyico del que procede su nombre vulgar en inglés: bobolink.  Lee el resto de la entrada »

¿Conoces la isla canaria del tesoro?

La isla de Lobos desde el mar es un volcán en medio del Atlántico.

La isla de Lobos desde el mar es un volcán en medio del Atlántico.

Todos los viajeros tenemos una deuda con el escocés Robert Louis Stevenson y su iniciática novela La isla del tesoro. Alimentó nuestros primeros sueños de aventuras en países exóticos, de personajes fascinantes como John Silver El Largo y de playas paradisíacas con aguas de color turquesa.

¿En el Caribe? Muy pocos saben que en Canarias existe uno de esos islotes deshabitados que durante siglos sirvió de refugio a belicosos corsarios; quizá también oculta algún tesoro escondido. Se llama la isla de Lobos, un espectacular volcán surgido hace 135.000 años entre Fuerteventura y Lanzarote, visitable y muy, pero que muy recomendable. Lee el resto de la entrada »

Mucho cuidado con las falsificaciones de Aloe vera canario

Aloe vera

No soy muy dado a creer en productos milagro, pero respecto a las bondades del Aloe vera no tengo dudas. En realidad hay 450 especies diferentes de Aloe, pero la vera (verdadera en latín) es la especie más potente y rica en vitaminas, minerales y aminoácidos. Y su producción ecológica en Canarias, considerada la de mayor calidad, toda una reciente revolución agrícola de floreciente futuro. Si los estafadores no lo impiden.

Probablemente originario de Arabia, en la Antigüedad se generalizó su cultivo por todo el Mediterráneo, que ya elogiaran egipcios y griegos. También en Canarias, desde donde se dice que Colón lo llevó a América y es origen de que “pomada canaria” sea en esas tierras sinónimo de remedio milagroso. De hecho, su otro nombre latino, barbadensis, es una confusión del científico inglés William Miller que describió la planta al tomarla por natural de las islas Barbados, cuando en realidad debió de llegar allí de la mano de algún canario.

No hay huerta o jardín en Fuerteventura o Lanzarote sin al menos una planta de la conocida como sábila. Tradicionalmente formó parte de la botica popular, pues su jugo es excelente para curar dermatitis, quemaduras, acné, eccemas, verrugas y hasta gastritis y úlceras.

Desde hace 20 años existen pequeñas plantaciones ecológicas dedicadas a la producción artesanal de cosméticos, pero la competencia es terrible. Aprovechando la merecida fama de las plantas canarias, el mercado se está llenando de imitaciones que se hacen pasar por producidas en Canarias, pero en realidad están fabricadas en otros países y tienen escasa pureza.

Anuncian productos de Aloe vera 100%, sí, aunque en concentraciones inferiores al 1%. Y nos los pintan de fuerte color verde cuando el extracto natural es incoloro.

Los productos que se venden como aloe canario y no lo son triplican en número de ventas a los locales. No están hechos con jugo natural si no a partir de extractos en polvo. Y no cuentan con las bondades medicinales de unas plantas cultivadas en un ambiente desértico pero volcánico dulcificado por los húmedos vientos alisios, característica que se nota en el resultado final: único. Pero al carecer de una marca de garantía propia, los listillos están haciendo su agosto.

Así que mucho ojo a las etiquetas, porque nos es aloe canario toda gelatina verdosa que nos venden como tal.

En Change.org hay una petición solicitando al Gobierno de Canarias la protección efectiva de este producto natural.

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Ratones ayudan a científicos a descubrir la odisea de los vikingos

Vikingos

Sabemos poco de los vikingos, esos fieros guerreros escandinavos con supuestos cuernos en los cascos (lo cual no es cierto), tripulando barcos con proas rematadas en cabezas de dragón.

