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Recluta de mierda. Historias de un gay en la mili

Pablo Morterero (@pabloMorterero)

 

Leyendo “Recluta de mierda. Historias de un gay en la mili” de Francisco Antonio Macera Garfia, he revivido la angustia (olvidada por otra parte bajo toneladas de recuerdos) con la que viví los años previos a incorporarme a filas, aplazada primero por estudio y de la que más tarde me libré declarándome objetor de conciencia, días antes del fatídico momento.

No dudo que para muchos, hacer la mili fue una experiencia extraordinaria, posiblemente más por la tendencia a idealizar el pasado o recordar sólo los buenos momentos de la juventud perdida, pero para la mayoría de la población masculina de la época, cuanto menos eran 13 meses perdidos, y en lo peor, un suplicio sin paliativos.

Es curioso que una vivencia que afectó a millones de hombres, haya dejado tan poca literatura. A nivel general, solo recuerdo “Morirás en Chafarinas” de Fernando Lalana. Seguro que habrá más de carácter autobiográfico, pero sorprende que no exista incluso estanterías con dicha temática en nuestras bibliotecas y librerías.

Macera, un chico bastante inocente y muy creyente de principios de los setenta, relata en su libro autobiográfico sus experiencias en un ignoto Centro de Instrucción de Reclutas (CIR), cuyo nombre omite el autor, pero que no debía estar muy lejos de la ciudad de Sevilla, a pesar de que tardara ¡casi cinco horas en tren! un frío sábado de enero de 1972. Veinte años después, en cinco horas podías ir y volver de Sevilla a Madrid. ¡Cómo cambió España tras la muerte del dictador!

La amena lectura hace que sus 390 páginas pasen como un suspiro, lo que ayuda su carácter epistolar con un desconocido amigo, cuya inicial es T. Como nos informa el autor, “Recluta de mierda” se sustenta en un diario donde durante la mili fue apuntando sus experiencias, que para hacerlo ilegible utilizaba un criptografía que a la postre no fue tan discreta como pensaba.

Posiblemente, la mili de Macera, para su pesar, no fue el paradigma de la mayoría de los chicos homosexuales y bisexuales que reemplazo tras reemplazo, sufrían un sistema violento, arbitrario y doloroso. Sin llegar a los niveles que sufrió el autor más por su inocencia que por su rebeldía, millones de hombres padecieron meses bajo una disciplina castrense cuyo objetivo real no era defender la patria, sino sustentar un régimen corrupto y enriquecer a miles de militares que saqueaban los cuarteles, como tuvo la desgracia de descubrir nuestro autor. Un saqueo completamente legítimo, debían pensar, como vencedores de la cruzada nacional del 36.

Pero la novela no sólo muestra el carácter violento y arbitrario sobre el que se sustentaba el servicio militar obligatorio para la mitad de la población, sino que además refleja las violencias ampliamente interiorizadas por una sociedad, la española, sometida a tres décadas de tiranía franquista.

Tan interiorizadas que se volvieron invisibles, y que hoy observamos con horror cuando una novela o un documental (como el reciente de la cadena CUATRO sobre el Patronato de Protección de la Mujer, “Las Descarriadas”) nos lo muestra sin paños calientes. De esa forma, los protagonistas de “Recluta de Mierda” viven las violencias sin cuestionarlas, como parte del “decorado” del CIR, aspirando, como mucho, a evitarlas sin señalarse.

“Recluta de mierda. Historias de un gay en la mili” no es solo una entretenida novela, recomendable para cualquier público, sino además esencial para todas aquellas personas que hoy se identifiquen como “queer”. Porque también se trata de un documento fundamental de memoria LGTBI, lejos de los grandes relatos de la acción militante. Porque nuestra memoria se basa, sobre todo, en la lucha cotidiana por la supervivencia en un sistema hostil, violento y doloroso.

«Recluta de Mierda. Historias de un gay en la mili», Francisco Antonio Macera Garfia. Editorial Punto Rojo, Libros. ISBN 979-83-89989-54-2.

Paco Macera es un activista LGTBI que inició su militancia en el Movimiento Homosexual de Acción Revolucionaria (MHAR) de Sevilla y que a lo largo de su vida ha mantenido el compromiso con la lucha por la libertad para vivirse y vivir plenamenta la corporalidad, la identidad y la orientación.

Las locas en el archivo

Redacción 1 de cada 10

 

Geoffroy Huard y Javier Fernández Galeano dirigen Las locas en el archivo, un trabajo sobre la disidencia sexual bajo el franquismo.

