Lucas Platero (@platerin), Eva Garrido (@colektivof) y José Luis Ponce (@edbellaterra), están detrás de ‘Por un chato de vino’, un libro que se presentará mañana jueves 17 de diciembre a las 19,30h en la librería madrileña Traficantes de Sueños y que cuenta historias que para no olvidar antes hay que conocer.
¿Y si un día que sales a tomarte un chato de vino te lleva la Guardia Civil al cuartelillo? M.E. se buscaba la vida por las calles de Barcelona a finales de los años sesenta, a veces dona sangre, otras consigue algún dinero de la caridad o de sus amigas. Hasta que un mal día se topó con unos guardias civiles, que descubrieron sus curvas bajo la ropa de hombre. El cuartelillo, la cárcel o el hospital son los espacios de disciplinamiento a los que ha de someterse. Sólo sabemos lo que los médicos, guardias y jueces dictaminan a través de interrogatorios, plasmados en un puñado de hojas olvidadas en un archivo. Lo más espeluznante es lo que no se dice, pero que se imagina fácilmente. La masculinidad de M.E. les resultaba imposible, señalando su deseo por las mujeres como patológico y criminal, al tiempo que irrefrenable y por tanto, merecedor de castigo y reclusión. M.E. transgredía, casi involuntariamente, las normas morales de un franquismo que si bien se va apagando, sigue reprimiendo duramente a quienes se atreven a romper públicamente con sus dictados. Una represión que se encendía ante el «escándalo público» y que se cebaba especialmente con aquellas personas cuya sexualidad y expresión de género desborda los límites de la «decencia», los roles de género binarios y la heterosexualidad obligatoria. Esta historia resuena aún hoy, en un tiempo que se dice lleno de derechos sexuales, pero en el que se sigue señalando estas rupturas con las expresiones de género más normativas como evidencias de patologías, cuyo diagnóstico se impone para acceder a un puñado de derechos incompletos.
A propósito de la historia que se narra en el libro “Por un chato de vino. Historias de travestismo y
masculinidad femenina”, Lucas Platero (autor), Eva Garrido (ilustradora) y Jose Luis Ponce (editor) reflexionan sobre el proceso creativo del libro.
E.G: Una de las cosas que más me interesaron de la historia que presentas en el libro Por un chato de vino es cómo has tratado los huecos y los silencios en la información que te llegó de M.E. Leyendo el libro pensaba que has respetado mucho esos vacíos, todo lo que no se cuenta, lo que no sabemos de su vida, de tal forma que cada persona que lea el libro parece invitada a completar esos huecos con su propia imaginación, ya que no das la historia cerrada. ¿Podrías contarnos un poco cómo has trabajado con la ficción en este libro y qué te ha llevado a no “inventar” la vida de M.E.?
L.P: La fuente con la que trabajo es un expediente policial, que de entrada solo muestra aquellas cosas que la policía, el juez y sus carceleros consideraron importante reseñar. Anotaban todo aquello que serían las evidencias su culpabilidad, y entre esos datos que son en apariencia anodinos se cuelan algunos rastros de su personalidad, de cómo el deseo estaba presente en su vida cotidiana y traspasaba las fronteras de lo prohibido. Sólo si pudiera hablar con M.E. sabría cuanto de lo que se narra refleja sus vivencias. Sin embargo, el interés de este libro no radica sólo en su veracidad sino en que creo que genera un deseo de saber más de un tiempo del que lo que más nítidamente nos ha llegado es el silencio. Un silencio que es difícil penetrar, a no ser que te cueles por las rendijas de lo que se dice y se oculta.
L.P: Las imágenes que has creado para este libro están inspiradas en vidas de mujeres transgresoras, reflejan unas influencias artísticas que se pueden considerar feministas, ¿nos puedes hablar de cómo ha sido este proceso creativo?
E.G: Al leer la historia de M.E. no podía dejar de pensar en todas esas historias de mujeres que nunca conoceremos, y hasta qué punto no son todas esas mujeres las que con sus formas de vida y rupturas en cuanto a su manera de vivenciar el género y el deseo, quienes han posibilitado vidas más “vivibles” para todas en el presente. Cada vida cuenta, aunque su historia no llegue a nosotras. De alguna manera sucede igual en la práctica artística feminista. Son muchas las artistas en todas las épocas, de las que me siento heredera, que han conseguido romper con el canon y los valores masculinos, blancos y heterosexuales; en este sentido veía un paralelismo y quise hacerlo presente en mis dibujos tomando como referencia algunas de estas artistas.
E.G: Además de la confianza en un autor como Lucas, a quien conoces y con quien hace tiempo colaboras, José Luis, ¿qué te interesó de un libro tan especial como Por un chato de vino? ¿qué te lleva como editor a embarcarte en una historia así, con el añadido de que es un libro ilustrado?
J.L.P.: Son varios los motivos de la seducción. El primero de ellos como tú bien dices, es Lucas y toda su vida de activista, el segundo fue conocer a Eva y a sus historias, y digo historias y no dibujos, porque en cada uno de ellos, nace un relato trasversal que se construye de forma paralela al texto, describiendo nuevos estadios intermedios donde el lector podrá construir su propia historia.
Y por último, es una historia muy cercana a mi infancia, a aquel Raval oscuro y marginado de esa Barcelona en ebullición, de una barrio que fue cuna de la Transición española, donde la fantasía y el deseo se impusieron a la sensatez y el orden.