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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Mucho cuidado con las falsificaciones de Aloe vera canario

Aloe vera

No soy muy dado a creer en productos milagro, pero respecto a las bondades del Aloe vera no tengo dudas. En realidad hay 450 especies diferentes de Aloe, pero la vera (verdadera en latín) es la especie más potente y rica en vitaminas, minerales y aminoácidos. Y su producción ecológica en Canarias, considerada la de mayor calidad, toda una reciente revolución agrícola de floreciente futuro. Si los estafadores no lo impiden.

Probablemente originario de Arabia, en la Antigüedad se generalizó su cultivo por todo el Mediterráneo, que ya elogiaran egipcios y griegos. También en Canarias, desde donde se dice que Colón lo llevó a América y es origen de que “pomada canaria” sea en esas tierras sinónimo de remedio milagroso. De hecho, su otro nombre latino, barbadensis, es una confusión del científico inglés William Miller que describió la planta al tomarla por natural de las islas Barbados, cuando en realidad debió de llegar allí de la mano de algún canario.

No hay huerta o jardín en Fuerteventura o Lanzarote sin al menos una planta de la conocida como sábila. Tradicionalmente formó parte de la botica popular, pues su jugo es excelente para curar dermatitis, quemaduras, acné, eccemas, verrugas y hasta gastritis y úlceras.

Desde hace 20 años existen pequeñas plantaciones ecológicas dedicadas a la producción artesanal de cosméticos, pero la competencia es terrible. Aprovechando la merecida fama de las plantas canarias, el mercado se está llenando de imitaciones que se hacen pasar por producidas en Canarias, pero en realidad están fabricadas en otros países y tienen escasa pureza.

Anuncian productos de Aloe vera 100%, sí, aunque en concentraciones inferiores al 1%. Y nos los pintan de fuerte color verde cuando el extracto natural es incoloro.

Los productos que se venden como aloe canario y no lo son triplican en número de ventas a los locales. No están hechos con jugo natural si no a partir de extractos en polvo. Y no cuentan con las bondades medicinales de unas plantas cultivadas en un ambiente desértico pero volcánico dulcificado por los húmedos vientos alisios, característica que se nota en el resultado final: único. Pero al carecer de una marca de garantía propia, los listillos están haciendo su agosto.

Así que mucho ojo a las etiquetas, porque nos es aloe canario toda gelatina verdosa que nos venden como tal.

En Change.org hay una petición solicitando al Gobierno de Canarias la protección efectiva de este producto natural.

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¿Beberse la orina cura el cáncer?

Bigot,_Trophime_-_A_Doctor_Examining_Urine

Nunca olvidaremos a Azarías, el entrañable personaje de Los Santos Inocentes, la novela de Miguel Delibes a quien bordó el querido Paco Rabal en la famosa película de Mario Camus.

“Me orino las manos cada mañana pa’ que no se me agrieten”.

Y su hermana la Régula (Terele Pávez) le miraba con cara de asco y le decía:

“Semejante puerco, ¿no ves que estás criando miseria y se la pegas a la criatura?”.

Sin embargo era verdad. La orina, rica en urea, es un remedio excelente contra las grietas de la piel. El pobre Azarías no hacía otra cosa que repetir lo que siempre hicimos seguramente desde tiempos prehistóricos, mearse las manos. Pero claro, no tenía cremas de urea al 5% que ahora obtenemos por medios químicos mucho más asépticos.

Viene esto a cuento por la tendencia, últimamente renovada con fuerza inusitada entre los amigos de lo natural y lo magufo, de utilizar la propia orina para supuestos fines medicinales. Orinoterapia la llaman. Y aseguran sus defensores que se trata de un líquido casi milagroso, capaz de regular la tensión arterial, mejorar las defensas, tonificar, servir como potente antidepresivo, aumentar la potencia sexual y no sé cuántas cosas más incluido, por supuesto, curar el cáncer. ¿Para qué tirarlo entonces por el retrete cuándo puede mejorar nuestra vida? Pues porque es mentira.