Su época dorada se desarrolló entre los siglos IX al XI, pero en realidad fueron mucho más que belicosos marineros. Gobernaron las Islas Británicas hasta ser derrotados por los normandos, igualmente descendientes de vikingos, e incluso crearon los primeros estados rusos. También se movieron por el Mediterráneo, fundando un reino en Sicilia, luchando contra el Califato de Córdoba y el Imperio bizantino.

Hoy sabemos que exploraron algunas áreas del Atlántico Norte, estableciendo poblados en Groenlandia y Terranova, esas grandes islas heladas del extremo norte de Canadá.

Pero la gran noticia científica ha sido descubrir que los vikingos también llegaron mucho más al sur. Y lo más sorprendente ha sido el método utilizado para dar con la prueba de este desconocido poblamiento meridional. Porque no se han desempolvado viejos manuscritos ni excavado nuevos yacimientos arqueológicos. La clave nos la han dado los ratones.

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Acorralado el vigía palmero de la autopista

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Viajemos hoy a La Palma, la Isla Bonita de Canarias, en busca de un árbol muy especial al que se le calculan 400 años. Según se sale del aeropuerto y se toma la autopista hacia la capital, Santa Cruz de La Palma, justo antes de pasar bajo el viaducto de desvío hacia Los Cancajos y El Socorro, muy pocos, prácticamente nadie, se fijan en la solitaria sabina canaria (Juniperus turbinata ssp. canariensis) que crece al borde de la carretera, en lo alto de una loma cortada a bisel por las máquinas de Obras Públicas para facilitar el trazado de la moderna vía de comunicación. Junto a ella, el talud abierto para permitir la construcción de una vivienda le ha acercado aún más al abismo. Y por detrás, una gran cantera se acerca inmisericorde hacia el árbol, devorando con mordiscos certeros la montaña de volcán.Sabina2-001

El vigía de la autopista está rodeado pero no se rinde. Valiente y altivo, sigue de pie en la cima, coronando un territorio cuya transformación es cada día más radical, profunda y vertiginosa. Se me antoja un faro verde oscuro, aparasolado, con la mirada fija en el horizonte, hacia un mar abierto por el que ha visto llegar las primeras naves cargadas de inmigrantes europeos dispuestos a tomar posesión de la isla, pertrechados con bueyes y arados para abrir cultivos en unos bosques virginales que ya nunca volvieron ser lo mismo, afanados por plantar cultivos americanos como la papa, el millo, el tomate o el tabaco, pero también mediterráneos como el trigo, la cebada o el viñedo.

Tiempos de abundancia a los que siguieron otros muchos de hambre. Barcos de vela y después a motor. Caminantes descalzos, recuas de mulas y burros, carretas, coches, camiones y bólidos con locos al volante. Todo lo ha visto siglo tras siglo este árbol, una realidad siempre cambiante, siempre anhelante.

Si nos acercamos a su tronco, seguro que todavía podemos oír el murmullo de los rebaños de cabras sesteando bajo su sombra, canturreados por el pastor, un hombre enjuto como este malpaís imposible donde su pedregosa superficie sólo deja crecer cornicabras, vinagreras y aromáticos inciensos, pero cierra el paso incluso a la dura tunera.

Este gran ejemplar de sabina crece sobre un estéril terreno de lavas sin apenas suelo, directamente sobre rocas a las que aprisiona con sus raíces. A su alrededor presenta una acumulación cuadrada de piedras a modo de pretil, levantada durante la construcción del muro de piedra que protege el talud bajo el que se edificó una casa. Cinco grandes ramas se abren como las varas de un paraguas a partir del escaso metro de altura de su fuste, aunque su aspecto resulta poco frondoso, seguramente por el crónico estrés hídrico que sufre. Y es que poca agua se puede extraer de un pedregal tan inmisericorde, aunque se lleve cientos de años intentándolo.