Este libro reúne aportaciones que han abordado la compleja tarea de rastrear y visibilizar las experiencias de la disidencia sexual en España desde la guerra civil hasta la transición democrática. Basado en una serie de archivos que muestran tanto las violencias institucionales como el coraje, las formas de expresarse y las dinámicas sociales de las «locas».

Con este último término se quiere poner el acento en cómo las personas perseguidas se autopercibieron y crearon marcos culturales propios. Lectura imprescindible para aquellas personas que se especialicen o que se adentren por primera vez en esta página crucial de la historia del colectivo LGBTI+. Se replantea aquí el papel de la violencia estatal como eje
articulador de esa historia, y se recuperan historias invisibilizadas de alegría, placer y resistencia.

 

Los invertidos. Verdad, justicia y reparación para gais y transexuales bajo la dictadura franquista.

Geoffroy Huard publica Los invertidos. Verdad, justicia y reparación para gais y transexuales bajo la dictadura franquistacon Icaria.

En 2019, el Ayuntamiento de Barcelona, encabezado por Ada Colau, se querelló contra el régimen franquista por crímenes de lesa humanidad contra las personas LGBT. Este libro reelabora y amplía el informe que redactó el historiador Geoffroy Huard para acompañar la querella. Muestra, gracias a los archivos de los juzgados de vagos y maleantes y de peligrosidad y rehabilitación social, que «invertidos» y «homosexuales» eran categorías utilizadas por las autoridades franquistas como una especie de cajón de sastre en el que cabía cualquier desviación sexual y sobre todo de género (afeminado, travesti, transexual, prostitutx, etc.). Lo que más se tomaba en cuenta era sobre todo la inversión de género, en especial de personas de las clases populares, quienes fueron las únicas condenadas durante toda la dictadura.

Los invertidos reconstruye ese sesgo clasista, así como la sociabilidad de los homosexuales y transexuales de las clases populares durante el franquismo. Trata de entender por qué huían a grandes capitales como Madrid y Barcelona, qué hacían una vez allí, cómo y de qué vivían, cuáles eran los vínculos con el mundo del espectáculo y cómo luchaban contra las autoridades judiciales y médicas a pesar de la represión. Demuestra, así, que la lucha no empezó en los años setenta con los movimientos de liberación sexual. Existió antes, pero bajo otras formas, hoy casi olvidadas. Este libro se propone, gracias a fuentes novedosas, recuperar esa memoria y homenajear a las personas represaliadas.

Puedes leer el índice y la introducción del libro en este enlace. 

 

28 de abril: ¡a la calle y a votar!

Por Boti García Rodrigo (@btcpd ), activista LGTBI

 

 

Nací yo en un tiempo y en un lugar en el que votar era un ejercicio  no ejercitado, un algo totalmente desconocido para muchas personas, un algo  que, contaban muy de pasada, había ocurrido en España en otros y muy diferentes momentos y circunstancias; un algo que, nos explicaban con retintín de desprecio, era cosa de países extranjeros de costumbres disolutas.  En el franquismo no existían los partidos políticos ni la posibilidad de elecciones democráticas y durante la larga y muy oscura dictadura las leyes caían de arriba, como piedras, emanadas de la implacable voluntad del dictador y sin intervención alguna de la ciudadanía que, por cierto, ni lo era ni se tenía por tal.  

Cumplidos más de cuarenta años de aquel quince de junio de 1977  en que este país pudo volver a votar desde 1936, llevo acudiendo a cada convocatoria electoral sin faltar una y cada cita con las urnas me sigue suponiendo la misma alegría y me sigue pareciendo una fiesta, la fiesta de la democracia.   Lee el resto de la entrada »

A 40 años vista: de la memoria y su extraño poder, del sexo diverso y combativo (y de la historia que no se repite)

Por Víctor Mora Gaspar (@rockerhorror ) escritor, activista LGBTIQ+ y por la memoria histórica

El 26 de diciembre de 1978 los “actos de homosexualidad” dejaban de ser un elemento penalizable en la conocida Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social (LPRS), una ley que entró en vigor en ese periodo gozne llamado tardofranquismo, que comprendía los últimos años de vigencia política de la dictadura y los primeros de la transición a la democracia. Hoy hace 40 años de la despenalización, y si nos quedásemos con ese titular, bien podríamos haber cerrado felizmente el capítulo de la opresión entonces, sin embargo sabemos que no fue así. La lectura de este hecho histórico de manera aislada nos devuelve una visión sesgada y reducida de un proceso enormemente complejo, que no puede archivarse como parte del pasado, y que debemos afrontar mediante estrategias de memoria. Lee el resto de la entrada »

Historias de Vida Trans: en eterna compañía del miedo

Historia de Vida Trans es la serie de textos con lo acercamos la historia de mujeres transexuales que nacieron en una España que las criminalizaba y se hacen mayores es una España que sigue sin querer mirarlas de frente. Hemos contado con Judith,  Monse y Yaneli, hoy es Raquel.