Como tantos otros de esos remedios tan básicos como increíbles que pululan por las redes, rechazo soluciones sencillas para problemas tremendamente complicados y que, a la larga y a la corta, son tan eficaces como peregrinar de rodillas a un apartado santuario: puro placebo.

Placebo viene de complacer, causar placer. Y yo, amante como soy de los placeres mundanos, sigo sin encontrarle el gustillo a beber mi “agüita amarilla, cálida y tibia”. Prefiero la cerveza.

El rinoceronte se va al cuerno pero sin sus cuernos

El gran unicornio acorazado se extingue. Su cuerno, duro y erecto como un falo monstruoso, lo está llevando al desastre. En realidad le arrastramos allí nosotros, ávidos de milagrosas medicinas capaces de arreglar con un puñado de dólares la impotencia de nuestras frustraciones.

Increíble. En una sociedad ciega a la realidad del siglo XXI, vuelven con renovadas fuerzas las creencias mágicas, las pseudociencias, las supercherías, como si no hubiéramos aprendido nada en este último milenio de fabulosos avances científicos. ¿Es necesario explicar que el rinoceronte no es una medicina?

El cuerno del rinoceronte es tan sólo queratina, una gran uña que la evolución colocó en su hocico como curiosa arma disuasoria. Pero nos gustan los mitos, especialmente los sexuales y los asiáticos. Resulta muy cool volver la vista hacia medicinas tradicionales chinas basadas en la superstición, donde se antepone una triste erección a la protección de la biodiversidad, suponiendo que esos cuernos son increíbles afrodisíacos por simplón paralelismo imaginario.

Para desgracia del animal, un nuevo mito se ha forjado en estos últimos años alrededor de su cornamenta: curar el cáncer. ¿Ridículo verdad? No tanto.

Desde que tamaña tontería se ha popularizado, los rinocerontes son cazados por cientos con el único interés de arrancarles su apéndice nasal. El resultado es terrible. La población mundial de rinocerontes se ha reducido un 90% en los últimos 40 años. De las cinco especies reconocidas de rinoceróntidos en el planeta, los de Java, Sumatra y negro se encuentran en peligro crítico de extinción, el de la India en peligro y el blanco muy amenazado. Sólo en Sudáfrica, donde se concentra la mayor población de rinocerontes del mundo, han sido cazados este año 340 animales. Y el último que quedaba vivo en Vietnam apareció hace un par de semanas muerto y con el cuerno arrancado. De nada le valió vivir en un parque nacional, las mafias trafican con sus restos como lo hacen con cualquier tontería ilegal que dé dinero.

Al tigre le ocurre lo mismo. Los furtivos los matan para arrancarles el hueso peneano, pues por la misma ilógica explicación pseudomedicinal mejora la potencia sexual de quien lo consume pulverizado. “Estoy como un tigre”, le dirá emocionado a su amante el grotesco instigador de la matanza de tan formidables animales.

A este paso, y por la misma razón, acabaremos todos bebiéndonos la sangre de las aves para no envejecer, pues como ya os he explicado en otra ocasión, éstas parecen haber descubierto el secreto de la eterna juventud. Bellos como un pavo real. E idiotas como nosotros mismos.

En la espectacular imagen superior, miembros del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) transportan en helicóptero a 19 rinocerontes negros a un nuevo hábitat protegido de Sudáfrica. Un épico viaje de más de 1.500 kilómetros desde la provincia Oriental del Cabo hasta su nuevo hogar en la provincia de Limpopo. Lo hacen para evitar que los furtivos los maten para arrancarles los cuernos. (Foto: Michael Raimondo / WWF). En este vídeo puedes ver todo el increíble proceso de traslocación. Más información sobre el proyecto en la página de WWF España y en Saving the Rhinos.