Pero por si carreteras, canteras, ganado, sequía y piedras fueran poco, el viento le azota de día y noche hasta haber logrado doblegar ligeramente su altiva figura, inclinándola hacia el sur. Aunque nada más. Nadie puede con esta sabina colosal, la última representante de un bosque esquilmado hace siglos, respetada por el hacha tan sólo en agradecimiento a su benéfica sombra.

Aquí el tiempo ni fluye ni se transforma, no corre para tratar de esquivar el mañana, ni se pierde tras el viento. Junto a la vieja sabina el tiempo no pasa, se queda. Bajo ella les propongo un ejercicio de concentración. Cierren los ojos, intenten imaginarse esos tiempos pretéritos de anhelos y pobrezas, y vuelvan a abrirlos mirando hacia el horizonte. Sólo el mar sigue siendo el mismo.

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Llegan las viejas locas a Canarias

Pardela

Un año más han llegado, puntuales a su cita. Son mis queridas viejas locas, las pardelas cenicientas (Calonectris diomedea). Las he visto ayer cuando regresaba en el ferry de Lanzarote a Fuerteventura, justo enfrente de ese solitario volcán en medio del Atlántico que es la isla de Lobos.

Espantadas por las espumas (y ruidos) del barco, levantaron cansinas el vuelo más de 50 de estas curiosas gaviotas nocturnas, nuestro albatros europeos. No me extraña que se hicieran las remolonas.

Desde que abandonaron las aguas de Canarias, hace ahora cinco meses, se han metido entre pecho y pluma más de 10.000 kilómetros de océanos impetuosos. Sin tocar tierra firme, durmiendo y alimentándose en el mar, buscando esas curiosas «autopistas de viento» que les permiten surfear sobre las corrientes marinas, han visitado las aguas del sur de África pasando antes por Brasil como quien se da un pequeño rodeo. Y ahora regresan de nuevo a Canarias con el difícil empeño de sacar adelante un nuevo pollo, tan sólo uno por pareja, que entre incubación y cría no estará listo para enfrentarse a tan formidable aventura viajera hasta dentro de seis meses; todo un récord de crianza en la naturaleza.

Aún más. Para encontrar pesca suficiente los adultos se verán obligados a hacer largos desplazamientos entre Canarias y la costa del Sáhara y Mauritania, mientras el pollo esperará pacientemente en su hura la llegada de la pitanza incluso durante varios días de exigente ayuno.

Tanto trabajo para que muchas de estas aves se queden en el camino enganchadas en los anzuelos de algún palangre, intoxicadas por un vertido tóxico o por los numerosos plásticos de nuestra basura marina que trágicamente ingieren al confundirlos con comida. Tanto trabajo para que luego un descerebrado se canse de su gato y lo suelte cerca de la colonia, con el torpe propósito de que el minino acabe con decenas de estas aves maravillosas y protegidas. O para que otro bodoque capture los pollos y se los coma en ese escalofriante desafío a la razón en que consiste el bestialismo de buscar raros caprichos gastronómicos.

Todo eso pensaba yo ayer mientras seguía con la vista el vuelo pausado de las pardelas sobre las olas canarias. Buena suerte viejas compañeras. Locas, que estáis locas.

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Los músicos de Bremen se van a Fuerteventura

Burrito cabra

Sira es una cabrita de costa, de esas que aún viven salvajes y asalvajadas en los cotarros de Fuerteventura, manejadas por los ganaderos como ya lo hacían los aborígenes canarios hace 2.000 años: en apañadas, lo más parecido a rodeos pero a pie, para recogerlas en corrales de piedra (gambuesas), marcarlas (golpes lo llaman) y volver a soltarlas.

Pero Sira tuvo mala suerte, o buena según se mire. Nació sin lengua, aunque es posible que se la arrancara un cuervo, quién sabe. El caso es que su madre la abandonó, pues el pobre animal era incapaz de mamar.

