
Hace dos semanas, un buceador mallorquín vio en la reserva marina de la Isla del Toro (Calvià) una foca monje (Monachus monachus), animal extinguido hace medio siglo de las aguas baleares.
Su fugaz aparición coincide con la recuperación, lenta pero esperanzadora, de sus poblaciones, algo absolutamente infrecuente por tratarse de la foca más amenazada del planeta, apenas 500 ejemplares.
En la colonia de Cabo Blanco (entre el Sáhara Occidental y Mauritania) el año pasado nacieron 46 crías, prácticamente las mismas que en 2006, cifras que duplican las obtenidas en temporadas anteriores. Gracias a ello ahora viven 180 ejemplares, de los que medio centenar se corresponden con hembras reproductoras (Revista Quercus 268, pág. 57). Unos resultados muy halagüeños tras la muerte masiva hace 10 años de las tres cuartas partes de la colonia por culpa de una alga tóxica.
En Grecia nacieron en 2007 un total de 28 crías. En las Islas Desertas, (Madeira), quedan tres hembras reproductoras. Y en las costas argelinas y marroquíes no más de 15 individuos.
Comprenderán que la aparición ahora de una foca monje en Mallorca es, además de todo un acontecimiento, una muy buena señal, aunque aún extremadamente débil.
Los dos últimos ejemplares mallorquines de foca monje, conocida popularmente como vellmarí, fueron exterminados en 1958. Uno de ellos al engancharse entre las redes de los pescadores de Cala Mondragó, en Felanitx, y el otro muerto a tiros por la Guardia Civil en Cala Tuent, en Escorca.
Hacia 1965 se extinguieron las que sobrevivían en el Cabo de Gata (Almería) y en 1993 desapareció en las islas Chafarinas la última de España y la más famosa, Peluso.
Ahora las sensibilidades han cambiado, aunque sigo preocupado por el repentino interés de nuestros bienintencionados políticos hacia estos animales.
¿Cómo entender si no el último anuncio del conseller de Medio Ambiente, Miquel Àngel Grimalt? Este buen señor acaba de anunciar la intención de su departamento de averiguar el sexo de la foca «para buscarle pareja e impulsar un plan de recuperación de esta especie».
¿Pondrán un anuncio en la sección de contactos de los periódicos?

Fotografía de la última foca monje observada en Mallorca, medio siglo después de extinguirse en ese archipiélago. Ahora los políticos, en lugar de garantizar la seguridad de la zona, han decidido buscarle pareja, algo aparentemente mucho más sencillo y vistoso.