 

Black rhinos moved to new home by helicopter from WWF on Vimeo.

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Infusiones de alimoche

Hace cinco años visité el Sáhara Occidental con un único fin: localizar nidos de alimoche . En 1957 José Antonio Valverde había descrito e incluso dibujado algunos en las inmediaciones de El Aaiún. Entonces era un pájaro abundante. Uno de ellos, recluido en el zoológico de la antigua posesión española, fue traído a la Península tras la descolonización de 1975. Y los primeros estudios genéticos hacían sospechar que estas poblaciones del desierto podían ser diferentes a las del norte y el sur africano, así como a las españolas. Pero no vimos ni un solo pájaro. La guerra, la caza furtiva y las fumigaciones contra las langostas han acabado con ellos.

La semana pasada volví al Sáhara y redoblé esfuerzos por encontrar algún vestigio del pequeño buitre. Para mi desconsuelo Mohamed, un terrible y eficacísimo cazador furtivo saharaui, me confirmó la extinción definitiva del animal.

Pero fue precisamente tras hablar con él en Tan Tan cuando hice un sorprendente descubrimiento. En una pequeña tienda de medicina tradicional me encontré colgando de una cuerda el cadáver de un alimoche joven de un año.

El propietario, muy desconfiado con los occidentales, no me quería dar información sobre el origen del ave, pero gracias a mi amigo Shaui pude finalmente lograrla.

En primer lugar, que ese ejemplar no era saharaui, pues procedía de Marruecos, donde todavía subsisten algunas pocas parejas.

En segundo lugar, me desveló su utilidad. Vendían por trozos su reseco pellejo como eficaz remedio contra los venenos. Si alguien era envenenado accidental o premeditadamente, una infusión suya le salvaría de una muerte segura.

De vuelta a España consulté el espléndido trabajo de Valverde sobre las aves del Sáhara, escrito en 1958. Allí comprobé cómo una vez más el científico vallisoletano se me había adelantado.

Señala Valverde que

“la carne de rajma [alimoche] es muy apreciada como medicamento; seca, la guardan cuidadosamente en un trapo en la creencia de que preserva de desgracias; mezclada con la de chivo o cabra y en cocimiento (también sirve el caldo de huesos de rajma) hace un sudoríparo que cura la fiebre, el reuma, las picaduras de culebra y el hechizo de las mujeres”.

Hace 50 años era ya un animal muy apreciado en el Sáhara, cotizándose entonces a 75-100 pesetas la pieza. En estos momentos, extinguido el pájaro en prácticamente todo el norte africano, sus precios se han disparado. Éste en concreto le había costado al yerbero 500 euros.

Añade Valverde dos preciosas historias saharauis sobre el alimoche.

Reunidos todos los pájaros para decidir qué es lo mejor en la vida, rajma declaró, cuando llegó su turno, que él prefería el excremento humano (del que se alimenta), por lo que se vio inmediatamente expulsado. Por ello se dice “quel enle rajma” (has hablado como rajma) al que se muestra indecoroso en una reunión.

La otra es una curiosa superstición. “Los nidos [de alimoche] tienen fama de inaccesibles, por lo que una petición hecha acostada en uno de ellos es oída por Alá”.

Seguramente la utilización del pequeño buitre en la medicina tradicional no ha provocado su extinción. A pesar de ello, a todos nosotros nos duele ver a una especie prácticamente extinguida utilizada como vulgar infusión al servicio de una botica con toda seguridad ineficaz. No seré yo, sin embargo, quien los critique. Esas tradiciones forman parte de su cultura milenaria, tan en peligro de extinción como el propio alimoche. Bastante está sufriendo ya el pueblo saharaui como para que lleguemos ahora nosotros y les hablemos de Medio Ambiente y de la protección de las especies ¿no os parece?

PD. La preciosa imagen del alimoche aterrizando es obra de Fernando Alarcón, y está colgada en la página web de Fotonatura.