Luis y Sofía se la encontraron medio muerta. Y en lugar de dejársela como merienda a los buitres (guirres) decidieron adoptarla. Tienen sitio de sobra en su casa, un precioso centro dedicado al turismo rural entre las montañas de los Cuchillos de Vigán y las lavas del Malpaís Grande.

Luego llegó Lola, otra cabrita pero ésta de las de corral. Y hace unos meses se incorporó a tan curioso grupo Nene, un burrito de ocho meses, peludo y suave como Platero. Ningún problema. Es tal la armonía natural de ese sitio que cabritas y borrico han hecho piña. Tanto, tanto, que el asno ha terminado por creerse cabra.

No te puedes imaginar la escena cuando salen juntos, triscando felices por los caminos de Tenicosquey (Antigua). Lola enseñando a tragar a Sira, quien debe inclinar al máximo su cabeza para que el alimento caiga al estómago por gravedad, mientras Nene las imita como un caprínido más, saltando alborozado entre los olivos e incluso tratando de ponerse sobre dos patas para llegar a los brotes más jugosos.

Si juntamos a estos tres con el gallo, el perro bardino y alguno de los gatines remolones de la casa de huéspedes, ya tenemos asegurado un concierto exclusivo de los músicos de Bremen. Perdón, de los músicos de Tenicosquey.

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No te puedes perder el desierto florido de Canarias

Flores Fuerteventura 2

Es la gran noticia del año. Por eso no entiendo cómo las agencias de viajes y los touroperadores de toda Europa no lo están pregonando en papel cuché y a los cuatro vientos: ¡el desierto canario ha florecido!

Después de cinco años de terrible sequía por fin ha llovido en las islas de Fuerteventura y Lanzarote. En el patio de mi casa 140 litros en apenas dos meses, casi el doble de todo lo caído el año pasado.

Así se entiende el prodigio, la actual explosión de color verde cubriendo arenas y lavas, rejuveneciendo unas tierras resecas donde, de repente, gracias a ese milagro que los botánicos llaman «banco de semillas«, de la nada han surgido con fuerza bellísimas plantas. Y todas de golpe han reventado en flores, sabedoras que aquí el agua es un espejismo efímero. Como el alhelí canario (Mattihola bolleana), un endemismo capaz de teñir de morado inmensas laderas donde durante décadas sólo había piedras. O de azul añil como lo logra la viborina (Echium bonnetii), el más humilde de los tajinastes canarios. O de amarillo intenso gracias a la potencia de cerrajas (Reichardia tingitana) y crisantemos (Chrysanthemum coronarium).

Mires hacia donde mires, el brevísimo jardín isleño se muestra espectacular. Y los bichos están como locos. Los machos de hubara (Chlamydotis undulata), una curiosa avutarda del desierto, agotados de tanta carrera sexual; inflados como pavos, corriendo con la cabeza hacia atrás pero sin tropezarse jamás. Los alcaravanes (Burhinus oedicnemus) roncos de gritar por las noches eso que aquí suena como «Pedro Luis», de ahí su nombre popular. Los tarros canelos (Tadorna ferruginea), un pato más propio del Sáhara, volando desorientados pues de nadar en seco tienen ahora decenas de charcas donde poder criar. Hasta los extraños corredores saharianos (Cursorius cursor) se muestran más inquietos que de costumbre, asombrados ante tantos insectos sabrosos a los que poder echar el pico.

Es el gran espectáculo de la naturaleza y llega con fecha de caducidad. En apenas un mes todo volverá a estar tan sediento como antes. Así que no lo dudes. Ni sol ni playas ¿Qué haces que no vienes?

Flores Fuerteventura

 

Fuerteventura verde

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El cuervo se extingue en Canarias

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En Canarias no hay lobos. Pero hay cuervos. Y a estos pobres pájaros les ha caído en el Archipiélago el sambenito de la mala fama que en otros lares tiene el perseguido cánido salvaje.

