Cuando Gabriel habla de sus dos padres, el activismo de los adultos toma nota

Por Juan Andrés Teno (@jateno_), periodista y activista LGTBI especializado en Diversidad Familiar

En la foto, Jesús Santos y Gabriel Santos acompañados de una coordinadora del Parlamento Europeo en sesión privada sobre familias homoparentales (Foto: Tomada de la página oficial de Jesús Santos Homobono).

 

A veces, sólo a veces, la opinión pública da un tirón de orejas a los activismos y le indica por donde redireccionar los mensajes. A veces la ciudadanía elige discursos singulares que han sido obviados por el asociacionismo y lanza una respuesta a los defensores de los derechos humanos. Porque, a veces, igual que la clase política se desconecta del pueblo y sus palabras no llegan, el activismo LGTBI sufre interferencias en sus campañas y el conjunto de la sociedad le advierte que es lo que despierta su conciencia social y que es lo que se pierde en los canales de comunicación.

Hace unos días Freeda difundía el vídeo de un adulto joven hablando de su familia y se viralizó superando las seis cifras en sus reproducciones.En una sociedad sobreexpuesta a la información y que es bombardeada desde todas las esquinas con discursos, consejos y publicidad, ocurre que algo es oído de verdad, que llega al entendimiento individual y se expande, que tiene éxito, que es escuchado, que se viraliza.

Este vídeo nos muestra la imagen de un joven que con absoluta naturalidad nos dice que tiene dos padres y lo hace sin utilizar una jerga excluyente, con palabras que entienden todas las personas que vean las imágenes, porque está emitido desde la sencillez del corazón.

La teoría de la comunicación es muy sencilla: tiene que haber un emisor, un receptor, un mensaje y un canal. Pero no siempre funciona, no siempre el emisor tiene capacidad de decir, ni el receptor quiere escuchar, ni el mensaje es entendible, ni el canal es el adecuado.

Con este vídeo que protagoniza el joven Gabriel todo funciona. Gabriel explica con una maravillosa naturalidad que tiene dos padres y que su vida es idéntica a las de sus amigas y amigos con otros tipos de familias, nos cuenta que ha lidiado con situaciones de incomprensión hacia la existencia de sus padres y nos indica que es lo que deben transmitir los progenitores de familias homoparentales a sus criaturas. Y lo hace con una sencilla naturalidad que enamora, con una indestructible sonrisa en sus labios.

El mensaje que nos envía Gabriel no es impostado, no ha sido escrito con motivo de la grabación de este viralizado video y de ahí emana su éxito. Lo que nos transmite es lo mismo que contaba hace unos años en las Jornadas de Familias LGTBI organizadas por la FELGTB, un espacio en el que tranquilizaba madres y padres jóvenes y en el que minimizaba las violencias a las que pudiera haberse enfrentado en su corta vida. Este es el mismo Gabriel que el año pasado intervenía ante el Consejo de Europa hablando de la homoparentalidad.

Con más de un millón de reproducciones, este vídeo supera con creces cualquier otro que una entidad LGTBI haya difundido en los últimos años. ¿Por qué ha ocurrido esto?

  • En primer lugar porque es muy difícil encontrar asociaciones LGTBI en este país que den voz a la infancia y a la adolescencia.
  • En segundo lugar porque Gabriel se dirige a sus receptores con términos que todo el mundo comprende, con la falta de impostura de un joven de 18 de años.
  • En tercer lugar porque habla por derecho en primera persona. En cuarto lugar porque lo hace alejado de cualquier posicionamiento ideológico. En quinto lugar porque lo que cuenta es verdad, es la verdad.

En la misma semana en la que hemos conocido que un niño de 11 años era apaleado por su orientación sexual, más de un millón de personas han reproducido un video en que se aboga directamente por la naturalidad de la homosexual. Esto nos debe hacer pensar, simplemente pensar.

Es triste comprobar que activistas de verdad, personas que dejan parte de su vida trabajando a favor de la igualdad legal y real de lesbianas, gais, bisexuales y trans, cometen el mismo acto de  discriminación hacia otros colectivos. ¿Por qué ocurre esto?

Está ya de más explicar que seguimos perteneciendo a una sociedad machista, LGTBIfóbica o racista, que todos y cada una de nosotras deslizamos de manera  inconsciente (o premeditada) discursos que atentan contra la dignidad de las mujeres, de las personas LGTBI o de los migrantes. Esa misma actitud es la tiene la sociedad actual ante la infancia y la adolescencia. Porque esta nuestra sociedad, además de ser machista, LGTBIfóbica o racista también es adultocéntrica. Se sigue considerado que estas edades son etapas de la vida a evitar, que quienes en ellas habitan son incapaces por el simple hecho de tener menos de 18 años.

Es desolador constatar el desprecio absoluto que activistas tienen ante niñas, niños, niñes y adolescentes; personas que son capaces de darlo todo para para una mujer trans tenga las mismas oportunidades que el resto de mujeres, se permiten públicamente sentirse molestos o incomodas si un niño o una niña está su lado. Este “odio” innato hacia la infancia es doloso y es necesario revisarlo (también aquí tienen que ponerse en marcha procesos de reconstrucción). Esta misma actitud, socialmente aceptada, es la que prohíbe la presencia de menores en determinados espacios públicos. ¿Alguien concibe que actualmente se impidiera el acceso de mujeres, gais o personas de raza negra a restaurantes, hoteles o exposiciones? Pues con las niñas, niños y niñes españoles está ocurriendo. Y lo estamos permitiendo.

Por eso es necesario revindicar voces como la de Gabriel, por eso hay que afirmar que Gabriel, con apenas 18 años, es tan activista o más que quien lleva decenas de años en primera línea de la lucha contra la LGTBIfobia. No sólo por la verdad de su palabras y por el compromiso naturalmente adquirido a lo largo de su vida, sino porque con un solo vídeo ha llegado en unos días a más de un millón de personas.

Y no es que Gabriel no sea un joven estupendo, que lo es, no es tampoco que haya sido magníficamente educado por sus padres Jesus y David, que lo ha sido, es que hay muchas niñas, niños, niñes, adolescentes y jóvenes que están esperando a que se conjuguen los astros y el juego de la comunicación les permita decir quiénes son y lo que piensan.

No podemos seguir impulsado políticas de igualdad para la infancia LGTBI sin contar con la voz más autorizada para ello: la infancia LGTBI. No podemos seguir promoviendo campañas de educación en diversidad de espaldas a sus realidades y a sus opiniones. Y si lo hacemos, seamos conscientes de la inutilidad de tanto trabajo. Sólo seremos una sociedad verdaderamente libre, diversa y democrática cuando toda la ciudadanía sea oída, cuando todo el mundo tenga el sacrosanto derecho de ser escuchado.

Hoy Gabriel ha hablado y el activismo LGTBI tiene que escucharle si quiere avanzar, porque sólo lo hará si junto a la bandera contra la LGTBIfobia iza también la bandera contra la adultocracia.

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