Por Nayra Marrero (@nayramar)

Se baja del taxi una señora mayor, aunque no aparenta los 70 años que sé que tiene, con su pelo rubio oscuro recogido en un discreto moño, tanto como el maquillaje que apenas sombrea sus pómulos. Anorak burdeos, pantalón azul… ¿Raquel? Se vira y me sonríe.

He quedado con ella para que me cuente su historia, para que sepa cómo es ser una mujer trans y haber nacido en 1947. De las mujeres que estoy entrevistando es la mayor, y aunque su historia es parecida al resto la cuenta distinto. Lo primero que me llama la atención es el género que usa, porque Raquel, que siempre ha sido mujer, intercambia el masculino y el femenino porque asume que otros la veían un chico, aún hoy la llaman por su nombre de varón, más de 40 años después de que un amigo la llamara por la calle Raquel, porque sus andares con aquél pantalón de pana rojo nada tenían que envidiarle a la Raquel Welch de las pantallas de cine.

Entonces ella ya estaba en hormonas, con las famosas Androcur que la ponían guapísima, con una piel tersísima y unas caderas maravillosas.

Pero si algo se repite en la historia de Raquel es la palabra miedo. Lee el resto de la entrada »

Apartados, represaliados y ahora… olvidados: nuestros mayores LGBT

Por Violeta Assiego (@vissibles)

Imagen del libro 'El látigo y la pluma' de Fernando Olmeda

Imagen del libro ‘El látigo y la pluma’ de Fernando Olmeda

1933. Segunda República. Todos los grupos políticos, consensuadamente y bajo el gobierno de Manuel Azaña, aprueban una ley cuyo objeto es castigar a todos aquellos sujetos que puedan calificarse como antisociales, es la conocida como Ley de Vagos y Maleantes, en cuyo artículo 2 menciona a todos los que podían ser declarados en estado peligroso y ser sometidos a las medidas de seguridad de la aquella Ley: Lee el resto de la entrada »

Un día sales a tomarte un chato de vino y te llevan al cuartelillo

Lucas Platero (@platerin), Eva Garrido () y José Luis Ponce (@edbellaterra), están detrás de ‘Por un chato de vino’, un libro que se presentará mañana jueves 17 de diciembre a las 19,30h en la librería madrileña Traficantes de Sueños y que cuenta historias que para no olvidar antes hay que conocer.

Ilustración del libro 'Por un chato de vino' / Editorial Bellaterra

Ilustración del libro ‘Por un chato de vino’ / Autora: Eva Garrido

¿Y si un día que sales a tomarte un chato de vino te lleva la Guardia Civil al cuartelillo? M.E. se buscaba la vida por las calles de Barcelona a finales de los años sesenta, a veces dona sangre, otras consigue algún dinero de la caridad o de sus amigas. Hasta que un mal día se topó con unos guardias civiles, que descubrieron sus curvas bajo la ropa de hombre. El cuartelillo, la cárcel o el hospital son los espacios de disciplinamiento a los que ha de someterse. Sólo sabemos lo que los médicos, guardias y jueces dictaminan a través de interrogatorios, plasmados en un puñado de hojas olvidadas en un archivo. Lo más espeluznante es lo que no se dice, pero que se imagina fácilmente. La masculinidad de M.E. les resultaba imposible, señalando su deseo por las mujeres como patológico y criminal, al tiempo que irrefrenable y por tanto, merecedor de castigo y reclusión. M.E. transgredía, casi involuntariamente, las normas morales de un franquismo que si bien se va apagando, sigue reprimiendo duramente a quienes se atreven a romper públicamente con sus dictados. Una represión que se encendía ante el «escándalo público» y que se cebaba especialmente con aquellas personas cuya sexualidad y expresión de género desborda los límites de la «decencia», los roles de género binarios y la heterosexualidad obligatoria. Esta historia resuena aún hoy, en un tiempo que se dice lleno de derechos sexuales, pero en el que se sigue señalando estas rupturas con las expresiones de género más normativas como evidencias de patologías, cuyo diagnóstico se impone para acceder a un puñado de derechos incompletos. Lee el resto de la entrada »