Negros, ladrones y muy inteligentes, lo tienen todo para sufrir el desprecio de un mundo rural que, desde la llegada de los europeos hace cinco siglos, se ha empeñado en su aniquilación. En estos momentos están a punto de lograrlo.

Las actas del Cabildo de Fuerteventura de abril 1773 lo dejaban muy claro:

“Entendido el daño que causan los cuervos en las criaciones y sementeras [acordaron] se libren despachos circulares para que cada vecino traiga cuatro cabezas de cuervo en cada mano en todo el mes de agosto, so pena de cuatro reales cada uno, que se les sacarán irremisiblemente”.

Como no eran tontos, los supervisores de la carnicería estaban obligados a cortarle los picos a los animales para que no les volvieran a traer de nuevo las mismas cabezas.

No ha cambiado mucho su mala fama desde entonces. Todavía hoy se le acusa de atacar y matar cabritos, comerse los huevos de las perdices, perseguir a los gazapos, arramplar con la fruta de los árboles, el maíz de los sembrados, la uvas de los viñedos; robar pollos a las gallinas, bocadillos a los excursionistas ¡y hasta ropa y llaves del coche a los turistas!

Los últimos censos demuestran lo efectivo de esta persecución. Sólo las islas de Fuerteventura y El Hierro, las más ganaderas, mantienen unas poblaciones cercanas a las 100 parejas. En las demás está a punto de desaparecer. Gran Canaria ha pasado en 30 años de tener 150 parejas a quedarse con tan sólo 13; Tenerife de 80 a 12; La Palma de 50 a 21; La Gomera de 100 a 9.

En toda Canarias, que es como decir en todo el mundo, pues se trata de una subespecie endémica exclusiva del Archipiélago (Corvus corax canariensis), tan sólo hay en estos momentos 365 parejas.

Para complicar aún más las cosas, un reciente estudio genético demuestra que no todos los cuervos de Canarias son iguales. Los de La Palma, por ejemplo, conforman un linaje diferente al resto que impide poder traer aves de otras islas a modo de refuerzo poblacional. Y en la Isla Bonita tan sólo sobreviven 21 parejas, la mayoría confinadas al Parque Nacional de la Caldera de Taburiente.

Pero ¿por qué se extinguen los cuervos canarios? Al contrario de lo que piensan algunos, la culpa no la tienen los escopeteros. Quedan tan pocas aves que dispararlas es ya casi imposible en muchas islas donde son más raras que un perro verde. Las principales razones son las habituales a otros carroñeros amenazados:

  • Venenos. Contra ellos y contra perros asilvestrados. O raticidas igual de envenenadores. También el venenoso plomo de los perdigones, involuntariamente ingerido cuando se alimentan de un conejo o paloma abandonado en el campo por los cazadores.
  • Tendidos eléctricos. Por electrocución o choque. Contra cables eléctricos o contra las aspas de los aerogeneradores.
  • Falta de comida. Por estabulación de la cabaña ganadera o cierre de los vertederos.

¿Se puede hacer algo para impedirlo? Como siempre, la mejor herramienta es la educación. Mientras sigamos viéndolo como un animal a eliminar, al final lograremos eliminarlo. Sólo tendrá futuro si logramos verlo como un verdadero aliado del campo, eliminador de animales muertos, controlador de enfermedades, sembrador de bosques, pieza fundamental de los ecosistemas; también como un importante elemento de la cultura popular.

En los próximos 15 días voy a recorrer Canarias dando charlas dedicadas al cuervo. A técnicos y a campesinos. Es mi personal contribución para tratar de salvar a la especie como siempre me ha gustado hacer, divulgando su importancia. Forma parte de una campaña de la Dirección General de Protección de la Naturaleza del Gobierno de Canarias, organizada por TragsatecSEO/BirdLife, para informar, concienciar y sensibilizar acerca de la terrible situación en la que se encuentran las escasas poblaciones de cuervo canario en las islas.

¿Lograremos salvarlo? Al menos lo vamos a intentar.

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