La crónica verde La crónica verde

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Siente el rugido caliente (y tóxico) de la Tierra a través de las fumarolas

Fumarola en Islandia. Foto: Envato

Ha sido una de las experiencias más impresionantes de mi vida. Acercarte a una fumarola activa en Islandia y sentir el brutal rugido del gas caliente que emerge de entre sus piedras, resoplando como si fueran los gritos desesperados de un gigante encerrado en el centro de la Tierra. El fuerte olor a azufre y a huevos podridos (sulfuro de hidrógeno) que lo inunda todo hace el resto.

Te lo cuento en este vídeo que grabé allí mismo, influido por la sorpresa y el dramatismo de un paisaje absolutamente marciano, el de Hverir, una de las zonas geotermales más activas del mundo.

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¿Conoces la isla canaria del tesoro?

La isla de Lobos desde el mar es un volcán en medio del Atlántico.

La isla de Lobos desde el mar es un volcán en medio del Atlántico.

Todos los viajeros tenemos una deuda con el escocés Robert Louis Stevenson y su iniciática novela La isla del tesoro. Alimentó nuestros primeros sueños de aventuras en países exóticos, de personajes fascinantes como John Silver El Largo y de playas paradisíacas con aguas de color turquesa.

¿En el Caribe? Muy pocos saben que en Canarias existe uno de esos islotes deshabitados que durante siglos sirvió de refugio a belicosos corsarios; quizá también oculta algún tesoro escondido. Se llama la isla de Lobos, un espectacular volcán surgido hace 135.000 años entre Fuerteventura y Lanzarote, visitable y muy, pero que muy recomendable. Lee el resto de la entrada »

Un garbancillo sin garbanzos protege los volcanes murcianos

Garbancillo

Ésta es la increíble historia de un garbancillo sin garbanzos que no existía, de una planta extinguida y más tarde resucitada, de un campo de volcanes tan muertos como los cultivos de sus laderas, como sus famélicas cabras y la cultura tradicional de un pedazo del desconocido Oeste de Cartagena (Murcia). Pero ésta es también la historia de una resurrección. El milagro del Garbancillo de Tallante (Astragalus nitidiflorus).

Descubierto para la ciencia en 1910, fue visto y no visto. Durante casi un siglo nadie más volvió encontrarlo. En el año 2000 se le dio por extinguido. Hasta que cuatro años después un botánico lo redescubrió mientras paseaba en bici. Sólo quedaban 46 ejemplares, los últimos de su especie en el mundo. En estos momentos, y gracias a un modélico proyecto LIFE+ cofinanciado por la Unión Europea, hay ya unos 200. Pero como la planta vive un máximo de 5 años, igual que apareció puede volver a desaparecer. Definitivamente.

Esta semana lo vi en el campo, tratando de sobrevivir a una de las peores sequías de los últimos 50 años. Era fácil distinguirlo. La única planta verde en una desolada caldera volcánica de hace 2,6 millones de años. Parece una humilde legumbre de garbanzos, pero no tiene nada que ver con ellos. De hecho, toda ella es tan venenosa que no se la comen ni los conejos. Aunque está en peligro de extinción. Necesita tierras volcánicas marginales dedicadas a prácticas agrícolas y ganaderas tradicionales. Y esos cultivos de almendros y algarrobos también están amenazados, pero por el abandono.

Me acompañaron en la visita los profesores de la Universidad Politécnica de Cartagena Juan José Martínez y María José Vicente, que junto con el botánico del Servicio de Biodiversidad de la Región de Murcia Miguel Ángel Carrión son el alma entusiasta del proyecto. En el centro cultural de Tallante, como en el de Los Puertos, las paredes están forradas con información relativa a la planta, los dibujos de actividades escolares o las recetas del último concurso gastronómico. Incluso han puesto en marcha un programa de custodia del territorio, para que sean los propios agricultores quienes se comprometan a velar por el futuro del garbancillo. Son unos héroes. Mis héroes medioambientales.

Ha tenido suerte la olvidada planta. Los expertos han logrado lo más difícil, entusiasmar a la población local con una especie ni comestible, ni medicinal, ni hermosa, pero sí exclusiva, endémica, llamada a convertirse en revulsivo económico y cultural de la comarca. Gracias ellos, y al garbancillo, el Oeste cartagenero ya no es tan salvaje.

Foto: LIFE+ Garbancillo de Tallante.

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Nunca la sombra de los volcanes fue tan bella

Biodiversidad canaria

Todos los que me seguís desde hace años en La Crónica Verde sabéis de mi admiración/devoción por las Islas Canarias. Uno de los puntos calientes de la biodiversidad mundial, laboratorio natural de la evolución que desde la época de Humboldt y Darwin han admirado por igual a científicos y turistas. Pero ante todo un lugar bellísimo.

Así nos lo descubre mi amigo y excelente realizador tinerfeño Pedro Felipe Acosta en su próximo proyecto cinematográfico «Canarias, a la sombra de los volcanes».

Ante tales imágenes sobran las palabras y las patrias, como glosó el poeta Nicolás Estévanez:

Mi patria es una isla,
mi patria es una roca,
mi espíritu es isleño
como los riscos donde vi la aurora.

No dejéis de ver el avance de este trabajo. Sencillamente increíble.

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Salvados del volcán

En un mundo deshumanizado lleno de malas noticias también hay sitio para las buenas iniciativas. La última nos llega desde Japón. Allí hay una isla amenazada por los volcanes llamada Torishima, y en la zona de mayor peligro de erupciones subsiste la única colonia conocida del muy amenazado albatros colicorto (Phoebastria albatrus), apenas 80 parejas en el mundo. Tratando de evitar una extinción inminente, varias asociaciones conservacionistas japonesas y norteamericanas se han unido para emprender una arriesgada solución: crear una nueva colonia en otro lugar más seguro.

La nueva zona elegida es el islote Mukojima, perteneciente a las islas Bonin. Un territorio no volcánico situado a 350 kilómetros de distancia, gestionado por la metrópolis de Tokio, donde la especie crió hasta 1920.

¿Y cómo se hace para mover una colonia de sitio? Pues trasladando sus pollos a nuevos lugares, que para ellos serán el lugar de nacimiento y a donde se espera volverán a criar dentro de cinco años, una vez alcancen la madurez sexual. Es lo que se conoce por hatching, un engaño científicamente probado en numerosas especies de aves a partir de su fidelidad al lugar de sus primeros vuelos.

De esta manera, una decena de crías de estas formidables aves marinas han sido sacadas esta semana de sus nidos por expertos escaladores y transportadas en helicóptero a su nuevo hogar. Todavía les faltan tres meses de desarrollo para emanciparse, pero desgraciadamente sus padres no les podrán seguir alimentando en tan remoto sitio. En su lugar, un grupo de voluntarios harán de padres adoptivos, encargándose de la difícil tarea de darles de comer diariamente.

¿Tendrán éxito? Todos confiamos en ello, aunque como ha indicado Ben Sullivan, coordinador del programa mundial de aves marinas de BirdLife International, uno de los padrinos de la iniciativa, “aunque su número aumente, incluso una pequeña mortalidad debida al palangre podría obstaculizar su regreso”.

Tiene razón. Igual en el Pacífico que en el Mediterráneo los peligros para la vida natural son demasiados. Por nuestra culpa, auténticos volcanes de dos patas.